INTRODUCCIÓN
Aunque
muchas personas se refieren a las buenas obras como sinónimo de
obras de caridad, las buenas obras expresan un concepto más amplio,
que no sólo incluye las obras de caridad sino también otro tipo de
acciones. Por otra parte, desde la perspectiva bíblica y cristiana
con que se aborda este estudio, las obras son buenas y tienen valor
para Dios, sólo si se realizan con la intención o motivación
correcta; es decir, deben ser hechas con amor y para la gloria de
Dios.
Así
que, para obtener la aprobación de Dios, que es lo que realmente
importa, las obras tienen que ser causadas por el amor y orientadas
en el marco de la fe, tal como se declara en Gá 5:6: “...porque
en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión,
sino la fe que obra por el amor”.
LAS
BUENAS OBRAS QUE NO AGRADAN A DIOS
En
general los adeptos de las distintas religiones creen que serán
premiados después de la muerte, si cumplen una serie de normas que
les son impuestas, tales como la práctica de determinados ritos de
culto, la presentación de ofrendas y sacrificios, o la realización
de buenas obras, conforme a lo que prescribe su religión. Creen que
si cumplen estas cosas son justos y se hacen acreedores del
reconocimiento y recompensa de los dioses a los que temen e invocan.
Por
tanto, ven básicamente a Dios como un ser poderoso que los puede
ayudar y proteger en las adversidades de esta vida, y que al morir
los juzgará por sus obras. Pero no es para ellos un Dios salvador,
puesto que pueden salvarse a sí mismos en base a sus obras de
justicia, si son buenas personas, si acreditan suficientes méritos,
si puestas en una balanza sus obras, las buenas pesan más que las
malas.
El
problema es que las pasiones carnales que operan en nosotros y las
tentaciones a las que estamos expuestos, a menudo nos vencen,
llevándonos a hacer el mal en vez del bien (Ro 7:18-19). Por
eso las personas que no confían en la justicia de Cristo a su favor
y no se acogen a la gracia y misericordia de Dios, sino que optan por
justificarse a sí mismas (Is 64:5-6), no pueden librarse del
temor de acabar siendo condenados. No pueden estar seguras de su
salvación, porque desconocen con qué severidad serán juzgadas por
Dios, y si habrán acumulado suficientes buenas obras para que Él
las declare justas.
Ro
7:18-19; Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora
el bien; porque el
querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19 Porque
no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
Is 64:5-6; ...en los pecados hemos perseverado por largo tiempo; ¿podremos acaso ser salvos? 6 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia...
Pero
además de los creyentes de las diferentes religiones, hay otro tipo
de personas que, o bien no creen en Dios, o bien viven completamente
de espaldas a Él como si no existiera.
Los
primeros niegan con sus palabras y hechos la existencia de Dios.
Dicen que el hombre puede solucionar los problemas que él mismo
causó, sin necesidad de recurrir a la ayuda de un dios imaginario,
que según ellos no existe; basta para ello ser buenas personas y
actuar en conciencia. Con dicha actitud y aunque no sean conscientes
de ello, lo que hacen es colocar en un pedestal al ser humano,
convirtiéndolo precisamente en un dios: el dios del humanismo. Pero
veamos qué nos dice el que es Dios único y verdadero:
Jer
17:5, 7;
5
Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el
hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón
se aparta de Jehová.
7
Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya
confianza es Jehová.
En
cuanto a los incluidos en el segundo grupo, aun sin negar
expresamente la existencia de Dios, viven alejados y sin ninguna
relación con Él. Muchos de ellos lo señalan como culpable de
permitir el sufrimiento y el mal en el mundo, en especial cuando se
ven directamente afectados por alguna desgracia, como puede ser la
pérdida de algún ser querido, un fracaso familiar, acabar
económicamente en la ruina, etc. Éstos suelen ignorar por completo
a Dios mientras se sienten razonablemente bien; mas cuando se ven
desbordados y abrumados por los problemas, entonces se acuerdan de Él
irrespetuosamente para acusarlo, en vez de humillarse y arrepentirse
de sus pecados. He aquí uno de los ejemplos que se citan en la
Biblia:
Ap
16:8-9; El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al
cual fue dado quemar a los hombres con fuego. 9 Y los
hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de
Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para
darle gloria.
Asimismo
hay dos clases de personas que, aunque realizan buenas obras, no lo
hacen para la gloria de Dios: 1) las que ayudan al prójimo por puro
altruismo, sin contar con Dios; y 2) las que lo hacen para recibir elogios de la gente.
Se hallan en el primer grupo los que, renunciando a una serie de
comodidades, ayudan desinteresadamente a otros en sus necesidades, a
la vez que ignoran a Dios. Hacer buenas obras está bien, siempre que
con ellas lo exaltemos a Él, reconociéndolo como el autor y
sustentador de la vida, y dándole gracias por todo lo que nos da.
Pero si dejamos a Dios al margen, actuamos en complicidad con la
doctrina humanista que trata de excluirlo a Él de nuestras vidas,
enseñando erróneamente que el ser humano es naturalmente bueno y
capaz de solucionar por sí mismo los problemas a los que se enfrenta
el mundo.
Finalmente
en el otro grupo están los que alardean de buenas obras actuando con
hipocresía, puesto que su motivación no es el amor al prójimo,
sino un deseo vanaglorioso de recibir reconocimiento y alabanza de
los hombres.
Resumiendo
este punto, las personas altruistas que aman al prójimo (al menos
aparentemente), pero no aman a Dios sobre todas las cosas, no le
agradan a Él, como tampoco los que hacen buenas obras para recibir
lisonjas; éstos no obtendrán su recompensa en el cielo, porque
prefieren tenerla ya en la tierra (Mt 6:2-4).
Mt
6:2-4; Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta
delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las
calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya
tienen su recompensa. 3 Mas cuando tú des limosna, no
sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, 4 para que sea tu
limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará
en público.
LA
FE Y LAS BUENAS OBRAS
De
entre las instituciones eclesiásticas que fundamentan total o
parcialmente sus creencias en la Biblia, unas sostienen que además
de creer en Cristo, es necesario hacer buenas obras para poder ir al
cielo; mientras que otras afirman que la salvación se obtiene única
y exclusivamente por medio de la fe, al margen de las obras. Entre
las primeras destaca la iglesia católica romana, mientras que a la
segunda opción se adhieren en general las iglesias surgidas de la
reforma protestante. Entonces, ¿cuál de estas dos doctrinas es la
verdadera?
Vamos
a considerar algunos de los textos bíblicas en los que se suelen
apoyar los partidarios de cada una de estas dos enseñanzas. Los que
defienden que además de la fe hay que hacer buenas obras para
salvarse, se centran en la porción de Stg 2:14-26, que
expongo a continuación:
Stg
2:14-26; Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno
dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?
15 Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad
del mantenimiento de cada día, 16 y alguno de vosotros les dice: Id
en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son
necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? 17 Así
también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. 18 Pero
alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin
tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. 19 Tú crees que
Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.
20 ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?
21 ¿No fue justificado por las obras Abraham
nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? 22 ¿No
ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se
perfeccionó por las obras? 23 Y se cumplió la Escritura que dice:
Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado
amigo de Dios. 24 Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado
por las obras, y no solamente por la fe. 25
Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras,
cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? 26
Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe
sin obras está muerta.
Tras
analizar el texto anterior, podemos sacar de forma resumida las
siguientes conclusiones:
1)
La fe verdadera no consiste en una mera creencia que puede estar
disociada de los hechos (Tit 1:16);
y la prueba de ello es que los mismos demonios creen a Dios, pero
actúan en su contra.
Tit
1:16; Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo
niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados
en cuanto a toda buena obra.
2)
Luego la fe va necesariamente unida a las obras; si no es así,
entonces nos hallamos ante una falsa fe (1 Ti 5:8).
Una fe sin obras es vacía, muerta e inútil, que no sirve ni para
hacer el bien ni para nuestra justificación y salvación.
1
Ti 5:8; ...porque si alguno no provee para
los suyos, y mayormente para los de su casa, ha
negado la fe, y es peor que un incrédulo.
3)
Por tanto, lo que manifiesta si verdaderamente tenemos fe en Cristo
son nuestras buenas obras (Mt 7:16);
de modo que la falta de ellas o la comisión de malas obras
constituye una evidencia de falta de fe. Y recordemos que sin fe es
imposible agradar a Dios (He 11:6).
Mt
7:16-17; Por sus frutos los conoceréis.
¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?
4)
La fe es un requisito indispensable para que Dios declare justo al
hombre; sin ella las buenas obras carecen de valor para la salvación
(2 Ts 1:11). De modo
que puede haber buenas obras sin fe, pero es imposible que haya fe
verdadera sin buenas obras.
2
Ts 1:11; Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros,
para que nuestro Dios os tenga por dignos de su
llamamiento, y cumpla todo propósito de bondad y toda
obra de fe con su poder...
5)
Así como las obras actúan conjuntamente con la fe para
perfeccionarla, también acompañan a la fe en nuestra
justificación. Éste es el sentido en el que se expresa Santiago
cuando dice que Abraham, o Rahab, fueron justificados también por
sus obras y no sólo por la fe.
Ahora
vamos a exponer algunas porciones bíblicas en las que se basan los
que creen que la salvación se obtiene por medio de la fe, sin obras.
Jn
3:16, 18;
16
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se
pierda, mas tenga vida eterna.
18
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree,
ya ha sido condenado,
porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
Jn
6:28-29; Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para
poner en práctica las obras de Dios? 29 Respondió Jesús y les
dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.
Hch
16:30-31; ...Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?
31 Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás
salvo, tú y tu casa.
Ro
1:16-17; Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de
Dios para salvación a todo aquel que cree; al
judío primeramente, y también al griego. 17 Porque en el evangelio
la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está
escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
Como
podemos observar, ninguna de las porciones anteriores menciona las
buenas obras como requisito para ser salvos; sólo dicen que hay que
creer en Jesús. Pero además de eso, los siguientes versículos
indican expresamente que no podemos justificarnos delante de Dios
basándonos en nuestras propias obras de justicia, o en las obras de
la ley, las cuales nadie, excepto Cristo, fue capaz de cumplir.
Fil
3:9; ... y ser hallado en él (en
Cristo), no teniendo mi propia justicia, que es
por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de
Dios por la fe…
Tit
3:4-5; Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro
Salvador, y su amor para con los hombres, 5 nos salvó, no
por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia...
Ro
3:28; Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe
sin las obras de la ley.
Gá
2:16; ...sabiendo que el hombre no es justificado por las
obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros
también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados
por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las
obras de la ley nadie será justificado.
Entonces,
dado que resulta vano querer justificarnos y ser salvos por nuestras
obras, sólo podremos conseguirlo por la gracia y misericordia de
Dios, mediante la fe.
Ro
4:4-5; Pero al que obra, no se le cuenta el salario como
gracia, sino como deuda; 5 mas al que no obra, sino cree en aquel que
justifica al impío, su fe le es contada por justicia.
Ro
11:6; Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera
la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra
manera la obra ya no es obra.
Pero,
¿no dice Stg 2:24 que
“que
el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe”?
¿Cómo resolver esta aparente contradicción? El contexto general de
la Biblia y la porción que sigue (Ef
2:8-10),
entre otras, nos permite aclarar esta cuestión.
Ef
2:8-10; Porque por
gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que
nadie se gloríe. 10
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús
para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano
para que anduviésemos en ellas.
Este
texto nos enseña que
no podemos aportar ningún mérito que pueda servirnos para alcanzar
la salvación, porque ésta se obtiene únicamente de Dios por pura
gracia; sólo tenemos que recibirla por fe, arrepintiéndonos de
nuestros pecados y creyendo en el Señor Jesucristo. Por tanto, como
ya hemos visto en el comentario de Stg
2:14-26,
las buenas obras son el fruto o consecuencia natural de la fe, así
como la manifestación o evidencia de la misma. Si las mismas están
ausentes de la vida de una persona, es porque ésta no tiene fe; pero
las buenas obras en sí mismas no tienen valor para la salvación, y
por eso tienen que ir acompañadas de fe.
Una
manera concisa de resumir este punto que hemos tratado, es afirmando
que Dios no toma para sí hijos de entre los hombres por sus buenas
obras; sino que los toma para que hagan buenas obras, las que Él les
pone delante en su caminar diario.
UNA
ACTITUD EQUILIBRADA ENTE FE Y OBRAS
Una
vez explicada la función que desempeña la fe en la salvación y su
conexión con las buenas obras, quiero alertar acerca del peligro de
vivir bajo la influencia de una enseñanza sesgada y, por tanto,
errónea sobre este asunto tan trascendental.
Los
que creen que por sus buenas obras pueden ganar el cielo, ponen su
confianza en sí mismos en vez de depender totalmente de Dios. Eso
puede llevarlos al orgullo de considerarse buenas personas y
despreciar a otros con los que se comparan (Lc 18:9-14).
Si el hombre pudiera reclamar el derecho a ser salvo en base a sus
buenas obras, no tendría sentido que Dios enviara a su Hijo al mundo
para expiar nuestros pecados mediante el derramamiento de su propia
sangre (Gá 2:21).
Por consiguiente, todo aquél que pretende justificarse ante Dios por
sus obras, está despreciando el sacrificio de Cristo en la cruz.
Lc
18:9-14; A unos que confiaban en sí mismos como justos, y
menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: 10 Dos
hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro
publicano. 11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta
manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres,
ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 12 ayuno
dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. 13 Mas
el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al
cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a
mí, pecador. 14 Os digo que éste descendió a su casa justificado
antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será
humillado; y el que se humilla será enaltecido.
Gá
2:21; No desecho la gracia de Dios; pues si por la
ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.
En el extremo opuesto hay quienes piensan que como la salvación se obtiene por fe sin obras, tienen vía libre para andar como les plazca. Y aunque no producen frutos dignos de arrepentimiento, confían engañosamente en que son salvos, porque un día hicieron una declaración de fe y asisten regularmente a los actos de culto de su congregación (Gá 6:7-8). Pero lo cierto es que el conformismo o falta de celo puede llevarnos a la tibieza espiritual, algo que a Cristo le resulta nauseabundo (Ap 3:15-16).
Gá
6:7-8; No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues
todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. 8
Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción;
mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida
eterna.
Ap
3:15-16; Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni
caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! 16 Pero
por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi
boca.
Esa
actitud puede hacernos bajar la guardia contra las tentaciones; puede
hacernos caer en el engaño de pretender seguir a Jesús sin tener
que esforzarnos en la gracia (2 Ti 2:1),
sin la exigencia de ningún sacrificio o renuncia por nuestra parte
(2 Ti 2:3). Es verdad
que Cristo ya pagó por nuestros pecados pasados, presentes y
futuros; pero eso no nos da derecho a menospreciar la gracia de Dios,
permaneciendo impasibles ante ellos (Ro 6:1-2),
sino que debemos arrepentirnos sinceramente y pedirle perdón al
Señor cada vez que seamos conscientes de que le hemos fallado (1
Jn 1:9).
2
Ti 2:1; Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que
es en Cristo Jesús.
2
Ti 2:3; Tú, pues, sufre
penalidades como buen soldado de Jesucristo.
Ro
6:1-2; Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado
para que la gracia abunde? 2 En ninguna manera. Porque los que hemos
muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?.
1
Jn 1:9; Si confesamos nuestros pecados,
él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad.
OBRA
DE FE CUYOS OBREROS HACEN LAS OBRAS DE DIOS
Dios
ha creado una obra para que la iglesia de Cristo se ocupe en ella.
Dicha obra es mencionada en el Nuevo Testamento mediante una serie de
figuras, que muestran las diferentes propiedades y tipos de actividad
de la iglesia, en relación a su labor interna de discipulado y a la
externa de predicar el evangelio en todo el mundo. Así, vemos
figuras tales como un cuerpo, un ejército, una carrera, una viña,
un edificio, etc.
Tomando,
por ejemplo, la figura del edificio, vemos que éste representa a la
iglesia, que es
de piedra y está en construcción. Cada miembro de la iglesia, como
piedra del edificio, ha sido edificado sobre el fundamento de Cristo,
así como el de los apóstoles y profetas, al ser colocado en esta
obra o edificio (Ef 2:20-22);
pero a la vez, como piedra viva que es (1 P 2:5),
tiene la capacidad de sobreedificar encima (1 Co 3:9-11).
Luego, todos los miembros se edifican y dan soporte o apoyo mutuo (1 Ts 5:11).
Ef
2:20-22; ...edificados sobre el fundamento de los apóstoles
y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,
21 en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser
un templo santo en el Señor; 22 en quien vosotros también sois
juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.
1 P 2:5; ...vosotros también, como piedras vivas, sed
edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para
ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de
Jesucristo.
1
Co 3:9-11; Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y
vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. 10
Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como
perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero
cada uno mire cómo sobreedifica. 11 Porque nadie puede
poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.
1 Ts 5:11; Por lo cual, animaos unos a otros, y
edificaos unos a otros, así como lo hacéis.
Por
tanto, se puede afirmar que Cristo ha fundado una obra para que sus
obreros trabajen en ella, y mediante el desempeño diligente de las
tareas que Dios le ha asignado a cada uno, realicen buenas obras (2
Ti 2:15; Mt 20:1; Lc 10:2).
2
Ti 2:15; Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como
obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la
palabra de verdad.
Mt
20:1; Porque el reino de los cielos es semejante a un
hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar
obreros para su viña.
Lc
10:2 (también Mt 9:37-38); Y les decía: La mies a la
verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de
la mies que envíe obreros a su mies.
Ahora
bien, el sustantivo “obra” tiene varias acepciones, por lo que no
siempre significa lo mismo. Así, una obra puede referirse tanto al
resultado final de una actividad o trabajo, como a su proceso o
desarrollo, en los que intervienen acciones y recursos dirigidos a la
consecución de un objetivo común (la obra de toda una vida, una
obra literaria, social, misionera, etc). En cambio, cuando hablamos
de obras en plural solemos referirnos a acciones más concretas y
delimitadas; de manera que trabajando en una obra se pueden hacer
muchas obras.
La
misma Biblia también hace referencia a una obra en ambos sentidos:
en el sentido amplio de una obra que se prolonga en el tiempo (Jn
17:4; Ro 14:20), y en otro más
restringido para referirse a las obras que se realizan cotidianamente
(Jn 5:36; Jn 9:4; Ap 2:26).
Los siguientes versículos son una muestra de ello.
Jn
17:4; Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra
que me diste que hiciese.
Ro
14:20; No destruyas la obra de Dios por
causa de la comida...
Jn
5:36; ...porque las obras que el Padre me dio para que
cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de
mí, que el Padre me ha enviado.
Jn
9:4; Me es necesario hacer las obras del que me envió,
entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede
trabajar.
Ap
2:26; Al que venciere y guardare mis obras hasta
el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones…
En
concordancia con Ef 2:10,
las porciones anteriores nos revelan que estamos llamados a trabajar
en la obra de Dios, no en nuestra propia obra, y a hacer sus obras,
no las nuestras. Esto es algo a tener en cuenta, porque hacer buenas
obras en contra de la voluntad de Dios, es algo que para Él carece
de valor, por lo que no serán recompensadas. Por eso vuelvo a
reiterar que para que las obras sean provechosas han de hacerse en
fe, motivadas por el amor a Dios y al prójimo, y para la gloria de
Dios, no para nuestra propia gloria.
Por
otra parte, si andamos rectamente en los caminos de Dios, no hace
falta que nos afanemos u obsesionemos en la búsqueda de buenas
obras, porque ya Él las ha preparado de antemano para que las
hagamos; luego oportunidades no nos van a faltar.
Ef 2:10; Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
LA
FE IMPLICA PASAR DE LOS DICHOS A LOS HECHOS
En
la obra que Dios ha encomendado a sus discípulos, palabras y hechos
son igualmente importantes. Tan importante es predicar el evangelio,
o confesar con nuestros labios la fe que profesamos, como ser luz del
mundo, andando en santo temor y haciendo bien al prójimo (Mt
5:16).
Mt
5:16; Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para
que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que
está en los cielos.
Pero
es evidente que en general cuesta menos decir que hacer (Mt
23:2-3); como dice un viejo
refrán, es más fácil predicar que sembrar trigo. Por eso mucha
gente que está harta de oír a charlatanes hipócritas y
embaucadores, sólo puede ser persuadida con hechos, con el
testimonio de una vida coherente e íntegra (Jn 10:24-25;
Jn 10:37-38).
Mt
23:2-3; En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los
fariseos. 3 Así que, todo lo que os digan que guardéis,
guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque
dicen, y no hacen.
Jn
10:24-25; ...Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. 25 Jesús
les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que
yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí.
Jn
10:37-38; Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis.
38 Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras,
para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el
Padre.
Entonces,
si queremos tener credibilidad, nuestras palabras tienen que ser
refrendadas con nuestros hechos, tenemos que dar testimonio de la
verdad con una vida ejemplar. Eso es lo que hizo Jesús, a quien
debemos imitar, huyendo de la falsedad que caracterizaba el proceder
de los escribas y fariseos de su época.
LAS
OBRAS DE LA CARNE Y LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU
De
acuerdo con Ro 8:1-15, el
verdadero cristiano no anda según la carne, sino conforme al
Espíritu, dejándose guiar por Él. Su cuerpo es pecaminoso y
mortal, igual que el del incrédulo; pero mientras éste hace lo que
le pide el cuerpo, el que tiene al Espíritu morando en él se aparta
de las concupiscencias de la carne (1 P 2:11).
En la misma línea, el capítulo 6 de Romanos enseña que con Cristo
hemos muerto crucificados y fuimos sepultados en el bautismo, para
resucitar también con Él a nueva vida. De ahí las exhortaciones de
los apóstoles Pablo y Pedro (Gá 5:16-17; 1 P
4:1-2).
1 P 2:11; Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos,
que os abstengáis de los deseos carnales que batallan
contra el alma...
Gá
5:16-17; Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no
satisfagáis los deseos de la carne. 17 Porque el deseo de
la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la
carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que
quisiereis.
1
P 4:1-2; Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la
carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha
padecido en la carne, terminó con el pecado, 2 para no vivir el
tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los
hombres, sino conforme a la voluntad de Dios.
En
la amonestación de Pablo a los gálatas (Gá 5:19-23)
vemos que las obras de la carne no se comparan con las obras o frutos
del Espíritu, como cabría esperar, sino que se contraponen al fruto
(en singular) del Espíritu. Eso significa que la carne, que es
pecaminosa y mortal, produce malas obras; en cambio el Espíritu, que
es vida, produce fruto que
predispone de modo natural
a toda buena obra (Mt
7:17).
Gá
5:19-23; Y manifiestas son las obras de la carne, que son:
adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20 idolatría,
hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas,
disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, borracheras, orgías,
y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os
amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales
cosas no heredarán el reino de Dios. 22 Mas el fruto del
Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
Mt 7:17; Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol
malo da frutos malos (en
este caso el árbol tiene un significado equivalente al de una
persona que tiene el fruto del Espíritu, y los frutos equivalen a las
obras que siguen de modo natural al fruto del Espíritu).
Luego, aunque en ciertos
contextos de la Biblia los frutos tienen un significado similar al de
las obras (Mt 7:16),
en general el fruto se refiere al carácter de una persona (Ro
6:22; Ef 5:9; He 12:11). Se
podría, pues,
decir que las obras tienen que ver con el hacer, mientras que el
fruto está relacionado con el ser. Ahora bien, cuando alguien se
deja moldear por Dios, el Espíritu Santo transforma su carácter
conforme a la imagen de Cristo, un carácter que reúne las
cualidades enumeradas en la anterior porción de Gálatas (amor,
gozo, paz, etc). Esa obra de santificación que tiene lugar en el
creyente es el fruto del Espíritu, al cual le siguen las buenas
obras.
Mt
7:16; Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen
uvas de los espinos, o higos de los abrojos?
Ro
6:22; Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos
siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la
santificación, y como fin, la vida eterna.
Ef
5:9; ...porque el fruto del Espíritu es en toda bondad,
justicia y verdad…
He
12:11; Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa
de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible
de justicia a los que en ella han sido ejercitados.
Sin
duda es voluntad de Dios que, teniendo el fruto del Espíritu, nos
ocupemos en buenas obras. Así que éstas son, tanto una
manifestación y consecuencia de la fe, como del fruto del Espíritu.
Col
1:10; ... para que andéis como es digno del Señor, agradándole en
todo, llevando fruto en toda buena obra, y
creciendo en el conocimiento de Dios...
Tit
3:14; Y aprendan también los nuestros a ocuparse en buenas
obras para los casos de necesidad, para que no sean sin fruto.
DEBEMOS
APRECIAR EL VALOR DE LAS BUENAS OBRAS
Basta
observar la cantidad de veces que la Palabra nos exhorta a hacer
buenas obras, para darnos cuenta de su importancia. No es que debamos
hacer buenas obras para ser salvos, sino que debemos hacerlas porque
ya somos salvos. El verdadero cristiano rebosa gratitud hacia Dios, y
eso lo lleva a caminar con Él en fe, amor y obediencia, siendo las
buenas obras la consecuencia natural de dicha actitud de entrega al
Señor. Los siguientes versículos muestran claramente que Dios se
complace en nuestras buenas obras, siempre que sean hechas para su
gloria.
2
Co 9:8; Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda
gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo
suficiente, abundéis para toda buena obra.
2
Ts 2:16-17; Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro
Padre… 17 conforte vuestros corazones, y os confirme en
toda buena palabra y obra.
1
Ti 6:18-19; Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras,
dadivosos, generosos; 19 atesorando para sí buen fundamento para lo
por venir, que echen mano de la vida eterna.
Tit
3:8; Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con
firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse
en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los
hombres.
He
13:20-21; Y el Dios de paz… 21 os haga aptos en toda obra
buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en
vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo…
1
P 2:12; ...manteniendo buena vuestra manera de vivir entre
los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como
de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la
visitación, al considerar vuestras buenas obras.
Ap
14:13; ...Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren
en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus
trabajos, porque sus obras con ellos siguen.
DIOS
PAGARÁ A CADA UNO SEGÚN SUS OBRAS
Según He 9:27, “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”. Por lo tanto, el Señor Jesucristo, a quien el Padre entregó todo juicio (Jn 5:22), juzgará algún día a los hombres; y lo va a hacer considerando las obras de cada uno. Primero juzgará a sus discípulos, que ya son salvos, para otorgar a cada uno la recompensa que en función de sus obras le corresponda (1 Co 3:8,13-15; 2 Co 5:10; Ap 22:12).
Jn
5:22; Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo
el juicio dio al Hijo...
1
Co 3:8, 13-15;
8
Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque
cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor.
13
...la obra de cada uno se hará manifiesta;
porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y
la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. 14 Si
permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá
recompensa. 15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida,
si bien él mismo será salvo, aunque
así como por fuego.
2
Co 5:10; Porque es necesario que todos nosotros
comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba
según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o
sea malo.
1
P 1:17; Y si invocáis por Padre a aquel que
sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno,
conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación…
Ap
22:12; He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo,
para recompensar a cada uno según sea su obra.
Y
después juzgará aparte a las demás personas por sus obras; pero no
para saber qué recompensa recibirán, sino para dar a conocer su destino
eterno, sea el cielo para los que son declarados salvos, o el
infierno para los que sean condenados (Job 34:11; Sal
62:12; Mt 16:27; Ro 2:5-6).
Job
34:11 (también Sal
62:12); Porque él pagará al hombre según su obra, y le
retribuirá conforme a su camino.
Mt
16:27; Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con
sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus
obras.
Ro
2:5-6; Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras
para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del
justo juicio de Dios, 6 el cual pagará a cada uno conforme
a sus obras.
Podemos, pues, concluir, que las buenas obras son valiosas para los creyentes, a pesar de que no
son
salvos por ellas sino por gracia, en virtud de la justicia de Cristo.
Y en cuanto a aquéllos a los que no les haya alumbrado la luz de
Cristo, las buenas obras guiadas por su conciencia es todo cuanto
pueden alegar en su defensa, cuando comparezcan ante Él en juicio
(Ro 2:14-16).
Ro
2:14-16; Porque cuando los gentiles que no tienen ley,
hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan
ley, son ley para sí mismos, 15 mostrando la obra de la ley escrita
en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o
defendiéndoles sus razonamientos, 16 en el día en que Dios juzgará
por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.
DIOS
VE Y JUZGA LAS MOTIVACIONES E INTENCIONES DE LAS OBRAS
Por
último, como ya he comentado, Dios penetra con
su mirada hasta lo más recóndito del ser humano y discierne las motivaciones
e intenciones ocultas del
corazón (Jer 17:9-10; Ap 2:23);
de modo que cuando seamos
juzgados éstas serán decisivas para determinar si nuestras buenas obras
son aprobadas o carecen totalmente de valor
(Ec 12:14).
Jer
17:9-10; Engañoso es el corazón más que todas las cosas,
y perverso; ¿quién lo conocerá? 10 Yo Jehová, que escudriño la
mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino,
según el fruto de sus obras.
Ap
2:23; Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias
sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os
daré a cada uno según vuestras obras.
Ec
12:14; Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente
con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.
En la realización de nuestros actos hay una dimensión oculta e
inaccesible a los ojos de los demás, que sólo Dios y el propio
sujeto pueden conocer. Pues bien, esa parte secreta e invisible
que alberga los motivos e intenciones del corazón, para Dios es aun
más importante que las mismas obras (Pr
4:23; Pr 23:26). De manera que cada vez que decidimos llevar a cabo una acción determinada, pero no conseguimos realizarla porque se interpone algún impedimento en contra de nuestra voluntad, Dios juzga ese deseo fallido como si
fuera un hecho consumado, con independencia de que el mismo sea bueno
o malo (Mt 5:28).
Pr
4:23; Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de
él mana la vida.
Pr
23:26; Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis
caminos.
Mt
5:28; Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para
codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.
Lo
mismo ocurre con la voluntad o voluntariedad de nuestros actos. Es
posible realizar una obra que en sí misma sea buena, pero que vaya
en contra de la voluntad de Dios, porque Él nos esté pidiendo hacer otra
cosa (1 S 15:22), o bien porque hagamos sus obras por vanagloria,
celos, contienda, etc. Por otra parte, Dios se muestra compasivo
cuando hacemos algo malo sin ser conscientes de ello, o si
perjudicamos a alguien de modo accidental e involuntario (Jos
20:2-3).
1
S 15:22; Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los
holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de
Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los
sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.
Jos
20:2-3; ...Señalaos las ciudades de refugio… 3 para que se
acoja allí el homicida que matare a alguno por accidente y no a
sabiendas; y os servirán de refugio contra el vengador de la
sangre.
Por
tanto, pidámosle sinceramente al Señor que quite de nosotros toda
vanidad e hipocresía (Mt 23:27-28),
para que hagamos buenas obras en fe, por amor y para su gloria; para
que no busquemos ser recompensados por los hombres en la tierra, sino
por Él en el cielo.
Mt
23:27-28; ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos,
hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros
blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas
por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.
28 Así también vosotros por fuera, a la verdad, os
mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de
hipocresía e iniquidad.
Bendiciones
para todos en
el Señor Jesucristo.