INTRODUCCIÓN
La Biblia es una inagotable fuente de sabiduría. No puede ser de otra manera por cuanto es palabra de Dios, revelada por el Espíritu, personificada en el Verbo o Hijo, y encarnada en nuestro Señor Jesucristo. Entre los innumerables motivos de reflexión, en esta ocasión he fijado mi atención en las tablas de la ley.
Con respecto a las mismas podemos hacernos las siguientes preguntas: ¿Por qué escribió Dios los diez mandamientos en dos tablas y no en una? ¿Por qué escribió en tablas de piedra y no de otro material más blando? ¿Por qué escribió por ambas caras?
En mis reflexiones comenzaré por las cuestiones menos obvias e importantes, para centrarme luego en las más claras y relevantes.
¿POR QUÉ FUERON ESCRITAS POR LOS DOS LADOS?
Éx 32:15-16; Y volvió Moisés y descendió del monte, trayendo en su mano las dos tablas del testimonio, las tablas escritas por ambos lados; de uno y otro lado estaban escritas. 16 Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas.
No tengo respuesta a esta pregunta, o al menos no hallo ninguna que sea confiable y segura. Por tanto, cualquier cosa que diga sobre este punto debe considerarse mera suposición o hipótesis. En todo caso Éx 32:15-16 tiene cierto parecido con Zac 5:2-3.
Zac 5:2-3; Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: Veo un rollo que vuela, de veinte codos de largo, y diez codos de ancho. 3 Entonces me dijo: Esta es la maldición que sale sobre la faz de toda la tierra; porque todo aquel que hurta (como está de un lado del rollo) será destruido; y todo aquel que jura falsamente (como está del otro lado del rollo) será destruido.
La escritura por las dos caras en las tablas y el rollo que vuela podría significar que cada mensaje de Dios está completo, sin que le sobre o falte nada; y lo mismo ocurre con la suma de su Palabra, a fin de que nadie añada o quite ni un ápice de ella (Dt 4:2). También podría ser una indicación de que toda la Palabra de Dios es aprovechable para nuestra vidas, tanto la que se escribió en el Antiguo Testamento como la del Nuevo Testamento (2 Ti 3:16-17).
Dt 4:2; (también Ap 22:18-19) No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordene.
2 Ti 3:16-17; Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
¿POR QUÉ FUERON ESCRITAS EN LA DURA PIEDRA?
Una respuesta fácil a esta pregunta sería que Dios eligió la piedra para garantizar una mejor conservación, dado que la misma puede resistir el paso de los años sin verse apenas afectada por el agua, fuego, o posibles roturas. Pero creo que el verdadero sentido de esta elección consiste en que quiso reflejar la dureza de corazón de los destinatarios de la ley.
Como podemos observar en las siguientes citas y en otras muchas que no he seleccionado, Dios acusa con frecuencia a su pueblo de ser duros de corazón o duros de cerviz, que viene a ser lo mismo. La cerviz es la parte trasera del cuello, por lo que las personas de dura cerviz son aquéllas que no la doblan para inclinarse o someterse en obediencia al Señor.
Dt 9:6; Por tanto, sabe que no es por tu justicia que Jehová tu Dios te da esta buena tierra para tomarla; porque pueblo duro de cerviz eres tú...
Dt 31:17; Porque yo conozco tu rebelión, y tu dura cerviz; he aquí que aun viviendo yo con vosotros hoy, sois rebeldes a Jehová; ¿cuánto más después que yo haya muerto?
Is 46:12; Oídme, duros de corazón, que estáis lejos de la justicia...
Jer 17:1; El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante; esculpido está en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares…
En otras porciones de la Biblia Dios añade más información al condenar la dureza de su pueblo Israel. Por ejemplo, en Is 48:4 y Ez 3:7, a la dureza de corazón o de cerviz le añade la dureza de frente. Eso significa que la mente humana se resiste o niega a escuchar a Dios, como consecuencia de tener un corazón endurecido. Así que la dureza de cerviz de los que son rebeldes a Dios se traslada a sus frentes o mentes.
Is 48:4; Por cuanto conozco que eres duro, y barra de hierro tu cerviz, y tu frente de bronce…
Ez 3:7; Mas la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón.
Pero a su vez los corazones endurecidos por el pecado también revelan incredulidad. De manera que un corazón duro coexiste siempre de manera inseparable con una mente obstinada, y con la incredulidad.
Mr 16:14; Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado.
He 3:12-13; Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; 13 antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.
¿POR QUÉ DIOS PLASMÓ SUS MANDAMIENTOS EN DOS TABLAS?
Quizá alguien pueda pensar que Dios escribió sus diez mandamientos en dos tablas, porque si hubiera utilizado una sola, ésta sería pesada y poco manejable, hasta el punto de no caber en el arca del pacto.
Dicha explicación puede parecer una buena ocurrencia; sin embargo, dado que las tablas contienen el testimonio de Dios (Éx 31:18), creo que el principal motivo por el que usó dos es porque quiso ajustarse al principio de validez de todo testimonio, el cual tiene que ser ratificado por dos o más testigos para que sea admitido como válido.
Éx 31:18 (también Éx 32:15); Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios.
Pero además del señalado, hay al menos otros dos motivos por los que Dios quiso usar dos tablas. En primer lugar éstas representan la base o fundamento de toda la ley y los profetas, que a su vez se resumen en dos grandes mandamientos: amar a Dios con todo nuestro ser, y al prójimo como a nosotros mismos. Y en segundo lugar las dos tablas ponen el foco en sendas partes esenciales del ser humano: la mente y el corazón.
Las dos tablas como testigos que avalan el testimonio de Dios
Esta regla que debe cumplir todo testimonio para que sea válido está presente en multitud de textos de la Biblia como, por ejemplo, Dt 19:15, 2 Co 13:1, Dt 30:19, Ap 11:3-4, etc.
Dt 19:15 (también Dt 17:6); No se tomará en cuenta a un solo testigo contra ninguno en cualquier delito ni en cualquier pecado, en relación con cualquiera ofensa cometida. Sólo por el testimonio de dos o tres testigos se mantendrá la acusación.
2 Co 13:1; Ésta es la tercera vez que voy a vosotros. Por boca de dos o de tres testigos se decidirá todo asunto.
Dt 30:19 (también Dt 4:26); A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia
Ap 11:3-4 (también Zac 4:11-14); Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio. 4 Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra.
El propio testimonio de Jesús como Hijo de Dios estuvo respaldado por una serie de testigos que él mismo citó en los evangelios. En efecto, vemos en Jn 5:36-37,39 que fueron sus propias obras, las Escrituras y el Padre quienes dieron testimonio de él.
Jn 5:36-37,39; Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado. 37 También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí… 39 Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí…
Asimismo cuando Jesús fue bautizado por Juan el Bautista, el Padre, en conjunción con el Espíritu Santo, testificó acerca de él diciendo que es su Hijo amado, en quien tiene complacencia (Mt 3:16-17).
Mt 3:16-17 (también Mr 1:9-11 y Lc 3:21-22); Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. 17 Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.
Por último, en Jn 15:26-27 Jesús anunció a sus discípulos que el Espíritu de verdad, que él les iba a enviar procedente del Padre, daría testimonio de él, y que también ellos testificarían sobre su identidad como Hijo de Dios, así como de todas las obras maravillosas que había hecho.
Jn 15:26-27; Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. 27 Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio.
Las dos tablas como fundamento y resumen de toda la ley
Los diez mandamientos contenidos en las dos tablas del testimonio tuvieron un posterior desarrollo normativo (Dt 11:1), que culminó en la promulgación de la ley y las instrucciones de los profetas. Así que las dos tablas nos remiten a la ley y los profetas para que conozcamos la voluntad de Dios y le obedezcamos.
Dt 11:1 (y otros); Amarás, pues, a Jehová tu Dios, y guardarás sus ordenanzas, sus estatutos, sus decretos y sus mandamientos, todos los días.
Ahora bien, el cumplimiento estricto de la ley en su tenor literal era una obligación para los que vivían bajo el viejo régimen del antiguo pacto; pero no para los que ahora vivimos bajo el régimen nuevo del Espíritu, que es el nuevo pacto en la sangre de Cristo (Lc 16:16; Ro 7:6). A este respecto son bastantes y muy claros los textos que demuestran que los discípulos del Señor no estamos bajo la ley, porque hemos muerto a la misma con Cristo (sobre este tema ya diserté en otro estudio).
Lc 16:16; La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él.
Ro 7:6; Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.
Con todo, los preceptos de la ley y los profetas los podemos cumplir de otro modo; para ello basta con seguir la llamada regla de oro de Mt 7:12. Por otra parte, esos dos pilares que la Escritura llama la ley y los profetas sintetizan o resumen los dos grandes mandamientos de la ley, que siguen vigentes: el primero y principal nos manda amar a Dios con todo nuestro ser; y el segundo, amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mt 22:36-40).
Mt 7:12 (también Lc 6:31); Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.
Mt 22:36-40 (también Mr 12:29-33); Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.
No quiero pasar al siguiente apartado sin antes recordar que es imposible amar verdaderamente a Dios a quien no hemos visto, si no amamos a nuestros hermanos a quienes vemos (1 Jn 4:20-21).
1 Jn 4:20-21; Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? 21 Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.
Las dos tablas apuntando a la mente y el corazón de las personas
Tal como he anticipado en otro apartado anterior, la respuesta que damos los hombres al llamado de Dios a obedecer sus leyes depende de dos partes esenciales de nuestro ser, como son la mente y el corazón (Ap 2:23).
Ap 2:23; Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras.
Desde la caída de la gracia en el jardín del Edén la naturaleza del ser humano es pecaminosa, y por eso tiende al mal (Gn 8:21). Éste se incuba en el corazón en forma de pensamientos, sentimientos y deseos, y de allí sale o se manifiesta en nuestras palabras y actos (Mt 12:34-35; Mt 15:18-19).
Gn 8:21; Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho.
Mt 12:34-35; ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. 35 El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas.
Mt 15:18-19; Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. 19 Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.
Por otra parte en la mente radica la inteligencia que, junto con la conciencia, debe guiar la voluntad, emociones, sentimientos, deseos, etc. Pues bien, por causa del pecado el hombre natural tiene el entendimiento velado o entenebrecido (2 Co 3:14; 2 Co 4:3-4). De ahí que el Señor nos exhorte a no andar en la vanidad de nuestra mente, con el entendimiento entenebrecido y el corazón endurecido (Ef 4:17-18). Debemos, por el contrario, renovarnos en el espíritu de nuestra mente, vistiéndonos del nuevo hombre en Cristo (Ef 4:22-24).
2 Co 3:14; Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado.
2 Co 4:3-4; Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; 4 en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.
Ef 4:17-18; Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, 18 teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón…
Ef 4:22-24; En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23 y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
Pero demos gracias al Señor, porque prometió cambiar la mente obstinada y el corazón endurecido de los hijos de Israel para que se vuelvan a Él arrepentidos. Cuando eso suceda, el velo espiritual que cubre sus rostros se les caerá (2 Co 3:15-16), por lo que verán y entenderán su pecado, lamentando y llorando por haber rechazado a Jesucristo como el Mesías (Zac 12:10). Entonces entrarán en un nuevo pacto con Él, y sus leyes serán escritas en sus mentes y corazones para que dejen de ser de piedra y pasen a ser de carne (Jer 31:33; Ez 11:19).
2 Co 3:15-16; Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. 16 Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará.
Zac 12:10; Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.
Jer 31:33 (también He 10:16); Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.
Ez 11:19; Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne…
El pacto futuro que Dios hará con Israel es el mismo que mantiene hoy con su iglesia o cuerpo de Cristo, formada por un remanente de judíos y gentiles. A diferencia de lo sucedido en el antiguo pacto, cuyos mandamientos fueron escritos por Dios en tablas de piedra, en el nuevo pacto Cristo escribió sus leyes en nuestros corazones reblandecidos por su sangre derramada por nosotros, y no con tinta, sino con su Espíritu (2 Co 3:3).
2 Co 3:3; ...siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.
NECESITAMOS ENTENDER CON EL CORAZÓN
A primera vista parece un contrasentido entender con el corazón, porque asociamos el corazón con las emociones y el entendimiento con la mente; pero eso es lo que quiere el Señor de nosotros (Is 6:10; Jn 12:39-40; y otros). Si permitimos que nuestro corazón se endurezca, no sólo se entenebrece nuestra mente; también se corrompe nuestra conciencia y dejan de funcionar nuestros sentidos espirituales, específicamente el oído y la vista, que son los principales. La consecuencia de todo esto es que no obtenemos la salvación de Dios (la sanidad en este contexto es espiritual, por lo que equivale a salvación).
Is 6:10; Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad.
Jn 12:39-40 (también Mt 13:14-15; Hch 28:25-27; y otros); Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías: 40 Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, y se conviertan, y yo los sane.
En efecto, tanto el entendimiento espiritual como la sabiduría que proviene de lo alto, sólo son posibles si nos humillamos delante de Dios, reconociendo su total autoridad sobre nuestras vidas. Para ello tenemos que ser dóciles, doblando nuestra cerviz; o lo que es lo mismo, tenemos que ablandar nuestros corazones ante Él. De ahí que en Job 28:28, así como en diferentes porciones de Salmos y Proverbios (Pr 1:7), Dios declare que la verdadera sabiduría comienza y va en aumento, sólo si tenemos santo temor.
Job 28:28; Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal, la inteligencia.
Pr 1:7 (y otros); El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.
Pero de Is 6:10 y Jn 12:39-40 también se puede extraer otra enseñanza de vital importancia: cuando el hombre se empeña en endurecer su corazón y obstinar su mente, rechazando el llamado del Señor al arrepentimiento y la conversión, la maldad puede llegar a colmar la paciencia de Dios y hacer que éste lo endurezca por completo, entregándolo a una mente reprobada (Ro 1:28). Así ocurrió, entre otros, con el faraón cuando se negó a dejar salir a los hijos de Israel de Egipto (a quien esté interesado en profundizar sobre este punto, lo invito a leer otro estudio mío titulado Bondad y severidad de Dios).
Ro 1:28; Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen…
Sin más, finalizo aquí este estudio, esperando haber contribuido a un mayor conocimiento de la bendita Palabra de Dios, y a fomentar en mis lectores el hábito de escudriñar y meditar en ella.
Reciban todas las bendiciones que Dios tiene para los que le temen (Sal 34:9).