29/5/19

Aprendiendo de Judá, hijo de Jacob


TEXTO BÁSICO DE ESTE ESTUDIO
Gn 38:1-30; Aconteció en aquel tiempo, que Judá se apartó de sus hermanos, y se fue a un varón adulamita que se llamaba Hira. 2 Y vio allí Judá la hija de un hombre cananeo, el cual se llamaba Súa; y la tomó, y se llegó a ella. 3 Y ella concibió, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Er. 4 Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Onán. 5 Y volvió a concebir, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Sela. Y estaba en Quezib cuando lo dio a luz. 6 Después Judá tomó mujer para su primogénito Er, la cual se llamaba Tamar. 7 Y Er, el primogénito de Judá, fue malo ante los ojos de Jehová, y le quitó Jehová la vida. 8 Entonces Judá dijo a Onán: Llégate a la mujer de tu hermano, y despósate con ella, y levanta descendencia a tu hermano. 9 Y sabiendo Onán que la descendencia no había de ser suya, sucedía que cuando se llegaba a la mujer de su hermano, vertía en tierra, por no dar descendencia a su hermano. 10 Y desagradó en ojos de Jehová lo que hacía, y a él también le quitó la vida. 11 Y Judá dijo a Tamar su nuera: Quédate viuda en casa de tu padre, hasta que crezca Sela mi hijo; porque dijo: No sea que muera él también como sus hermanos. Y se fue Tamar, y estuvo en casa de su padre.
12 Pasaron muchos días, y murió la hija de Súa, mujer de Judá. Después Judá se consoló, y subía a los trasquiladores de sus ovejas a Timnat, él y su amigo Hira el adulamita. 13 Y fue dado aviso a Tamar, diciendo: He aquí tu suegro sube a Timnat a trasquilar sus ovejas. 14 Entonces se quitó ella los vestidos de su viudez, y se cubrió con un velo, y se arrebozó, y se puso a la entrada de Enaim junto al camino de Timnat; porque veía que había crecido Sela, y ella no era dada a él por mujer. 15 Y la vio Judá, y la tuvo por ramera, porque ella había cubierto su rostro. 16 Y se apartó del camino hacia ella, y le dijo: Déjame ahora llegarme a ti: pues no sabía que era su nuera; y ella dijo: ¿Qué me darás por llegarte a mí? 17 El respondió: Yo te enviaré del ganado un cabrito de las cabras. Y ella dijo: Dame una prenda hasta que lo envíes. 18 Entonces Judá dijo: ¿Qué prenda te daré? Ella respondió: Tu sello, tu cordón, y tu báculo que tienes en tu mano. Y él se los dio, y se llegó a ella, y ella concibió de él. 19 Luego se levantó y se fue, y se quitó el velo de sobre sí, y se vistió las ropas de su viudez. 20 Y Judá envió el cabrito de las cabras por medio de su amigo el adulamita, para que éste recibiese la prenda de la mujer; pero no la halló. 21 Y preguntó a los hombres de aquel lugar, diciendo: ¿Dónde está la ramera de Enaim junto al camino? Y ellos le dijeron: No ha estado aquí ramera alguna. 22 Entonces él se volvió a Judá, y dijo: No la he hallado; y también los hombres del lugar dijeron: Aquí no ha estado ramera. 23 Y Judá dijo: Tómeselo para sí, para que no seamos menospreciados; he aquí yo he enviado este cabrito, y tú no la hallaste.
24 Sucedió que al cabo de unos tres meses fue dado aviso a Judá, diciendo: Tamar tu nuera ha fornicado, y ciertamente está encinta a causa de las fornicaciones. Y Judá dijo: Sacadla, y sea quemada. 25 Pero ella, cuando la sacaban, envió a decir a su suegro: Del varón cuyas son estas cosas, estoy encinta. También dijo: Mira ahora de quién son estas cosas, el sello, el cordón y el báculo. 26 Entonces Judá los reconoció, y dijo: Más justa es ella que yo, por cuanto no la he dado a Sela mi hijo. Y nunca más la conoció.
27 Y aconteció que al tiempo de dar a luz, he aquí había gemelos en su seno. 28 Sucedió cuando daba a luz, que sacó la mano el uno, y la partera tomó y ató a su mano un hilo de grana, diciendo: Este salió primero. 29 Pero volviendo él a meter la mano, he aquí salió su hermano; y ella dijo: ¡Qué brecha te has abierto! Y llamó su nombre Fares. 30 Después salió su hermano, el que tenía en su mano el hilo de grana, y llamó su nombre Zara.
INTRODUCCIÓN
Motiva la realización de este estudio una predicación que escuché sobre el capítulo 38 de Génesis. Estoy convencido de que la inmensa mayoría de los que la hayan escuchado o la escuchen en el futuro la calificarán de excelente en todos los aspectos. Mi primera impresión también fue buena; pero cuando me paré a reflexionar detenidamente sobre su contenido observé ciertas incongruencias, que luego abordaré.
En base al citado texto, el autor de la predicación establece una serie de paralelismos entre las experiencias vividas por Judá y las que son susceptibles de acontecerle a un creyente cristiano en cualquier lugar o momento de la historia. De manera acertada, cada aplicación a los creyentes extraída de la vida de Judá la refuerza generalmente con el acompañamiento de otros textos bíblicos. Y por otra parte, su exposición del tema es brillante. Así que no hay nada que objetar en este sentido.
Pero en su afán por obtener analogías y aplicaciones a la vida cristiana, creo que se excedió al sacar algunas conclusiones que podrían extraerse de otros textos de la Biblia, pero que no cuadran bien con este pasaje. Por otra parte, en uno de los puntos expuestos, el predicador realizó una explicación acorde con la doctrina calvinista de la salvación con la cual discrepo.
Todas estas cuestiones las iremos viendo a continuación.
LA SEPARACIÓN DE JUDÁ DE SU FAMILIA
Judá se apartó de sus hermanos, que vivían, junto con su padre Jacob, en tierra de Canaán (Gn 37:1), concretamente en el encinar de Mamre, al lado de Hebrón (Gn 14:13; Gn 35:27).
Gn 37:1; Habitó Jacob en la tierra donde había morado su padre, en la tierra de Canaán.
Gn 14:13; Y vino uno de los que escaparon, y lo anunció a Abram el hebreo, que habitaba en el encinar de Mamre el amorreo, hermano de Escol y hermano de Aner, los cuales eran aliados de Abram.
Gn 35:27; Después vino Jacob a Isaac su padre a Mamre, a la ciudad de Arba, que es Hebrón, donde habitaron Abraham e Isaac.
Así que, Judá se alejó de su familia y se fue a vivir a la región de Adulam, donde estaba la célebre cueva que cobijaría muchos años después a David (1 S 22:1), la cual se halla relativamente cerca de Hebrón en dirección sudeste, y más cerca aún de Belén (2 S 23:13-16), con la que limita por el nordeste.
1 S 22:1; Yéndose luego David de allí, huyó a la cueva de Adulam; y cuando sus hermanos y toda la casa de su padre lo supieron, vinieron allí a él.
2 S 23:13-16; Y tres de los treinta jefes descendieron y vinieron en tiempo de la siega a David en la cueva de Adulam; y el campamento de los filisteos estaba en el valle de Refaim. 14 David entonces estaba en el lugar fuerte, y había en Belén una guarnición de los filisteos. 15 Y David dijo con vehemencia: ¡Quién me diera a beber del agua del pozo de Belén que está junto a la puerta! 16 Entonces los tres valientes irrumpieron por el campamento de los filisteos, y sacaron agua del pozo de Belén que estaba junto a la puerta; y tomaron, y la trajeron a David; mas él no la quiso beber, sino que la derramó para Jehová…
ANALIZANDO LAS CONSECUENCIAS DEL ALEJAMIENTO
Según el citado predicador que mantengo en el anonimato, al apartarse Judá de sus hermanos y alejarse de su padre Jacob, se fue enfriando y endureciendo su corazón hasta llegar a comportarse como los impíos, que no conocen a Dios. Eso es lo que suele ocurrir cuando los cristianos se apartan de sus hermanos, dejando de congregarse; de ahí la exhortación de la Palabra a no hacerlo (He 10:24-25). Al dejar de relacionarse y compartir el amor con sus hermanos en la fe, surge un vacío que el creyente trata de llenar entablando amistad con los incrédulos, como le ocurrió a Judá con el varón adulamita Hira. Así, su corazón es atraído por este mundo de maldad para hacer cosas que no convienen (Ro 1:28).
He 10:24-25; Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; 25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre
Ro 1:28; Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen...
La argumentación del párrafo anterior parece coherente, y quizá lo sea. Sin embargo, aquí se está presuponiendo que Judá y sus hermanos vivían con su padre en santo temor de Dios, siendo la causa de su errada conducta el alejamiento de su familia. Pero eso es cuestionable porque, aunque sus vidas en general son poco conocidas, la Biblia nos muestra varios casos en los que Jacob se disgustó con sus hijos por obrar en contra de su voluntad y la de Dios.
Así sucedió con motivo de la tremenda venganza de Simeón y Leví contra la ciudad hevea de Siquem, cuando el joven Hamor deshonró a su hermana Dina (Gn 34). Lo mismo podría decirse de Rubén, al mancillar el lecho de su padre, acostándose con Bilha, que era concubina de Jacob y sierva de Raquel (Gn 35:22); o de la mala fama que habían adquirido Dan, Neftalí, Gad y Aser, los hijos de Bilha y Zilpa (Gn 37:2); o de la envidia que tenían de José sus hermanos, que antes de venderlo como esclavo habían planeado incluso matarlo (Gn 37).
Por tanto, en vez de una fe profunda como la que tenía Jacob, sus hijos, con la excepción de José, no parece que tuvieran una estrecha relación con Dios, sino que más bien se conformaban con guardar ciertas normas que dan una apariencia de piedad, pero niegan la eficacia de ella (2 Ti 3:2,5). Si esto es así, entonces aún no se habían convertido de corazón a Dios y, por tanto, Judá no se apartó de la fe, sencillamente porque no había llegado a alcanzarla. Trasladándonos al ambiente de las iglesias de hoy día, bien podríamos compararlos con hijos de verdaderos creyentes, incluso con hijos de pastores, que asisten desde niños a los cultos y participan en diversas actividades, pero aún no han nacido de nuevo.
2 Ti 3:2,5; Porque habrá hombres amadores de sí mismos… 5 que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.
Continuando con esta adaptación del texto por el predicador para extraer las aplicaciones deseadas, en su sermón censura varios comportamientos de Judá, juzgándolos desde una perspectiva actual, sin tener en cuenta las circunstancias históricas en que se produjeron y la revelación dada por Dios hasta entonces.
Por eso, no sé hasta qué punto obró mal Judá al establecer una relación de amistad con un adulamita, o por casarse él mismo y casar a su hijo primogénito con una cananea. No olvidemos que aún no había sido dada la Ley al pueblo de Israel, por lo que sólo estaban obligados a observar unos cuantos preceptos como, por ejemplo, la obligación de circuncidar a todo varón, incluyendo a cualquier extranjero que quisiera tomar por esposa a una mujer del linaje de Israel (Gn 34:14-15). Por otro lado, la familia de Jacob era como una gota en medio del océano, ya que vivían rodeados por todas partes de gente que no conocía a Jehová. De manera que, o se desposaban con los habitantes del país en el cual vivían, o tenían muy difícil, por no decir imposible, reproducirse y crecer como pueblo.
Gn 34:14-15; Y les dijeron: No podemos hacer esto de dar nuestra hermana a hombre incircunciso, porque entre nosotros es abominación. 15 Mas con esta condición os complaceremos: si habéis de ser como nosotros, que se circuncide entre vosotros todo varón.
Porque si estos hechos fuesen malos, entonces también tendríamos que reprobar a Abraham por establecer alianza con sus vecinos amorreos (Gn 14:13), o con el rey filisteo de Gerar, Abimelec (Gn 20; Gn 21:22-24). ¿Y qué decir de su unión con concubinas, como la egipcia Agar, madre de Ismael, o Cetura, que fue madre, entre otros, de Madián? Por consiguiente, aunque la Palabra enseña que los cristianos no deben unirse en matrimonio con los incrédulos (2 Co 6:14-15), o que no deben hacer amistad con el mundo (1 J 2:15; Stg 4:4), dudo que Gn 38 sea el texto más apropiado para extraer dichas conclusiones.
2 Co 6:14-15; No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? 15 ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?
1 Jn 2:15; No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Stg 4:4; ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
Ahora bien, Judá realizó otros hechos que, sin duda, fueron malos. Tal fue el caso del incumplimiento de la obligación y a la vez promesa de entregar su hijo Sela a su nuera Tamar, que había enviudado sucesivamente de sus dos hijos mayores. También el hecho de acostarse con una ramera, o lo que viene a ser lo mismo, con su nuera, pensando que era una ramera; o su hipocresía e injusticia, al condenar a muerte por fornicación a Tamar, sin saber que era él quien la había dejado embarazada (Mt 7:1-5).
Mt 7:1-5; No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. 3 ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 4 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? 5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.
Por otra parte, y en esto concuerdo con dicho predicador, es de resaltar que Dios aceptara a la pagana y gentil Tamar entre sus elegidos para ser parte de su pueblo, porque es una figura de todos los gentiles que se arrepienten de sus pecados y creen en Cristo (1 P 2:10). Es más, no conforme con eso, Dios también quiso que fuera una ascendiente del Mesías en su linea sucesoria (Mt 1:1-3).
1 P 2:10; ...vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.
Asimismo comparto con él la opinión de que Gn 38:26 indica el momento preciso en el que Judá se arrepintió y convirtió al Señor, porque en las siguientes ocasiones que lo menciona la Palabra, ya se ha vuelto a juntar con toda la familia y, tanto él como sus hermanos, se comportan de una manera radicalmente diferente a la de antes (leer en los capítulos 42 a 44 de Génesis acerca del reencuentro de José con sus hermanos).
POSIBLE INCOHERENCIA Y CONTRADICCIÓN
Pero, como ya he avanzado, discrepo con este predicador en un punto que me parece importante por su calado doctrinal.
Sostiene que al apartarse de sus hermanos y vivir entre gente pagana, la fe de Judá se fue enfriando hasta acabar comportándose como un impío. De ahí pasó a considerar que la fe de los creyentes se manifiesta por su fruto u obras (Lc 6:43-44; Stg 2:18-20). Así que la ausencia de buenas obras en una persona es una señal de que no tiene una fe viva y verdadera. Podrá decir que cree en Dios, pero si no se somete a Él y le obedece, su fe es comparable a la de los demonios; no es más que una fe muerta que no sirve para nada.
Lc 6:43-44; No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. 44 Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas.
Stg 2:18-20; Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. 19 Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. 20 ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?
Ahora bien, observar los dichos y hechos de las personas implica examinar o juzgar sus conductas. Y aunque se oye decir con frecuencia que los cristianos no deben juzgar a otros, este predicador explica correctamente por la Palabra que no debemos juzgar a la ligera (Jn 7:24), o que no debemos juzgar a los demás por las mismas cosas en las que también nosotros fallamos (Mt 7:1-2,5; Ro 2:1); pero eso no significa que no debamos juzgar, en el sentido de discernir las actitudes y hechos de las personas. Por tanto, cuando alguien participa habitualmente con los impíos en sus malas obras, es lícito pensar que lo hace porque es un impío, aunque afirme ser cristiano, ya que, como hemos recordado antes, “cada árbol se conoce por su fruto”.
Jn 7:24; No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.
Mt 7:1-2,5; No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido... 5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.
Ro 2:1; Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo.
Si bien estoy de acuerdo con lo expuesto en el párrafo anterior, no lo estoy con la siguiente cuestión que también abordó. Dijo que, así como Dios trajo de vuelta a casa a Judá, porque es un hijo de la promesa hecha a Abraham, también hará lo mismo con todo aquel que, habiendo nacido de nuevo, se aleje de Él. Según este predicador, un verdadero hijo de Dios podrá apartarse de su Padre y vivir perdidamente durante cierto tiempo, pero antes o después el hijo pródigo siempre acaba regresando a casa (Lc 15:17-20).
Lc 15:17-20; Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. 20 Y levantándose, vino a su padre
Mi principal objeción a esta predicación se refiere precisamente a este punto. En primer lugar, para un mejor entendimiento de la parábola del hijo pródigo tenemos que fijarnos en su contexto. Esta parábola, junto con las de la oveja y la moneda perdida, fue dada en respuesta a la murmuración de los fariseos y escribas, porque Jesús se juntaba e incluso comía con los publicanos y pecadores para predicarles el evangelio del reino de los cielos (Lc 15:1-3). Por tanto, con independencia de su aplicación y extrapolación a los creyentes a lo largo de la historia, estas parábolas se referían tanto a los que en Israel se consideraban justos, como era el caso de los escribas y fariseos, como a los que éstos tenían por pecadores.
Lc 15:1-3; Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, 2 y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come. 3 Entonces él les refirió esta parábola
Lo que me parece más significativo de esta parábola es, que a pesar de que eran hijos de Abraham según la carne, muchos estaban perdidos, porque se habían alejado de Dios y entregado al pecado, por lo cual necesitaban volver a la case del Padre, quien siempre está dispuesto a perdonar y recibir con los brazos abiertos a los que se arrepienten. Dios habla por su Espíritu a los hombres, a través de sus conciencias, para que vuelvan en sí, como hizo el hijo pródigo (Lc 15:17); pero vemos que, como sucedió con éste, el Padre no retiene a nadie a la fuerza, ni obliga a nadie a venir a Él. Y, por otra parte, no puede haber vida eterna separados de Dios, porque es el dador y sustentador de la vida; de modo que ésta fluye sólo a través de Él. Por eso el padre dijo que al irse de casa, su hijo se había perdido y estaba muerto (se refiere lógicamente a la muerte espiritual); pero al regresar a su presencia, inmediatamente fue hallado y revivió (Lc 15:24). ¡Lástima que los escribas y fariseos, a semejanza del hermano mayor del hijo pródigo, no quisieran participar del gozo que hay en los cielos por cada pecador que se arrepiente! (Lc 15:7,10,27-32).
Lc 15:24; ...porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
Lc 15:27-32; Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. 28 Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. 29 Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. 30 Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. 31 El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 32 Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
Lc 15:7,10; Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento… 10 Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente
Continuando con esta reflexión, vemos en la Biblia que lamentablemente no siempre los hijos pródigos vuelven, tal como afirma este predicador. En el caso de Judá fue así; lo mismo que en el de David, otro ilustre antepasado del Mesías; o en el caso de Manasés, que después de exceder en maldad a todos los que lo habían precedido, al verse destronado y llevado cautivo a Babilonia, se arrepintió. En muchos otros casos de ascendientes de Cristo que durante toda su vida o en alguna fase de ella hicieron lo malo delante de Dios, entre los que podemos incluir a Salomón, Roboam, Abías, Joram, Acaz, etc, quizá se hayan arrepentido al final de sus días, pero no podemos asegurarlo. Y por último, sabemos de al menos una persona que igual que Judá era hijo de la promesa y ascendiente del Mesías, el cual vivió impíamente hasta el final de sus días sin arrepentirse, tal como dice la Palabra: se trata de Amón, hijo de Manasés. Por tanto, este caso desmonta el argumento de que el hijo pródigo siempre retorna a la casa del padre.
Por otra parte, si aceptamos que un verdadero cristiano puede ser que se aparte de Dios por tiempo indefinido, pero que siempre acaba arrepintiéndose y volviendo a Él, entonces no se puede considerar impío a nadie, porque podría tratarse de alguien nacido de nuevo que esté produciendo circunstancialmente mal fruto, al coincidir con una fase de su vida en la que permanece alejado de Dios. Sin embargo, recordemos que la Palabra enseña que a las personas se las conoce por sus frutos (Mt 7:15-16; Jn 10:37-38; Jn 14:11); de manera que si alguien se comporta de manera persistente como un impío, es porque es un impío.
Mt 7:15-16; Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos los conoceréis
Jn 10:37-38; Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. 38 Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.
Jn 14:11; Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.
El referido predicador sostuvo esto mismo, al referirse a la necesidad de juzgar o discernir las conductas de los hombres. El problema es que defendió esto y a la vez lo contrario: que un hijo de Dios puede vivir temporalmente apartado de Él. Eso me parece que es una incoherencia, porque daría pie a juzgar erróneamente a alguien como un incrédulo por sus malos frutos, cuando en realidad no se trata de un incrédulo, sino de un verdadero hijo de Dios cuyo comportamiento se asemeja al de los incrédulos, simplemente porque está atravesando una etapa crítica de su vida, una mala racha.
En resumen, no comparto la creencia calvinista según la cual una persona nacida de nuevo no puede apartarse definitivamente de Dios y caer de la gracia, aunque por flaquear su fe pueda hacerlo temporalmente. Creo, por el contrario, que un creyente genuino puede descuidar su salvación y apartarse de Dios; no sólo de forma provisional, sino también definitivamente y para siempre.
Por último, a fin de evitar cualquier malentendido, quiero aclarar que al hablar en este estudio de alguien apartado de Dios, no me estoy refiriendo a una persona que sucumbe a la tentación y cae en pecado, del que luego se arrepiente al ser redargüida por el Espíritu Santo; sino a alguien que permanece impasible en el pecado (para quien desee conocer mi posición respecto al calvinismo, ésta se halla amplia y claramente expuesta en mi estudio “Refutando el calvinismo”, publicado en mi blog http://amar-la-verdad.blogspot.com/).
CONCLUSIÓN FINAL
La predicación que escuché sobre la persona de Judá, a la cual me he estado refiriendo desde el principio, contiene una serie de interesantes reflexiones y aplicaciones espirituales que sin duda son provechosas. Pero eso no quita que pueda haber alguna parte de la exposición con la que no estemos de acuerdo, tal como le ha ocurrido a un servidor. No se trata, ni mucho menos, de criticar para desprestigiar, sino de seguir la recomendación del apóstol Pablo a los tesalonicenses: “Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Ts 5:21).
Gracias por seguirme hasta aquí, querido lector.
Que Dios lo bendiga.