14/8/21

Alegoría de Sara y Agar

 

Gálatas 4:21-31

Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley? 22 Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. 23 Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa. 24 Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. 25 Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. 26 Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. 27 Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; porque más son los hijos de las desolada, que de la que tiene marido. 28 Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. 29 Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. 30 Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. 31 De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.

INTRODUCCIÓN

En este estudio basado en Gálatas 4:21-31 tomo como referencia una famosa predicación de Charles H. Spurgeon impartida en 1856 en Londres. No hay duda de que su discurso fue muy elocuente; pero creo que ha mezclado enseñanzas acordes con la Palabra de Dios con otras que la malinterpretan, o bien se fundamentan en meras conjeturas.

Así que he decidido mostrar a continuación una síntesis de dicha predicación, con el propósito de ir comentando su contenido punto por punto, ya sea para mostrar mi conformidad, o para matizar o contradecir sus argumentos.

ANÁLISIS Y COMENTARIOS DE LA PREDICACIÓN DE SPURGEON

-La ley y la gracia son diametralmente opuestas y esencialmente diferentes la una de la otra. Son tan opuestas como la luz y la oscuridad, y tan irreconciliables como el fuego y el agua; sin embargo el ser humano busca cómo mezclarlas, cuando Dios las ha separado categóricamente. Por tanto hay también una diferencia esencial entre los pactos de la ley y de la gracia.

Entre la ley y la gracia, así como entre sus correspondientes pactos, es cierto que existe una diferencia esencial y que son incluso diametralmente opuestas; pero creo que debemos ser más precisos en esta afirmación: se oponen entre sí como medios de búsqueda de la salvación, pero fuera de este supuesto son perfectamente compatibles.

Está claro por la Palabra que la salvación se basa en la fe y no en las obras. Ahora bien, a la fe genuina le sigue el fruto del Espíritu, que imprime carácter en el creyente y trae como consecuencia buenas obras. Por tanto, el carácter y las obras son reveladores de la fe de las personas, sin perjuicio de que no debemos juzgar imprudentemente a nuestro prójimo según las apariencias, porque las motivaciones e intenciones del corazón sólo Dios las conoce verdaderamente.

En definitiva, las buenas obras utilizadas por las personas como medio para alcanzar la salvación no sólo son estériles, sino que ofenden a Dios y traen condenación, porque con dicha actitud se desprecia y hace vana la muerte expiatoria de Cristo. Sin embargo las buenas obras que brotan de la fe y el amor a Dios y a nuestros semejantes, no proceden de la carne y agradan ciertamente al Señor.

I. Primero, los invito a que miren a las dos mujeres: Agar y Sara. Se dice que ellas son tipos de los dos pactos:

-El primer pacto representado por Agar, es el pacto de obras, el pacto promulgado en el Sinaí, o más bien presentado, antes que nada, en el huerto del Edén.

Que Agar representa el pacto establecido en el Sinaí es indiscutible, pero no hallo base en la Palabra para relacionar este pacto con el que Dios hizo con Adán.

-El pacto de Sara es el pacto de gracia, no hecho entre Dios y el hombre, sino hecho entre Dios y Cristo Jesús: Éste por Su parte se compromete a llevar el castigo de los pecados de todo Su pueblo, se compromete a morir, a pagar sus deudas, a cargar con las iniquidades sobre Sus hombros; y el Padre por Su parte promete que todos aquellos por los que muera efectivamente el Hijo, serán salvados con toda certeza, poniendo su ley en sus corazones y pasando por alto todos sus pecados pasados, presentes y futuros.

Con este párrafo quiero mostrar importantes discrepancias. El pacto de Sara representa alegóricamente el pacto de Dios con Abram, no un hipotético pacto de Dios con Cristo, como dice Spurgeon.

En ese pacto Dios le prometió a Abram que su descendencia (o su simiente) heredaría una extensa porción de tierra comprendida entre el río Éufrates y el río de Egipto. Es cierto que Cristo, la simiente de Abram, participó en el pacto ratificándolo (Gá 3:15-18) y cambiando el pacto de Dios con Abram de condicional a incondicional, haciendo que Abram se durmiera y pasando Cristo como una antorcha de fuego por en medio de las partes de los animales divididos (Gn 15:12,17); pero el pacto en sí claramente fue hecho con Abram (Gn 15:18).

Gá 3:15-18; Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade. 16 Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. 17 Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa. 18 Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa.

Gn 15:12,17-18; Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él… 17 Y sucedió que puesto el sol, y ya oscurecido, se veía un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos. 18 En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates…

Por otra parte Cristo no murió exclusivamente por los pecados de su pueblo, sino por los de toda la humanidad. O sea, Cristo no murió sólo por una parte escogida de los hombres, sino por todos y de manera efectiva, lo cual no obsta para que esta salvación, que es por gracia inmerecida, se tenga que recibir por medio de la fe.

-Un pacto era condicional al cumplimiento que le diera Adán; el otro es un pacto condicional para con Cristo, pero perfectamente incondicional para con nosotros. El pacto da fe, arrepentimiento, buenas obras y salvación, como un acto puramente incondicional y gratuito; tampoco nuestra permanencia en ese pacto depende de nosotros.

Creo que aquí Adán no pinta nada, como ya he dicho antes, y que el supuesto pacto de Dios con Cristo también es pura especulación. Por otra parte, discrepo del concepto de soberanía de Dios que enseña Spurgeon, al convertir a los hombres en simples robots, parte de los cuales fueron programados por Dios para aceptar la salvación y otra parte para rechazarla.

Por el contrario, creo que Dios ha capacitado al ser humano en general para decidir por sí mismo creer o no en la persona y obra de Jesús, con todo lo que eso implica, ya que creer equivale a someterse a la voluntad de Dios, permitiendo que sea Él quien controle y dirija nuestras vidas. Otra cosa distinta es la fe como un don del Espíritu Santo a personas que ya son creyentes para edificar a la iglesia de Cristo (1 Co 12:4,8-9); este don nada tiene que ver con la fe que media en la salvación.

1 Co 12:4,8-9; Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo… 8 Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; 9 a otro, fe por el mismo Espíritu...

-Sara es tipo del nuevo pacto de la gracia, que fue el pacto original, así como Sara fue la esposa original de Abraham. Hay algunos malos teólogos que enseñan que Dios hizo al hombre recto e hizo un pacto con él; pero habiendo pecado el hombre, Dios hizo un nuevo pacto con Cristo para la salvación de Su pueblo. Pero eso es un error total. El pacto de gracia fue hecho antes que el pacto de obras; pues Cristo Jesús, antes de la fundación del mundo, lo consumó como Su cabeza y representante.

Que Dios hizo al hombre sin pecado, y por tanto recto, es un hecho (Gn 1:27,31; Ec 7:29). El problema con el razonamiento de Spurgeon es que mezcla erróneamente dos planos o realidades de la existencia completamente asimétricos entre sí: uno corresponde a la eternidad, omnipotencia, omnipresencia y omnisciencia de Dios; y el otro a la existencia de todos los seres creados por Él, incluido el hombre, que se mueven en unas coordenadas de espacio y tiempo determinadas, y con unas capacidades limitadas.

Gn 1:27,31; Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó… 31 Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.

Ec 7:29; He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones.

Ambos planos no deben ser mezclados. Porque lo que a los seres humanos les acontece en un momento dado de la historia, para Dios ya es una realidad antes de la fundación del mundo, por la sencilla razón de que es eterno. Por consiguiente, los hechos que para nosotros se ubican en un pasado, presente, o futuro, para Él son una realidad que está continuamente presente. Por eso Dios se ha revelado a los hombres en diversas ocasiones como el “Yo soy” (Éx 3:4; Jn 8:58; y otros).

Éx 3:14; Y respondió Dios a Moisés: Yo soy el que soy. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: Yo soy me envió a vosotros.

Jn 8:58; Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.

-Él permitió que sus escogidos cayeran en pecado, para mostrar las riquezas de Su gracia, que existía antes del pecado de los hombres. No los amó ni los eligió de entre todos los demás después de su caída, sino que los amó más allá de su pecado y antes de su pecado. Él hizo el pacto de gracia antes de que cayéramos por el pacto de obras. Mucho antes que Adán estuviera en el huerto, Dios había ordenado a Su pueblo para vida eterna, para que pudiera ser salvado por medio de Jesús.

La argumentación de este párrafo enlaza con la del anterior. En su presciencia o conocimiento anticipado de lo que el ser humano en general y cada hombre en particular iba a hacer y lo que iba a necesitar, Dios ya tomó el remedio para la maldad que iba a aparecer, antes de que eso sucediese, antes incluso de que el hombre fuera creado.

Ahora bien, la expresión de Spurgeon “Mucho antes que Adán estuviera en el huerto”, en realidad no es sino un vano intento de explicar un misterio insondable que excede a nuestra comprensión, como es la eternidad y el mismo Dios (Ro 11:33-34); porque ese “mucho antes” requiere algún momento anterior en el tiempo, pero la eternidad es intemporal, ya que no tiene principio ni fin, tal como dice la Palabra acerca de Melquisedec, que es una figura de Cristo (He 7:3).

Ro 11:33-34; ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! 34 Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?

He 7:3; ...sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.

-Sara era la esposa de mayor edad, sin embargo Agar dio a luz al primer hijo. Así que el primer hombre Adán fue el hijo de Agar; aunque nació perfectamente puro y sin mancha, él no fue el hijo de Sara cuando estaba en el huerto. Adán, que tenía enteramente el poder de obedecer a Dios o no, vivió en el huerto de conformidad a este principio: Si no cometía ningún pecado, permanecería para siempre. Su salvación, entonces, descansaba simplemente sobre esta base: “Si tocas ese fruto, ciertamente morirás; si obedeces Mi mandamiento y no lo tocas, vivirás”. Así que Adán pasó a ser un Ismael y no un Isaac.

Partiendo del hecho de que hubo un primer Adán y otro postrero, que es Cristo, Spurgeon vuelve a mezclar arbitrariamente el pacto del Sinaí con el pacto establecido en el Edén. Entonces al primer Adán lo equipara con Ismael y al postrer Adán con Isaac, al considerar que Cristo era antes que Adán, aunque naciera unos 4.000 años después. Por eso, argumenta Spurgeon, aunque Isaac naciera después de Ismael, procedía de la primera esposa de Abram, la original, que fue Sara, en tanto que Ismael, que era el hermano mayor, nació de Agar, que no era esposa de Abram, sino una esclava de Sara.

Pero por muy ingenioso que parezca su razonamiento, Spurgeon incurre en una flagrante contradicción, pues si Adán “nació perfectamente puro y sin mancha”, y además “tenía enteramente el poder de obedecer a Dios o no” como él mismo reconoce, entonces Adán nació libre y podía usar su libre albedrío para obedecer o desobedecer a Dios, y por tanto no se le puede identificar con Ismael, que ya nació con la condición de esclavo, por ser hijo de la esclava Agar. Claro, como no puede afirmar que Adán nació esclavo, trata de arreglar su incongruencia diciendo que “Adán pasó a ser un Ismael y no un Isaac”.

-Bendito sea Dios, nosotros no estamos bajo Agar ahora; no estamos bajo la ley desde la caída de Adán. Ahora Sara ha dado a luz hijos. El nuevo pacto es, “La madre de todos nosotros”.

Estoy de acuerdo en que espiritualmente somos hijos de Sara y que no estamos bajo la ley, con la salvedad de que ésta no surgió inmediatamente después de la caída de Adán, sino mucho más tarde; concretamente 430 años después del pacto y la promesa hecha a Abram, como lo indica Gá 3:17, que ya reproduje antes.

-Agar no estaba destinada a ser una esposa; nunca debió haber sido otra cosa que la sierva de Sara. La ley nunca tuvo por objetivo salvar hombres: únicamente estaba destinada a revelarnos que somos pecadores, a ser una sierva del pacto de gracia, un ayo para llevarnos a Cristo.

Esto me parece correcto.

-Pero esta Agar siempre estará deseando ser la señora, como Sara; pero Sara jamás permitirá eso, sino que se cerciorará de tratarla duramente y echarla fuera. Nosotros debemos hacer lo mismo; y que nadie nos critique si tratamos a la familia de Agar con dureza en estos días, si a veces decimos cosas severas contra quienes ponen su confianza en las obras de la ley.

De acuerdo, aunque más que dureza lo que debemos mostrar es firmeza.

-La ley es buena y excelente, si guarda su lugar. Nadie critica a la sierva puesto que no es la esposa; y nadie despreciará a Agar puesto que no es Sara. Si ella simplemente hubiera recordado su trabajo, todo hubiera ido bien, y su señora nunca la habría echado. No queremos echar fuera de las iglesias a la ley, siempre y cuando sea mantenida en su posición correcta; pero cuando es elevada al rango de señora, fuera con ella; nosotros no aceptaremos el legalismo.

Bueno, desconocemos si Sara habría mantenido en su casa a Agar en el hipotético caso de que ésta se hubiera limitado a cumplir humildemente sus obligaciones como sierva. Sabemos que Agar se extralimitó y Sara hizo que Abram la expulsara junto con su hijo; mas lo que habría sucedido si Agar se hubiera sometido a su señora lo ignoramos, y creo que no procede hacer suposiciones sobre algo que no llegó a ocurrir.

Pero lo que me parece más sorprendente y confuso es su afirmación de que “No queremos echar fuera de las iglesias a la ley”, mientras ésta permanezca bajo control para que no se enseñoree, o en palabras del propio Spurgeon, siempre que mantenga una posición correcta y no sea elevada al rango de señora. Pues bien, dado que la ley y la gracia son incompatibles entre sí, y que ya no estamos bajo la ley sino bajo la gracia, debemos acogernos a ésta y rechazar completamente la ley, aunque ésta haya entrado en pequeñas dosis y parezca no tener la pretensión de imponerse a la gracia.

-Además: Agar nunca fue una mujer libre y Sara nunca fue una esclava. Entonces, amados, el pacto de obras nunca fue libre, ni ninguno de sus hijos fue libre jamás. Todos aquellos que confían en sus obras no son libres nunca, y nunca podrán serlo, pues Si yo pudiera guardar toda la ley de Dios, no tendría ningún derecho a mi favor, pues habría cumplido únicamente con mi deber y todavía sería un esclavo.

Es cierto esto que dice.

-Agar era una esclava; Ismael, aunque era un buen muchacho virtuoso, no era sino un esclavo, y no podía aspirar a más. Todos los trabajos que desempeñaba para su padre no podían convertirlo en un hijo nacido en libertad. En cambio Sara nunca fue esclava. Ella pudo eventualmente ser tomada prisionera por Faraón, pero aun en esa condición no fue una esclava; su esposo pudo negarla ocasionalmente, pero ella continuaba siendo su esposa.

Básicamente estoy de acuerdo.

-Agar fue expulsada, al igual que su hijo; pero Sara no fue echada fuera nunca. La ley como un pacto ha dejado de ser, pues tanto la madre como el hijo son echados fuera por el Evangelio, y quienes confían en la ley son desechados por Dios.

Me parece correcto.

-¡Ah!, ustedes legalistas, no me sorprende que enseñen la doctrina de que se puede perder la salvación. Pero nosotros que predicamos el pacto de salvación gratuita y plena, sabemos que Isaac nunca será echado fuera y que Sara nunca dejará de ser la amiga y esposa de Abraham. ¡Ustedes que pertenecen a la familia de Agar! Cuando digan al final: “¿Dónde está mi madre la ley?” ¡Oh!, ella es echada fuera, y tú te puedes unir a ella en el olvido eterno. Pero el cristiano puede preguntar al final, ¿dónde está mi madre?; y se dirá: “Allí está la madre de los fieles, la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros; y entraremos, y habitaremos con nuestro Padre y nuestro Dios”.

Admito que la salvación es gratuita y plena, que Isaac nunca fue echado, y que Sara siempre fue esposa y amiga de Abraham; pero no comparto las demás cosas que dice, ya sea en la forma o en el fondo. Creo que Spurgeon debería hilar más fino y separar el trigo de la paja, en vez mezclar argumentos de manera tan confusa. En primer lugar, el asunto de la salvación es demasiado complejo como para despacharlo con una serie de afirmaciones basadas en unos cuantos pasajes selectivos de la Biblia, ignorando tendenciosamente otros. O sea, requiere un profundo estudio que aborde específicamente este tema, tal como hizo este servidor con el título “Refutando el calvinismo” en https://amar-la-verdad.blogspot.com/2017/05/refutando-el-calvinismo.html

Al tildar de legalistas y pretender excluir de la fe a todos los que no comparten sus puntos de vista doctrinales sobre la salvación, creo que Surgeon y sus seguidores juzgan precipitadamente antes de tiempo (1 Co 4:5), condenando de forma temeraria a muchos verdaderos hijos de Dios. Harían bien en dejar de acusar y caricaturizar a los cristianos con los que mantienen discrepancias, tratando a todos ellos como si fueran unos judaizantes legalistas. Deberían considerar sus propios argumentos como algo susceptible de ser cuestionado por otros y no como una interpretación infalible de la Palabra de Dios. Deberían respetar el hecho de que otras personas buscadoras y amantes de la verdad, que es Cristo, lleguen a conclusiones diferentes tras escudriñar la Palabra de un modo tan riguroso y concienzudo como hayan podido hacer ellos.

1 Co 4:5; Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.

II. Ahora vamos a considerar a los dos hijos:

-Mientras que las dos mujeres eran un tipo de los dos pactos, los dos hijos eran un tipo de quienes viven bajo cada uno de los pactos. Isaac es el tipo del hombre que camina por fe y no por lo que ve, y que espera ser salvado por la gracia; Ismael es el tipo del hombre que vive por obras, y espera ser salvado por sus propias buenas acciones.

No tengo nada que objetar a esto.

-El hecho de que Ismael sea el mayor significa que todos nacemos como legalistas. Hablando de los arminianos, Whitfield decía: “Todos nosotros nacemos arminianos.” La gracia es la que nos torna calvinistas, la gracia nos vuelve cristianos, nos hace libres, y nos permite conocer nuestra posición en Cristo Jesús”…

Así como primero vino Ismael y después Isaac, es cierto que todos nacemos primero según la carne, antes de poder nacer de nuevo en el Espíritu, pasando espiritualmente de muerte a vida, de estar bajo la ley a estar bajo la gracia.

Pero considero un gran desatino etiquetar a los creyentes, clasificándolos en arminianos o legalistas, por un lado, y calvinistas o cristianos por otro, como si se tratara de un sistema cerrado que no admite más opciones. En todo caso, si sólo quiere establecer dos categorías, lo correcto sería clasificar a las personas en calvinistas y a todas las demás como no calvinistas.

-Hay poca diferencia entre el legalista y el cristiano en su aspecto exterior. Ambos son los hijos visibles de Abraham. Nada los distingue en la vida; pues Dios permitió que Ismael fuera tan bueno como Isaac, para mostrar que no es la bondad del hombre lo que motiva la distinción, sino que “de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece”. Entonces, ¿cuál era la distinción? Pablo nos ha dicho que el primero nació según la carne y el segundo por el Espíritu. El primero era un hijo natural, el otro un hijo espiritual.

Estoy de acuerdo en general con el párrafo anterior. Sólo deseo aclarar que de la cita de Ro 9:18 únicamente podemos concluir que Dios en su soberanía hace su voluntad como Él quiere, sin tener que dar cuentas a nadie. Pero en la práctica eso no significa que actúe caprichosamente, o de forma tiránica, sino que es un Dios de orden que sigue unas normas autoimpuestas; de manera que todo lo que hace tiene un propósito y una razón de ser, independientemente de que nosotros lo entendamos o no.

Pr 26:2; Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, así la maldición nunca vendrá sin causa.

Por ejemplo, en el caso de faraón, primero Dios lo elevó al trono de Egipto, y luego endureció su corazón para manifestar su poder y dar a conocer su nombre en toda la tierra; pero en realidad lo que hizo Dios fue acabar de endurecer del todo el corazón que ya se había encargado de endurecer el propio faraón.

Sal 51:17; Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.

-Cuando es convertido, Isaac trabaja para servir a su padre, de ser posible, mucho más de lo que el legalista Ismael trabaja para servir a su amo; pero aún así, sin duda, si escucharan ambos relatos, sabrían que Isaac dice que él era un pobre pecador miserable, mientras que Ismael se presentaría como un muy honorable caballero farisaico. La diferencia no reside en el trabajo, sin embargo, sino en los motivos; no tanto en lo que hacen, sino más bien en cómo lo hacen.

Ni que decir tiene que las buenas obras nunca pueden ser la causa de la salvación, pero sí deben seguir a ésta como una consecuencia lógica de haber sido salvos por gracia, mediante la fe. Ni siquiera tenemos que afanarnos buscando cómo hacer buenas obras, porque ya Dios las preparó de antemano para que andemos en ellas.

Ef 2:10; Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Pero me temo que Spurgeon cataloga de legalistas a verdaderos cristianos que no aceptan los postulados del calvinismo. Dicho punto de vista no lo comparto.

-Entonces, aquí está la diferencia entre algunos de ustedes. No que ustedes los legalistas sean peores que los cristianos; a menudo, sus vidas pueden ser mejores, pero sin embargo ustedes pueden perderse. Dios dice que los hombres deben ser salvados por fe, y si ustedes dicen: “No, yo seré salvo por las obras,” pueden intentarlo, pero estarán perdidos para siempre.

Lo que dice aquí es muy evidente. ¿Cómo no voy a estar de acuerdo con esto?

-Así Dios no te ha dicho que ganes tu salvación por medio de buenas obras; sino que Él ha dicho: “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. “¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia,” “mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó. ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley”.

Ciertamente no podemos ganar nuestra salvación; por eso fue necesario que Cristo la ganara por y para nosotros en la cruz del calvario. Por otra parte, de las dos porciones que menciona Spurgeon, la de Ro 9:30-32 es muy clara; pero no tanto la de Fl 2:12-13.

Respecto a ésta muchos interpretan que debemos ocuparnos con esmero en nuestra salvación, pero sin agobiarnos, porque en cualquier caso Dios va a producir en nosotros tanto el querer como el hacer. Sin embargo a mí eso me parece un contrasentido, porque si de todas formas Dios va a producir el querer y el hacer en nosotros, ¿por qué habríamos de ocuparnos con temor y temblor en nuestra salvación? ¿Por qué no permanecer pasivamente a la espera de que Él obre en nosotros? Por eso entiendo que debemos activarnos, ocupándonos seriamente en la salvación que ya hemos recibido, porque al hacer eso Dios produce en nosotros tanto el querer como el hacer por su buena voluntad, haciéndonos crecer en santidad.

III. Ahora diré brevemente una palabra o dos sobre la conducta agresiva y burlona de Ismael para con Isaac:

-Ustedes, queridos hijos de Agar, han dicho: “Es espantoso, es horrible, es muy injusto, que yo pueda ser tan bueno como quiera, pero si no soy un hijo de la promesa, no puedo ser salvo; es realmente horroroso, es una doctrina inmoral; causa mucho daño, y debería ser suprimida”.

Este servidor no se considera de la descendencia espiritual de Agar. Sin embargo lo que Spurgeon pone en boca de los hijos de ella lo suscribo. Interpretar la Palabra en el sentido de que la mayor parte de los seres humanos está predestinada desde antes de la creación para condenación, sin que pueda hacer nada para remediarlo, es una gran mentira.

Por supuesto que la Palabra de Dios no enseña eso (1 Ti 2:4; 2 P 3:9); porque si así fuera Dios haría acepción de personas (Hch 10:34-35; Ro 10:10-11; y otros), y por tanto sería injusto (Stg 2:9). Además el concepto de equidad y justicia que Dios ha imprimido en el hombre, hecho a su imagen y semejanza, carecería de sentido.

1 Ti 2:4; ...el cual (Dios nuestro Salvador) quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.

2 P 3:9; El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

Hch 10:34-35; Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, 35 sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia.

Ro 10:10-11; ...pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego; 11 porque no hay acepción de personas para con Dios.

Stg 2:9; ...pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores.

-Donde se predica la pura soberanía de Dios, donde se sostiene que el hijo de la promesa y no el hijo de la carne es el heredero, el hijo de la carne siempre hace un alboroto acerca de ello. Así es como habla el legalista: “¿acaso no es Dios el padre de todos? ¿No somos todos sus hijos? No debemos establecer ninguna diferencia.” Ismael preguntó: “¿No soy yo tan bueno como tú? ¿No sirvo yo igualmente a mi padre?”. Eso es exactamente lo que ustedes, arminianos, hacen con la salvación por gracia.

Está claro que el heredero es el hijo de la promesa y no el hijo de la carne. Pero, ¿quiénes heredan las promesas? Los que creen en Jesucristo y se arrepienten de sus pecados (Ef 1:13). Aunque Dios en su presciencia o preconocimiento siempre supo quiénes se habrían de salvar y quiénes se condenarían, no predestinó a nadie con ese propósito; lo que dejó predestinado es que los salvos fuesen hechos conforme a la imagen de Cristo (Ro 8:29), hijos adoptivos de Dios, y herederos de las promesas (Ef 1:4-5,11).

Ef 1:13; En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa...

Ro 8:29; Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo…

Ef 1:4-5,11; ...según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad… 11 En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad...

-La doctrina de la soberanía de Dios siempre será impopular; los hombres siempre la odiarán y rechinarán sus dientes, tal como lo hicieron cuando Jesús la enseñaba. Muchas viudas, decía Él, había en Israel, pero a ninguna de ellas fue enviado el profeta, sino a una viuda en Sarepta. Y muchos leprosos había en Israel, pero ninguno de ellos fue limpiado, excepto uno que había venido de muy lejos, de Siria. ¿Cómo va a ser Popular rebajar el orgullo del hombre, abolir su posición, y hacer que se encorve ante Dios como un pobre pecador?

Aunque es cierto que muchos hombres rebeldes rechazan la soberanía de Dios, no hace falta ser calvinista para someterse a Él y aceptar su soberanía. La porción de Lc 4:25-27 que cita Spurgeon es tan sólo una muestra de los innumerables hechos soberanos de Dios revelados en la Biblia.

IV. Pero necesitamos investigar qué sucedió con los dos hijos.

-Isaac recibió toda la herencia, pero Ismael no recibió nada. No que Ismael haya salido pobre, pues recibió muchos regalos y se volvió muy rico y poderoso en este mundo; pero no tuvo ninguna herencia espiritual. Así el legalista recibirá muchas bendiciones como una recompensa por su legalidad; él será respetado y honrado. Como dijo Cristo, “los fariseos tienen ya su galardón”. Al obedecer el mandamiento de Dios ellos no lesionarán sus cuerpos como lo hacen los viciosos, y preservarán mejor su reputación. La obediencia es buena en ese sentido.

Las disquisiciones de Spurgeon en este párrafo me parecen correctas.

-Pero por otro lado Ismael no recibió ninguna herencia. Por tanto, tú, pobre legalista, si estás dependiendo de tus obras o de cualquier otra cosa, excepto de la gracia soberana inmerecida de Dios, para tu liberación de la muerte, tú no tendrás ni siquiera un palmo de la herencia de Canaán.

Cierto.

-Si tú renuncias a todas las obras de la carne, y confiesas: “Yo soy el primero de los pecadores, pero soy el hijo de la promesa; y Jesús murió por mí,” tú tendrás una herencia, y no te la robarán ni disminuirán todas las burlas de quienes son Ismael en el mundo. Tú podrás ser vendido algunas veces, y llevado a Egipto, pero Dios traerá a quienes son como José o como Isaac de regreso, y tú todavía serás exaltado a la gloria y te sentarás a la diestra de Cristo.

Este razonamiento también me parece aceptable.

-En el día del juicio Dios procederá a decir al legalista: “Tal día Yo te escuché injuriar mi soberanía; te oí decir que era injusto de Mi parte salvar a Mi pueblo, y distribuir Mis favores según el consejo de Mi propia voluntad; tú ciertamente impugnaste la justicia de tu Creador, y justicia tendrás en todo su poder”.

Injuriar la soberanía de Dios está mal, pero aquí Spurgeon trata de meternos gato por liebre. En primer lugar, Cristo no murió por un grupo reducido previamente elegido, sino por todos, abriendo las puertas de la salvación a toda la humanidad. En cierto sentido es verdad que sólo salva a su pueblo, pero ocurre que cualquiera puede formar parte del mismo, creyendo en Él; o sea, su pueblo está compuesto por todos los que deciden creer y obedecer el evangelio.

Decir que si Dios hubiera decidido de antemano salvar sólo a unos pocos habría hecho acepción de personas, no es ninguna injuria, pues damos previamente por sentado que eso no es cierto. Ocurre que Dios no sólo ha declarado que no hace acepción de personas, sino que tampoco quiere que lo hagan sus hijos (Stg 2:9), porque haciendo eso cometen pecado. Luego si Dios hubiera hecho acepción de personas, Él mismo habría pecado, dejando de ser justo e incitándonos a nosotros a pecar con su mal ejemplo. Pero sabemos que Él aborrece el pecado y no puede pecar, porque es infinitamente justo y santo. A Él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

-El pobre hombre ve entonces que su pequeño tesoro es algo despreciable, mientras que la factura que debe a Dios es de diez mil millones de talentos; y entonces con un alarido terrible y un grito desesperado, huye con su pequeña lista de méritos que había esperado que lo salvarían; gritando: “¡Estoy perdido! ¡Estoy perdido con todas mis buenas obras! Descubro que mis buenas obras eran como un grano de arena, pero que mis pecados eran montañas; y debido a que no tuve fe, toda mi justicia no era sino hipocresía blanqueada”.

Lo que aquí expresa Spurgeon es cierto, pero sólo es aplicable a quienes rechazan la salvación por gracia.

-Vemos, una vez más, que Ismael fue echado fuera e Isaac fue mantenido en la casa. Así sucederá con algunos de ustedes, cuando el día de rendir cuentas venga para probar la iglesia de Dios. Aunque hayan estado viviendo en la iglesia, aunque llevan la máscara de la profesión de fe, descubrirán que no les sirve de nada. Ustedes han sido como el hijo mayor, “tan pronto llega tu hijo que consumió tus bienes con rameras, has hecho matar al becerro más gordo”.

El surgimiento de falsos hermanos, cual cizaña entre el trigo (Mt 13:27-30), es una triste realidad anunciada por Jesús y por los apóstoles desde los primeros tiempos de la Iglesia (Gá 2:3-4; y otros). Pero dichas personas, aunque se reúnan en iglesias locales y aparenten ser cristianos, realmente no son de Cristo, y por tanto no forman parte de su cuerpo, la Iglesia.

Mt 13:27-30; Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? 28 El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? 29 El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. 30 Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.

Gá 2:3-4; Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a circuncidarse; 4 y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud...

-¡Ah!, legalista envidioso, tú serás echado de la casa al final. Yo te digo a ti, legalista, y a ti, formalista, que tu relación con Cristo es como la de cualquier pagano, y aunque has sido bautizado con el bautismo cristiano, aunque te sientas a la mesa cristiana, aunque oyes un sermón cristiano, no tienes participación ni porción en el asunto, no más que un católico o un musulmán, a menos que confíes simplemente en la gracia de Dios, y que seas un heredero de conformidad a la promesa.

Por supuesto, debemos examinarnos a nosotros mismos si estamos en la fe (2 Co 13:5), y si “el Espíritu da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Ro 8:16), entonces no tenemos nada que temer, sin perjuicio de que debemos rechazar toda hipocresía en nuestras vidas y confesar a Dios nuestros pecados.

2 Co 13:5; Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?

-Legalista, tú esperas ser salvado por tus obras. Vamos, ahora te voy a tratar respetuosamente. No te voy a acusar de haber sido un borracho, o un blasfemo; pero quiero preguntarte: ¿estás consciente que para ser salvo por tus obras, el requisito es que tú seas enteramente perfecto? Dios exige el cumplimiento de toda la ley. “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos”.

Sí, es cierto lo que dice, pero esto lo sabe cualquier cristiano, aunque no sea calvinista. Esta repetición obsesiva de verdades tan obvias ya resulta un poco cansina, al menos para este servidor.

-”¡Oh!”, comentas tú, “Él me ayudará en el asunto de la salvación”. Sí, yo sé que eso te complacería; pero Cristo es un Salvador muy diferente; Él decide hacerlo todo cuando hace algo. Te podrá parecer extraño, pero no le gusta ninguna ayuda. Él dice: “Y a otro no daré mi gloria”. Y también: “Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.” Por tanto, si mezclas ambas, arruinas a las dos.

Efectivamente, Dios ya hizo todo lo que había que hacer para que seamos salvos; de manera que lo que hizo es suficiente y no es posible añadirle más, ni existen otras vías alternativas a la cruz de Cristo para ser salvos. No sólo son inútiles nuestras obras para comprar la salvación, sino que incluso ofendemos a Dios si las hacemos con ese motivo.

Sin embargo la salvación, que es por pura gracia, se recibe por fe, y esa respuesta tiene que darla el hombre. Sí, calvinistas, ya sé que la misma fe proviene de Dios; no sólo la fe, sino en general todo lo que somos y tenemos. Pero el hecho de que una persona responda con fe al llamado de la salvación no supone aportar ningún mérito, porque para eso están las obras. Ni que decir tiene que es un grave error considerar la fe un mérito, como si fuera una obra. Dios ha dotado a todo ser humano de la facultad de decidir libremente creer o rehusar creer en Cristo, obedecer o desobedecer el evangelio cuando le es anunciado. De manera que si los hombres se arrepienten de sus pecados y aceptan a Cristo como su señor y salvador son salvos, pero si deciden rechazarlo se condenan; es así de sencillo, y no hay más vueltas que darle.

-A cualquiera de ustedes que deseche todas sus buenas obras y quiera venir a Jesús, Él le dará suficientes buenas obras, Su Espíritu producirá en él tanto el querer como el hacer, por su buena voluntad, y le hará santo y perfecto; pero si te has esforzado por alcanzar la santidad fuera de Cristo, has comenzado por el punto equivocado, has buscado la flor antes de tener una raíz y tus esfuerzos son insensatos.

En otro párrafo anterior Spurgeon dice que cuando Dios hace algo decide hacerlo todo Él solo, y que no le gusta ninguna ayuda. Generalmente es así; basta fijarse en la salvación, la creación del mundo y del universo, y muchas otras cosas. No obstante hay algunas que, pudiendo hacerlas Él solo, como es la propagación del evangelio o la obra del Señor, decidió llevarlas a cabo en colaboración o por medio de su pueblo; o sea, de sus hijos.

1 Co 3:9; Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.

1 Ti 16:10; Y si llega Timoteo, mirad que esté con vosotros con tranquilidad, porque él hace la obra del Señor así como yo.

Pero hay incluso ciertas cosas que Dios las dejó al libre albedrío de los hombres para que sean ellos quienes decidan o no hacerlas. Éste es el caso al que se refiere aquí de pasada Spurgeon. Cualquier ser humano puede venir a Jesús, con la confianza de que ël no lo echará fuera (Jn 6:35-37); mas no vendrá si no quiere, porque Dios no lo obliga. Lo mismo ocurre con el arrepentimiento, la fe, la obediencia, el oír su Palabra, etc. Son cosas que Dios espera de nosotros, puesto que no le corresponde a Él hacerlas. De manera que tenemos que tomar nuestras propias decisiones, aceptando nuestra responsabilidad, y enfrentando las consecuencias que deriven de ellas cualesquiera que sean, sin echar la culpa a nadie y sin buscar excusas delante de Dios.

-Ustedes que son como Ismael ¡tiemblen ante Él ahora! Si otros son como Isaac, que siempre recuerden que son hijos de la promesa. Permanezcan firmes. No se dejen enredar por el yugo de la servidumbre, pues ustedes no están bajo la ley, sino bajo la gracia.

Suscribo esta advertencia a los que pretendan justificarse ante Dios mediante las obras de la ley, que son obras de la carne; y también comparto sus consejos dirigidos a los que verdaderamente son hijos de Dios.

Y aquí pongo punto final a esta discusión, que no disputa, tal como hacía Pablo en las sinagogas de los judíos en Tesalónica y Éfeso. No me cabe la menor duda de que en esta predicación Spurgeon trató, entre otras cosas, de contender ardientemente por la fe una vez dada a los santos (Jud 3). Pues eso mismo he procurado hacer yo en este estudio, con toda humildad a la vez que firmeza, de acuerdo a mis convicciones basadas en la Biblia, que en muchos puntos distan bastante de las que tenía Spurgeon.

Jud 3; Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.

Que el Señor despierte en cada uno de nosotros un intenso y creciente amor por la verdad, y nos haga entender mejor su Palabra.