3/8/19

Hechos asociados a la infancia de Jesús

INTRODUCCIÓN

Este estudio tiene básicamente dos propósitos: 1) Verificar a través de los dos primeros capítulos de Mateo y Lucas si algunas creencias sobre determinados hechos relacionados con la infancia de Jesús se basan en la Palabra, o en tradiciones, mitos y leyendas. 2) Ordenar secuencialmente el relato de esos hechos.

Para facilitar una visión lineal e integradora de los acontecimientos, me ha parecido útil presentar de modo alternativo las narraciones complementarias de ambos evangelistas, organizándolas en los siguientes apartados:

1-. Concepción virginal de María (Lc 1:26-35).

2-. José recibe a María como esposa (Mt 1:18-25).

3-. Nacimiento de Jesús (Lc 2:1-7).

4-. Manifestación angelical y testimonio de los pastores (Lc 2:8-20).

5-. Cumplimiento de la ley mosaica (Lc 2:21-24).

6-. Visita de los magos (Mt 2:1-12).

7-. Matanza de los niños y huida a Egipto (Mt 2:13-18).

8-. El regreso a Israel (Mt 2:19-23).

9-. Obediencia de Jesús (Lc 2:41-52).

Aunque acostumbro a reproducir los textos bíblicos que constituyen la base principal de mis estudios, en esta ocasión no voy a hacerlo, porque ocuparían mucho espacio. Así que únicamente indicaré el capítulo y los versículos correspondientes a dichas porciones para facilitar que los lectores puedan ir comprobando mis argumentos teniendo a mano la Biblia.

CONCEPCIÓN VIRGINAL DE MARÍA

En Lc 1:26-35 se relata la concepción de la virgen María por obra y gracia del Espíritu Santo (Mt 1:18), anunciada por el ángel Gabriel. Esto sucedió en el sexto mes del embarazo de su parienta Elisabet, que también había concebido milagrosamente a Juan el Bautista, ya que era estéril y tanto ella como su marido, el sacerdote Zacarías, eran de edad avanzada (Lc 1:5-25, 57-80).

Un poco más adelante, en Lc 1:39-56, vemos que María, al saber por el mencionado ángel que Elisabet estaba embarazada, fue a visitarla y estuvo con ella unos tres meses, ayudándola en sus quehaceres diarios hasta que dio a luz. Para ello tuvo que desplazarse desde su lugar de residencia en Nazaret de Galilea, a una ciudad que desconocemos de la zona montañosa de Judea.

En relación con este primer capítulo de Lucas ciertos comentaristas afirman que María y Elisabet eran primas, y por consiguiente también Jesús y Juan el Bautista, pese a que no hay evidencias en la Biblia al respecto. Sabemos que eran parientas (Lc 1:36), pero desconocemos el tipo y grado de parentesco existente entre ellas.

JOSÉ RECIBE A MARÍA COMO ESPOSA

Siguiendo con el relato de los acontecimientos, en Mt 1:18-25 vemos que al saber José que su prometida estaba embarazada sin que se hubiera producido entre ellos ninguna relación sexual, quiso dejarla discretamente en secreto para no dañar su reputación. Entonces se le apareció en sueños un ángel del Señor, quien le dijo que no temiera recibir a María como esposa, la cual había permanecido fiel y en castidad en todo momento, puesto que el ser que había engendrado no procedía de ningún varón, sino del Espíritu Santo, tal como había sido profetizado acerca del Mesías (Is 7:14).

Is 7:14; Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.

La Palabra no aclara cómo ni cuándo supo José que María estaba encinta. Por lo tanto pudo haberse enterado cuando aún no era visible el embarazo, bien porque María se lo hubiera contado, o bien por medio de otra persona a quien ella se lo hubiera dicho. Pero también pudo enterarse simplemente al observar su estado, o siendo avisado por otros que la hubieran visto embarazada antes que él. Por otra parte, es posible que José no supiera nada del embarazo hasta el regreso de María de la casa de Elisabet, estando ya encinta de al menos tres meses.

En cualquier caso es de resaltar la actitud de José, quien en tan difícil circunstancia no respondió con ira ni odio, sino que trató de dejar a María causándole el menor perjuicio posible. Pero no menos admirable fue su obediencia al ángel, recibiendo valientemente a María como esposa, a pesar de que eso podría dar lugar a habladurías e incluso rechazo por parte de sus parientes y vecinos.

NACIMIENTO DE JESÚS

Mientras esperaban José y María el nacimiento de Jesús en Nazaret, donde vivían, surgió algo imprevisto. Por orden del emperador Augusto César se promulgó un edicto para censar por primera vez a la población de Israel; de manera que cada uno debía empadronarse en la localidad donde se hallaba la casa y familia de sus antepasados. Por dicho motivo José tuvo que desplazarse con su mujer María, que estaba encinta, a Belén, ya que era del linaje de David. El caso es que estando en dicha ciudad, María se vio obligada a dar a luz a Jesús en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón (Lc 2:1-7).

Por tanto tuvieron que darse unas circunstancias muy excepcionales para que se cumpliera la profecía de que le nacería a David un hijo en Belén de Judá (Mi 5:2), que salvaría a Israel de sus pecados y reinaría en su trono de Jerusalén para siempre. Esto, por supuesto, no fue fruto de la casualidad, sino que el Dios Todopoderoso bajo cuyo control suceden todas las cosas, había previsto y dispuesto que así ocurriera.

Mi 5:2; Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.

MANIFESTACIÓN ANGELICAL Y TESTIMONIO DE LOS PASTORES

Al margen de que los propios dueños del mesón, o incluso cualquiera que hubiera pasado por allí, supieran que acababa de nacer un niño en aquel pesebre, los primeros en saber que había nacido, no un niño cualquiera el Mesías, fueron los pastores que había en los montes de los alrededores de Belén. Dios quiso así manifestar su grandeza en medio de la sencillez, concediéndoles a unos humildes pastores el privilegio de recibir como primicia la noticia del nacimiento del Salvador del mundo poco después de que eso ocurriera y mediante una gloriosa revelación celestial.

El mismo Jesús fue un perfecto ejemplo de sencillez, siendo el más grande ser que ha pisado este planeta. Esa condición se observa ya al nacer en medio de tanta adversidad, y continúa con una vida marcada por la escasez de bienes materiales, al pertenecer a una familia menesterosa. Pero también mostró sencillez tras darse a conocer a Israel, pues eligió personas sencillas para que fueran sus apóstoles, mostró predilección por los niños, tuvo empatía con los pobres, sanó y alivió los sufrimientos de la gente, etc. Incluso hizo su entrada triunfal en Jerusalén montado sobre un humilde pollino, tal como había sido profetizado (Zac 9:9). Esto nos indica que el sistema de valores imperante en el mundo es en muchos aspectos antagónico al de Dios (Mt 23:11-12).

Zac 9:9; Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.

Mt 23:11-12; El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. 12 Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

Es muy ilustrativo el hecho de que los pastores no pudieran soportar quedarse callados y dieran rienda suelta a la necesidad imperiosa que tenían de compartir y proclamar lo que habían oído y visto en la aparición de los ángeles. Y por otra parte, vemos que tampoco pudieron resistir el impulso de visitar el pesebre para tener un privilegiado encuentro con el Mesías, obteniendo así la confirmación de tan excelente noticia recibida del cielo. Como les ocurrió a estos pastores, cuando los corazones de los que temen a Dios se desbordan de gozo, suceden de modo natural dos cosas: 1) se alaba y glorifica su santo nombre, y 2) se comparte o testifica acerca de aquello que motiva el gozo. Así sucede con todo aquél que nace espiritualmente de nuevo, al arrepentirse de sus pecados y creer en Jesucristo.

El hecho de que cuando nació Jesús había pastores en aquella región velando de noche por sus rebaños, parece confirmar la tesis de muchos comentaristas bíblicos que afirman que su nacimiento no se produjo un 25 de diciembre, tal como se celebra tradicionalmente la Navidad, sino en otra época del año en la que las condiciones meteorológicas no son tan adversas como suelen ser en invierno.

CUMPLIMIENTO DE LA LEY MOSAICA

Tras la visita de los pastores al niño y sus padres en el pesebre, los siguientes sucesos que narra la Biblia se hallan en Lc 2:21-24, en referencia a las prácticas legales que debían observar las familias israelitas cuando les nacían hijos. Por eso, como buenos judíos, esta familia cumplía escrupulosamente la ley (Gá 4:4-5), y en el caso de Jesús a la perfección, poniendo el énfasis en el espíritu y no en la letra (Mt 5:17-18; Ro 2:28-29). Era así como debían proceder, puesto que el nuevo pacto en la sangre de Jesús no entró en vigor hasta después de su muerte, como ocurre con cualquier herencia asignada por su testador (He 9:15-17).

Gá 4:4-5; Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, 5 para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.

Mt 5:17-18; No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. 18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido (el total y perfecto cumplimiento de la ley ya se produjo, precisamente por medio de Cristo).

Ro 2:28-29; Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; 29 sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra...

He 9:15-17; Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna. 16 Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador. 17 Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive.

En el caso de Jesús, al ser varón, fue circuncidado al octavo día y luego fue presentado en el templo para dedicarlo como primogénito a Dios (Éx 13:1-2), al cumplirse los 40 días prescritos de purificación de la madre (Lv 12:2-8). Sabemos que los padres de Jesús eran pobres, porque Lc 2:24 nos da a entender que ofrecieron a Dios un par de tórtolas (o de palominos), tal como lo permitía la ley a quienes no les alcanzaba lo que tenían para ofrecer un cordero de un año como holocausto y una de esas aves para expiación.

Éx 13:1-2; Jehová habló a Moisés, diciendo: 2 Conságrame todo primogénito. Cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales, mío es.

Lv 12:2-8; Habla a los hijos de Israel y diles: La mujer cuando conciba y dé a luz varón, será inmunda siete días; conforme a los días de su menstruación será inmunda. 3 Y al octavo día se circuncidará al niño. 4 Mas ella permanecerá treinta y tres días purificándose de su sangre; ninguna cosa santa tocará, ni vendrá al santuario, hasta cuando sean cumplidos los días de su purificación. 5 Y si diere a luz hija, será inmunda dos semanas, conforme a su separación, y sesenta y seis días estará purificándose de su sangre. 6 Cuando los días de su purificación fueren cumplidos, por hijo o por hija, traerá un cordero de un año para holocausto, y un palomino o una tórtola para expiación, a la puerta del tabernáculo de reunión, al sacerdote; 7 y él los ofrecerá delante de Jehová, y hará expiación por ella, y será limpia del flujo de su sangre. Esta es la ley para la que diere a luz hijo o hija. 8 Y si no tiene lo suficiente para un cordero, tomará entonces dos tórtolas o dos palominos, uno para holocausto y otro para expiación; y el sacerdote hará expiación por ella, y será limpia.

Para poder cumplir con estas prescripciones legales, es de suponer que la familia permaneció en Belén, aunque probablemente no estuviera todo ese tiempo viviendo en el pesebre. Difícilmente podrían haber emprendido un viaje de regreso a Nazaret a los pocos días de nacer Jesús, teniendo en cuenta lo siguiente: que la madre debía permanecer aislada durante siete días conforme a lo prescrito en la ley (Lv 12:2); que acto seguido debían circuncidar al niño en el octavo día; y que luego aún tenía que estar purificándose la madre hasta que se cumplieran en total 40 días desde que había dado a luz.

Por consiguiente no parece viable que pudieran realizar un viaje a Nazaret de varios días de duración, teniendo en cuenta que debían observar dichos preceptos legales, y volver en muy pocos días a Jerusalén para presentar el niño al Señor en el templo y ofrecer los sacrificios de holocausto y expiación con los que finalizaba el periodo de purificación.

  Entre Nazaret y Belén hay una considerable distancia de unos 130 kilómetros. La Palabra no indica si cuando José y María hicieron ese trayecto para ir a empadronarse, iban a pie o a lomos de un animal de carga. Es muy probable que al menos María viajara montada sobre un asno. En parte porque al ser mujer se suponía que no tenía la fortaleza física que suelen tener los varones; pero sobre todo por el agravante de hallarse al final de su embarazo, casi a punto de dar a luz. La cuestión es que se trataba de un viaje cuando menos incómodo, especialmente para los que lo hacían a pie.

VISITA DE LOS MAGOS

En este punto cambiamos el evangelio de Lucas por el de Mateo, yendo concretamente a la porción incluida en Mt 2:1-12, para poder continuar con la secuencia ordenada de los acontecimientos.

Aquí surgen bastantes incógnitas a las que muchos han tratado de responder con suposiciones que, con el tiempo se han convertido en tradiciones e incluso en dogmas. Creo que es lícito hacer determinadas conjeturas, siempre que se presenten expresamente como lo que son, sin pretender hacerlas pasar por verdades que están fundamentadas en la Biblia. Por ejemplo, ¿quiénes eran los magos? ¿Cuántos eran? ¿De dónde procedían? Etc.

En el contexto histórico y geográfico de entonces, la consideración de magos no se limitaba exclusivamente a quienes practicaban algún tipo de magia. Más bien se reconocía como tales a algunos hombres que destacaban por su saber en distintas ramas del conocimiento, como podían ser las matemáticas, la física, la astronomía, las leyes, la filosofía, etc.

En el caso concreto de estos magos, conocían las profecías acerca del Mesías que reinaría sobre Israel para siempre (Is 9:6-7), porque si no fuera así, no habrían identificado esa singular estrella precisamente como una señal de su nacimiento. Ese conocimiento podía deberse a que eran descendientes de judíos que no habían retornado en su día de la cautividad de Babilonia, o bien tratarse de gentiles que supieron de las Sagradas Escrituras al contactar con los judíos que vivían entre ellos. En cualquier caso, es obvio que no sólo mostraron un vivo interés por conocerlas, sino que también las creyeron, como lo demuestra el hecho de que partieron de una tierra lejana, siguiendo gozosos la estrella en busca del niño para adorarlo.

Is 9:6-7; Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. 7 Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.

En cuanto al lugar de procedencia de estos magos, aunque sólo sabemos que venían de algún territorio situado al oriente de Israel, podemos presumir razonablemente que provenían de alguna región persa o asirio-babilónica. El popular título de reyes dado a los magos no aparece en la Biblia, ni que trajeran algún séquito con ellos, ni sus nombres, ni que fueran tres en base a que ofrecieron como presente oro, incienso y mirra; todo eso forma parte de las tradiciones de los hombres.

También se han hecho diversas especulaciones sobre la estrella que guió a los magos. Es evidente que no puede tratarse de una de las estrellas que pueblan el universo y tampoco de una estrella fugaz o meteorito, por su gran tamaño en el primer caso y por la velocidad con la que surcan el cielo en el segundo. Por tanto, debió ser una luz de origen sobrenatural que brillaba como una estrella y se movía lentamente a medida que los magos avanzaban en su camino.

Es llamativo el contraste entre el anhelo y gozo de los magos por tener un encuentro con Jesús para adorarlo, frente al temor y rechazo que la noticia suscitó en los principales sacerdotes, escribas y gran parte del pueblo ¿Y qué decir del malvado Herodes, quien se obsesionó con quitar de en medio al niño a toda costa? El caso es que, en vez de gozarse por el advenimiento del Salvador, se entristecieron con la noticia y se opusieron a Jesús, porque en sus ambiciones y pecados lo vieron como un aguafiestas, e incluso en el caso de los líderes de la nación como un rival religioso y político que, llegado el momento, reprobaría y denunciaría públicamente sus injusticias e hipocresía.

Es indudable que Dios estaba con los magos, como lo prueban, entre otras cosas, la estrella que los guiaba sobrenaturalmente y la revelación en sueños de que se alejaran de Herodes para que no colaboraran inconscientemente con él en sus planes asesinos. Recordemos que los sueños eran el medio que Dios usaba también con José, a quien Él consideraba un varón justo (Mt 1:19), para darle instrucciones de lo que debía hacer en situaciones de extrema dificultad o peligro.

Hay otra cuestión que trataré de esclarecer. Sabemos que Herodes envió a los magos a Belén, que es donde las profecías decían que nacería Jesús, y también que la estrella que habían seguido los magos se les volvió a aparecer, guiándolos de nuevo hasta posarse en la casa en la que estaba María con el niño; pero la Palabra no indica si dicha casa estaba en Belén o en Nazaret.

En Lc 2:39 parece que el retorno a Nazaret se produce inmediatamente después del cumplimiento de las prescripciones legales, ya tratadas en el apartado anterior. De ser así, habría que contemplar dos posibilidades en relación con la visita de los magos: que ésta aconteciera en Belén durante los 40 días de purificación de María, o bien que los magos fueran a adorar al niño en Nazaret, por haber regresado la familia allí, una vez transcurrido el citado periodo de 40 días.

Lc 2:39; Después de haber cumplido con todo lo prescrito en la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.

Sin embargo, prestando atención al siguiente versículo, o sea a Lc 2:40, parece que el mismo se está refiriendo a una estancia relativamente larga y estable en Nazaret, donde el niño Jesús crecía, se fortalecía y llenaba de sabiduría. Eso me hace pensar que esta etapa de la vida de Jesús sucede tras el exilio de Egipto, probablemente algunos años después de la visita de los magos. Por tanto, si bien Lc 2:39 se refiere a un regreso a Nazaret después del cumplimiento de las mencionadas prescripciones legales, creo que el mismo no se produjo de inmediato, sino algunos años después. Es más, desde que la familia de Jesús salió de Nazaret para empadronarse en Belén, estoy convencido de que no volvió a vivir en dicha ciudad de Galilea hasta después de regresar de Egipto.

Lc 2:40; Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él.

MATANZA DE LOS NIÑOS Y HUIDA A EGIPTO

Una de las cosas que más me llama la atención, al considerar la porción de Mt 2:13-18, no es sólo la obediencia de José a la orden del ángel del Señor, sino sobre todo el inmediato cumplimiento de la misma, como también observamos en otros casos de llamamientos al servicio en la Biblia (Mt 4:18-22; y otros). En este caso, nada más despertar José del sueño y siendo de noche, tomó sin rechistar al niño y a su madre, y huyó a Egipto, donde estarían hasta recibir una nueva orden del cielo para hacerlos volver.

Mt 4:18-22; Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. 19 Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. 20 Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron. 21 Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó. 22 Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron.

Cuando el ángel alertó a José, se daban dos circunstancias: 1) un peligro de muerte inminente, y 2) una amenaza que provenía de Jerusalén, donde estaba Herodes y que, como sabemos, se halla muy próxima a Belén. Como ya he dicho al final del apartado anterior, creo que la familia de Jesús en ese tiempo continuaba viviendo en Belén, pues no tendría sentido que José se viera obligado a abandonar tan precipitadamente su casa si habitara en un lugar como Nazaret, que estaba fuera de peligro, ya que la orden de matar a todos los varones menores de dos años se circunscribía a Belén y su entorno. Por otra parte, también encaja mejor la huida a Egipto desde Belén, porque hay un trayecto bastante más corto y por consiguiente con menos tiempo de viaje en comparación con Nazaret, que está en el norte de Israel, justo en el extremo opuesto a Belén.

Ahora bien, para vivir en Belén necesitaban el refugio de una casa y, siendo pobres, no debía ser fácil conseguir una, aunque fuese de humilde condición. Sin embargo, es posible que José recibiera ayuda de sus parientes, ya sea compartiendo su alojamiento con ellos o colaborando con José en la habilitación o construcción de su propia vivienda. También puede ser que consiguiera financiar el coste de una casa con el oro que habían recibido de los magos, o trabajando en su oficio de carpintero. Pero más allá de cualquier suposición, estamos seguros por la Palabra de que la provisión del Padre celestial para cubrir sus necesidades básicas no pudo fallarles en ningún momento o situación, porque fiel es Dios, que lo ha prometido a los que le temen y confían en Él (Pro 37:25; Lc 12:29-31).

Pro 37:25; Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan.

Lc 12:29-31; Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. 30 Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. 31 Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.

He de admitir que en este estudio, una parte de mis razonamientos se basa en meras suposiciones sobre ciertos detalles no revelados en la Palabra como, por ejemplo, el tiempo transcurrido entre el nacimiento de Jesús y la visita de los magos. Si, como es probable, la estrella se le apareció a los magos justo cuando nació Jesús, teniendo en cuenta que procedían de un territorio bastante alejado de Israel, debieron tardar semanas o meses en llegar a donde estaba el niño (Esdras, por ejemplo, tardó cuatro meses en desplazarse desde Babilonia a Jerusalén, según dice Esd 7:9). De ahí que Herodes, habiendo indagado de los magos el tiempo de aparición de la estrella (Mt 2:7), mandara matar a todos los varones menores de dos años en Belén y sus alrededores para asegurarse de que Jesús no quedara con vida.

Tanto esa matanza como la estancia forzada de Jesús en Egipto habían sido profetizadas desde siglos atrás (Jer 31:15; Os 11:1). En esta última referencia profética, como ocurre tantas veces en la Biblia, se parte de una realidad histórica referida a Israel que trasciende a dicha nación para aplicarse también a Cristo.

Jer 31:15; Así ha dicho Jehová: Voz fue oída en Ramá, llanto y lloro amargo; Raquel que lamenta por sus hijos, y no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron.

Os 11:1; Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo.

EL REGRESO A ISRAEL

Al cabo de un tiempo, para nosotros desconocido, de habitar en Egipto, un ángel del Señor volvió a hablarle en sueños a José para que regresara a Israel, puesto que había muerto Herodes y sus secuaces que querían matar al niño. Al llegar a Israel parece que en principio José no tenía en mente ir a Nazaret, sino más bien quedarse en Judea. Pero cuando supo que en este territorio reinaba Arquelao como sucesor de su padre Herodes, tuvo temor. Entonces Dios le reveló otra vez en sueños que fuera a Galilea, y así acabó viviendo en la ciudad de Nazaret como al principio, antes de que saliera de ella por causa del obligado empadronamiento decretado en tiempo de Augusto César, conocido también como Octavio Augusto.

OBEDIENCIA DE JESÚS

Los últimos acontecimientos de la infancia de Jesús relatados en la Biblia, están en Lc 2:41-52. Aquí vemos de nuevo cómo la familia de Jesús era celosa en guardar los preceptos de la ley de Moisés, acudiendo cada año a la celebración de la pascua en Jerusalén, tal como estaba estipulado (Dt 16:16). No está suficientemente claro en la Palabra si solían llevar con ellos a Jesús durante su niñez; pero sí es evidente que lo llevaron consigo en esa ocasión, cuando tenía doce años, edad que marca el fin de la infancia y el comienzo de la pubertad o adolescencia.

Dt 16:16; Tres veces cada año aparecerá todo varón tuyo delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere: en la fiesta solemne de los panes sin levadura (la cual se celebra de manera ininterrumpida con la pascua), y en la fiesta solemne de las semanas, y en la fiesta solemne de los tabernáculos. Y ninguno se presentará delante de Jehová con las manos vacías…

De entre las varias consideraciones que se pueden hacer en este apartado, como podría ser el alto nivel de autonomía que había adquirido Jesús a esa temprana edad, o su sorprendente y admirable sabiduría, sólo voy a referirme a Él en relación con el aspecto de la obediencia.

Seguramente habrá quienes piensen que al quedarse Jesús en Jerusalén después de la fiesta de la pascua sin el conocimiento y permiso paterno, en vez de regresar con ellos a casa, incurrió en un acto de desobediencia. Pero eso entraría en conflicto con la Palabra, la cual enseña que Jesús jamás fue desobediente ni pecó (Fil 2:8; 2 Co 5:21).

Fil 2:8; ...y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

Co 5:21; Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

Luego Jesús actuó de esa manera conforme a la voluntad de su Padre celestial, con el propósito de dar un primer testimonio a sus padres terrenales, así como a los que estaban en el templo y a todos los que vendrían después, acerca de quién era Él realmente: el Hijo de Dios enviado por el Padre para redimir a la humanidad y salvarla de la condenación eterna (Jn 3:17-18). Tanto sus padres como los que estaban presentes en el templo con Jesús, no consiguieron entenderlo entonces, pero sí podrían llegar a comprenderlo años después durante su ministerio público, especialmente su madre María, que guardaba estas cosas en su corazón, meditando en ellas.

Jn 3:17-18; Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

Por tanto, el referido comportamiento de Jesús no puede considerarse un acto de desobediencia, sino un hecho singular de afirmación de su verdadera identidad celestial, siguiendo la voluntad de su Padre. Prueba de ello, es que una vez cumplido ese objetivo, Jesús reanudó su vida cotidiana de plena sujeción y obediencia a sus padres.

Pero desde otra perspectiva, este suceso protagonizado por Jesús contiene una valiosa enseñanza para los que algún día serían sus discípulos: cuando los mandamientos de nuestros padres y de las autoridades en general contradicen la voluntad de Dios manifestada en su Palabra, debemos obedecerle a Él en primer lugar y no a los hombres (Hch 5:28-29), cuya autoridad emana y por tanto está subordinada a la autoridad de Dios.

Hch 5:28-29; ...¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre. 29 Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.

Sin más, concluyo este estudio, deseándole las mayores bendiciones en Cristo.