31/7/20

El vino y los odres

TEXTO PRINCIPAL

Lc 5:33-39 (también Mt 9:14-17 y Mr 2:18-22); Entonces ellos le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones, y asimismo los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben? 34 El les dijo: ¿Podéis acaso hacer que los que están de bodas ayunen, entre tanto que el esposo está con ellos? 35 Mas vendrán días cuando el esposo les será quitado; entonces, en aquellos días ayunarán. 36 Les dijo también una parábola: Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo y lo pone en un vestido viejo; pues si lo hace, no solamente rompe el nuevo, sino que el remiendo sacado de él no armoniza con el viejo. 37 Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán. 38 Mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se conservan. 39 Y ninguno que beba del añejo, quiere luego el nuevo; porque dice: El añejo es mejor.

LA PREGUNTA SOBRE EL AYUNO

Antes de nada considero oportuno aclarar quiénes fueron los autores de la pregunta. Por un lado Lc 5:33 nos hace presuponer que fue hecha por los escribas y fariseos; por otro Mr 1:18 deja abierta la posibilidad de que además de éstos intervinieran los discípulos de Juan. Sin embargo Mt 9:14 nos dice de manera clara y expresa que fueron los discípulos de Juan quienes se acercaron para preguntarle, quizás acompañados de los escribas y fariseos, o estando éstos presentes.

Comer y beber es algo natural e indispensable para la supervivencia de todo ser viviente; por tanto lo que cuestionaban los discípulos de Juan y los de los fariseos entiendo que no era el hecho en sí de que los discípulos de Jesús comieran y bebieran, sino su espiritualidad, al considerar que eran carnales porque no ayunaban. Pero veamos lo que dice el Señor al respecto en Ro 14:2-4:

Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. 3 El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. 4 ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme.

Ante dicho cuestionamiento, Jesús no negó la validez y los beneficios del ayuno, sino que implícitamente aprobó su práctica (recordemos que Él mismo ayunó durante 40 días y 40 noches). Pero al hilo de esta pregunta quiso mostrar que Jehová, el esposo de Israel, había venido en carne a instituir el Nuevo Pacto anunciado en la ley, los profetas y los salmos. Por tanto al estar presente Jesús, sus discípulos estaban celebrando, cual esposa, una fiesta de bodas con Él; de manera que no podían ayunar estando de fiesta. Sin embargo cuando Jesús, el esposo, ya no estuviera con ellos en cuerpo presente se entristecerían y ayunarían.

LA PARÁBOLA DEL REMIENDO Y LA CONSERVACIÓN DEL VINO EN ODRES

Tras la respuesta sobre el ayuno Jesús añadió una parábola acerca del Antiguo Pacto y a su sustitución por el Nuevo Pacto que establecería con la iglesia (He 8:13), compuesta por judíos y gentiles (Ef 2:14,16). Para ello utilizó un vestido como figura y también el vino guardado en odres.

He 8:13; Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.

Ef 2:14,16; Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación… 16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.

Sobre el vestido dijo que a nadie se le ocurre cortar tela de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque además de romper el vestido nuevo, el trozo que saca de él no armoniza con la tela del vestido viejo, aparte de que la costura tira de la tela vieja haciendo que el vestido se rompa. De esa manera se estropearían los dos vestidos: el viejo y el nuevo.

Para completar esta parábola Jesús se refirió también a que nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque la fuerza del vino nuevo puede agrietar y romper el cuero rígido de los odres viejos, echándose a perder tanto los odres como el vino. Por eso el vino nuevo ha de echarse en odres nuevos, que tienen mayor flexibilidad, y el vino viejo en odres viejos; de ese modo tanto el vino como los odres se conservan.

No es que Jesús nos relate aquí dos parábolas, sino una expresada de dos formas distintas. Por una parte, el vestido viejo corresponde al Antiguo Pacto, basado en la ley mosaica, y el vestido nuevo, al Nuevo Pacto en la sangre de Cristo. Dado que el Antiguo Pacto pronto iba a desaparecer porque se había envejecido, para ser reemplazado por el Nuevo Pacto, muchos podrían tener la tentación de continuar con el viejo pacto, renovándolo con una parte del nuevo. Pero Jesús nos advierte que estos dos pactos son incompatibles entre sí y que no pueden mezclarse, por lo que o bien nos acogemos a uno o bien al otro.

Y lo mismo ocurre con el vino y los odres. El vino nuevo es el evangelio, o sea, las buenas nuevas de salvación en Cristo Jesús, y los odres nuevos corresponden a las personas que han entrado en el Nuevo Pacto, luego de arrepentirse, creer en Jesús y recibirlo en su corazón como su señor y salvador. Por el contrario, el vino viejo representa al Antiguo Pacto, así como los odres viejos se refieren a las personas que en vez de confiar en su salvación por fe, confían en las obras de la ley (Ro 3:19-20).

Ro 3:19-20; Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; 20 ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.

Esta parábola finaliza en Lc 5:39 con una declaración de Jesús que quizá no todos entiendan y que trataré de explicar. A los que están bajo la ley, que en este contexto es representada por el vino añejo, y en general a los seguidores de cualquier religión o sistema humano que enseñe que respetando las tradiciones y haciendo buenas obras acumulan méritos para su salvación, les resulta muy difícil aceptar el evangelio, representado por el vino nuevo.

Esto es así básicamente porque se consideran buenas personas y creen que si presentan buenas obras delante de Dios, Él reconocerá sus méritos y los premiará con la vida eterna; es decir, prefieren depender más de sí mismos que de Dios. Por eso deciden que el vino añejo es mejor que el nuevo, aunque se engañan a sí mismos, ya que el vino nuevo que trajo Jesús es mucho mejor. Porque si la salvación fuera posible mediante las obras de la ley, Cristo habría muerto en vano. Como dijo el apóstol Pablo, No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo(Gá 2:21).

EL EVANGELIO ES PARA TODOS, AUNQUE MUCHOS LO RECHAZAN

El Antiguo Pacto basado en la ley, tras cumplir su función de mostrar al hombre su pecado, había envejecido. Entonces vino Jesús, no a renovarlo o mejorarlo, sino a reemplazarlo por otro nuevo. El Nuevo Pacto, igual que los pactos anteriores, no surgió por iniciativa de los hombres, sino que fue establecido por Dios para que sus destinatarios, en este caso todos los seres humanos, decidieran libremente acogerse a él, o bien rechazarlo. Así que Dios envió un nuevo mensaje por medio de Jesucristo que los hombres necesitan escuchar y retener, de la misma manera que el odre nuevo recibe y retiene el vino nuevo. Lamentablemente muchos prefieren ignorarlo y seguir sus propios caminos de perdición (Ro 10:16-17; 2 Ts 1:6-10).

Ro 10:16-17; Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? 17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

2 Ts 1:6-10; Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, 7 y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, 8 en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; 9 los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, 10 cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron

Cuando es Dios quien habla, no creerlo es pecado, porque Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta” (Nm 23:19). Ahora bien, Él ha hablado desde el principio hasta hoy y debemos creerlo, para lo cual necesitamos primero oírlo; pero no oírlo distraídos o seleccionando la parte del mensaje que nos gusta (“Mirad lo que oís”... Mr 4:24), sino escuchar con mucha atención e interés todo lo que nos dice (“Mirad, pues, cómo oís”… Lc 8:18), porque en ello nos va la vida.

AL QUE TIENE SE LE DARÁ, Y AL QUE NO TIENE SE LE QUITARÁ

Ahora bien, ¿por qué es tan importante la disposición o actitud con la que oímos a Dios? En primer lugar porque es necesario aceptar el mensaje del evangelio para que Dios nos abra la puerta de acceso al reino de los cielos; y en segundo lugar porque cuanto más escuchamos a Dios y le obedecemos, más abundantemente recibimos, mientras que si perdemos nuestra hambre y sed de Él y su Palabra, conformándonos con poco, aun lo poco que tenemos o pensamos tener nos será quitado (Mr 4:24-25; Lc 8:18).

Mr 4:24-25; Les dijo también: Mirad lo que oís; porque con la medida con que medís, os será medido, y aun se os añadirá a vosotros los que oís. 25 Porque al que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.

Lc 8:18; Mirad, pues, cómo oís; porque a todo el que tiene, se le dará; y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará.

Como podemos ver en la parábola de los talentos de Mt 25:14-30 y en la de las diez minas de Lc 19:11-17, Dios nos va a aplicar esta misma regla cuando nos demande el fruto que espera de cada uno de nosotros, a partir de los dones y talentos que Él nos ha dado por gracia; de manera que a quienes se les haya dado mucho, mucho se les demandará (Lc 12:48).

Lc 12:48; ...porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.

DESECHEMOS TODA INCREDULIDAD Y DUREZA DE CORAZÓN

Como dice el autor de Proverbios, Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Pr 4:23).

Cuando el corazón del hombre se endurece ante el mensaje del evangelio, le sucede algo parecido a un odre viejo que no puede retener el vino nuevo: se vuelve incapaz espiritualmente de ver, aunque tenga ojos; de oír, aunque tenga oídos; y de entender, no intelectualmente, sino con el corazón; de manera que no puede convertirse y ser sanado (Mt 13:13-15). El hombre con el corazón endurecido es tan insensible como los ídolos que fabrica (Jer 5:21; Sal 135:15-18).

Mt 13:13-15; Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. 14 De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis. 15 Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane.

Jer 5:21; Oíd ahora esto, pueblo necio y sin corazón, que tiene ojos y no ve, que tiene oídos y no oye...

Sal 135:15-18 (también Sal 115:4-8); Los ídolos de las naciones son plata y oro, obra de manos de hombres. 16 Tienen boca, y no hablan; tienen ojos, y no ven; 17 tienen orejas, y no oyen; tampoco hay aliento en sus bocas. 18 Semejantes a ellos son los que los hacen, y todos los que en ellos confían.

Entonces, cuando las personas rechazan obstinada y reiteradamente el llamamiento de Dios al arrepentimiento y a la conversión, suceden una serie de desgracias:

1) Sus corazones se vuelven duros e insensibles para con Dios, por desoírlo y escoger sus propios caminos.

2) Cuando la dureza de corazón es irreversible, las personas se vuelven réprobas en cuanto a la fe (Ro 1:28), y Dios endurece aún más esos corazones que ellas habían previamente endurecido, como le ocurrió al faraón cuando no quiso dejar salir a su pueblo Israel de Egipto (Sal 69:27-28; 81:11-12; Lm 3:64-65).

Ro 1:28 (también 2 Ti 3:8); Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen...

Sal 69:27-28; Pon maldad sobre su maldad, y no entren en tu justicia. 28 Sean raídos del libro de los vivientes, y no sean escritos entre los justos.

Sal 81:11-12; Pero mi pueblo no oyó mi voz, e Israel no me quiso a mí. 12 Los dejé, por tanto, a la dureza de su corazón; caminaron en sus propios consejos.

Lm 3:64-65; Dales el pago, oh Jehová, según la obra de sus manos. 65 Entrégalos al endurecimiento de corazón; tu maldición caiga sobre ellos.

3) Al haber despreciado la misericordia de Dios en tiempo de gracia, se enfrentarán en su día a un justo juicio, donde serán retribuidos conforme a sus obras y recibirán el castigo de la muerte eterna (Pr 1:24-26; Is 66:3-4).

Pr 1:24-26; Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, extendí mi mano, y no hubo quien atendiese, 25 sino que desechasteis todo consejo mío y mi reprensión no quisisteis, 26 también yo me reiré en vuestra calamidad, y me burlaré cuando os viniere lo que teméis

Is 66:3-4; ...Y porque escogieron sus propios caminos, y su alma amó sus abominaciones, 4 también yo escogeré para ellos escarnios, y traeré sobre ellos lo que temieron; porque llamé, y nadie respondió; hablé, y no oyeron, sino que hicieron lo malo delante de mis ojos, y escogieron lo que me desagrada.

4) Dios vela el entendimiento de aquellos que lo tienen ya entenebrecido, a causa de su pertinaz rebeldía, hablándoles por parábolas y no claramente (Mt 13:10-15).

Mt 13:10-15; Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? 11 El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. 12 Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

DIOS REVELÓ SUS SECRETOS A LOS QUE SON COMO NIÑOS

En concordancia con los puntos que acabo de considerar, Dios no eligió a los sabios de este mundo (1 Co 3:19-20), entre los que figuraban los doctores de la ley, escribas y fariseos, ancianos, etc, para revelarles importantes misterios del reino de los cielos que habían permanecido ocultos hasta entonces, sino que prefirió hacerlo con aquellos que, como niños, se habían despojado de toda malicia (Mt 11:25); porque si no nos volvemos como niños no podemos entrar en el reino de los cielos (Mt 18:3).

1 Co 3:19-20; Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios; pues escrito está: El prende a los sabios en la astucia de ellos. 20 Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos.

Mt 11:25; En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. 26 Sí, Padre, porque así te agradó.

Mt 18:3; ...3 y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

NO DEMOS LO SANTO A LOS PERROS

Como he comentado, cuando los hombres entran en un proceso gradual de endurecimiento de corazón pueden alcanzar un punto de no retorno, en el que Dios mismo aún los endurece más, dejando que sigan sus propios consejos. Pues algo parecido es lo que Dios manda a sus discípulos cuando se le presenta el evangelio reiteradamente a una persona y ésta la rechaza.

Dios compara a dichas personas con animales que para los judíos eran inmundos, como los perros y los cerdos (Mt 7:6). A éstas no les gusta el alimento sano de la palabra de Dios, sino que prefieren otras malas comidas a las que se han acostumbrado. Por consiguiente se sienten frustrados y a menudo reaccionan violentamente contra los que portan el mensaje del evangelio. Ante esa situación los discípulos de Jesús debemos dejar de llevarles la Palabra por mucho que nos duela, incluso si son nuestros familiares y allegados. No obstante, debemos seguir orando por ellos, y si algún día cambian de actitud podemos volver a hablarles.

Mt 7:6; No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.

La anterior forma de proceder no es contraria a la gran comisión que Jesús encomendó a sus discípulos, ni estos casos deben desanimarnos. Nuestra responsabilidad como cristianos es sembrar y regar la Palabra, sabiendo que el crecimiento no depende de nosotros, sino de Dios (1 Co 3:6).

1 Co 3:6; Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.

CUANDO NO QUIERAN OÍRNOS EN UN LUGAR, VAYAMOS A OTRO

Si en el contexto de una relación personal debemos dejar de predicar la Palabra a quienes la rechazan de forma persistente, también debemos alejarnos de cualquier lugar a donde vayamos a predicar el evangelio y no seamos bien recibidos. Es más, Jesús les dijo a sus discípulos que al salir sacudieran el polvo de sus pies en testimonio contra los habitantes de ese lugar (Lc 9:4-6).

Lc 9:4-6 (también Mt 10:11-15 y Mr 6:10-11); Y en cualquier casa donde entréis, quedad allí, y de allí salid. 5 Y dondequiera que no os recibieren, salid de aquella ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos. 6 Y saliendo, pasaban por todas las aldeas, anunciando el evangelio y sanando por todas partes.

No debería sorprendernos que a los cristianos nos rechacen e incluso persigan, porque la Palabra ya nos advirtió en numerosas ocasiones de que eso iba a pasar (Jn 15:18-20; 2 Ti 3:12; etc). El mismo Jesús fue rechazado por muchos judíos, incluyendo a sus propios parientes y vecinos de Nazaret (Mt 13:57-58); e igualmente le sucedió a Pablo (Hch 13:46,51), así como a los otros apóstoles y en general a todos los discípulos de Cristo a través de la historia.

Jn 15:18-20 (también Mt 10:22; Mr 13:13; Lc 21:17); Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. 19 Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. 20 Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.

2 Ti 3:12; Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución...

Mt 13:57-58 (también Mr 6:3-4); Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa. 58 Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos.

Hch 13:46,51 (también Hch 18:4-5); Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles ...51 Ellos entonces, sacudiendo contra ellos el polvo de sus pies, llegaron a Iconio.

CONSIDERACIONES FINALES

Así como a muchas personas les resulta difícil dejar de confiar en sus obras para confiar en la gracia y misericordia de Dios, a muchas sociedades con religiones profundamente arraigadas les cuesta aceptar el evangelio, apartándose de sus ídolos, ritos, tradiciones y falsas creencias. Según la experiencia de muchos misioneros, la penetración del evangelio encuentra menos resistencia en sociedades y países donde las religiones están poco arraigadas. Así que en cierto modo todas las religiones inventadas por los hombres son odres viejos incapaces de contener el vino nuevo traído por Jesús.

Y para finalizar, cada uno de nosotros debería hacerse las siguientes preguntas: ¿Qué clase de odre soy? ¿Retengo el vino nuevo o dejo que se desparrame? ¿Qué y cómo oigo en relación a la Palabra? ¿Escucho con suma atención todo lo que el Señor me dice para obedecerlo, aun cuando no agrade a mi carne? ¿Quiero más del Señor, o me conformo con lo poco que tengo?

Gracias por seguirme hasta aquí, estimado lector. Que Dios lo bendiga.