21/4/21

Sacrificios inaceptables para Dios

INTRODUCCIÓN

Antes de enfocarme en el objeto de este estudio haré una breve exposición de su contexto histórico, en base a los capítulos 10, 11 y 12 de Jueces.

Tras la muerte de Jair galaadita, que había juzgado al pueblo de Dios durante 22 años, los hijos de Israel volvieron a apartarse por enésima vez de Él, haciendo lo malo y sirviendo a los dioses de los pueblos de alrededor. Esto provocó a ira a Jehová, que los entregó en manos de los filisteos y, sobre todo de los amonitas, los cuales no se conformaron con oprimir la tierra de Galaad durante 18 años, sino que atravesaron el Jordán para hacer guerra también contra Judá, Benjamín y Efraín.

Entonces los hijos de Israel clamaron a Jehová, reconociendo su pecado y dejando a los dioses ajenos para servirlo a Él, por lo que al ver su aflicción Dios se compadeció una vez más de ellos, y les levantó como juez y caudillo libertador a Jefté galaadita.

A semejanza de Gedeón (Jue 6:12), Jefté era un varón esforzado y valeroso. Estas cualidades, a las que se refiere expresamente Jue 11:1, se ponen de manifiesto al sobreponerse a la injusta expulsión de su casa por parte de sus hermanos con la connivencia de los ancianos de Galaad. Como era valiente y tenía carácter de líder, en su exilio se juntaron con él hombres ociosos que lo seguían (algo parecido a lo que había sucedido para mal con Abimelec, como podemos ver en Jue 9:4).

Jue 6:12; Y el ángel de Jehová se le apareció (a Gedeón), y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente.

Jue 11:1; Jefté galaadita era esforzado y valeroso; era hijo de una mujer ramera, y el padre de Jefté era Galaad.

Jue 9:4; Y le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal-berit, con los cuales Abimelec alquiló hombres ociosos y vagabundos, que le siguieron.

Su liderazgo volvió a manifestarse cuando los ancianos fueron a buscarlo para hacerlo su jefe y ponerlo al mando del ejército de Israel. Asimismo fue notorio el aplomo con el que se opuso a las pretensiones del rey de Amón, el cual reclamaba la devolución de una parte de Galaad, que según él les había sido arrebatada a los amonitas, cuando en realidad era un territorio conquistado a los amorreos, que Israel había estado ocupando sin interrupción durante 300 años. Por último, vemos su capacidad de liderazgo en la firme determinación con la que se enfrentó en guerra contra sus hermanos de Efraín.

TEMERIDAD Y PECADO DE JEFTÉ

Entrando ya en materia, abordaré a continuación la porción de Jue 11:29-39, sobre la que iré reflexionando de manera sucesiva.

Vs 29. Y el Espíritu de Jehová vino sobre Jefté; y pasó por Galaad y Manasés, y de allí pasó a Mizpa de Galaad, y de Mizpa de Galaad pasó a los hijos de Amón.

No hay duda de que la voluntad de Dios era liberar a Israel de la opresión de sus enemigos por medio de Jefté. Por eso lo levantó como caudillo para luchar contra los amonitas y vencerlos; y por la misma razón le envió su Espíritu para fortalecerlo e impulsarlo a entrar en acción.

Ahora bien, no hay que presuponer que cuando el Espíritu de Jehová venía sobre alguien es porque vivía en santidad, sino porque Dios quería usar a esa persona con un propósito determinado, independientemente de que a lo largo de su vida le fuera más o menos fiel. Podemos ver esa realidad en bastantes personajes del Antiguo Testamento que fueron usados por Dios, aunque no destacaran precisamente por llevar una vida de santidad. Este es el caso, por ejemplo, del rey Saúl (1 S 10:10) y del rey Jehú (2 R 10:30-31); pero también de enemigos del pueblo de Dios, como el rey de Asiria (Is 10:5-6,12) y el rey de Babilonia (Jer 25:8-9,12).

1 S 10:10; Y cuando llegaron allá al collado, he aquí la compañía de los profetas que venía a encontrarse con él (con Saúl); y el Espíritu de Dios vino sobre él con poder, y profetizó entre ellos.

2 R 10:30-31; Y Jehová dijo a Jehú: Por cuanto has hecho bien ejecutando lo recto delante de mis ojos, e hiciste a la casa de Acab conforme a todo lo que estaba en mi corazón, tus hijos se sentarán sobre el trono de Israel hasta la cuarta generación. 31 Mas Jehú no cuidó de andar en la ley de Jehová Dios de Israel con todo su corazón, ni se apartó de los pecados de Jeroboam, el que había hecho pecar a Israel.

Is 10:5-6,12; Oh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira. 6 Le mandaré contra una nación pérfida, y sobre el pueblo de mi ira le enviaré, para que quite despojos, y arrebate presa, y lo ponga para ser hollado como lodo de las calles… 12 Pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte de Sion y en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria, y la gloria de la altivez de sus ojos.

Jer 25:8-9,12; ...Por cuanto no habéis oído mis palabras, 9 he aquí enviaré y tomaré a todas las tribus del norte, dice Jehová, y a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y los traeré contra esta tierra y contra sus moradores, y contra todas estas naciones en derredor; y los destruiré, y los pondré por escarnio y por burla y en desolación perpetua… 12 Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre.

Al considerar el caso de Jefté, así como el de Sansón y otros, nos damos cuenta de que si bien el Espíritu Santo siempre estuvo, está y estará presente, porque es Dios, el modo de interactuar con el hombre durante el periodo del Antiguo Testamento fue diferente a cómo lo hace en la actual dispensación de la gracia con los miembros del cuerpo de Cristo. En aquel entonces el Espíritu Santo venía de manera momentánea o temporal sobre alguien que Dios elegía con un propósito, mientras que ahora entra en el corazón de los que son hechos hijos de Dios para morar en ellos de manera permanente. Así que, aunque el Espíritu Santo siempre ha hablado al corazón de la gente guiándola al arrepentimiento y a la conversión a Dios, la relación que mantiene ahora con los miembros de la iglesia de Cristo es mucho más íntima (Jn 14:16-17).

Jn 14:16-17; Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.

Vs 30-33. Y Jefté hizo voto a Jehová, diciendo: Si entregares a los amonitas en mis manos, 31 cualquiera que saliere de las puertas de mi casa a recibirme, cuando regrese victorioso de los amonitas, será de Jehová, y lo ofreceré en holocausto. 32 Y fue Jefté hacia los hijos de Amón para pelear contra ellos; y Jehová los entregó en su mano. 33 Y desde Aroer hasta llegar a Minit, veinte ciudades, y hasta la vega de las viñas, los derrotó con muy grande estrago. Así fueron sometidos los amonitas por los hijos de Israel.

El voto que Jefté hizo a Jehová es justamente el quid de la cuestión que se plantea en este estudio. Sí, porque hay quienes inconscientemente le conceden más importancia a la presunta obligación que Jefté tenía de cumplir su voto, que a cuestionar la legitimidad del mismo. Pero de acuerdo a las leyes de Dios, ni a Jefté ni a nadie le es lícito ofrecer sacrificios humanos; eso es algo que Dios aborrece y condena de manera tácita y contundente (Lv 20:2-3; Jer 32:35; etc).

Lv 20:2-3; ...Cualquier varón de los hijos de Israel, o de los extranjeros que moran en Israel, que ofreciere alguno de sus hijos a Moloc, de seguro morirá; el pueblo de la tierra lo apedreará. 3 Y yo pondré mi rostro contra el tal varón, y lo cortaré de entre su pueblo, por cuanto dio de sus hijos a Moloc, contaminando mi santuario y profanando mi santo nombre.

Jer 32:35; Y edificaron lugares altos a Baal, los cuales están en el valle del hijo de Hinom, para hacer pasar por el fuego sus hijos y sus hijas a Moloc; lo cual no les mandé, ni me vino al pensamiento que hiciesen esta abominación, para hacer pecar a Judá.

Las leyes de Dios en relación con el tipo de sacrificios y ofrendas permitidas están bien claras en los primeros siete capítulos de Levítico. En efecto, únicamente podían ser sacrificados animales domésticos procedentes del ganado ovino, caprino y bovino. Y respecto a los vegetales, prácticamente sólo tenían cabida los que provienen de la cosecha de granos, del cultivo de la vid y del olivo; siempre sin levadura y aderezados con sal.

Por eso también en el caso de los primogénitos, que junto con las primicias de los frutos de la tierra pertenecían a Jehová, debían sacrificar sólo los machos que nacían de las ovejas, cabras, o vacas; mientras que los primogénitos de otros animales domésticos y los de los hijos varones tenían que ser rescatados, o bien quebrar su cerviz en el caso de los animales (Éx 13:1-2,12-13).

Éx 13:1-2,12-13; Jehová habló a Moisés, diciendo: 2 Conságrame todo primogénito. Cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales, mío es… 12 dedicarás a Jehová todo aquel que abriere matriz, y asimismo todo primer nacido de tus animales; los machos serán de Jehová. 13 Mas todo primogénito de asno redimirás con un cordero; y si no lo redimieres, quebrarás su cerviz. También redimirás al primogénito de tus hijos.

Vs 34-36. Entonces volvió Jefté a Mizpa, a su casa; y he aquí su hija que salía a recibirle con panderos y danzas, y ella era sola, su hija única; no tenía fuera de ella hijo ni hija. 35 Y cuando él la vio, rompió sus vestidos, diciendo: ¡Ay, hija mía! en verdad me has abatido, y tú misma has venido a ser causa de mi dolor; porque le he dado palabra a Jehová, y no podré retractarme. 36 Ella entonces le respondió: Padre mío, si le has dado palabra a Jehová, haz de mí conforme a lo que prometiste, ya que Jehová ha hecho venganza en tus enemigos los hijos de Amón.

El voto de Jefté, además de temerario por no calibrar sus posibles consecuencias, fue una infracción contra las leyes de Dios, así como una demostración de la maldad e injusticia que había en su corazón (Pr 15:8; 21:2-3).

Pr 15:8; El sacrificio de los impíos es abominación a Jehová; mas la oración de los rectos es su gozo.

Pr 21:2-3; Todo camino del hombre es recto en su propia opinión; pero Jehová pesa los corazones. 3 Hacer justicia y juicio es a Jehová más agradable que sacrificio.

Porque sin duda él daba por descontado que alguien de su casa saldría a recibirlo conforme a lo acostumbrado, y seguramente nunca lo había hecho su hija; así que debió descartarla como víctima ¿Pensaría tal vez en alguno de sus criados? No lo sabemos; pero en cualquier caso matar a alguien sin ser en legítima defensa y sin causa que lo justifique es un gran delito. Pues, ¿quién era él para quitarle la vida a otro ser humano? Sólo Dios tiene poder para dar la vida y sólo Él tiene la autoridad para quitarla. Por otra parte, el hecho de que fuera con la intención de ofrecerla en agradecimiento a Jehová por la victoria contra sus enemigos no sirve de justificación o excusa, porque como ya he comentado, es algo que Él ha prohibido tajantemente y de manera expresa.

Por consiguiente, el hecho de que fuera su amada hija y único descendiente quien salió a recibirlo para celebrar su victoria, y no otra persona cualquiera de su casa, me lleva a pensar que no fue algo casual, sino que Dios quiso que así sucediera para castigar a Jefté por el voto pecaminoso que le hizo, y por no importarle sacrificar a un ser humano, con tal que no fuera alguien tan amado por él como su hija, y quizá también su esposa.

¿Por qué en vez de proveerse de animales aptos para el sacrificio, prefirió Jefté ofrecer a Dios la vida de una persona? No lo sabemos, porque la Palabra no lo dice, y porque las motivaciones de las personas únicamente las conoce Dios, y puede que también los propios sujetos, ya sea como resultado de reflexionar sobre sus actos, o porque Dios se lo muestra. Por tanto no me atrevo a afirmar nada, pero sí quiero plantear un par de hipótesis, que podrían darse juntas o por separado:

1) Que Jefté trató de agradecer la victoria a Jehová con una gran ofrenda, con algo de mucho valor, por lo que un sacrificio animal debió parecerle poca cosa. 2) Que quería impresionar a Dios, haciendo méritos para obtener su aprobación y ser recompensado.

Luego el voto de Jefté en el fondo fue una especie de negociación o trato con Dios, consistente en dar algo a cambio de recibir algo. En este caso concreto el trato consistió en que si Dios le concedía la victoria sobre los amonitas, Jefté le ofrecería a Él en holocausto a cualquiera que saliera de su casa a recibirlo. Pero, ¿es correcto establecer una negociación con Dios? Pienso que no, que la motivación y el propósito de los votos debería ser como un regalo simbólico que le entregamos a Dios en señal de agradecimiento, ya sea por todo lo que recibimos de Él, o por algo que nos haya concedido en particular, y no como un pago o devolución de un favor recibido (Sal 69:30-31).

Sal 69:30-31; Alabaré yo el nombre de Dios con cántico, lo exaltaré con alabanza. 31 Y agradará a Jehová más que sacrificio de buey, o becerro que tiene cuernos y pezuñas...

Y esto por dos razones: 1) Porque la misma vida, así como todo lo que somos y tenemos proviene de Dios; de manera que lo que Él nos da tiene tal valor, que no puede ser pagado o comprado por precio. 2) Porque Dios es absolutamente rico y autosuficiente, por lo que no necesita nada; sin embargo, porque nos ama y quiere lo mejor para nosotros, nos pide que acudamos a Él con fe y obedezcamos sus instrucciones.

Entonces, al entregarle algo al Señor nuestra actitud debería ser similar a la de un niño pequeño cuando le regala a su mamá un sencillo dibujo o trabajo manual ¿Qué sucede en esa interacción entre madre e hijo? Que el niño recibe de ella todo lo que necesita, y a cambio él sólo puede darle algo sin apenas valor material, pero que expresa un sincero sentimiento de amor y agradecimiento, logrando así enternecer y colmar de satisfacción a su madre.

Ahora bien, en este acontecimiento tan grave que estamos considerando se observan al menos dos cualidades positivas que escasean en la sociedad actual, aunque por otra parte, no pueden ser utilizadas como contrapeso o justificación de la mala acción de Jefté. Por un lado el valor de la palabra dada, que consideraban algo sagrado, por lo que ellos mismos se obligaban a cumplir lo que habían prometido por mucho que les costase. Y por otro, la sujeción de los hijos a sus padres, que en el caso de esta joven virgen llega al extremo de sacrificarlo todo, aun su propia vida, con tal de obedecer a su padre, como lo hizo de manera heroica, pidiendo incluso a su padre que cumpliera el voto que le había hecho a Jehová.

Vs 37-39. Y volvió a decir a su padre: Concédeme esto: déjame por dos meses que vaya y descienda por los montes, y llore mi virginidad, yo y mis compañeras. 38 El entonces dijo: Ve. Y la dejó por dos meses. Y ella fue con sus compañeras, y lloró su virginidad por los montes. 39 Pasados los dos meses volvió a su padre, quien hizo de ella conforme al voto que había hecho...

Impresiona ver cómo la satisfacción de Jefté por la victoria sobre los hijos de Amón, en un instante se tornó para él en tragedia, tristeza y amargo dolor al encontrarse inesperadamente con su hija. Impresiona asimismo ver a esta doncella, llena de vitalidad y exultante alegría, cómo de repente se vio sorprendida como víctima de una injusta condena a muerte causada por su propio padre. Pero lo que a mí más me impresiona es la capacidad de la joven para sobreponerse a tan dramática situación, aceptando con resignación y valentía su destino. No es fácil imaginar su frustración, al ver cómo todos los sueños y aspiraciones de su vida, de pronto se convirtieron en irrealizables. Por otra parte, es comprensible y razonable la petición que le hizo a su padre de retrasar por dos meses el cumplimiento del voto hecho a Jehová, para darle tiempo a asumir la nueva realidad, llorando su virginidad y preparándose para su encuentro con el Señor.

Pero la cuestión más importante es si Jefté obró bien sacrificando finalmente a su hija. Yo creo que no, que lo que debería haber hecho es arrepentirse de haber formulado un voto ilegítimo, pedirle perdón a Dios por su pecado, y dejar libre a su hija para que viviera (Sal 51:16-17). Creo que al no haber hecho esto lo que hizo fue añadir pecado sobre pecado.

Sal 51:16-17; Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto. 17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.

Doy por descontado que muchos van a objetar a lo que acabo de decir que lo que prometemos, especialmente si lo hacemos a Dios, debemos cumplirlo ineludiblemente, según Él nos manda en su Palabra (Ec 5:1-2,4-6; y otros).

Ec 5:1-2,4-6; Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal. 2 No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras… 4 Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. 5 Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas. 6 No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?

Ciertamente debemos cumplir toda promesa que hayamos hecho legítimamente a Dios. Otra cosa es cuando le prometemos algo que Dios ha prohibido, algo que no nos es lícito. En este caso las leyes divinas son similares a las humanas, en el sentido de que cuando una ley se opone a otra de mayor rango, ésta prevalece sobre aquélla, de manera que la ley de nivel inferior tiene un vicio de nulidad; o sea, es nula desde el mismo momento en que fue promulgada. Eso significa que los efectos que se hubieren producido como consecuencia de una ley declarada nula, quedan automáticamente suprimidos, por lo que las personas que han resultado perjudicadas deben ser compensadas de alguna manera.

Entonces, aplicando esta norma elemental al voto ilegítimo de Jefté, sabemos por la Palabra que el mismo se opone a las leyes de Dios y que, por tanto, es reprobado por Él y carece de validez. Luego Jefté cometió un pecado de desobediencia a Dios, por el que debió haberse arrepentido.

RESUMEN Y CONCLUSIONES FINALES

Los hechos de Jefté revelan que no conocía verdaderamente a Dios, a pesar de que invocaba su nombre, puesto que no obedecía sus mandamientos (Is 29:13). Por supuesto, dicho desconocimiento no lo eximía de culpa, porque no procedía de una imposibilidad material de conocerlo, ya que Israel fue el depositario de la Palabra de Dios y la ley ya había sido dictada, sino a causa de su desinterés, de no querer saber de Dios para poder vivir a su manera.

Is 29:13 (también Mt 15:7-9); Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado…

Eso mismo ha estado sucediendo a lo largo de la historia, especialmente hoy en día: que muchos no quieren ir a Cristo, no porque no sepan de Él, sino porque prefieren vivir conforme a las concupiscencias de sus corazones. Por tanto el día que comparezcan en juicio delante de Dios no habrá excusa ni pretexto que pueda justificarlos (Jn 3:18-21).

Jn 3:18-21; El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. 21 Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.

En cuanto a los que nunca tuvieron la posibilidad de conocer la Palabra de Dios, por vivir en sociedades tribales geográficamente aisladas de toda civilización, o por ser rehenes de una religión blindada contra la verdad, van a ser juzgados por las leyes naturales de Dios escritas en las conciencias de todos los hombres, que fueron hechos conforme a su imagen y semejanza (Ro 2:14-16). Y en cuanto a la severidad del castigo, Dios va a aplicar el principio de proporcionalidad en función del grado de conocimiento que cada uno haya tenido acerca de su voluntad (Lc 12:47-48), de igual manera que las personas que son salvas por gracia recibirán su recompensa según sus obras (1 Co 13-15).

Ro 2:14-16; Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, 16 en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.

Lc 12:47-48; Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. 48 Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.

1 Co 13-15; ...la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. 14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. 15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.

Y para terminar, ciñéndome ahora al caso de Jefté, su comportamiento fue típico de esa época de la historia de Israel, en la que cada cual hacía lo que bien le parecía, tal como se indica en el libro de Jueces en dos ocasiones (Jue 17:6 y Jue 21:25).

Jue 21:25; En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía.

Pero resulta evidente que esa actitud es mala, porque equivale a poner la voluntad humana por encima de la de Dios (Dt 12:1,8); consiste en elegir andar en nuestros caminos y seguir nuestros propios consejos antes que obedecer y seguir al Todopoderoso; supone enseñorearnos de nuestras vidas, en vez de ponerlas en las manos del Señor (Pr 3:5-7).

Dt 12:1,8; Estos son los estatutos y decretos que cuidaréis de poner por obra en la tierra que Jehová el Dios de tus padres te ha dado para que tomes posesión de ella, todos los días que vosotros viviereis sobre la tierra… 8 No haréis como todo lo que hacemos nosotros aquí ahora, cada uno lo que bien le parece…

Pr 3:5-7 (también Ro 12:15); Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. 6 Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. 7 No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal...

Espero que las reflexiones hechas en este estudio sean provechosas para usted, querido lector. Sin más, reciba las bendiciones del Dios Todopoderoso.