12/11/23

Más allá de la muerte

INTRODUCCIÓN

Sal 48:14; Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; él nos guiará aun más allá de la muerte.

Debido a que Dios ha puesto eternidad en el corazón del ser humano (Ec 3:11), las religiones en general creen en alguna forma de vida después de la muerte. Más en concreto, las diferentes confesiones cristianas creen que hay un día fijado por Dios en el que los muertos serán resucitados, unos para vida y otros para condenación (Jn 5:28-29; Ec 12:13-14). Por cierto, la resurrección se opone frontalmente a la reencarnación, que enseñan algunas religiones, ya que, según la Palabra de Dios, está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (He 9:27).

Ec 3:11; Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.

Jn 5:28-29; No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; 29 y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.

Ec 12:13-14; El fin de todo el discurso oído es éste: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. 14 Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.

Así que todos los creyentes que basan su fe en la Biblia, sin importar la denominación religiosa en la que se congreguen o con la que más se identifiquen, creen en una futura resurrección corporal y en la existencia de otra vida después de la muerte. Sin embargo no se ponen de acuerdo entre ellos en lo que les sucede a las personas inmediatamente después de morir. Que el cuerpo del fallecido regresa al polvo, de donde procede, y se descompone, es evidente para todos (Gn 3:19; Job 17:16).

Gn 3:19; Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.

Job 17:16; A la profundidad del Seol descenderán, y juntamente descansarán en el polvo.

Pero sobre lo que le ocurre a la parte inmaterial del ser humano hay dos creencias contrapuestas. Así, mientras unos creen que tras la muerte no queda nada de las personas hasta el día de la resurrección, otros sostienen que la parte inmaterial permanece en estado consciente, con sus pensamientos y sentimientos intactos, a la espera de ser revestidos con un cuerpo incorruptible. Entre los primeros se hallan los Testigos de Jehová y la Iglesia Adventista del Séptimo Día, y entre los segundos casi todos los demás grupos: católicos, ortodoxos, protestantes, evangélicos, etc.

Otros puntos de desacuerdo estrechamente relacionados con esta cuestión son la definición de qué es el alma, así como qué es el infierno y qué les sucede a las personas que van a parar allí. Si bien en este estudio voy a reflexionar acerca del alma, el tema del infierno prefiero dejarlo para otra ocasión.

EL HOMBRE CONSTA DE UNA PARTE MATERIAL Y OTRA INMATERIAL

Entiendo que el hombre es un ser tripartito formado por un cuerpo, que es la parte material y visible, y por un alma y un espíritu, que conforman su parte inmaterial e invisible.

1 Ts 5:23; Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.

La asociación del cuerpo con el alma

El hombre y el resto de los animales tienen en común que ambos poseen un cuerpo y un alma, aunque sean diferentes para cada especie. Esto es así, porque Dios formó del polvo de la tierra a todos los animales, incluyendo a los hombres (Gn 2:7,19; Job 10:8-9; Ec 3:19-20). El cuerpo se ocupa de la parte orgánica y fisiológica, con sus actos reflejos e instintivos, mientras que el alma gobierna la parte psicológica, que tiene que ver con los pensamientos, sentimientos, voluntad, sociabilidad, juegos, etc (Is 15:4).

Gn 2:7,19; Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente… 19 Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos...

Job 10:8-9; Tus manos me hicieron y me formaron; ¿Y luego te vuelves y me deshaces? 9 Acuérdate que como a barro me diste forma; ¿Y en polvo me has de volver?

Ec 3:19-20; Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad. 20 Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo.

Is 15:4; Hesbón y Eleale gritarán, hasta Jahaza se oirá su voz; por lo que aullarán los guerreros de Moab, se lamentará el alma de cada uno dentro de él.

Hay una clara distinción entre el cuerpo y el alma, pero también hay una fuerte interdependencia e influencia recíproca entre ambos (Job 14:22; Sal 31:9; Pr 16:24). Con todo, cada una de las partes puede tener sensaciones diferentes. Por ejemplo, puede haber dolor exclusivamente físico o corporal que no afecte a la psique o alma de la persona; y a la inversa, se puede experimentar cansancio en el alma sin que necesariamente esté cansado el cuerpo (2 S 21:15; 2 S 23:10; Jer 6:16; Mt 11:29).

Job 14:22; Mas su carne sobre él se dolerá, y se entristecerá en él su alma.

Sal 31:9; Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia; se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo.

Pr 16:24; Panal de miel son los dichos suaves; suavidad al alma y medicina para los huesos.

2 S 21:15; Volvieron los filisteos a hacer la guerra a Israel, y descendió David y sus siervos con él, y pelearon con los filisteos; y David se cansó.

2 S 23:10; Este se levantó e hirió a los filisteos hasta que su mano se cansó, y quedó pegada su mano a la espada...

Jer 6:16; Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.

Mt 11:29; Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.

Qué es el espíritu y su interacción con el alma

Desde una perspectiva bíblica la palabra “espíritu” tiene varias acepciones. Una de ellas se refiere al hálito de vida que hace funcionar el cuerpo conjuntamente con el alma (Job 27:2-4; Is 26:9); de manera que cuando Dios pone el soplo del espíritu en los hombres o en los demás animales, éstos viven, y cuando se lo retira mueren (Stg 2:26; Sal 104:29-30; Ec 8:8).

Job 27:2-4; Vive Dios, que ha quitado mi derecho, y el Omnipotente, que amargó el alma mía, 3 que todo el tiempo que mi alma esté en mí, y haya hálito de Dios en mis narices, 4 mis labios no hablarán iniquidad, ni mi lengua pronunciará engaño.

Is 26:9; Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia.

Stg 2:26; Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto (pensemos en un cadáver), así también la fe sin obras está muerta.

Sal 104:29-30; (en referencia a todos los seres semovientes) Escondes tu rostro, se turban; les quitas el hálito, dejan de ser, y vuelven al polvo. 30 Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra.

Ec 8:8; No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal guerra, ni la impiedad librará al que la posee.

Ahora bien, en el momento de la muerte no sólo el espíritu abandona el cuerpo, sino también el alma (Gn 35:18-19). Esto sucede al exhalar el último aliento o expirar; es decir, al cesar la respiración (Gn 25:8; Gn 49:33).

Gn 35:18-19; Y aconteció que al salírsele el alma (pues murió), llamó su nombre Benoni; mas su padre lo llamó Benjamín. 19 Así murió Raquel, y fue sepultada en el camino de Efrata, la cual es Belén.

Gn 25:8 (también Isaac en Gn 35:29); Y exhaló el espíritu, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de años, y fue unido a su pueblo.

Gn 49:33; Y cuando acabó Jacob de dar mandamientos a sus hijos, encogió sus pies en la cama, y expiró, y fue reunido con sus padres.

Las expresiones “fue unido a su pueblo” y “reunido con sus padres”, que aparecen en los dos últimos versículos, podrían referirse al hecho de descender al sepulcro como sus antepasados, o bien a reunirse con ellos en el seno de Abraham; no sé cuál de estas interpretacioes es correcta, o si las dos lo son.

Otra acepción de “espíritu” se refiere a la parte del hombre que le confiere a éste la capacidad de reflexionar sobre sí mismo, utilizar pensamientos abstractos, ser creativo, usar un lenguaje de signos de doble articulación, tener sentido de trascendencia, establecer una relación con Dios, etc. Obviamente estas capacidades son rasgos distintivos de los seres humanos que los diferencian de cualquier otra especie animal. De manera que de entre toda la creación de Dios sólo los hombres y los ángeles somos seres espirituales (Job 38:36; Sal 32:2; Zac 12:1; Jn 4:24; He 1:13-14).

Job 38:36; ¿Quién puso la sabiduría en el corazón? ¿O quién dio al espíritu inteligencia?

Sal 32:2; Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño.

Zac 12:1; 1 Profecía de la palabra de Jehová acerca de Israel. Jehová, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho…

Jn 4:24; Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.

He 1:13-14; Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? 14 ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?

Si bien el alma y el espíritu del ser humano son diferentes (Lc 1:46-47; He 4:12), entre ellos hay una estrecha vinculación, una gran interacción. De manera que el espíritu, el cual se ocupa de las funciones superiores del intelecto, puede reflexionar sobre el estado del alma, así como darle a ésta órdenes o instrucciones para inducir un cambio en ella y en todo nuestro ser (Sal 42:5; Sal 103:1; Sal 116:7).

Lc 1:46-47; Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; 7 y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.

He 4:12; Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

Sal 42:5; ¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío.

Sal 103:1; Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre.

Sal 116:7; Vuelve, oh alma mía, a tu reposo, porque Jehová te ha hecho bien.

El espíritu está dotado de conocimiento tal como indica 1 Co 2:11, lo cual demuestra que no es sólo un hálito que da comienzo al nacimiento de un nuevo ser y finaliza con su muerte; también es una parte esencial del hombre que tiene vida propia, y que junto con el alma perdura aun en ausencia del cuerpo (1 R 17:21-22; He 12:22-23; 1 P 3:18-22; 1 P 4:6).

1 Co 2:11; Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.

1 R 17:21-22; Y se tendió sobre el niño tres veces, y clamó a Jehová y dijo: Jehová Dios mío, te ruego que hagas volver el alma de este niño a él. 22 Y Jehová oyó la voz de Elías, y el alma del niño volvió a él, y revivió.

He 12:22-23; ...sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, 23 a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos...

1 P 3:18-22; Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; 19 en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, 20 los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua.

1 P 4:6; Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres, pero vivan en espíritu según Dios.

Otros espíritus no humanos

Las dos acepciones anteriores del término “espíritu” tienen que ver con el espíritu del hombre como una parte integral de su ser (Zac 12:1). Pero aún hay otras dos acepciones de “espíritu”: se trata, por un lado, de los espíritus demoníacos, que tras la caída en pecado del hombre han influido en él para que desobedezca a Dios; y por otro lado, del Espíritu Santo (1 S 16:14; Hch 19:11-12).

Zac 12:1; ...Jehová, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho…

1 S 16:14; El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová.

Hch 19:11-12; Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo, 12 de tal manera que aun se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían.

El Espíritu Santo también ha interactuado desde el principio de la creación con los hombres; pero a diferencia del diablo y los espíritus demoníacos, que tientan a los seres humanos para que pequen (1 Ts 3:5), Él lo hizo para revelarnos a Dios y darnos a conocer su voluntad. Además, tras morir y resucitar, Cristo lo envió a su iglesia y a cada uno de sus discípulos para que more en su interior y los guíe a toda la verdad (1 Ts 3:5; Pr 1:23; Jn 14:16-17; Jn 16:12-13; Ro 8:16).

1 Ts 3:5; Por lo cual también yo, no pudiendo soportar más, envié para informarme de vuestra fe, no sea que os hubiese tentado el tentador, y que nuestro trabajo resultase en vano.

Pr 1:23; Volveos a mi reprensión; he aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, y os haré saber mis palabras.

Jn 14:16-17; Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.

Jn 16:12-13; Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. 13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad

Ro 8:16; El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.

QUÉ ES LA MUERTE Y QUÉ LES SUCEDE AL ALMA Y EL ESPÍRITU AL MORIR

Los adventistas y los Testigos de Jehová afirman que no tenemos alma, sino que somos alma. Para ello se apoyan en porciones de la Biblia tales como Gn 2:7, ...”y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”, o un alma viviente (1 Co 15:45; Ez 47:9).

1 Co 15:45; Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.

Ez 47:9; Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas aguas, y recibirán sanidad; y vivirá todo lo que entrare en este río.

Sin embargo en los versículos que acabo de citar se está utilizando una sinécdoque, que es una figura literaria de uso común en el idioma español, mediante la cual se designa una cosa con el nombre de otra; en este caso el todo por una de sus partes (Gn 12:13; Ez 18:4). Por otra parte también hay que tener presente que las lenguas en general contienen numerosas palabras con dos o más significados que se tienen que discernir en función del contexto en el que aparecen.

Gn 12:13; Ahora, pues, di que eres mi hermana, para que me vaya bien por causa tuya, y viva mi alma por causa de ti.

Ez 18:4; He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá.

Pero así como en las porciones anteriores se muestra el alma con significado de “ser”, “persona” o “vida de una persona”, en la siguiente (Sal 6:2-3) el alma aparece como una parte diferenciada del cuerpo, representado aquí por los huesos.

Sal 6:2-3; Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo; sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen. 3 Mi alma también está muy turbada; y tú, Jehová, ¿hasta cuándo?

Ahora bien, en la muerte, además del cuerpo y el alma, también está involucrado el espíritu. El problema es que para los defensores de la mortalidad del alma, el espíritu es única y exclusivamente la energía que necesita el hombre para nacer y vivir; de modo que cuando Dios le quita a una persona esa energía vital se muere, diluyéndose dicha energía o espíritu y retornando a Dios que lo dio (Ec 12:1,7).

Ec 12:1,7; Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos… 7 y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.

Esta interpretación es correcta en lo que respecta al espíritu como el hálito divino que da y quita la vida en esta tierra. Sin embargo, como ya he dicho antes, el espíritu es también una parte integral de nuestro ser que no desaparece con la muerte, sino que es recibido y conservado por Dios, junto con el alma, a la espera de reunirse con un cuerpo resucitado (Hch 7:59-60).

Hch 7:59-60; Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. 60 Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.

Muerte espiritual versus muerte fisica

La expresión “el alma que pecare, esa morirá” de Ez 18:4, que ya cité anteriormente, no nos enseña que el alma muere junto con el cuerpo, como algunos pretenden, puesto que se refiere a la muerte espiritual o muerte eterna. Es evidente que si se refiriera a la muerte física el texto diría que todas las almas mueren, en vez de afirmar que sólo mueren las que pecan, porque lo cierto es que todos morimos corporalmente. Por consiguiente dicha expresión no es aplicable a los que han sido justificados por Cristo, sino a aquellas almas que parten hacia la eternidad sin haberse arrepentido y creído en Jesús para ser limpios de sus pecados, y escapar así de la muerte eterna.

La Biblia nos muestra claramente que hay un nuevo nacimiento y una muerte espiritual, que son diferentes del nacimiento y la muerte físicas (Jn 3:3-6; Ef 2:1). El pecado acarrea la muerte espiritual, “porque la paga del pecado es muerte” (Ro 6:23). Por eso Adán murió espiritualmente el mismo día que pecó, aunque su muerte física se demoró por cientos de años (Gn 2:16-17).

Jn 3:3-6; De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

Ef 2:1; Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,

Gn 2:16-17; Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.

Luego todo ser humano que antes de dejar de respirar sobre la tierra no nazca de nuevo, pasará al otro lado de la eternidad espiritualmente muerto y padecerá la muerte eterna, que básicamente es la separación definitiva del hombre de su Creador. Por tanto, así como la muerte física produce la separación entre el alma y espíritu por un lado, y el cuerpo por otro, la muerte espiritual es la separación entre el hombre y Dios. De manera que si el hombre no pone remedio a esa situación, arrepintiéndose y creyendo en Jesucristo durante su vida terrenal, la muerte espiritual se volverá irreversible, por lo que será arrojado de delante de la presencia de Dios a un lago de fuego, donde pasará la eternidad en un estado de sufrimiento, vergüenza y confusión perpetua (Dn 12:2).

Dn 12:2; Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua (sabemos por otros pasajes que todos resucitaremos, y que seremos una gran muchedumbre, por lo que una traducción más precisa aquí sería “los muchos que duermen en el polvo de la tierra serán despertados”).

TEXTOS USADOS EN PRO DE LA MORTALIDAD DEL ALMA

Quienes sostienen que el alma es mortal se basan principalmente en porciones del antiguo testamento, extraídos en su mayor parte de Job, Salmos y Eclesiastés. Algunos de ellos son de difícil interpretación, especialmente los que hablan del Seol (en griego Hades), porque la mayor parte de las veces esta palabra se refiere a la tumba (1 R 2:6), pero en otras al lugar donde van a parar las almas de los muertos hasta que éstos sean corporalmente resucitados (Lc 16:23), e incluso en ocasiones de manera específica al infierno (Sal 9:17-18). Y algo parecido ocurre con la muerte que, como ya he comentado, puede referirse tanto a la muerte física como a la espiritual, la cual conduce a la muerte eterna.

1 R 2:6; Tú, pues, harás conforme a tu sabiduría; no dejarás descender sus canas al Seol en paz.

Lc 16:23; Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.

Sal 9:17-18; Los malos serán trasladados al Seol, todas las gentes que se olvidan de Dios. 18 Porque no para siempre será olvidado el menesteroso, ni la esperanza de los pobres perecerá perpetuamente.

Tomando como referencia a los adventistas sobre lo que les acontece a las personas después de la muerte, sus creencias se pueden resumir en estos dos puntos : 1) el alma y el cuerpo forman una unidad indisoluble, por lo que ambos mueren hasta el día de la resurrección, en el cual reviven; 2) los resucitados para vida disfrutarán de la presencia de Dios por toda la eternidad, mas los resucitados para condenación perecerán para siempre, pues serán aniquilados o extinguidos en el lago de fuego.

La segunda cuestión nos lleva a la discusión de qué es el castigo o muerte eternos; si consiste meramente en que la persona deja de existir para siempre, o si el castigo consiste en una separación definitiva de nuestro Creador, que conduce a un estado de sufrimiento sin fin. Yo entiendo que la condenación eterna de la que nos habla la Palabra de Dios se refiere a un castigo que dura por toda la eternidad, y no que la condenación es eterna porque es decretada por el Eterno. Pero, como ya había anticipado, la controversia sobre el infierno o el lago de fuego no es objeto de este estudio, por lo que me centraré en la primera suposición; es decir, que el alma muere junto con el cuerpo.

Hay un consenso prácticamente total en que la Biblia con mucha frecuencia usa la expresión dormir con el significado de morir (Sal 13:3; Mt 27:52-53; Jn 11:12-14). De ahí que los adventistas y algunas otras denominaciones, enseñen que todos al morir dejaremos de existir hasta que seamos resucitados. Es como si quedáramos sumidos en un profundo sueño, en un estado de total inconsciencia hasta que Dios nos despierte. A efectos prácticos para nosotros sería lo mismo que reunirnos con el Señor inmediatamente después de morir, ya que al no tener conciencia del tiempo transcurrido, sería como si éste no hubiera existido. Pero tal como he estado argumentando, entiendo que el alma y el espíritu sobreviven a la muerte para estar de inmediato con Cristo, en caso de ser sus discípulos, o bien para ir al infierno y de ahí al lago de fuego, en el caso de los incrédulos.

Sal 13:3; Mira, respóndeme, oh Jehová Dios mío; alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte

Mt 27:52-53; ...y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; 53 y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.

Jn 11:12-14; Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarlo. 12 Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. 13 Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. 14 Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto.

Examinaré a continuación algunos textos utilizados por los defensores de la mortalidad del alma. Comenzando por Job 7:21, este versículo no se refiere a dejar por completo de existir al yacer en el sepulcro, sino a no ser hallado más en la tierra de los vivientes. Y en cuanto a Ec 9:5-6,10, Salomón simplemente nos insta a aprovechar el tiempo que nos toque pasar debajo del sol para que hagamos lo que tengamos que hacer, antes de que nos muramos y sea demasiado tarde. De modo que estos textos no esconden ninguna enseñanza o doctrina sobre lo que le acontece al alma después de la muerte.

Job 7:21; ¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo, y si me buscares de mañana, ya no existiré.

Ec 9:5-6,10; Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. 6 También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol… 10 Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.

La siguiente porción de Job 14:10-12 es similar a las dos anteriores con el añadido de que “hasta que no haya cielo, no despertarán, ni se levantarán de su sueño”. Esto únicamente se refiere a que al morir, los cuerpos yacen y se descomponen en la tierra hasta que Dios los resucite, sea para vida o sea para condenación. Las expresiones despertar y levantarse del sueño no indican una recuperación de la consciencia del alma, ya que ésta permanece viva y consciente después de la muerte, sino que son simples metáforas de la resurrección corporal. Es más lógico aplicar dichas metáforas a un ser cuya parte inmaterial vive separada del cuerpo, que a un ser que simplemente ha dejado por completo de existir. Porque de un estado de letargo e inconsciencia se puede despertar, pero nadie se puede levantar de un sueño, si ya no existe.

Job 14:10-12; Mas el hombre morirá, y será cortado; perecerá el hombre, ¿y dónde estará él? 11 Como las aguas se van del mar, y el río se agota y se seca, 12 así el hombre yace y no vuelve a levantarse; hasta que no haya cielo, no despertarán, ni se levantarán de su sueño.

Las dos siguientes porciones de Job y Salmos expresan la fe de Job y David en que un día verán a Dios con sus propios ojos y con un cuerpo glorificado, a semejanza del cuerpo resucitado de Cristo. Estos versículos nos sitúan en un tiempo posterior a la resurrección de los muertos, sin referirse para nada a su situación previa, por lo que no veo aquí motivo alguno de discusión.

Job 19:25-27; Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; 26 y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios; 27 al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí.

Sal 17:15; En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.

Otro texto empleado para defender la idea de que el alma deja de existir cuando el cuerpo yace en la tumba es el Salmo 146, versículos 3 y 4. Sin embargo, la afirmación de que “en ese mismo día perecen sus pensamientos” no significa que el alma de la persona muere, o queda inconsciente, y que por tanto no puede pensar, sino a que han perecido o quedado atrás los pensamientos o proyectos que antes tenía.

Sal 146:3-4; No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación. 4 Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos.

Cierro este apartado con tres porciones de los Salmos en los que David dice que en la muerte no hay memoria de Dios, y que por consiguiente los muertos no lo alabarán. Dado que este libro es una colección de oraciones, poemas y cánticos de alabanza y adoración a Dios, considero que no es el más indicado para extraer de él doctrinas, al contrario de lo que sucede con las cartas pastorales de Pablo y de los otros apóstoles. Con todo, debemos prestarle atención porque indudablemente es parte de la verdad revelada por Dios.

Empezando por la porción de Sal 6:4-5, aquí el salmista clama en oración desde lo más profundo de su ser en medio de la prueba y aflicción. El estado de ánimo por el que está atravesando aquí David es similar al que experimenta Job cuando se expresa en Job 6:1-4, reconociendo haber hablado precipitadamente, acuciado por su insoportable dolor. Pero además de eso, Job creía erróneamente que estaba sufriendo un castigo de Dios. Sin embargo a nadie se le ocurre aceptar como doctrina esas declaraciones de Job, que fueron hechas en su ignorancia y tratando de desahogar su alma. Pues en esta porción de David ocurre algo parecido, nos sirve para poder captar su estado de ánimo y no para fijar doctrina.

Sal 6:4-5; Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; sálvame por tu misericordia. 5 Porque en la muerte no hay memoria de ti; en el Seol, ¿quién te alabará?

Job 6:1-4; Respondió entonces Job, y dijo: 2 ¡Oh, que pesasen justamente mi queja y mi tormento, y se alzasen igualmente en balanza! 3 Porque pesarían ahora más que la arena del mar; por eso mis palabras han sido precipitadas. 4 Porque las saetas del Todopoderoso están en mí, cuyo veneno bebe mi espíritu; y terrores de Dios me combaten.

En esa misma línea se halla el Sal 30:9, cuando David pregunta ¿Te alabará el polvo?”, dando a entender en esta oración de acción de gracias que no podrá alabar a Dios si éste deja que descienda a la sepultura. ¿Significa eso que tras la muerte el alma deja de existir junto con el cuerpo? No lo creo; porque si así fuera también tendríamos que creer lo que dice literalmente el versículo 3 de este mismo salmo, cuya interpretación correcta es que Dios sanó a David de su enfermedad cuando estaba al borde de la muerte, y no que lo había resucitado.

Sal 30:9; ¿Qué provecho hay en mi muerte cuando descienda a la sepultura? ¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu verdad?

Sal 30:2-3; Jehová Dios mío, a ti clamé, y me sanaste. 3 Oh Jehová, hiciste subir mi alma del Seol; me diste vida, para que no descendiese a la sepultura.

Por último, entiendo que los muertos que no alabarán a Jehová mencionados en Sal 115:17-18, son personas espiritualmente muertas, hayan o no descendido a la sepultura. ¿Por qué lo creo así? Porque los que temen a Jehová lo bendecirán desde ahora y para siempre; es decir, no sólo mientras están vivos en esta tierra, sino también por toda la eternidad.

Sal 115:17-18; No alabarán los muertos a JAH, ni cuantos descienden al silencio; 18 pero nosotros bendeciremos a JAH desde ahora y para siempre. Aleluya.

TEXTOS SUSCEPTIBLES DE INTERPRETACIONES CONTRADICTORIAS

Si la expresión “te digo que hoy” de Lc 23:43 está bien traducida del texto original, resulta evidente la inmortalidad del alma. El problema es que quienes creen lo contrario dicen que debería traducirse por “te digo hoy que”. De modo que según la primera traducción el alma del malhechor pasó en ese mismo día a la presencia de Dios, mientras que si la traducción correcta es la segunda, eso no sucederá hasta el día de su resurrección. Hay otro texto similar en Dt 30:16 con la expresión “te mando hoy que”, pero en este caso no hay ninguna duda sobre su traducción, en el sentido de que Dios le mandó en ese día a Israel que lo ame siempre, no sólo en ese día.

Lc 23:43; Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.

Dt 30:16; ...porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella.

La siguiente porción de texto (Jn 11:23-26) se refiere a la resurrección, pero no aclara nada sobre el estado de las personas inmediatamente después de fallecer. Por consiguiente estos versículos no son adecuados ni para afirmar ni para negar la inmortalidad del alma.

Jn 11:23-26; Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. 24 Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. 25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.

Hay otro texto muy interesante acerca de la resurrección de los muertos (1 Co 15:42,44-49). Nos enseña que resucitaremos con un cuerpo incorruptible a imagen de Cristo, pasando de lo animal y terrenal a lo espiritual y celestial; o sea, de un cuerpo dominado por el alma a otro gobernado por el espíritu. Pero tampoco nos explica qué le pasa al alma y espíritu al morir.

1 Co 15:42,44-49; Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción… 44 Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual. 45 Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. 46 Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. 47 El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. 48 Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. 49 Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.

Mención aparte merece 1 S 28:8-20, acerca de lo que sucedió en la visita de Saúl a la adivina de Endor. Para unos la imagen que se le apareció a Saúl y habló con él fue la del anciano Samuel, mientras que para otros fue un demonio que lo suplantó. La primera interpretación demostraría la existencia del alma y el espíritu fuera del cuerpo, mientras que la segunda no. Al no estar seguro de cuál es la posición correcta, no haré más comentarios sobre este texto.

TEXTOS QUE DEFIENDEN LA INMORTALIDAD DEL ALMA

La siguiente porción de 2 Co 5:1-4 es muy parecida a la de 1 Co 15:42,44-49, anteriormente comentada. No obstante añade a ésta un detalle o matiz diferencial que considero muy revelador. Se refiere a nuestro cuerpo como el tabernáculo en el que habitamos, igual que Jesús se refería a su cuerpo cuando estando en el templo de Jerusalén dijo que el templo sería destruido y reedificado en tres días (Jn 2:19-21). Luego es necesario que seamos desnudados de este cuerpo corrupto y mortal para ser revestidos de otro incorruptible e inmortal en la resurrección. Así que nuestra alma y espíritu permanecen en estado consciente aun cuando seamos temporalmente desnudados o despojados de este cuerpo terrenal.

2 Co 5:1-4; Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. 2 Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial; 3 pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos. 4 Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.

Jn 2:19-21; Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. 20 Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? 21 Mas él hablaba del templo de su cuerpo.

Por si la porción anterior de 2 Co 5:1-4 no fuera suficientemente clara, continúa explicando en los versículos 6 a 10 que cuando nos ausentamos del cuerpo pasamos automáticamente a la presencia visible del Señor. Por tanto, al morir nos ausentamos o desprendemos temporalmente del cuerpo para vivir en alma y espíritu con Cristo.

2 Co 5:6-10; Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor 7 (porque por fe andamos, no por vista); 8 pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. 9 Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. 10 Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.

En la misma línea que acabo de mostrar tenemos Fil 1:21-24. Pablo expresa su deseo de partir de esta vida para estar con Cristo; pero por otra parte piensa que es más necesario quedar en la carne, colaborando con sus hermanos en beneficio de la obra del Señor. De manera que el alma de los creyentes arrepentidos no acompaña al cuerpo en la tumba, sino que parte para estar con su Señor; y en el caso de los incrédulos irá a parar al Hades, en espera del juicio final.

Fil 1:21-24; Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. 22 Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. 23 Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; 24 pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros.

El texto de Lc 16:22-26 disipa cualquier duda sobre la inmortalidad del alma. Da igual que sea clasificado como una alegoría o una parábola; Jesús, que es la Verdad, no puede usar ningún ejemplo que nos induzca a confusión o error. Por consiguiente el texto deja bien claro que: 1) Estos dos personajes, sean reales o ficticios, han muerto y se hallan en una fase anterior a la resurrección final, la cual aún sigue pendiente de producirse en el día de hoy. 2) Sus almas viven, sienten y son conscientes de lo que les sucede. 3) En el Hades hay (o al menos había antes de la resurrección de Cristo) dos compartimentos con una separación que impide el paso de uno al otro. 4) Una parte del Hades es un lugar de tormento, mientras que la otra, llamada el seno de Abraham, es un lugar de gozo y consuelo.

Lc 16:22-26; Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. 23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. 24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. 25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. 26 Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá.

En Ap 6:9,11 el apóstol Juan ve bajo el altar que hay en el cielo las almas de los que habían sido sacrificados por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesús. Éstas, habiendo padecido el martirio durante la Gran Tribulación, claman justicia a Dios; pero se les dice que aún deben esperar un poco, hasta la siega del fin del siglo (Ap 14:15,18), a fin de que se complete el número de los que han de ser salvos. Es entonces cuando serán corporalmente resucitados para disfrutar en el reino milenial de Cristo; pero mientras tanto sus almas ya viven delante de la presencia de Dios.

Ap 6:9,11; Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían... 11 Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.

Ap 14:15,18; Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura… 18 Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas están maduras.

La siguiente porción de Ap 20:4-6 corrobora lo que acabo de decir. Estas almas resucitarán para vida en la primera resurrección y reinarán con Cristo mil años; de manera que la segunda muerte, que es la muerte eterna, no tiene potestad sobre los que son partícipes de la primera resurrección.

Ap 20:4-6; Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. 5 Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. 6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos.

Para terminar, una prueba contundente de la inmortalidad del alma se halla en Mt 10:28. Este versículo resalta la diferencia entre matar y destruir: matar el alma sería eliminarla de una persona; mientras que destruirla consiste en arruinarla, asolarla, causarle una gran pérdida o daño irreparable, sin que necesariamente tenga que ser aniquilada. Por eso el alma no se puede matar, ya que es inmortal; pero sí que puede ser destruida por Dios en el infierno (Sal 92:6-7).

Mt 10:28; Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.

Sal 92:6-7; El hombre necio no sabe, y el insensato no entiende esto. 7 Cuando brotan los impíos como la hierba, y florecen todos los que hacen iniquidad, es para ser destruidos eternamente.

Hasta aquí he llegado, mis queridos lectores. Que “todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. Amén.