26/12/17

El sacrificio de la vaca alazana



(Números 19)

INTRODUCCIÓN

Antes del Nuevo Pacto, todos los sacrificios de animales, así como las ofrendas vegetales y libaciones que se presentaban a Jehová, representaban a Cristo. Había una variedad de animales que podían ser sacrificados, así como distintos tipos de sacrificios y ofrendas, según lo requiriera cada ocasión y propósito. Sin pretender ser exhaustivos, podemos mencionar los siguientes tipos de sacrificios y ofrendas:

-Los que cada persona, según su necesidad, podía presentar cualquier día del año (expiación por el pecado o la culpa, holocausto, ofrenda de paz, etc).

-Los dos corderos del holocausto diario, uno de mañana y otro de tarde, acompañados de su correspondiente libación y ofrenda vegetal.

-Los que se ofrecían semanalmente, cada sábado.

-Los de comienzo de mes, siguiendo las fiestas del calendario lunar.

-Los de las siete fiestas solemnes de carácter anual (Pascua, Pentecostés, Expiación, Tabernáculos, etc).

-Los dedicados a la consagración de las primicias y los diezmos.

-El sacrificio de la vaca alazana.

Será precisamente este último sacrificio el principal motivo de nuestra reflexión. Para ello iremos desgranando en versículos el capítulo 19 de Números. Pero antes quiero avanzar que el tema de este capítulo no puede ser más trascendental, porque se refiere a la provisión perfecta de Dios al hombre para expiar por completo su pecado y librarlo así de la muerte. De la necesidad de purificarnos del pecado para poder estar con Dios y de que es Cristo quien nos purifica, dan cuenta, entre otros, los siguientes versículos:

Sal 24:3-4; ¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? 4 El limpio de manos y puro de corazón...

Mt 5:8; Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.

1 Jehová habló a Moisés y a Aarón, diciendo: 2 Esta es la ordenanza de la ley que Jehová ha prescrito, diciendo: Di a los hijos de Israel que te traigan una vaca alazana, perfecta, en la cual no haya falta, sobre la cual no se haya puesto yugo;

Para empezar, llama la atención que no se haga referencia en el anterior texto a una ordenanza concreta de la ley, sino de modo genérico a “la ordenanza de la ley que Jehová ha prescrito. Luego esta ordenanza, expresada mediante figuras y sombras de las cosas celestiales que habían de venir con Cristo (He 10:1; He 8:4-5), parece abarcar, resumir y culminar toda la ley (Gá 3:24; Ro 10:4).

He 10:1; Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan.

He 8:4-5; Así que, si (Cristo) estuviese sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas según la ley; 5 los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales...

Gá 3:24; De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.

Ro 10:4; ...porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.

Sólo he podido hallar en toda la Biblia otra referencia genérica a “la ordenanza de la ley. Está en Nm 31:21 y trata precisamente, como veremos después, sobre este mismo asunto: la purificación del contacto con la muerte.

Nm 31:21; Y el sacerdote Eleazar dijo a los hombres de guerra que venían de la guerra: Esta es la ordenanza de la ley que Jehová ha mandado a Moisés:

Continuando con el versículo dos, vemos que está cargado de significado:

En primer lugar, la vaca pertenece a la especie animal más grande de las tres que eran válidas para los sacrificios, que eran: el ganado vacuno, el ovino y el caprino. Esto es coherente con los sacrificios de expiación por el pecado, en los que se establecía el tipo y el tamaño del animal que debía ser sacrificado en función del rango social y grado de autoridad del pecador, así como del carácter individual o colectivo del pecado.

En efecto, según vemos en Lv 4, para la expiación del pecado de los integrantes del sacerdocio y de los de toda la congregación, tenían que ofrecer sendos becerros; en cambio, si el que pecaba era un jefe, éste tenía que sacrificar un macho cabrío; y si era alguien del pueblo llano, la ofrenda estipulada era una cabra. O sea, a mayor autoridad del pecador, mayor era su responsabilidad y, por tanto, mayor tenía que ser el tamaño del animal sacrificado; y lo mismo ocurría con el pecado colectivo del pueblo, que requería el sacrificio de un animal de mayor tamaño que cuando se trataba de un pecado individual. La vaca alazana, como tipo de Cristo que es, representa una provisión abundante, hasta el punto de que es suficiente para expiar los pecados de toda la humanidad (Mt 26:28; 2 Co 5:14-15).

Mt 26:28; ...porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.

2 Co 5:14-15; Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; 15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

Otro aspecto a considerar es que la ternera procedía de Israel, no de otro pueblo gentil, lo cual representa el linaje de Jesús que, como sabemos, es de origen judío. Además tenía que ser toda ella de color rojizo, que es un símbolo del pecado y de la ira de Dios contra el pecador (Is 1:18; Is 63:2-3; Ap 14:19-20; Ap 19:13,15).

Is 1:18; Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.

Is 63:2-3; ¿Por qué es rojo tu vestido, y tus ropas como del que ha pisado en lagar? 3 He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había conmigo; los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas.

Ap 14:19-20; Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios. 20 Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios.

Ap 19:13,15; Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios... 15 De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.

Pero al mismo tiempo tenía que ser perfecta, sin la más mínima falta y sin yugo (He 4:15; 1 Jn 3:3, 5; Gá 5:1; Jn 8:34).

He 4:15; Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.

1 Jn 3:3,5; Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro... 5 Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él.

Gá 5:1; Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.

Jn 8:34; Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.

Esta paradoja señala indudablemente a Cristo que, siendo puro y sin mancha, cargó sobre su cuerpo nuestros pecados en la cruz (Is 53:5-6; 1 P 2:21-22, 24; 2 Co 5:21).

Is 53:5-6; Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

1 P 2:21-22,24; ...Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; 22 el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca;... 24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.

2 Co 5:21; Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

La becerra alazana era examinada minuciosamente por el sumo sacerdote, el cual la declaraba apta para el sacrificio, sólo si la veía completamente pura y sin defecto. De modo similar, Jesús pasó por el escrutinio del concilio presidido por el sumo sacerdote Caifás, sin que ni éste (Mr 14:55), ni Pilato, ni Herodes (Lc 23:13-15) ni ningún otro antes o después (Jn 8:46), hallasen en Él culpa alguna.

Mr 14:55; Y los principales sacerdotes y todo el concilio buscaban testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte; pero no lo hallaban.

Lc 23:13-15; Entonces Pilato, convocando a los principales sacerdotes, a los gobernantes, y al pueblo, 14 les dijo: Me habéis presentado a éste como un hombre que perturba al pueblo; pero habiéndole interrogado yo delante de vosotros, no he hallado en este hombre delito alguno de aquellos de que le acusáis. 15 Y ni aun Herodes, porque os remití a él; y he aquí, nada digno de muerte ha hecho este hombre.

Jn 8:46; ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?

3 y la daréis a Eleazar el sacerdote, y él la sacará fuera del campamento, y la hará degollar en su presencia.

En el día de la expiación o Yom Kippur el sumo sacerdote, como representante del pueblo y mediador e intercesor delante de Dios, sacrificaba el becerro y el macho cabrío en el lado norte del altar de bronce (o de cobre, según algunos expertos). Sin embargo, en el caso de la vaca alazana el sumo sacerdote no sacrificaba el animal, sino que le encargaba a otra persona que lo hiciera, y no junto al altar, sino fuera del campamento o ciudad.

Esto se cumplió a la perfección en Cristo, a quien no mataron los judíos, sino que fue entregado por los principales sacerdotes y los ancianos a los gentiles romanos (Mt 27:1-2) para que, en complicidad con el pueblo reunido, lo crucificaran fuera de la ciudad en un lugar llamado Gólgota (Jn 19:17-18; He 13:12).

Mt 27:1-2; Venida la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo entraron en consejo contra Jesús, para entregarle a muerte. 2 Y lo llevaron atado, y lo entregaron a Poncio Pilato, el gobernador.

Jn 19:17-18; Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota; 18 y allí lo crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio.

He 13:12; Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta.

El hecho de que Jesús fuera sacrificado fuera de la ciudad y, por tanto, alejado del templo, es una señal de que los verdaderos adoradores de Dios lo son en espíritu y en verdad (Jn 4:20-21,23). En consecuencia, la adoración no se limita o vincula a un determinado lugar (sea un templo, monte, etc), ni se restringe exclusivamente a Israel, sino que se extiende también a los gentiles y alcanza a toda la humanidad.

Jn 4:20-21,23; Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. 21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre... 23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.

Pero también apunta al hecho de que los seguidores de Cristo viven en la tierra como extranjeros y peregrinos, sabiendo que les está reservada una ciudad y una patria celestial, que es la nueva Jerusalén (He 13:12-14; Fil 3:20; He 11:9-10,13-16; Ap 21:2).

He 13:12-14; Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta. 13 Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio; 14 porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir.

Fil 3:20; Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo

He 11:9-10,13-16; Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 10 porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios... 13 Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. 14 Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; 15 pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. 16 Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.

Ap 21:2; Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.

En el sacrificio ordinario por el pecado y en el día de la expiación los oferentes arrepentidos (o los ancianos en caso de pecado de todo el pueblo) ponían una mano sobre la cabeza del animal y con la otra lo mataban. De ese modo reconocían sus pecados, a la vez que los transferían simbólicamente a la víctima. Y como la paga o consecuencia del pecado es la muerte (Ro 5:12; Ro 6:23), el inocente animal moría en sustitución del pecador.

Ro 5:12; Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.

Ro 6:23; Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

Esto apunta evidentemente a Cristo. Pero, mientras que con el sacrificio de éste nuestros pecados son perdonados y además borrados o hechos desaparecer (Hch 3:19; Jn 1:29; He 10:17-18; 1 Jn 3:5; Mi 7:18-19; etc), con los sacrificios de animales los pecados eran perdonados, mas no desaparecían (He 10:11), sino que sólo eran cubiertos o tapados.

Hch 3:19; Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados...

Jn 1:29; El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

He 10:17-18; ...añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. 18 Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.

1 Jn 3:5; Y sabéis que Él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en Él.

Mi 7:18-19; ¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. 19 El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.

He 10:11; Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados…

4 Y Eleazar el sacerdote tomará de la sangre con su dedo, y rociará hacia la parte delantera del tabernáculo de reunión con la sangre de ella siete veces;

En la expiación ordinaria por el pecado del sacerdocio o por el pecado de todo el pueblo, el sacerdote introducía en el lugar santo del tabernáculo un tazón con la sangre derramada, donde la esparcía hacia el velo con un dedo siete veces y untaba los cuatro cuernos del altar del incienso, echando a continuación el resto de la sangre fuera del tabernáculo, al pie del altar del holocausto. En la fiesta de la expiación el sumo sacerdote procedía de manera similar, añadiendo más detalles, ya que entraba en el lugar santísimo y esparcía la sangre sobre el propiciatorio; luego lo hacía sobre el altar del incienso aromático, y finalmente purificaba con la sangre todo el tabernáculo (He 9:22).

He 9:22; Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.

Sin embargo, observamos que en el sacrificio de la vaca alazana el rociamiento de la sangre se hace a distancia en dirección a la entrada del tabernáculo. El hecho de que se hiciera fuera del tabernáculo o en su caso del campamento o ciudad, indica, como he dicho antes, que Dios busca adoradores en espíritu y en verdad, y que los seguidores de Cristo andan por la tierra como extranjeros y peregrinos en busca de una patria y ciudad celestial.

El rociamiento de la sangre hacia la entrada del tabernáculo, en mi opinión es un indicio de que el Calvario no está situado, como muchos creen, al oeste del templo, donde actualmente está levantada la iglesia del Santo Sepulcro; sino que está al este, al otro lado del torrente del Cedrón, sobre el Monte de los Olivos. En efecto, sólo desde esa ubicación podían dirigir la sangre hacia la entrada del templo que, como la del tabernáculo, miraba al oriente. En cualquier caso no considero oportuno enredarme ahora en esa controversia.

Por otra parte, este hecho también nos recuerda que cuando Jesús expiró, el velo del templo se rasgó (Mt 27:51; Mr 15:38; Lc 23:45).

Mt 27:50-51; Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. 51 Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron.

Eso significa que nosotros ahora tenemos acceso al lugar santísimo; no a un templo hecho de manos, sino al mismo trono celestial (He 4:14,16; He 9:11-12; He 10:19-20).

He 4:14,16; Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión... 16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.

He 9:11-12; Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, 12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.

He 10:19-20; Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, 20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne

Significa que hemos sido hechos sacerdotes con Cristo (1 P 2:9; Ap 1:5-6; Ap 5:10), nuestro sumo sacerdote, para adorar a Dios y tributarle sacrificios espirituales de alabanza (He 13:15; 1 P 2:5).

Ap 1:5-6; ...y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, 6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.

He 13:15; Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.

1 P 2:5; ...vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.

La sangre del animal se esparcía siete veces (el número de la perfección divina) para obtener una purificación completa, así como la aceptación del sacrificio por parte de Dios, ya que simbolizaba la sangre de Cristo, que fue puro y sin mancha delante de Dios y de los hombres.

5 y hará quemar la vaca ante sus ojos; su cuero y su carne y su sangre, con su estiércol, hará quemar.

El holocausto de la ternera fuera del campamento, significa que en la cruz del Calvario Cristo se entregó totalmente, que entregó su carne y sangre por los pecados de la humanidad (Jn 6:51,53), y que su sacrificio subió como incienso de olor fragante a Dios. Eso implica que la ira y el juicio de Dios cayeron sobre Jesús para que los pecadores que se arrepientan y crean en Él sean librados de la condenación eterna en el lago que arde con fuego y azufre (Ef 2:3; Jn 3:36; Ro 5:9).

Jn 6:51,53; Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo... 53 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.

Ef 2:3; ... y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás...

Jn 3:36; El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.

Ro 5:9; Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

6 Luego tomará el sacerdote madera de cedro, e hisopo, y escarlata, y lo echará en medio del fuego en que arde la vaca.

Al quemar estos elementos que intervinieron en el Antiguo Pacto (He 9:18-19) en el mismo fuego en el que arde la vaca alazana, la cual simboliza a Cristo, la ley es perfeccionada y el Viejo Pacto da paso al Nuevo Pacto (He 8:6-7,13).

He 9:18-19; De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre. 19 Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo...

He 8:6-7,13; Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. 7 Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo... 13 Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.

Es significativo el hecho de que el sacerdote no intervenga directamente en el sacrificio ni en el holocausto de la vaca, pero sí lo haga en la manipulación de la madera, el hisopo y la lana escarlata. Estos elementos son instrumentos del Antiguo Pacto y del sacerdocio levítico, del que es competente el sumo sacerdote, y por eso los maneja. Sin embargo no podía tocar la vaca alazana, ya que Cristo no sería ofrecido en sacrificio por ningún sacerdote, sino que se ofrecería a sí mismo (He 1:3; He 7:26-27).

He 1:3; …(Cristo) habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas…

He 7:26-27; Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; 27 que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.

Así que con su sacrificio, Cristo estableció un Nuevo Pacto en su sangre, que no se basa en las obras de la ley, sino en la gracia de Dios, a la que se accede mediante la fe en Él. Con el Nuevo Pacto el sacerdocio levítico dio paso al sacerdocio universal de los creyentes (1 P 2:9; Ap 1:5-6; Ap 5:10); el sumo sacerdocio según el orden de Aarón fue cambiado por el sumo sacerdocio según el orden de Melquisedec (He 7:11-12); y la ley escrita en tablas de piedra se convirtió en ley escrita en los corazones (He 10:16).

He 7:11-12; Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón? 12 Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley.

He 10:16; Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré...

En cuanto al significado individual de la madera de cedro, el hisopo y la lana escarlata, no tengo plena certeza del mismo. No obstante voy a aventurar algunas hipótesis:

La madera de cedro podría tener relación con la cruz del Calvario, pero también con la humanidad de Cristo. Por una parte se trata de una madera noble, y sabemos que Jesús, como hijo de David, es el heredero eterno de su trono. Por otra parte el tabernáculo (también el templo), que simboliza el cuerpo de Cristo (Jn 2:19-21), está compuesto en su mayor parte de madera de cedro revestida de oro. La madera hace referencia a la humanidad de Jesús y el oro a su divinidad.

Jn 2:19-21; Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. 20 Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? 21 Mas él hablaba del templo de su cuerpo.

El hisopo es una planta que brota fácilmente en Israel, aun entre las fisuras de los muros (1 R 4:33). Al tratarse de una planta esponjosa que puede empaparse de líquido para su aspersión, quizá sea un símbolo de que la superabundante gracia de Dios, suficiente para redimir a toda la humanidad, es aplicable a todos los pecadores, pero la tiene que recibir individualmente cada persona, arrepintiéndose y creyendo en Jesús como su Señor y Salvador (Jn 1:16).

1 R 4:33; También disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared...

Jn 1:16; Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.

Por último, para obtener lana escarlata necesitamos sacrificar un animal ovino, extraer su lana y teñirla con un tinte rojo. Aquí es fácil discernir a Cristo, el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Tenía que ser un cordero sin defecto y Jesús lo fue, porque no conoció pecado. No obstante, su lana más blanca que la nieve fue manchada con su propia sangre escarlata, al hacerse pecado por nosotros.

7 El sacerdote lavará luego sus vestidos, lavará también su cuerpo con agua, y después entrará en el campamento; y será inmundo el sacerdote hasta la noche. 8 Asimismo el que la quemó lavará sus vestidos en agua, también lavará en agua su cuerpo, y será inmundo hasta la noche. 9 Y un hombre limpio recogerá las cenizas de la vaca y las pondrá fuera del campamento en lugar limpio, y las guardará la congregación de los hijos de Israel para el agua de purificación; es una expiación. 10 Y el que recogió las cenizas de la vaca lavará sus vestidos, y será inmundo hasta la noche; y será estatuto perpetuo para los hijos de Israel, y para el extranjero que mora entre ellos.

Vemos que los intervinientes en el ritual tenían que estar limpios para poder participar en las distintas operaciones que se llevaban a cabo con la vaca alazana. Lo que resulta un tanto sorprendente es que, al estar expuestos al contacto o cercanía de la vaca, o de los restos que quedaban de ella, fueran contaminados y tuvieran que lavar sus cuerpos y vestidos para entrar en el campamento, siendo inmundos hasta la noche. Pero en todo caso se trataba de una impureza menor, que podía limpiarse sólo con agua.

Esta es una referencia espiritual a las personas que han sido redimidas por la sangre de Cristo y han nacido de nuevo en el Espíritu, por lo que están limpias (1 Co 6:11; Ef 5:25-27).

1 Co 6:11; Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.

Ef 5:25-27; Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.

Sin embargo, aunque estén limpias no pueden evitar que el polvo se les pegue a sus pies en su caminar diario. Por eso sólo necesitan lavar en agua sus pies (Jn 13:8-11); es decir, necesitan mantener una higiene básica para conservar esa limpieza, escuchando y obedeciendo la voz de Dios manifestada en su Palabra (Ef 5:26; Jn 15:3).

Jn 13:8-11; Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. 9 Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza. 10 Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos. 11 Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos.

Jn 15:3; Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.

Pero además de la contaminación por los pecados que no son de muerte, de los que nadie sobre la tierra está inmune (1 Jn 5:17), puede haber contaminación por pecados que sí son de muerte, por rechazar las personas a Cristo, que es la fuente de la vida, al no reconocerlo como su Señor y Salvador. Para limpiarse de esa contaminación mortal, no es suficiente el agua, sino que se necesita aplicar el agua mezclada con las cenizas de la vaca roja; o sea, necesitamos lavar nuestros cuerpos y nuestros vestidos con la sangre del Cordero y ser así regenerados por el Espíritu (Ap 1:5; Ap 7:14).

1 Jn 5:17; Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte.

Ap 1:5; ... y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre

Ap 7:14; Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.

En la Biblia se mencionan tres elementos simbólicos de purificación: la sangre, el agua y el fuego. Los israelitas guardaban las cenizas de la vaca fuera del campamento, en un lugar limpio, para que estuvieran disponibles a los que necesitasen limpiarse de la peor impureza, que es la muerte, la cual contamina todo lo que toca o está a su alrededor. Esa purificación de la contaminación por la exposición a cadáveres, se obtenía mezclando las cenizas con agua corriente (agua viva) y rociando con hisopo a la persona inmunda. Así, pues, las cenizas de la vaca, que son el resultado del fuego que consume y purifica, convergen aquí con el agua, que es otro elemento purificador.

Esto es una ilustración del sacrificio de Cristo, el cual fue una ofrenda de olor fragante (Ef 5:2), que subió como el holocausto de la vaca, a través del fuego y el humo, de la tierra al cielo, desde lo material hacia lo espiritual. Pero a la vez Cristo es el agua purificadora que representa la Palabra o Verbo hecho carne, el cual descendió del cielo para dar vida a los hombres (Jn 3:13; Jn 6:33,51; Ef 4:9-10). El agua desciende del cielo a la tierra con la lluvia, así como desde las partes más altas de la tierra hacia las más bajas, desde los ríos que nacen en las montañas hasta los lagos y el mar.

Ef 5:2; Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.

Jn 3:13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.

Jn 6:33,51; Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo... 51; Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.

Ef 4:9-10; Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? 10 El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo.

11 El que tocare cadáver de cualquier persona será inmundo siete días. 12 Al tercer día se purificará con aquella agua, y al séptimo día será limpio; y si al tercer día no se purificare, no será limpio al séptimo día. 13 Todo aquel que tocare cadáver de cualquier persona, y no se purificare, el tabernáculo de Jehová contaminó, y aquella persona será cortada de Israel; por cuanto el agua de la purificación no fue rociada sobre él, inmundo será, y su inmundicia será sobre él. 14 Esta es la ley para cuando alguno muera en la tienda: cualquiera que entre en la tienda, y todo el que esté en ella, será inmundo siete días. 15 Y toda vasija abierta, cuya tapa no esté bien ajustada, será inmunda; 16 y cualquiera que tocare algún muerto a espada sobre la faz del campo, o algún cadáver, o hueso humano, o sepulcro, siete días será inmundo.

Todo inconverso está espiritualmente muerto a causa de su pecado y, por tanto, en permanente contacto con la muerte, por lo que necesita una total limpieza de su inmundicia (2 Co 6:17; Ap 21:27).

2 Co 6:17; Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré...

Ap 21:27; No entrará en ella (en la nueva Jerusalén) ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.

Esa completa purificación se obtendrá de modo definitivo e irreversible al séptimo día, cuando el creyente se haya librado de su cuerpo mortal y esté en la presencia de Cristo con un cuerpo glorificado (Ro 7:22-24; Fil 3:2021).

Ro 7:22-24; Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; 23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. 24 ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?

Fil 3:2021; Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; 21 el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.

Pero nadie puede ser hallado puro el séptimo día, si antes no acepta el sacrificio de Cristo a su favor, identificándose con Él en su muerte y resurrección. Nadie puede presentarse limpio delante de Dios sin recibir el agua con las cenizas de la vaca al tercer día, que es cuando Cristo resucitó de la muerte, haciendo posible que el creyente nazca en el Espíritu, pasando así de muerte a vida (Os 6:2; Jn 5:24-25).

Os 6:2; Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.

Jn 5:24-25; De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. 25 De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán.

El pecado, que acarrea la muerte, es como un virus mortal extremadamente contagioso, capaz de contaminar no sólo a la persona infectada, sino también a todo su entorno (1 Co 5:6-7). Las vías de contagio y las circunstancias en las que se puede producir el mismo son múltiples y variadas. Así, una persona puede contaminarse en su propia casa o fuera de ella, en la ciudad o en el campo, de forma consciente y voluntaria o inconsciente e involuntaria. El contagio puede incluso ser inevitable cuando alguien muere de forma imprevista. Por eso el agua de la purificación se tiene que aplicar al cuerpo del inmundo, a sus vestidos, a todo lo que haya tocado, a los objetos que haya en su casa, a todo lo que directa o indirectamente haya sido contaminado por el contacto o la proximidad a algún cadáver.

1 Co 5:6-7; ...¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? 7 Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.

¿Cuál es la aplicación práctica de esto? Pues que el pecado no sólo mancha a quien incurre en él, sino que también puede ser causa de tropiezo a los que estén a su alrededor, sean familiares, vecinos, o a cualquiera que los esté observando. Es especialmente grave ser de mal ejemplo a los niños, así como a personas inmaduras o débiles en la fe (Mt 13:41; Lc 17:1-2; 1 Co 8:9).

Mt 13:41; Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, 42 y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.

Lc 17:1-2; Dijo Jesús a sus discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen! 2 Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos.

1 Co 8:9; Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles.

17 Y para el inmundo tomarán de la ceniza de la vaca quemada de la expiación, y echarán sobre ella agua corriente en un recipiente; 18 y un hombre limpio tomará hisopo, y lo mojará en el agua, y rociará sobre la tienda, sobre todos los muebles, sobre las personas que allí estuvieren, y sobre aquel que hubiere tocado el hueso, o el asesinado, o el muerto, o el sepulcro. 19 Y el limpio rociará sobre el inmundo al tercero y al séptimo día; y cuando lo haya purificado al día séptimo, él lavará luego sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y será limpio a la noche.

La expiación mediante las cenizas de la becerra alazana mezcladas con agua corriente (el agua de la purificación) es el remedio definitivo para el mal del pecado (He 10:10-14, 17-18). Los demás sacrificios sólo cubren los pecados anteriores al momento en que son ofrecidos, por lo que con el paso del tiempo se requieren nuevos sacrificios, a medida que se va incurriendo en pecado; aparte de que cada año se hace memoria de los pecados en el día de la expiación.

He 10:10-14,17-18; En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. 11 Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; 12 pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, 13 de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; 14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados... 17 añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. 18 Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.

Sin embargo, con un único sacrificio de la vaca roja se hacía provisión, no sólo para la purificación de contaminaciones ya producidas, sino también para las que se producirían en el futuro, a través incluso de sucesivas generaciones. Con Cristo ocurre algo similar. A nivel personal, con su muerte expiatoria en la cruz Jesús limpia los pecados pasados presentes y futuros de las personas que se han arrepentido y depositado su fe en Él. Y a nivel intergeneracional o histórico, Cristo redimió a los santos del Antiguo Testamento que creyeron en Dios y sus promesas, a quienes creyeron en Él cuando estuvo en la tierra, y a todos los creyentes que vendrían después, hasta el día de su regreso.

Además, a diferencia de los otros sacrificios expiatorios, en los que los penitentes tenían que desprenderse de un animal de su propiedad, gracias a la abundante provisión de la vaca alazana podían purificarse sin asumir ningún coste, pues sólo tenían que rociar el agua de la purificación. Aquí hallamos una referencia a dos modelos contrapuestos: por un lado está el intento vano del hombre de querer justificarse ante Dios por méritos propios, en base al cumplimiento de las obras de la ley; y por otro, la simple aceptación de ser justificados por pura gracia, mediante la fe, en virtud del exclusivo mérito de Cristo y su obra en la cruz del Calvario (Jn 6:28-29; Ro 4:3-6; Gá 2:15-16).

Jn 6:28-29; Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? 29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.

Ro 4:3-6; Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. 4 Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; 5 mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. 6 Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras.

Gá 2:15-16; Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, 16 sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.

Cristo, a semejanza de la vaca alazana, con un solo sacrificio hizo para siempre perfectos a los santificados; y no lo hizo derramando sangre de otros seres vivos, sino la suya propia. Ahora bien, para ser limpios de todo pecado, el creyente de hoy igual que el israelita de aquella época, tiene que someterse a una operación personal e intransferible, tiene que aplicar a su vida el agua de la purificación que Cristo provee para todos los hombres (Hch 2:38).

Hch 2:38; Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Seguidamente reproduzco Nm 31:19-24, un texto muy relacionado con el que ahora estamos considerando. En concreto, Nm 31:21 hace una referencia genérica, igual que Nm 19:2, “a la ordenanza de la ley”; además trata sobre el mismo tema: la purificación de los que se contaminan con muertos.

Nm 31:19-24; Y vosotros, cualquiera que haya dado muerte a persona, y cualquiera que haya tocado muerto, permaneced fuera del campamento siete días, y os purificaréis al tercer día y al séptimo, vosotros y vuestros cautivos. 20 Asimismo purificaréis todo vestido, y toda prenda de pieles, y toda obra de pelo de cabra, y todo utensilio de madera. 21 Y el sacerdote Eleazar dijo a los hombres de guerra que venían de la guerra: Esta es la ordenanza de la ley que Jehová ha mandado a Moisés: 22 Ciertamente el oro y la plata, el bronce, hierro, estaño y plomo, 23 todo lo que resiste el fuego, por fuego lo haréis pasar, y será limpio, bien que en las aguas de purificación habrá de purificarse; y haréis pasar por agua todo lo que no resiste el fuego. 24 Además lavaréis vuestros vestidos el séptimo día, y así seréis limpios; y después entraréis en el campamento.

Aquí observamos que a la vuelta de la guerra los israelitas se habían contaminado con la inmundicia de la muerte, por lo que tenían que purificarse durante siete días, aplicando el tercer y séptimo día el agua corriente con las cenizas de la expiación sobre sus cuerpos y sobre todo lo que traían consigo. Sólo así podían entrar en el campamento, después de lavar sus cuerpos y sus vestidos. Esto ya lo habíamos visto en Números 19, pero Nm 31:22-23 nos revela un nuevo detalle muy significativo: los objetos metálicos no sólo tenían que pasar por el agua de la purificación, sino también por fuego. Dicho detalle no sería fácil de entender si no fuera por 1 Co 3:11-15, cuyo texto muestro a continuación.

1 Co 3:11-15; Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. 12 Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, 13 la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. 14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. 15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.

El énfasis de esta porción no está en la salvación, aunque se alude a ella en el versículo 15. Se refiere, más bien, al galardón que corresponderá a cada persona cuando comparezca ante el tribunal de Cristo, en el que se juzgarán exclusivamente las acciones de los que ya son salvos. Como deja bien claro el versículo 11, la salvación se obtiene solamente por gracia, mediante la fe, en base a la justicia de Cristo, quien fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” (Ro 4:25).

Los creyentes, ya libres de la condenación eterna, están llamados a sobreedificar sobre el fundamento puesto, que es Jesucristo, andando en las buenas obras que Dios les ha preparado de antemano (Ef 2:10). Pues bien, en ese juicio las personas serán juzgadas, como todos los demás seres humanos, por sus obras (Mt 16:27; Ro 2:5-6), pero con la importante diferencia de que en este caso las obras no determinarán si las personas juzgadas serán o no salvas, que ya lo son, sino para saber si serán recompensadas y en qué medida (Ap 22:12).

Ef 2:10; Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Mt 16:27; Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.

Ro 2:5-6; Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, 6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras.

Ap 22:12; He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.

Así que, todas las obras serán pasadas por fuego, pero sólo las que resistan la prueba sin ser consumidas, serán tenidas en cuenta para recibir el galardón. De ahí que las acciones justas de los santos se comparen con los metales, que salen indemnes del fuego. Así pues, sólo seremos recompensados por las obras que manifiesten el fruto del Espíritu Santo en nuestras vidas; por ser hechas con la motivación correcta de glorificar a Dios; por hacerlas en el espíritu y no en la carne (Ap 2:23).

Ap 2:23; ...y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras.

20 Y el que fuere inmundo, y no se purificare, la tal persona será cortada de entre la congregación, por cuanto contaminó el tabernáculo de Jehová; no fue rociada sobre él el agua de la purificación; es inmundo. 21 Les será estatuto perpetuo; también el que rociare el agua de la purificación lavará sus vestidos; y el que tocare el agua de la purificación será inmundo hasta la noche. 22 Y todo lo que el inmundo tocare, será inmundo; y la persona que lo tocare será inmunda hasta la noche.

Es importantísima la advertencia que Dios hace a todos: las personas contaminadas con la inmundicia de la muerte que no sean rociadas con el agua de la purificación, serán cortadas de la congregación de los justos. Es decir, todos aquellos que no se arrepientan de sus pecados y pongan su fe en Jesús, serán expulsados de la presencia del Señor y arrojados a las tinieblas de afuera, donde será el lloro y crujir de dientes. Este es un serio aviso a las personas que no quieren conocer a Dios y rechazan a Cristo; pero a la vez es un recordatorio de la responsabilidad de los creyentes de anunciar el evangelio de salvación.

CONSIDERACIONES FINALES

En los libros del Pentateuco se muestran diferentes fuentes de contaminación que hacen inmundas a las personas que resultan contagiadas. Hay tipos de contaminación especialmente graves, por lo que también su tratamiento es más exigente de lo habitual. A juzgar por lo que dice Nm 5:1-2 parece que los tipos de contaminación más problemáticos eran: la lepra, el flujo de semen o el flujo menstrual, y los cadáveres.

Nm 5:1-2; Jehová habló a Moisés, diciendo: 2 Manda a los hijos de Israel que echen del campamento a todo leproso, y a todos los que padecen flujo de semen, y a todo contaminado con muerto.

Ha llegado el momento de poner punto y final a este estudio. Si alguien quiere escudriñar más por su cuenta sobre dichos focos de infección y su tratamiento, puede leer Lv 14 sobre la plaga de la lepra, Lv 15 sobre el flujo de semen, y Dt 21:1-9 sobre un caso especial de contaminación por muerto. Especialmente complejo es el procedimiento seguido con la lepra que, por otra parte, tiene cosas en común tanto con los sacrificios del día de expiación, como con el de la vaca roja, lo cual nos da una idea de su gravedad.

Espero y deseo que todas estas reflexiones sean provechosas para usted, estimado lector, como lo han sido para mí

Que el Señor reparta abundante bendición.

2 comentarios:

  1. Si, habiéndote alimentado con la leche espiritual no adulterada de la Palabra y habiendo dejado atrás el periodo de lactancia, necesitas comer viandas, no dudes en leer este estudio. Te ayudará a discernir a Cristo en un pasaje del antiguo testamento difícil de entender.

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  2. Por mucho tiempo crei que era un solo suceso, pero ahora despues de algunos estudios sobre el tema creo que Mateo, Marcos y Juan narran el mismo suceso, mientras Lucas narra otro diferente. Dios le bendiga muy buen estudio.

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