15/2/18

La santidad: posición y condición del creyente


INTRODUCCIÓN

Tras reflexionar sobre lo que los teólogos definen como la posición y la condición del cristiano, me he percatado de que dicho binomio se corresponde prácticamente con la santificación, que es tanto una obra ya realizada por Cristo en el creyente, como un proceso de crecimiento espiritual, bajo la guía y control del Espíritu Santo.

EL ETERNO “YO SOY”

Cristo es el Eterno Yo Soy (Jn 8:23-24), lo cual implica que está fuera del tiempo (Ap 1:8; también Ap 22:13). El ser humano necesita disponer de una referencia espacio-temporal, para poder orientar su existencia, trazar objetivos y dar así algún sentido a su vida. Pero aunque todo sucede en un espacio y tiempo determinado, Dios no está limitado por dichas coordenadas, porque precisamente fue Él quien las estableció para ubicar todas las cosas dentro de su Creación, excepto a Él mismo. Así que, pasado y futuro para Él son un continuo presente.

Jn 8:23-24; Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. 24 Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.

Ap 1:8; Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.

Por eso todo aquél que está en Cristo ya fue escogido en Él desde antes de la fundación del mundo (Ef 1:3-4). Asimismo, al ser presciente, ya nos conoció antes de que fuésemos formados en el vientre materno (Jer 1:5; Ro 4:17).

Ef 1:3-4; Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él...

Jer 1:5; Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.

Ro 4:16-17; ...Dios ...da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen.

Dado que Cristo ya murió, resucitó (Col 3:1-4) y ascendió al cielo, con Él o en Él también nosotros hemos muerto, resucitado y ascendido al cielo (Ef 2:5-6). Ya hemos heredado las promesas (Ef 1:11); ya estamos sentados en los lugares celestiales con Cristo (Ef 2:6); aunque todo esto no se manifestará hasta que alcancemos el siglo venidero, tras su segunda venida (Ef 2:7; Col 3:4). En la parte espiritual ya es manifiesto que hemos pasado de muerte a vida, que hemos sido regenerados, que hemos resucitado; mas sólo cuando hayamos muerto y resucitado corporalmente, la manifestación de la vida eterna en Cristo será completa.

Col 3:1-4; Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. 2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 4 Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.

Ef 1:11; En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad..

Ef 2:5-7; ...aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), 6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, 7 para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

LA POSICIÓN DEL CREYENTE EN CRISTO

En los tres primeros capítulos de Efesios las expresiones “en Cristo”, “con Cristo”, “por medio de Cristo”, o similares, se repiten unas 17 veces, lo cual nos habla acerca de la posición del creyente que ha nacido de nuevo en el Espíritu. Así, vemos que Dios Padre:

1-. Nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo (Ef 1:3).

2-. Nos escogió en Él (en Cristo) antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él (Ef 1:4).

3-. Nos predestinó para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad (Ef 1:5).

4-. Nos hizo aceptos en el Amado para alabanza y gloria de su gracia (Ef 1:6).

5-. En Cristo obtenemos redención por su sangre y perdón de pecados, según las riquezas de su gracia (Ef 1:7).

6-. Desde el principio se había propuesto reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra (Ef 1:10).

7-. Asimismo en Él (en Cristo) tuvimos herencia, al ser predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad (Ef 1:11).

8-. En Él (en Cristo) también fuimos sellados con el Espíritu Santo de la promesa, habiendo oído y creído la Palabra de verdad, el evangelio de nuestra salvación (Ef 1:13).

9-. Por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en nuestros delitos y pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (Ef 2:5).

10-. También nos resucitó juntamente con Él (con Cristo) (Ef 2:6).

11-. Asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús (Ef 2:6).

12-. Mostrará en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús (Ef 2:7).

13-. Somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Ef 2:10).

14-. Antes los gentiles estaban sin esperanza y sin Dios en el mundo, pero ahora en Cristo Jesús, los que en otro tiempo estaban lejos, han sido hechos cercanos por la sangre de Cristo (Ef 2:13).

15-. Por tanto los gentiles, junto con Israel, son coherederos, miembros del mismo cuerpo y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio (Ef 3:6).

16-. En Cristo Jesús tenemos seguridad y acceso con confianza a los lugares celestiales por medio de la fe en Él (en Cristo) (Ef 3:12).

17-. Dios es glorificado en la iglesia en Cristo Jesús por los siglos de los siglos (Ef 3:21).

La posición en Cristo es la misma para todo creyente, de modo que la persona espiritualmente más madura no tiene mejor posición que la que aún se encuentra en la fase de niñez espiritual (1 Co 3:1). Asimismo esta posición no cambia en función de las circunstancias: es la misma tanto cuando se flaquea como cuando se está firme, tanto si uno está animado como si experimenta desaliento.

1 Co 3:1; De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo.

LA CONDICIÓN PROPIA DEL CREYENTE

Lo que sí varía es su condición; es decir, su fidelidad en el servicio, su entrega, su caminar diario... Pero cada creyente debe esforzarse en ser coherente con lo que es y cree, adecuando su condición a su posición en Cristo. En este sentido, la carta a los efesios puede dividirse en dos partes: los tres primeros capítulos se refieren básicamente a la posición de los creyentes en Cristo; mientras que los tres restantes a la necesidad de mejorar su condición como hijos de Dios.

Decía que tenemos que esforzarnos porque, aunque seamos salvos por gracia, mientras estemos en este mundo tenemos que pelear la buena batalla de la fe, tenemos que andar en el espíritu en su lucha contra la carne y porque el Señor así nos lo dice en 2 Ti 2:1: “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús”. Asimismo, en 2 Ti 2:3-6, se nos compara con un soldado, un atleta y un labrador; tres profesiones o actividades que exigen esfuerzo y penalidades para poder agradar al que nos tomó por soldado, para recibir la corona de gloria y para participar de los frutos.

2 Ti 2:3-6; Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. 4 Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado. 5 Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente. 6 El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero.

¿LA POSICIÓN EN CRISTO ES INAMOVIBLE?

Responder a esta pregunta requiere cierta reflexión. El verdadero cristiano permanece en Cristo hasta el fin y, por tanto, su posición en Él es inamovible. Dios ha predeterminado que son cristianos los que aceptan a Jesús y lo siguen hasta el fin de sus días. Por otra parte, en su presciencia, conoce a los que son suyos, los cuales nunca se separarán de Él, de tal modo que los que en apariencia se apartan, en realidad no lo hacen; simplemente nunca estuvieron en y con Cristo, nunca fueron de Él (1 Jn 2:19).

1 Jn 2:19; Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.

El problema es que únicamente Dios está capacitado para juzgar los secretos de los hombres, conforme al evangelio (Ro 2:16); sólo Él escudriña la mente y el corazón (Jer 17:9-10); sólo su Palabra “discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (He 12:12); en definitiva, sólo Él conoce a los que son suyos. Pero la perspectiva del ser humano es diferente y limitada (Is 55:6-9). Los hombres sólo pueden saber si alguien es verdaderamente cristiano de dos maneras: 1) precisamente mediante la comprobación de su permanencia en Cristo, a través de las pruebas y aflicciones de la vida (1 Jn 2:24,28); 2) por mostrar la persona el fruto del Espíritu (Gá 5:22-23). Por otra parte, a nivel interno de cada persona, es el Espíritu Santo quien tiene que dar testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios (Ro 8:16-17).

Jer 17:9-10; Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? 10 Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.

Is 55:8-9; Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. 9 Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.

1 Jn 2:24, 28;
24 Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre.
28 Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados.

Gá 5:22-23; Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

Ro 8:16-17; El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. 17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

Así que, aunque Dios en su presciencia conoce a sus elegidos (1 P 1:2), los cuales seguirán a Cristo hasta el fin, los hombres sabemos que para ser suyos tenemos que aceptar a Cristo y permanecer en Él; algo que todos podemos hacer, si queremos. Luego la decisión es nuestra, sabiendo que ayuda de Dios no nos va a faltar, porque Él no quiere que nadie perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 P 3:9).

1 P 1:2; ...elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu...

2 P 3:9; El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

Si así no fuera, ¿por qué Dios nos insta tan reiteradamente en su Palabra a perseverar y permanecer? Un excelente ejemplo de la necesidad que tenemos de permanecer en Cristo (mantener nuestra posición), para así cumplir su propósito de llevar abundante fruto (cambiar nuestra condición), la hallamos en Jn 15:1-8, por lo que haríamos bien si leyéramos atentamente esta porción de la Palabra y meditáramos en ella.

Jn 15:1-8; Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. 2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. 3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. 4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. 6 El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. 8 En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.

Resumiendo, con esta reflexión doy por contestada la pregunta de si la posición del creyente en Cristo es inamovible. Sobre ésta y otras cuestiones relativas a la salvación del hombre por la gracia inmerecida de Dios, ya debatí ampliamente en mi estudio “Refutando el calvinismo”, que puede verse en mi blog www.amar-la-verdad.blogspot.com

REPRESENTACIONES SIMBÓLICAS DEL ESTAR EN CRISTO

La posición del creyente en Cristo se representa en la Biblia principalmente mediante dos figuras simbólicas: un edificio y un cuerpo.

En conformidad con lo anterior, todo cristiano es una piedra viva del edificio destinado a ser templo santo en el Señor. Como piedra viva, el cristiano es edificado y a la vez tiene capacidad para sobreedificar encima (Ef 2:20-22; 1 P 2:5; 1 Co 3:9-10).

Ef 2:20-22; ...edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, 21 en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; 22 en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.

1 P 2:5; ...vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.

1 Co 3:9-10; Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. 10 Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica.

Y por otra parte, es miembro del cuerpo de Cristo. Como tal, mantiene una relación vertical con Él, que es la cabeza, y también una relación horizontal con los demás miembros, sus hermanos en la fe (Ro 12:4-5; Ef 4:15-16; Col 1:18).

Ro 12:4-5; Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, 5 así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.

Ef 4:15-16; ...que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, 16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.

Col 1:18; ...y Él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia...

Así que la posición en Cristo es más que estar con Cristo, es estar unidos a Él de forma inseparable, como ocurre entre la cabeza y el cuerpo de cualquier ser humano. Por tanto, es más preciso afirmar que el creyente pasará la eternidad en Cristo que junto a Cristo, tal como nos lo indica el siguiente versículo.

Jn 14:3; Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

LA UNIDAD DEL ESPÍRITU

De ahí que la Palabra exhorte a los creyentes a guardar la unidad del Espíritu (Ef 4:3-6), quien ha bautizado a todos ellos en un mismo cuerpo. Al convertirse en miembros de un mismo cuerpo, conviven con relativa autonomía en una relación de interdependencia, por lo que no pueden ignorarse, no pueden funcionar al margen de los demás, sino ser solidarios, doliéndose con los que padecen y gozándose con los que reciben honra (1 Co 12:13, 26).

Ef 4:3-6; ...solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; 4 un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; 5 un Señor, una fe, un bautismo, 6 un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.

1 Co 12:13, 26;
Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
26 De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan.

LOS SANTOS

Ante todo, la santidad es una cualidad inherente a Dios, el cual es absolutamente santo. Ningún ser humano puede ser santo por sí mismo, en base a sus obras de justicia, por muy meritorias que puedan parecer. Luego, toda santidad emana de Dios; de modo que nadie puede ser santo, si Él no lo hace partícipe de su santidad. Pero eso es precisamente lo que hace Dios con el hombre que se arrepiente de sus pecados y cree en su Hijo, el Señor Jesucristo.

Sin santidad nadie puede ver al Señor (He 12:14). Ahora bien, ser santo equivale a ser perfecto y libre de toda culpa. Entonces, ¿cómo es posible que un hombre pecador pueda ser santo? Pues porque a todo aquél que se arrepiente y cree en Jesucristo, Él lo limpia con su sangre de todo pecado para presentarlo delante del Padre justo y sin mancha (He 10:12, 14; Ef 5:25-27).

He 10:12, 14;
12 ...pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios,
14 ...porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.

Ef 5:25-27; ...Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.

Considerando la santidad desde otra perspectiva, son santas aquellas personas que Dios ha tomado del mundo, para que le consagren a Él su vida, haciendo su voluntad (Jn 17:16-18).

Jn 17:16-18; No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. 18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.

LA SANTIFICACIÓN COMO UNA POSICIÓN EN CRISTO

Cristo santifica al creyente desde el mismo momento de su conversión, pasando de inmediato a ser santo para Dios. Esa obra de santificación es perfecta y completa; una vez realizada nadie la puede mejorar ni añadir a ella, está terminada. Eso implica que todos los que se acogen a la gracia de Dios son igualmente santos; no son más santos unos que otros, ni alguien es más santo cuando está fuerte, que cuando está débil. Luego, la santificación, tal como nos lo muestra la Palabra, equivale a estar posicionado en Cristo (1 Co 1:2; 6:11; He 2:11; 10:29; 13:12).

1 Co 1:2; ...a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro...

1 Co 6:11; Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.

He 2:11; Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos...

He 10:29; ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?

He 13:12; Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta.

LA SANTIFICACIÓN COMO UNA CONDICIÓN DEL CREYENTE

Pero a la vez que una posición en Cristo, la Palabra también nos muestra la santificación como una condición del creyente que debe ser perfeccionada en el poder del Espíritu Santo (1 Ts 5:23; 1 P 1:2). En efecto, el cristiano debe crecer espiritualmente y producir buen fruto (Mt 7:19; Ro 6:22; Jn 15:8), haciendo las obras que Dios pone en su camino (Ef 2:10). Sólo el fruto del Espíritu es bueno (Gá 5:22-23), por contraposición a las obras de la carne, que para nada son provechosas delante de Dios (Ro 8:13).

1 Ts 5:23; Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.

1 P 1:2; ...elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.

Mt 7:19; Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.

Ro 6:22; Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.

Ef 2:10; Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Ro 8:13; ...porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.

Sabemos que, si queremos agradar a Dios, nada podemos hacer separados de Cristo (Jn 15:5); asimismo, el fruto del Espíritu es Él quien lo produce en nosotros. Entonces, ¿hay algo que nosotros podamos hacer? Sí, permanecer en Cristo y permitir que el Espíritu obre en nuestras vidas; es decir, debemos dejarnos moldear por Dios (Jer 18:6).

Jer 18:6; ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.

Si bien es Dios quien nos cambia, nuestra actitud debe ser de colaboración activa con Él y no pasiva. Por eso se nos exhorta a esforzarnos en la gracia, a no contristar al Espíritu Santo, a velar y orar en todo tiempo, etc. Los siguientes versículos nos muestran claramente que Dios pide y espera ciertas cosas de nosotros para que avancemos en el proceso constante de la santificación.

2 Co 7:1; Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.

He 12:14; Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.

1 P 1:15-16; ...sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.

2 P 3:11; Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir

CONCLUSIÓN

Hemos visto que la santidad es tanto una posición o estado (estar en Cristo), como un proceso de transformación que nos lleva a parecernos cada vez más a Cristo (1 Co 11:1), reflejando en cada momento nuestro grado de madurez y crecimiento, que viene a ser la condición en la que nos hallamos.

1 Co 11:1; Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.

A diferencia de los hombres, Dios nunca hace las cosas a medias; por cuyo motivo, o estamos en Cristo y somos santos, o fuera de Él y no lo somos. Lo mismo sucede con otros asuntos trascendentales como, por ejemplo, la salvación, ya que no podemos ser salvos en parte, pues o bien somos salvos, o somos condenados. Eso tiene que ver con nuestra posición.

En cambio nuestra condición refleja en cada momento el progreso alcanzado en el proceso de santificación, el cual no finaliza hasta que abandonamos la tierra y nos despojamos de este cuerpo mortal. Con la santificación ocurre lo mismo que con la fe: por un lado, necesitamos creer en Cristo para ser salvos (fe para salvación); y por otro, necesitamos aprender a andar por fe para disfrutar de todas las bendiciones que Dios tiene preparadas para nosotros (fe para crecer espiritualmente). La fe para salvación no cambia, ni se necesita tener una determinada cantidad de fe, puesto que sólo hay dos alternativas: o creemos en Jesucristo y somos salvos, o rehusamos creer en Él y permanecemos bajo condenación. Sin embargo la fe que necesitamos para nuestra edificación y crecimiento puede y debe ir en aumento, con la ayuda de Dios, a quien se la podemos pedir en oración (Mr 9:23-24; Lc 17:5).

Mr 9:23-24; Jesús le dijo: si puedes creer, al que cree todo le es posible. 24 E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: creo; ayuda mi incredulidad.

Lc 17:5; Dijeron los apóstoles al Señor: auméntanos la fe.

Aunque hablamos de dos realidades paralelas, ambas están relacionadas, no son ajenas entre sí. Por eso los que ya son santos están llamados, como hemos visto, a vivir en santidad (1 Co 1:2; 1 P 1:15-16) y a perfeccionarla en el temor de Dios (2 Co 7:1).

Para terminar, reproduzco a continuación un versículo que sintetiza a la perfección la posición y la condición del cristiano, en relación con los aspectos de justicia y santidad.

Ap 22:11; El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.

Bendiciones eternas en el Señor.