24/6/21

Los publicanos de la época de Jesús

INTRODUCCIÓN

Como iremos viendo a lo largo de este estudio, los publicanos padecían el rechazo de los judíos en general, especialmente de los escribas y fariseos. Quizá por esa razón se vieron obligados a fortalecer los vínculos de amistad entre ellos, reuniéndose en casas para compartir la comida y estar juntos. Por eso cuando Jesús hizo su aparición en la escena pública, los publicanos debieron quedar gratamente sorprendidos de que no los rechazara por ser pecadores, sino que los buscara para llamarlos al arrepentimiento y la reconciliación con Dios.

Muchos de ellos probablemente habían escuchado antes a Juan el Bautista, cuando impartía el bautismo de agua para arrepentimiento, diciéndoles que preparasen sus corazones para la inminente venida del Señor. Lo cierto es que cuando Jesús vino a ellos fueron impactados por su amor y misericordia, su sabiduría, su autenticidad, su sencillez y grandeza a la vez, por lo que no tuvieron gran dificultad en reconocerlo como el Mesías salvador que esperaba Israel y que Juan el Bautista les había anunciado poco tiempo antes.

Y es que Jesús era totalmente diferente a los líderes religiosos judíos, que los despreciaban y trataban de alejar más de Dios en vez de acercarlos, demostrando así su falta de amor al prójimo.

¿QUIÉNES ERAN LOS PUBLICANOS?

Antes de referirme expresamente a los publicanos, es necesario tener una noción básica del funcionamiento del sistema tributario del imperio romano en la época de Jesús, apoyándonos en gran medida en fuentes históricas extra bíblicas.

Mediante subastas las autoridades romanas comisionaban a personas de elevado estatus social para que recaudaran los tributos públicos. Una vez que los ganadores de las subastas o adjudicatarios cerraban el trato con el fisco y entregaban la suma de dinero acordado en las mismas, adquirían la potestad de fijar las cargas tributarias a la población en una provincia determinada del imperio. Lógicamente éstas debían ser suficientes para amortizar el dinero invertido en la subasta, más el margen de beneficio deseado.

Por último, para efectuar los cobros subdividían la provincia en varias demarcaciones y designaban entre los nativos del país jefes al mando de un equipo de recaudadores, los cuales debían obtener su salario cobrando las cantidades estipuladas para cada tributo. De ese modo los gestores tributarios romanos no tenían que enfrentarse directamente al rechazo de la población a soportar estas cargas que habían sido impuestas a la fuerza por una potencia extranjera, ya que trasladaban el foco de atención a gente del propio país, como eran los publicanos en el caso de la nación de Israel.

SU MERECIDA MALA FAMA

Mt 5:46-47; Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? 47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?

Mt 18:15-17; Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. 16 Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. 17 Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.

Estas porciones de Mateo, entre otras, confirman la mala fama que tenían los publicanos, los cuales eran considerados por sus compatriotas judíos tan pecadores como los gentiles que no conocían a Jehová. Además esta mala fama no era inmerecida, puesto que mantenían en general un estilo de vida pecaminoso, como así lo ratifica implícitamente Jesús en los dos textos anteriores.

¿POR QUÉ ERAN DESPRECIADOS POR LOS JUDÍOS?

Lc 3:12-13; Vinieron también unos publicanos para ser bautizados (por Juan el Bautista), y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? 13 El les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado.

El pueblo en general los despreciaba por varias razones: 1) Por practicar el fraude y la usura con el cobro abusivo de impuestos, tal como se desprende del versículo anterior de Lc 3:13. 2) Por llevar una vida licenciosa, contraria a los mandamientos de Dios. 3) Porque en base a ciertos indicios históricos, se supone que eran vistos por muchos como unos traidores colaboracionistas del opresor imperio romano. Sin embargo parece que esta cuestión no le preocupaba en absoluto a Juan el Bautista ni a Jesús, porque no les hicieron ningún reproche en ese sentido; algo lógico, si tenemos en cuenta que el reino del Señor no es de este mundo.

Jn 18:36; Respondió Jesús (a Pilato): Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí.

RESPUESTA DE JESÚS A LA MURMURACIÓN DE LOS ESCRIBAS Y FARISEOS

Lc 5:29-32; Y Leví le hizo gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos. 30 Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores? 31 Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. 32 No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.

En este escenario vemos dos grupos con posiciones enfrentadas: 1) Los escribas y fariseos, que no sólo se abstenían de mezclarse con los publicanos y pecadores para no contaminarse, sino que también emitían juicio condenatorio contra quienes lo hacían; 2) Jesús y sus discípulos, que sí se juntaban con los publicanos; pero no para participar en los pecados de éstos (Jer 15:19), sino para predicarles el evangelio, llamándolos al arrepentimiento y conversión a Dios.

Jer 15:19; Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos.

Los escribas y fariseos, con sus murmuraciones y actitud despectiva hacia los publicanos, evidenciaban su falta amor al prójimo y consecuentemente a Dios (1 Jn 4:20-21), pues no se preocupaban por su salvación, llamándolos al arrepentimiento, sino que preferían condenarlos sin más. En cambio el proceder de Jesús era diametralmente opuesto, como no podía ser de otra manera; porque Él es el médico perfecto, que sana el cuerpo, alma y espíritu de los hombres pecadores; Él es el buen pastor que da la vida por sus ovejas, y va en busca de las perdidas hasta que las halla y trae de vuelta a la casa del Padre.

1 Jn 4:20-21; Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? 21 Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.

Cuando en Lc 15:1-2 los escribas y fariseos vuelven a cargar contra Jesús por recibir a gente pecadora e incluso comer con ella, les relata en ese mismo capítulo las parábolas de la oveja perdida, la moneda perdida, y el hijo pródigo, las cuales confirman una vez más su falta de amor e hipocresía religiosa.

Lc 15:1-10; Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, 2 y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come.

Al contrario de lo que sucede con los escribas y fariseos, estas tres parábolas ponen de manifiesto el amor de Dios, encarnado en Jesús, tanto por las ovejas perdidas de la casa de Israel como por las que pertenecen al redil de los gentiles, que vagan sin pastor por los montes, exponiéndose a graves peligros de muerte.

Ez 34:6,11; Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas… 11 Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré.

Jn 10:11-12,16; Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. 12 Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa… 16 También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.

Es evidente que si una oveja o una moneda se pierden son incapaces por sí mismas de regresar al lugar en el que estaban, por lo que para recuperarlas es necesario que alguien las busque. Pues bien, esto es lo que hace Jesús, quien no sólo busca a todas sus ovejas una por una, sino que las halla y pone a salvo. Además, con cada una que trae a su redil, Jesús experimenta un gozo desbordante, similar al de una persona que cuando encuentra a su oveja o moneda perdida no puede resistir la necesidad de compartir esa buena noticia con sus amigos y vecinos. Y lo mejor de todo es que por cada pecador que se arrepiente, no sólo se gozaba Jesús y sus discípulos en la tierra, sino también nuestro Padre en el cielo acompañado de sus ángeles.

Lc 15:4-7; ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? 5 Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; 6 y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. 7 Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.

No sucedía así con los escribas y fariseos, que lamentablemente no se alegraban de que los publicanos y pecadores se arrepintieran y convirtieran a Dios; porque en sus corazones primaba el rencor sobre el amor, y el juicio sobre la misericordia. Su actitud coincide con la del hermano mayor de la parábola del hijo pródigo, que los retrataba e identificaba.

Lc 15:28-32; Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. 29 Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. 30 Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. 31 El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 32 Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.

EL FARISEO ENALTECIDO VS EL PUBLICANO HUMILLADO

El principal problema que tenían con Dios los escribas y fariseos era su orgullo espiritual, que hacía que se creyeran superiores a los demás hombres en santidad. Al respecto, no está demás recordar que la primera rebelión en todo el universo fue la que protagonizó Lucifer, precisamente por el orgullo de querer ser como Dios (Ez 28:14-15,17). Asimismo Eva también fue tentada con engaño por Satanás para que desobedeciera, apelando al orgullo de pretender conocer como Dios la ciencia del bien y del mal (Gn 3:4-5).

Ez 28:14-15,17; Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. 15 Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad... 17 Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti.

Gn 3:4-5; Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; 5 sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.

El orgullo de los escribas y fariseos había cegado su entendimiento, por lo que trataban de justificarse delante de Dios mediante sus buenas obras, de las que se vanagloriaban proclamándolas a los cuatro vientos para ser vistos por los hombres y obtener así recompensa en la tierra (Mt 6:1-2).

Mt 6:1-2; Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. 2 Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.

Pero la realidad es que lejos de ser santos eran unos santurrones hipócritas, que externamente aparentaban ser justos, pero que ocultaban maldad en su interior (Mt 23:27-28). Sin duda necesitaban arrepentirse, pero no lo hacían porque engañosamente se consideraban a sí mismos justos. Sin embargo, con los demás no eran tan benevolentes, pues les imponían cargas que ni ellos mismos podían llevar, y los condenaban acusándolos de ser pecadores (Mt 23:2-4). Se podría decir de ellos que tenían muy buena vista para ver la paja en el ojo ajeno, pero eran incapaces de ver la viga en su propio ojo (Mt 7:3-5).

Mt 23:27-28; ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. 28 Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.

Mt 23:2-4; En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. 3 Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. 4 Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.

Mt 7:3-5; ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 4 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? 5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.

A pesar de lo que muchos hombres, juzgando según las apariencias puedan creer, es Dios quien finalmente pondrá todas las cosas en su sitio juzgando con verdad y justicia, pues sólo Él conoce la mente y corazón de cada ser humano. El siguiente texto de Lc 18:9-14 ilustra a la perfección esta realidad.

Lc 18:9-14; A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: 10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. 11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 12 ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. 13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. 14 Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.

Por tanto, no juzguemos las cosas con precipitación y a la ligera (Jn 7:24; 1 Co 4:3-5); y si estamos obligados a emitir algún juicio de valor para distinguir lo bueno de lo malo, así como para corregir o dar la aprobación a alguien conforme a la Palabra de Dios, entonces hagámoslo poniendo el foco en los hechos o conductas de las personas más que en ellas mismas; porque sería injusto y a nadie le gustaría que se le señalara o cuestionara su honor cada vez que comete algún error.

Jn 7:24; No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.

1 Co 4:3-5; Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano; y ni aun yo me juzgo a mí mismo. 4 Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor. 5 Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.

ARREPENTIMIENTO DE PUBLICANOS VS DUREZA DE ESCRIBAS Y FARISEOS

Mt 21:28-32; Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, vé hoy a trabajar en mi viña. 29 Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. 30 Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios. 32 Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle.

Lc 7:29-30,33-34; Y todo el pueblo y los publicanos, cuando lo oyeron, justificaron a Dios, bautizándose con el bautismo de Juan. 30 Mas los fariseos y los intérpretes de la ley desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan... 33 Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y decís: Demonio tiene. 34 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores.

En estos dos textos Jesús compara la actitud de los escribas y fariseos con la de los publicanos, rameras y demás gente pecadora. Resulta que los mencionados líderes religiosos se creían justos, por lo que se enorgullecieron, endurecieron sus corazones y no obedecieron al Espíritu Santo que les habló por boca de Juan el Bautista y de Jesús para que se arrepintieran. En cambio muchos publicanos y pecadores, viéndose perdidos e incapaces por sí mismos de liberarse de su esclavitud, se arrepintieron y aceptaron la salvación que Dios les ofreció por pura gracia, movido por su amor y misericordia.

Por tanto se cumplen aquí las palabras de Jesús expuestas en Lc 13:25-30: Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois. 26 Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste. 27 Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad. 28 Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos. 29 Porque vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. 30 Y he aquí hay postreros que serán primeros, y primeros que serán postreros.

LA CONVERSIÓN DEL PUBLICANO ZAQUEO

Lc 19:1-10; Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. 2 Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, 3 procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. 4 Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. 5 Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. 6 Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. 7 Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. 8 Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. 9 Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Jesús se dirigía con sus discípulos desde la región de Judea que está al este del río Jordán hacia Jerusalén, y siguiendo su ruta tenía que pasar por Jericó, donde vivía el rico Zaqueo, que era jefe de los publicanos. Da la impresión de que el paso de Jesús por esta ciudad era la oportunidad que Zaqueo había estado esperando para ver a Jesús. Si fuera movido por la simple curiosidad, no creo que se atreviera a hacer el ridículo delante de la multitud que seguía a Jesús, subíéndose a un sicómoro para poder verlo, porque era pequeño de estatura. Por eso pienso que sentía una gran admiración por Jesús y tenía un vivo interés en conocerlo personalmente.

Cuando Jesús llegó al lugar donde estaba Zaqueo miró hacia arriba. y viéndolo, le dijo que descendiera del árbol porque era necesario que ese día posara Él en su casa. No es que Jesús levantara su mirada al árbol por casualidad, sino que estaba predeterminado en el plan de Dios que así sucediera, como cuando le fue necesario pasar por Samaria para encontrarse con la mujer samaritana (Jn 4:3-4), ya que normalmente para cubrir el trayecto entre Judea y Galilea evitaban pasar por la tierra de los samaritanos, que eran considerados por los judíos unos herejes pecadores; así que prefirían dar un rodeo por la ruta que discurría por el otro lado del Jordán. Tampoco fue casual que Ester alcanzara la posición de reina durante el reinado persa de Asuero, sino que fue puesta por Dios con el propósito de librar de la muerte a sus hermanos judíos que, como ella, habían sido llevados cautivos (Est 4:13-14).

Jn 4:3-4; ...salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea. 4 Y le era necesario pasar por Samaria.

Est 4:13-14; Entonces dijo Mardoqueo que respondiesen a Ester: No pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío. 14 Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?

Zaqueo consideró un gran privilegio que Jesús quisiera posar en su casa, y dándose prisa, lo recibió gozoso. Probablemente Zaqueo se había enriquecido recibiendo una comisión de los cobros abusivos de impuestos de sus subordinados, pero está claro que se arrepintió de todo el mal que había hecho, y que Jesús le perdonó y otorgó la salvación eterna, como lo demuestra su declaración en el versículo nueve: “Hoy ha venido la salvación a esta casa”.

La intención de Zaqueo de deshacerse de la mitad de sus bienes en favor de los pobres, y de reparar el daño ocasionado a aquellos a los que hubiere defraudado, es una clara señal de que su arrepentimiento y conversión fueron genuinos. 

Por otra parte, la devolución a los perjudicados del cuádruple de la cantidad defraudada no era una simple ocurrencia de Zaqueo, sino que se basaba en los preceptos sobre la restitución de bienes adquiridos de manera ilícita. Pero vemos que Zaqueo no se conformaba con desagraviar a los que había perjudicado, limitándose a cumplir estrictamente la ley, sino que estaba dispuesto a ser más generoso y reparar el daño causado pagando más de lo que le correspondía, como si hubiese hurtado una oveja y después la hubiese vendido o degollado (Éx 22:1,9).

Éx 22:1,9; Cuando alguno hurtare buey u oveja, y lo degollare o vendiere, por aquel buey pagará cinco bueyes, y por aquella oveja cuatro ovejas… 9 En toda clase de fraude, sobre buey, sobre asno, sobre oveja, sobre vestido, sobre toda cosa perdida, cuando alguno dijere: Esto es mío, la causa de ambos vendrá delante de los jueces; y el que los jueces condenaren, pagará el doble a su prójimo.

Concluyo con la siguiente reflexión: salvo el pecado contra el Espíritu Santo, no hay pecados que el Señor no pueda perdonar, sin importar la gravedad de los mismos ni su cantidad. Por tanto, si nos arrepentimos y creemos en Jesús como nuestro Señor y salvador, Dios borra todos nuestros pecados y nos da una nueva vida, de modo que aquéllos son olvidados como si nunca se hubieran cometido. Pues bien, esto fue lo que le sucedió a muchos grandes pecadores, como los publicanos, pero a pocos escribas y fariseos, porque se consideraban justos y no quisieron arrepentirse.

¡Bendiciones en Cristo!

12/6/21

La oración sin arrepentimiento es vana

(Isaías 59)

INTRODUCCIÓN

En los capítulos 57 y 58 de Isaías Dios hace un repaso de los pecados de su pueblo. En el capítulo 57 condena la idolatría, y en el 58 rechaza el ayuno y día de reposo con que los hijos de Israel pretendían justificarse a sí mismos al tiempo que vivían impíamente, pecando contra Jehová y contra su prójimo. Pero aun en medio de tanta corrupción vemos que Dios no se limita sólo a condenar el pecado y advertir de sus consecuencias; también hace un llamamiento general al arrepentimiento y le recuerda a su remanente fiel las promesas de bendición y vida eterna.

En el capítulo 59 de Isaías, en el que se basa este estudio, Dios continúa con la denuncia a Israel, profundizando en su pecado. Pero, como es habitual en muchas profecías, Dios anuncia que tras un largo periodo de rebeldía y alejamiento, su pueblo se va a arrepentir y convertir, y entonces Él los visitará y salvará.

El capítulo 59 de Isaías puede dividirse para su estudio en tres partes, sin perjuicio de otras subdivisiones que cada cual estime convenientes: 1) La exposición del pecado de Israel (versículos 1 al 8); 2) Su arrepentimiento y conversión (versículos 9 al 15); 3) La venida del Mesías salvador (versículos 16 al 21).

EXPOSICIÓN DEL PECADO DE ISRAEL

La falta de respuesta de Dios a las oraciones

1 He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; 2 pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.

Ante la queja de los hijos de Israel de que sus oraciones no eran contestadas por Dios, Él les aclara que no es porque su poder se haya visto mermado (Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. He 13:8), o que se haya desentendido de ellos y no quiera escucharlos, sino que esa separación e incomunicación ha sido causada por su obstinada rebeldía, por persistir en su pecado, el cual es incompatible con la santidad del Señor.

La acusación de Dios por sus pecados

3 Porque vuestras manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos de iniquidad; vuestros labios pronuncian mentira, habla maldad vuestra lengua. 4 No hay quien clame por la justicia, ni quien juzgue por la verdad; confían en vanidad, y hablan vanidades; conciben maldades, y dan a luz iniquidad. 5 Incuban huevos de áspides, y tejen telas de arañas; el que comiere de sus huevos, morirá; y si los apretaren, saldrán víboras. 6 Sus telas no servirán para vestir, ni de sus obras serán cubiertos; sus obras son obras de iniquidad, y obra de rapiña está en sus manos. 7 Sus pies corren al mal, se apresuran para derramar la sangre inocente; sus pensamientos, pensamientos de iniquidad; destrucción y quebrantamiento hay en sus caminos. 8 No conocieron camino de paz, ni hay justicia en sus caminos; sus veredas son torcidas; cualquiera que por ellas fuere, no conocerá paz.

Todo este catálogo de males en el que ha incurrido Israel es la consecuencia lógica de haber apartado su corazón de Jehová y confiar en vanidades que para nada aprovechan. Los seres humanos alejados de Dios son como muertos vivientes, que conociendo o no el rumbo de su camino, lo cierto es que se dirigen hacia su eterna perdición.

Cuando se pierde el santo temor y se abandona la corrección y disciplina del Señor, emerge de manera imparable la maldad, que está enraizada en el corazón del hombre natural caído de la gracia. Porque es en el corazón donde se incuban los malos pensamientos que dan lugar a todas las acciones dañinas y destructivas, a toda clase de pecados.

Mt 12:34-35; ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. 35 El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas.

Pr 3:5-7,11-12; Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. 6 Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. 7 No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal... 11 No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección; 12 porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere.

Esto es lo que sucedía con los israelitas en ese tiempo, gran parte de los cuales mentían y calumniaban, cometían hechos violentos y sanguinarios contra personas inocentes, y sus obras en general eran contrarias a la justicia, la verdad y la paz. ¡Más les hubiera valido seguir los sabios consejos de Salomón, inspirados por el Espíritu Santo!.

Pr 4:20-27; Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones. 21 No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón; 22 porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo. 23 Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida. 24 Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de los labios. 25 Tus ojos miren lo recto, y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante. 26 Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos. 27 No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal.

RECONOCIMIENTO DEL PECADO Y ARREPENTIMIENTO

9 Por esto se alejó de nosotros la justicia, y no nos alcanzó la rectitud; esperamos luz, y he aquí tinieblas; resplandores, y andamos en oscuridad. 10 Palpamos la pared como ciegos, y andamos a tientas como sin ojos; tropezamos a mediodía como de noche; estamos en lugares oscuros como muertos. 11 Gruñimos como osos todos nosotros, y gemimos lastimeramente como palomas; esperamos justicia, y no la hay; salvación, y se alejó de nosotros. 12 Porque nuestras rebeliones se han multiplicado delante de ti, y nuestros pecados han atestiguado contra nosotros; porque con nosotros están nuestras iniquidades, y conocemos nuestros pecados: 13 el prevaricar y mentir contra Jehová, y el apartarse de en pos de nuestro Dios; el hablar calumnia y rebelión, concebir y proferir de corazón palabras de mentira.

Esta porción del texto indica un cambio, un punto de inflexión en la dinámica del comportamiento de Israel, al expresar en primera persona del plural con el pronombre “nosotros” el sentir colectivo del pueblo, el cual reconoce con tristeza su pecado y se arrepiente.

2 Co 7:10; Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.

Al margen de su gran belleza poética, este texto de Isaías nos deja entrever un panorama desolador, en el que los valores morales y espirituales se habían corrompido en extremo. Eso acabó por generar una sensación de profunda oscuridad y vacío, de inseguridad, de infelicidad, y de estar esclavizados por los vicios y pecados con los que convivían, a pesar de su aparente libertad para satisfacer egoístamente sus deseos, sin tener en cuenta a Dios ni las necesidades del prójimo.

Ro 3:10-18; Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; 11 no hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. 12 Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. 13 Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; 14 su boca está llena de maldición y de amargura. 15 Sus pies se apresuran para derramar sangre; 16 quebranto y desventura hay en sus caminos; 17 y no conocieron camino de paz. 18 No hay temor de Dios delante de sus ojos.

Como es sabido la historia se repite, y muchas veces los hombres no despertamos a la realidad y reaccionamos hasta que llegamos al borde del precipicio, hasta que la situación se vuelve completamente insostenible y nos damos cuenta de que la única alternativa que nos queda para salvarnos es asirnos desesperadamente a Dios como a un clavo ardiendo. ¡Cuántos problemas habríamos evitado si hubiéramos hecho caso pronto a Dios! Con todo, habrá merecido la pena pasar por amargas experiencias vitales, si éstas sirven para que nos volvamos al Señor.

Jer 14:19-21; ¿Has desechado enteramente a Judá? ¿Ha aborrecido tu alma a Sion? ¿Por qué nos hiciste herir sin que haya remedio? Esperamos paz, y no hubo bien; tiempo de curación, y he aquí turbación. 20 Reconocemos, oh Jehová, nuestra impiedad, la iniquidad de nuestros padres; porque contra ti hemos pecado. 21 Por amor de tu nombre no nos deseches, ni deshonres tu glorioso trono; acuérdate, no invalides tu pacto con nosotros.

Resultado final del proceso de alejamiento de Dios

14 Y el derecho se retiró, y la justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo venir. 15 Y la verdad fue detenida, y el que se apartó del mal fue puesto en prisión; y lo vio Jehová, y desagradó a sus ojos, porque pereció el derecho.

Cuando la maldad alcanza su apogeo y corrompe todos los estamentos de la sociedad a todos los niveles, desde las capas más populares hasta los gobernantes y los ricos y poderosos de la tierra, desde los ámbitos más privados e íntimos hasta los públicos y oficiales, entonces la verdad y la justicia son sistemáticamente pisoteados y no hay libertad ni paz auténticas.

Is 5:20; ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!

Jer 9:3-4; Hicieron que su lengua lanzara mentira como un arco, y no se fortalecieron para la verdad en la tierra; porque de mal en mal procedieron, y me han desconocido, dice Jehová. 4 Guárdese cada uno de su compañero, y en ningún hermano tenga confianza; porque todo hermano engaña con falacia, y todo compañero anda calumniando.

En el cénit de la corrupción, aun las autoridades incumplen de forma selectiva y arbitraria sus propias leyes, o dictan leyes injustas y antinaturales que atentan contra las leyes de Dios (Sal 94:20-21). Actualmente ya no sorprende a nadie que muchos gobernantes y autoridades cometan prevaricación, malversación de caudales públicos, o se hagan ricos mediante el cohecho o soborno. También se observa un creciente abuso de autoridad y poder, menos equidad y justicia, más incumplimientos de pactos y promesas, continuas mentiras oficiales en las instituciones y a través de los medios de comunicación, una aplicación generalizada del repudiable principio de que el fin justifica los medios, etc.

Sal 94:20-21; ¿Se juntará contigo el trono de iniquidades que hace agravio bajo forma de ley? 21 Se juntan contra la vida del justo, y condenan la sangre inocente.

Lamentablemente los dirigentes de las naciones a menudo incumplen el principal propósito por el cual Dios estableció las autoridades, pues no siempre castigan a los malhechores y defienden a los que hacen el bien (1 P 2:13-16). No obstante, siguiendo la voluntad de Dios debemos someternos a las autoridades y las leyes humanas, aunque nos cueste o no estemos de acuerdo con ellas; salvo que contradigan las leyes y mandatos divinos, en cuyo caso es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres (Hch 5:27-29).

1 P 2:13-16; Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, 14 ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien. 15 Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos; 16 como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios.

Hch 5:27-29; Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó, 28 diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre. 29 Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.

En todo caso, tal como nos advierte la Palabra, los cristianos tenemos que pasar por pruebas y aflicciones en este mundo, confiando en que el Señor nos va a ayudar a salir victoriosos (Jn 16:33). Es más, si queremos vivir piadosamente en Cristo Jesús vamos a padecer persecución (2 Ti 3:12-13); así que, cuando ésta nos sobrevenga no debemos sorprendernos ni avergonzarnos, sino gozarnos de ser partícipes de los padecimientos de Cristo, dando gloria a Dios por ello (1 P 4:12-13,15-16).

Jn 16:33; Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.

2 Ti 3:12-13; Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución; 13 mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados.

1 P 4:12-13,15-16; Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, 13 sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría... 15 Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno; 16 pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello.

SEGUNDA VENIDA DEL MESÍAS TRAYENDO SALVACIÓN A ISRAEL

16 Y vio que no había hombre, y se maravilló que no hubiera quien se interpusiese; y lo salvó su brazo, y le afirmó su misma justicia. 17 Pues de justicia se vistió como de una coraza, con yelmo de salvación en su cabeza; tomó ropas de venganza por vestidura, y se cubrió de celo como de manto, 18 como para vindicación, como para retribuir con ira a sus enemigos, y dar el pago a sus adversarios; el pago dará a los de la costa. 19 Y temerán desde el occidente el nombre de Jehová, y desde el nacimiento del sol su gloria; porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él. 20 Y vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob, dice Jehová.

Ciñéndonos al anterior versículo 16, los dos principales objetivos de la segunda venida del Señor son: salvar a sus elegidos y establecer la justicia perdurable (Dn 9:24). La salvación es simbólicamente representada en la Palabra por un yelmo, y la justicia por una coraza; ambas piezas son parte de la armadura de Dios con la que nos debemos vestir los soldados de Cristo para librar la guerra espiritual que tenemos contra Satanás y sus huestes (Ef 6:10-18).

Dn 9:24; Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.

La impiedad e iniquidad de Israel que se describe en el capítulo 59 de Isaías, no se limita a lo que el profeta podía observar y comprobar durante su vida terrenal, sino que trasciende a su época y se prolonga hasta los tiempos del fin. Es entonces cuando al remanente fiel de Israel se le caerá el velo y podrá reconocer al Mesías (2 Co 3:15-16); es cuando se arrepentirá con gran lamentación y llanto (Zac 12:10-11), reconciliándose con Él; y es también cuando el Señor responderá al clamor de su pueblo, defendiéndolo de sus enemigos y desatando su ira para juzgar y castigar a todas las naciones (Ap 6:15-17).

2 Co 3:15-16; Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. 16 Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará.

Zac 12:10-11; Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito. 11 En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén…

Ap 6:15-17; Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; 16 y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; 17 porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?

Pero este escenario pecaminoso descrito en Is 59:3-8 no es aplicable sólo a Israel, sino también a las demás naciones. ¿Acaso no refleja con exactitud lo que está sucediendo actualmente en el mundo? ¿No es un fiel retrato de estos últimos tiempos? Con sólo una breve meditación nos damos cuenta de la aceleración con la que avanza el mundo hacia la culminación de la maldad; por eso tengo la firme convicción de que la prometida segunda venida de Cristo va a suceder muy pronto.

Cuando el mal alcance su punto más álgido, la paciencia de Dios se agotará y Él intervendrá directamente para castigar a los culpables y restaurar la tierra en la que habitarán sus escogidos. Esto sucederá en un tiempo en que apenas habrá fe en la tierra (Lc 18:7-8), y en el que por haberse multiplicado la maldad el amor de muchos se enfriará (Mt 24:12-13). Para entonces ya casi nadie se atreverá a denunciar las injusticias ni habrá quien tenga carga por la tierra para interceder por ella y sus moradores (Ez 22:29-31).

Lc 18:7-8; ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Tardará en responderles? 8 Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?

Mt 24:12-13; ...y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. 13 Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.

Ez 22:29-31; El pueblo de la tierra usaba de opresión y cometía robo, al afligido y menesteroso hacía violencia, y al extranjero oprimía sin derecho. 30 Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. 31 Por tanto, derramé sobre ellos mi ira; con el ardor de mi ira los consumí; hice volver el camino de ellos sobre su propia cabeza, dice Jehová el Señor.

Y para rematar la situación, muchas y grandes naciones se reunirán en el Valle de Armagedón para luchar contra el Mesías cuando venga a instaurar su reino celestial; pero serán destruidas con tan sólo la palabra que sale de la boca del Señor (Sal 2:1-5; Is 63:3-6; Ap 19:19-21).

Sal 2:1-5; ¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? 2 Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo: 3 Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas. 4 El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos. 5 Luego hablará a ellos en su furor, y los turbará con su ira.

Is 63:3-6; He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había conmigo; los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas. 4 Porque el día de la venganza está en mi corazón, y el año de mis redimidos ha llegado. 5 Miré, y no había quien ayudara, y me maravillé que no hubiera quien sustentase; y me salvó mi brazo, y me sostuvo mi ira. 6 Y con mi ira hollé los pueblos, y los embriagué en mi furor, y derramé en tierra su sangre.

Ap 19:19-21; Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. 20 Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta... 21 Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.

21 Y este será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre.

El tiempo en el que Dios retomará su pacto con la nación de Israel, o más bien en el que establecerá con ellos un nuevo pacto (Jer 31:31-32), será después de que haya entrado a formar parte de su pueblo la plenitud de los gentiles (Ro 11:25-26), se complete el número de los que han de ser salvos (Ap 6:10-11), y el remanente de Israel se arrepienta y acepte a Jesús como el Mesías, tal como hemos visto en la mención que hice de Zac 12:10-11. Por tanto este pacto coincidirá con el inicio del reino milenial de Cristo.

Jer 31:31-32; He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. 32 No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.

Ro 11:25-26; Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; 26 y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. 27 Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados.

Ap 6:10-11; Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra? 11 Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.

Como podemos ver en las dos porciones de texto siguientes, este pacto con los hijos de Jacob será a grandes rasgos prácticamente igual que el establecido con la iglesia del Señor, o muy similar; pues ya no tendrán que obsesionarse por la ley, sino dejarse guiar y obedecer al Espíritu de gracia.

Jer 31:33-34; Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. 34 Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.

Jl 2:27-32 (Hch 2:16-21); Y conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehová vuestro Dios, y no hay otro; y mi pueblo nunca jamás será avergonzado. 28 Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. 29 Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días... 32 Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado.

Pero para que podamos disfrutar de todas estas bendiciones finales, antes tenemos que arrepentirnos de nuestros pecados y entregar nuestra vida a Cristo, da igual si somos gentiles, judíos, o parte del futuro remanente de Israel.

Finalizo, pues, con esta conclusión, que enlaza con los dos versículos iniciales de este estudio, y que ha inspirado el título del mismo.

Que Dios lo bendiga, querido lector.