11/2/21

Comida y bebida gratis para todos

(Isaías 55)

Introducción

Este capítulo, así como en general todo el libro de Isaías, es fascinante por su belleza poética y el impacto que causa en los corazones y espíritus de sus lectores; pero al mismo tiempo es difícil de entender en toda su extensión, por el profundo contenido de sus pensamientos y su forma simbólica de expresarlos. Como siempre, la consideración del contexto dentro del propio libro y su conexión con el conjunto de la Biblia facilitan bastante la comprensión del texto. En este sentido es relevante tener en cuenta los anteriores capítulos, comenzando desde el 48, o más específicamente desde el 53.

Al tratar de organizar este estudio, me ha parecido oportuno dividirlo en dos apartados: 1) Dios invita a la humanidad a venir a Él (Vs 1-7); 2) Los pensamientos y caminos de Dios son perfectos (Vs 8-13). Partiendo de este esquema iré, pues, desmenuzando a continuación el texto y reflexionando sobre cada versículo del mismo.

Dios invita a la humanidad a venir a Él (Vs 1-7)

1 A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.

Este llamado es para todos sin excepción; no importa cuál sea la raza, condición social, cultura, religión, modo de vida, etc (Ap 22:17). Sin embargo, aunque Dios no limita su llamamiento a unos pocos escogidos, lo canaliza hacia los sedientos; porque sólo éstos aceptarán su invitación de venir a la fuente de agua viva que mana de Él (Jn 4:10; Jn 7:37-39; Ap 21:6).

Ap 22:17; Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.

Jn 4:10; Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.

Jn 7:37-39; ...Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. 39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él...

Ap 21:6; ...Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.

El agua viva o agua de vida que Dios nos ofrece es agua de salvación (Is 12:3) que permanece para siempre (Jn 4:13-14; Ap 7:16-17), mientras que las cisternas rotas construidas por los hombres no retienen el agua (Jer 2:13), por lo que llega un momento en que se agotan y ya no pueden calmar la sed.

Is 12:3; Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación.

Jn 4:13-14; Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.

Ap 7:16-17; Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; 17 porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.

Jer 2:13; Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.

Las aguas en plural se refieren a la abundancia de agua, la cual es suficiente para saciar la sed de todos los habitantes del planeta de todos los tiempos. Pero, ¿quiénes son los sedientos? Son aquellos que no logran saciar su sed siguiendo sus propios caminos y pensamientos. Son los que acaban sintiéndose profundamente insatisfechos después de afanarse por los placeres y bienes materiales de este mundo, al comprobar que incluso cuando consiguen lo que quieren sólo ven calmar algo su sed por un poco de tiempo, para luego experimentar aún más sed que antes. Éstos son los que no resisten al Espíritu cuando son confrontados con el evangelio de Jesucristo. Ciertamente las aguas de Dios están disponibles para que todos acudan a su manantial; pero los que se acostumbran y conforman con las bebidas preparadas por el hombre no irán, sino sólo aquellos que sienten verdadera sed (Mt 5:6).

Mt 5:6; Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

El agua, igual que el pan, simboliza la Palabra de Dios; de manera que ambos sacian conjuntamente nuestra hambre y sed de justicia (Jn 6:35). Pero aunque este versículo se enfoca en el agua como bebida para saciar la sed en representación de la Palabra, ésta tiene además otros significados simbólicos. Uno de ellos se refiere a la Palabra como elemento de limpieza y purificación, pues por medio de ella lavamos en sentido espiritual la suciedad que se nos adhiere al cuerpo en nuestro caminar diario, de la misma forma que el agua natural cubre nuestra necesidad de higiene y aseo personal. Esto ocurre sin perjuicio de que a un nivel más profundo es la sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, el cual está hondamente arraigado en el ser humano caído de la gracia (Jn 15:3; Ef 5:26-27; Ap 7:14). Por tanto el agua de la Palabra nos acompaña en el necesario proceso de santificación al que estamos llamados (Lv 20:7; 1 P 1:16), pues no podemos ignorar que sin santidad nadie verá al Señor (He 12:14)

Jn 6:35; Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.

Jn 15:3; Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.

Ef 5:26-27; ...para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.

Ap 7:14; ...Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.

Lv 20:7; Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios.

1 P 1:16; ...porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.

He 12:14; Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.

Las aguas en la Biblia también se refieren simbólicamente a pueblos, lenguas, naciones, multitudes, etc (Ap 17:1). La impiedad de los hombres en medio de las naciones es semejante a un mar tempestuoso que arrastra fango y suciedad y en el que no hay tranquilidad ni paz (Is 57:20-21); mas a los que escuchan el llamado del Señor y lo siguen, Él los conducirá a lugares de deliciosos pastos y confortables aguas de reposo (Sal 23:1-3). De manera que, por un lado, las aguas simbólicas se asocian con las muchedumbres que siguiendo la corriente de este mundo vive en constante ansiedad, sin conocer la paz que sólo el Espíritu de Cristo puede dar; y por otro lado, las aguas también representan al conjunto de los redimidos disfrutando el gozo, paz y descanso del Señor.

Ap 17:1; Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas...

Is 57:20-21; Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo. 21 No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos.

Sal 23:1-3; Jehová es mi pastor; nada me faltará. 2 En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. 3 Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.

Continuando aún en el primer versículo, vemos que Dios llama también a la gente a comprar sin dinero los alimentos espirituales básicos que son indispensables para poder vivir, simbolizados aquí por la leche, el pan y el vino. De manera similar a lo que ocurre con los sedientos, este llamado es también para todos, pero Dios lo canaliza a través de los pobres que saben que carecen de dinero y no tienen nada que ofrecer para conseguir dichos alimentos (Mt 5:3).

Mt 5:3; Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Se trata de alimentos que proporcionan vida eterna y que no pueden ser comprados por dinero, porque ni todo el oro del mundo bastaría para pagarlos. Así que son alimentos vitales, muy valiosos y de altísimo precio; pero que se ofrecen gratis a los pobres de espíritu porque Jesucristo, el siervo sufriente (Is 53; 1 P 2:24), ya pagó por ellos.

Is 53:5-6; Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

1 P 2:24; ...quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.

Es un hecho objetivo que, espiritualmente hablando, todos somos auténticos indigentes delante de Dios, ya que no tenemos nada que ofrecerle para pagar la deuda de nuestro pecado y comprar la salvación (Is 64:5-6). Sin embargo a nivel subjetivo, en base a supuestas buenas obras y nobles sentimientos, muchos seres humanos se creen lo suficientemente buenos como para que Dios los considere justos y en pago a sus méritos acumulados los deje entrar en el cielo.

Is 64:5-6; ...en los pecados hemos perseverado por largo tiempo; ¿podremos acaso ser salvos? 6 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.

Pero los que así piensan son en realidad unos pobres miserables (Ap 3:17-18). Además, con dicha actitud menosprecian la obra expiatoria y redentora de Cristo, haciendo vana su muerte en la cruz (Lc 18:11,13-14; Gá 2:21) y atrayendo para sí ira en el día del juicio. Por eso es necesario que reconozcamos nuestra miseria y nos demos cuenta de que no tenemos nada que ofrecer a Dios, aparte de nuestras propias vidas, si queremos acogernos a su gran misericordia para recibir de Él la salvación, que es por pura gracia.

Ap 3:17-18; Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. 18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.

Lc 18:11,13-14; El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano... 13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. 14 Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.

Gá 2:21; No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.

En cuanto al vino y la leche que se ofrecen gratis, el primer elemento simboliza la alegría y el gozo que se experimenta al ser salvos, y el segundo al alimento espiritual de la Palabra que, comenzando por los primeros rudimentos de la sana doctrina, nos hace crecer y madurar para reafirmarnos en la fe que ha sido una vez dada a los santos (Ef 4:14-15; He 5:12; Jud 1:3). Además, el vino junto con el pan representan la reconciliación y comunión de Dios con el hombre, así como la conmemoración de la muerte expiatoria de Jesús en representación de su carne y sangre (Jn 6:54; 1 Co 11:23-25).

Ef 4:14-15; ...para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15 sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo…

He 5:12; Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.

Jud 1:3; ...me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.

Jn 6:54; El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.

1 Co 11:23-25; Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; 24 y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. 25 Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí.

2 ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.

Aquí el Señor hace un reproche general sobre el desmedido afán de posesión material y consumo de cosas innecesarias que, una vez alcanzadas, solemos dejar pronto de apreciarlas porque ya no nos sacian. De manera que seguimos deseando cada vez más cosas nuevas, sean objetos, placeres, experiencias, etc. Frente a esta actitud en nuestras vidas, Dios nos pide por un lado contentamiento con lo que tenemos (1 Ti 6:6-8), y por otro que no caigamos en la incertidumbre y el temor de que nos falten los recursos que necesitamos para poder vivir, sino que descansemos en el Señor confiando en su provisión divina (Mt 6:31-33).

1 Ti 6:6-8; Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; 7 porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. 8 Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.

Mt 6:31-33; No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

Ahora bien, este versículo 2 no se refiere exclusivamente a lo material y físico, sino que trasciende dicho ámbito para alcanzar lo espiritual (1 Jn 2:15-17). Y en ese sentido el Señor nos exhorta a supeditar nuestro dinero y posesiones, así como el esfuerzo de nuestro trabajo y los dones y talentos recibidos de Él, a la extensión del reino de los cielos, favoreciendo por una parte un mayor acercamiento a Dios de los creyentes, y por otra la propagación del evangelio.

1 Jn 2:15-17; No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 16 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 17 Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

Comer del bien para así deleitarnos en Dios, es comer el único pan que sacia, que es Jesucristo, el pan que descendió del cielo para dar vida a los hombres (Jn 6:48-51). Comer a Jesús es obedecer su Palabra (Mt 4:3-4), la cual es consustancial con Él (Jn 1:1) y permanece para siempre (Mt 24:35; 1 P 1:23).

Jn 6:48-51; Yo soy el pan de vida. 49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. 50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. 51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.

Mt 4:3-4 (también Dt 8:3 y Lc 4:4); Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. 4 Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

Jn 1:1; En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Mt 24:35; El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

1 P 1:23; ...siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

3 Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David.

Dios sigue insistiendo en llamar a todas las personas a que vengan a Él, porque está deseoso de mostrarles su gran misericordia; porque quiere perdonarlas y establecer con ellas un pacto de gracia mediante el cual vivan para siempre. Para ello es necesario que los discípulos de Cristo, sus testigos y portavoces, anuncien las buenas nuevas del evangelio. Naturalmente para que la predicación surta el efecto deseado, los que oyen el mensaje tienen que creerlo; pero esto sólo es posible si se les da la oportunidad de que oigan la Palabra de Dios (Ro 10:17).

Ro 10:17; Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

El hecho en sí de que se produzca un llamamiento generalizado por parte de Dios, hace presuponer que todas las personas están capacitadas para oírlo, y para decidir si creen o no a Dios y su mensaje; porque sería absurdo que Él hablase a quien no pudiera oír. Entonces el problema radica en la negativa de las personas a oír y creer, no en que estén incapacitadas para ello; o sea, todos pueden oír y creer, pero muchos no quieren (Nm 14:11; Neh 9:29; Is 1:19; Ez 3:27; Mt 23:37; etc).

Nm 14:11; ...¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos?

Neh 9:29; Les amonestaste a que se volviesen a tu ley; mas ellos se llenaron de soberbia, y no oyeron tus mandamientos, sino que pecaron contra tus juicios, los cuales si el hombre hiciere, en ellos vivirá; se rebelaron, endurecieron su cerviz, y no escucharon.

Is 1:19 (también Is 30:9); Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; 20 si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho.

Ez 3:27; Mas cuando yo te hubiere hablado, abriré tu boca, y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: El que oye, oiga; y el que no quiera oír, no oiga; porque casa rebelde son.

Mt 23:37 (también Lc 13:34); ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!

4 He aquí que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones. 5 He aquí, llamarás a gente que no conociste, y gentes que no te conocieron correrán a ti, por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado.

Dios determinó que el evangelio de salvación, basado en la muerte y resurrección del siervo sufriente al que se refiere el capítulo 53 de Isaías, fuera primero expuesto al pueblo de Israel, y desde allí se extendiera por toda la tierra para el conocimiento de los gentiles (Hch 1:8; Ro 1:16), tal como lo expresa el versículo 5. Por eso no es una casualidad que, siguiendo ese orden, el capítulo 54 se centre en Israel y a continuación el 55 abarque toda la tierra.

Hch 1:8; ...pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

Ro 1:16; Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.

De ahí también que estos dos últimos versículos aludan al Mesías, el cual se manifestó al mundo varios siglos después en la persona de Jesús de Nazaret. De entre todos los nobles atributos que caracterizan a Cristo, la porción anterior del texto se enfoca en los roles que iba a desempeñar como testigo, jefe y maestro, tanto para Israel como para las demás naciones.

En su cualidad de testigo fiel y verdadero (Ap 1:5) enviado por el Padre (Jn 12:44; He 3:1), Jesucristo reflejó y dio a conocer a Dios como nadie más podría hacerlo (Jn 1:18).

Ap 1:5; ...y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre…

Jn 12:44; Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; 45 y el que me ve, ve al que me envió.

He 3:1; Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús…

Jn 1:18; A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.

Como jefe de todos los pueblos y naciones (Fil 2:9-11), hay un montón de referencias en la Palabra a Jesucristo que así lo atestiguan, ya sea otorgándole el título soberano de Rey de reyes y Señor de señores, o el de comandante en jefe de los ejércitos celestiales (Ap 19:11,14,16). Además, durante el interrogatorio de Pilato previo a la crucifixión, Jesús afirmó ser rey, aclarando que su reino no es de este mundo (Jn 18:36-37).

Fil 2:9-11; Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

Ap 19:11,14,16; Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea… 14 Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos… 16 Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores.

Jn 18:36-37; Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. 37 Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad.

Y en cuanto a su título de maestro, si bien existen maestros en todos los ámbitos del conocimiento y de la vida en la tierra, incluyendo a los constituidos por el Espíritu Santo en la iglesia, Cristo es el maestro más excelso, el único verdaderamente digno de ser llamado de ese modo (Mt 23:10). Por otra parte, todos los que en su día lo oyeron, incluyendo a los religiosos que eran sus detractores, así como los que a lo largo de los siglos han leído o escuchado su Palabra, lo han reconocido como un sabio maestro. Pero además, tal como sucedió con su atributo de rey, Jesús se refirió a sí mismo como el Maestro, no como un maestro de los muchos que existen en el mundo (Jn 13:13-14).

Mt 23:10; Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo.

Jn 13:13-14; Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. 14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros.

6 Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.

Sabemos que Jesús vino a buscar y salvar lo que se había perdido (Lc 19:10), que éramos todos y cada uno de los seres humanos sin excepción. Eso significa que fue Él quien tomó la iniciativa de buscarnos, viniendo a nuestro encuentro para librarnos del pecado y de la muerte, e instruirnos en sus caminos. Entonces esta búsqueda que el Señor nos demanda de su persona no tiene que ver con tratar de localizar algo perdido que no sabemos dónde está, sino de acercarnos a su presencia y clamar a Él, sabiendo que está localizable, accesible y siempre dispuesto a atender nuestras súplicas y ayudarnos en todas nuestras necesidades (Sal 34:18; Sal 145:18-19).

Lc 19:10; Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Sal 34:18; Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu.

Sal 145:18-19; Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras. 19 Cumplirá el deseo de los que le temen; oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará.

Pero el tiempo para buscar a Dios, clamando por su gracia y misericordia no es ilimitado, tal como se nos advierte en este versículo, sino sólo hasta que la muerte nos sorprenda, cuando ya no podremos cambiar nada y estaremos listos para el juicio eterno (He 9:27). Por eso es de vital importancia no posponer nuestra reconciliación con Dios, respondiendo de inmediato a su llamado, porque quién sabe si mañana ya será tarde (Stg 4:13-15; He 3:7-8).

He 9:27; Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio…

Stg 4:13-15; ¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; 14 cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. 15 En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.

He 3:7-8; Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, 8 no endurezcáis vuestros corazones...

7 Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.

Este apartado del texto finaliza de modo parecido a cómo empezó: Dios llama otra vez a todo hombre a dejar la impiedad de sus caminos y la iniquidad de sus pensamientos para volverse arrepentidos a Él, confiando en su gran misericordia y con plena certidumbre de que no hay pecado que no pueda perdonar por muy grande que sea (Sal 51:17; Mi 7:19).

Sal 51:17; Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.

Mi 7:19; El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.

Los pensamientos y caminos de Dios son perfectos (Vs 8-13)

8 Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. 9 Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.

Los pensamientos y caminos del Señor son incomparablemente más altos que los de los hombres. Son tan sublimes que en muchos casos nos resultan misteriosos; de manera que sólo se pueden comprender en la medida en que Él los quiera revelar (Ro 11:33-34). Pero a los que caminan con Dios, le obedecen y, por tanto, lo conocen, saben que pueden confiar en Él aunque no entiendan muchas cosas, como le ocurre a un niño pequeño que se siente seguro y confiado en brazos de su padre (Mt 7:9-11).

Ro 11:33-34; ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! 34 Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?

Mt 7:9-11; ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? 11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?

10 Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, 11 así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.

El Dios de la creación, que ordenó la formación de las nubes para que descargasen desde los cielos agua y nieve sobre la tierra, es el mismo que nos envió su Palabra e hizo descender al Señor Jesucristo. La similitud de estos dos versículos entre sí no puede ser mayor. La Palabra que sale de la boca del Señor no vuelve a Él vacía sin cumplir su misión, igual que la lluvia que desciende del cielo en forma de agua o nieve para bendecir la tierra, o bien en forma de granizo, que se asocia con el juicio destructor de Dios, para dañarla.

Observamos que tras cumplir su misión de regar la tierra y hacer germinar las especies vegetales, dando fruto para comer y semilla para sembrar, el agua sobrante es canalizada a través de ríos y fuentes hacia lagos y mares, desde donde una parte asciende en forma de vapor al cielo para formar otra vez nubes y repetir indefinidamente el ciclo anterior.

¿Qué parecido tiene entonces este fenómeno natural con la función que desempeña la Palabra de Dios? Sin perjuicio de que pueda haber otras similitudes, quiero destacar las siguientes:

1) Igual que la lluvia, que está sometida a la ley de la gravedad, la Palabra sólo puede descender; en este caso desde lo más alto y sublime, que es Dios.

2) La lluvia tiene la capacidad o poder de transformar la tierra para que dé buen fruto, lo mismo que sucede espiritualmente con la Palabra en relación con las personas.

3) Así como el agua de lluvia puede ser absorbida en mayor o menor cantidad según la clase de tierra en la que caiga, también las personas reaccionan de distinto modo a la predicación del evangelio, pues mientras unos lo reciben con gozo, otros lo rechazan.

4) La lluvia trae vida y alimento para el cuerpo; la Palabra también alimenta y da vida espiritual a los hombres.

5) La lluvia propicia que la tierra produzca frutos para comer y semilla para sembrar, igual que la Palabra, que además de ser alimento espiritual también es semilla que tiene que ser sembrada en los corazones de los hombres.

6) En el orden natural la lluvia fertiliza la tierra para que la vida florezca, de manera similar a lo que hace la Palabra en el orden espiritual (Jn 6:63); pero además la lluvia tardía y temprana se asocia en la Palabra a un gran derramamiento del Espíritu Santo, vinculado respectivamente a la primera y segunda venida de Cristo a la tierra (Jl 2:28-29).

Jn 6:63; El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.

Jl 2:28-29 (también Hch 2:16-21); Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. 29 Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.

7) El agua de la lluvia, tarde o temprano acaba evaporándose y ascendiendo al cielo; asimismo el alma y el espíritu del hombre suben a la presencia de Dios al morir (Ec 12:7) para dar cuenta en el día del juicio de lo que haya hecho cada uno en la tierra, sea bueno o sea malo (2 Co 5:10), conforme a lo prescrito o establecido en la Palabra (Jn 12:48).

Ec 12:7; ...y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.

2 Co 5:10; Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.

Jn 12:48; El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero.

12 Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso. 13 En lugar de la zarza crecerá ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán; y será a Jehová por nombre, por señal eterna que nunca será raída.

Estos dos versículos, que forman parte de las promesas de bendición eterna hechas a los hijos de Dios (Dt 28:2,6; Sal 121:7-8), nos trasladan a un tiempo futuro en el cual el establecimiento del reino de los cielos se habrá consumado. Es el tiempo de la redención corporal y manifestación gloriosa de los hijos de Dios, que tanto lleva esperando toda la creación para ser liberada de la corrupción del pecado y restaurada a su estado original (Ro 8:19,21-22; Hch 3:19-21). Entonces toda maldición desaparecerá de la tierra (Gn 3:17-19), que vendrá a ser como el huerto del Edén.

Dt 28:2,6; Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios… 6 Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir.

Sal 121:7-8; Jehová te guardará de todo mal; Él guardará tu alma. 8 Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre.

Ro 8:19,21-22; Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios... 21 porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. 22 Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora…

Hch 3:19-21; 19 Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, 20 y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; 21 a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.

Gn 3:17-19; Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. 18 Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. 19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.

La predicación de la palabra que sale de la boca de Dios sabemos que ha sido encomendada a los seguidores de Cristo (Mr 16:15-16). Por eso es posible que los versículos 11 y 12 se refieran también de forma secundaria al anuncio del evangelio por los discípulos del Señor, sin perjuicio de la validez de mis comentarios anteriores. Entonces, siguiendo esta línea de interpretación alternativa, el versículo 12 podría identificar a los que llevan las buenas nuevas del evangelio por toda la tierra, a quienes Dios protege sus almas y llena con su paz y el gozo de la salvación. Tan importante es su labor, que a su paso aun los montes y los árboles se solidarizan y regocijan con ellos, levantando cánticos y aplausos inaudibles para el oído humano.

Mr 16:15-16; Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. 16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.

Hasta aquí mi reflexión, querido lector. Reciba toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.