TEXTO
BÁSICO DE ESTE ESTUDIO
Gn
38:1-30; Aconteció en aquel tiempo, que Judá se apartó de sus
hermanos, y se fue a un varón adulamita que se llamaba Hira. 2 Y vio
allí Judá la hija de un hombre cananeo, el cual se llamaba Súa; y
la tomó, y se llegó a ella. 3 Y ella concibió, y dio a luz un
hijo, y llamó su nombre Er. 4 Concibió otra vez, y dio a luz un
hijo, y llamó su nombre Onán. 5 Y volvió a concebir, y dio a luz
un hijo, y llamó su nombre Sela. Y estaba en Quezib cuando lo dio a
luz. 6 Después Judá tomó mujer para su primogénito Er, la cual se
llamaba Tamar. 7 Y Er, el primogénito de Judá, fue malo ante los
ojos de Jehová, y le quitó Jehová la vida. 8 Entonces Judá dijo a
Onán: Llégate a la mujer de tu hermano, y despósate con ella, y
levanta descendencia a tu hermano. 9 Y sabiendo Onán que la
descendencia no había de ser suya, sucedía que cuando se llegaba a
la mujer de su hermano, vertía en tierra, por no dar descendencia a
su hermano. 10 Y desagradó en ojos de Jehová lo que hacía, y a él
también le quitó la vida. 11 Y Judá dijo a Tamar su nuera: Quédate
viuda en casa de tu padre, hasta que crezca Sela mi hijo; porque
dijo: No sea que muera él también como sus hermanos. Y se fue
Tamar, y estuvo en casa de su padre.
12
Pasaron muchos días, y murió la hija de Súa, mujer de Judá.
Después Judá se consoló, y subía a los trasquiladores de sus
ovejas a Timnat, él y su amigo Hira el adulamita. 13 Y fue dado
aviso a Tamar, diciendo: He aquí tu suegro sube a Timnat a
trasquilar sus ovejas. 14 Entonces se quitó ella los vestidos de su
viudez, y se cubrió con un velo, y se arrebozó, y se puso a la
entrada de Enaim junto al camino de Timnat; porque veía que había
crecido Sela, y ella no era dada a él por mujer. 15 Y la vio Judá,
y la tuvo por ramera, porque ella había cubierto su rostro. 16 Y se
apartó del camino hacia ella, y le dijo: Déjame ahora llegarme a
ti: pues no sabía que era su nuera; y ella dijo: ¿Qué me darás
por llegarte a mí? 17 El respondió: Yo te enviaré del ganado un
cabrito de las cabras. Y ella dijo: Dame una prenda hasta que lo
envíes. 18 Entonces Judá dijo: ¿Qué prenda te daré? Ella
respondió: Tu sello, tu cordón, y tu báculo que tienes en tu mano.
Y él se los dio, y se llegó a ella, y ella concibió de él. 19
Luego se levantó y se fue, y se quitó el velo de sobre sí, y se
vistió las ropas de su viudez. 20 Y Judá envió el cabrito de las
cabras por medio de su amigo el adulamita, para que éste recibiese
la prenda de la mujer; pero no la halló. 21 Y preguntó a los
hombres de aquel lugar, diciendo: ¿Dónde está la ramera de Enaim
junto al camino? Y ellos le dijeron: No ha estado aquí ramera
alguna. 22 Entonces él se volvió a Judá, y dijo: No la he hallado;
y también los hombres del lugar dijeron: Aquí no ha estado ramera.
23 Y Judá dijo: Tómeselo para sí, para que no seamos
menospreciados; he aquí yo he enviado este cabrito, y tú no la
hallaste.
24
Sucedió que al cabo de unos tres meses fue dado aviso a Judá,
diciendo: Tamar tu nuera ha fornicado, y ciertamente está encinta a
causa de las fornicaciones. Y Judá dijo: Sacadla, y sea quemada. 25
Pero ella, cuando la sacaban, envió a decir a su suegro: Del varón
cuyas son estas cosas, estoy encinta. También dijo: Mira ahora de
quién son estas cosas, el sello, el cordón y el báculo. 26
Entonces Judá los reconoció, y dijo: Más justa es ella que yo, por
cuanto no la he dado a Sela mi hijo. Y nunca más la conoció.
27
Y aconteció que al tiempo de dar a luz, he aquí había gemelos en
su seno. 28 Sucedió cuando daba a luz, que sacó la mano el uno, y
la partera tomó y ató a su mano un hilo de grana, diciendo: Este
salió primero. 29 Pero volviendo él a meter la mano, he aquí salió
su hermano; y ella dijo: ¡Qué brecha te has abierto! Y llamó su
nombre Fares. 30 Después salió su hermano, el que tenía en su mano
el hilo de grana, y llamó su nombre Zara.
INTRODUCCIÓN
Motiva
la realización de este estudio una predicación que escuché sobre
el capítulo 38 de Génesis. Estoy convencido de que la inmensa
mayoría de los que la hayan escuchado o la escuchen en el futuro la
calificarán de excelente en todos los aspectos. Mi primera impresión
también fue buena; pero cuando me paré a reflexionar detenidamente
sobre su contenido observé ciertas incongruencias, que luego
abordaré.
En
base al citado texto, el autor de la predicación establece una serie
de paralelismos entre las experiencias vividas por Judá y las que
son susceptibles de acontecerle a un creyente cristiano en cualquier
lugar o momento de la historia. De manera acertada, cada aplicación
a los creyentes extraída de la vida de Judá la refuerza generalmente
con el acompañamiento de otros textos bíblicos. Y por otra parte,
su exposición del tema es brillante. Así que no hay nada que
objetar en este sentido.
Pero
en su afán por obtener analogías y aplicaciones a la vida
cristiana, creo que se excedió al sacar algunas conclusiones que
podrían extraerse de otros textos de la Biblia, pero que no cuadran
bien con este pasaje. Por otra parte, en uno de los puntos expuestos,
el predicador realizó una explicación acorde con la doctrina
calvinista de la salvación con la cual discrepo.
Todas
estas cuestiones las iremos viendo a continuación.
LA
SEPARACIÓN DE JUDÁ DE SU FAMILIA
Judá
se apartó de sus hermanos, que vivían, junto con su padre Jacob, en
tierra de Canaán (Gn 37:1), concretamente en el encinar de
Mamre, al lado de Hebrón (Gn 14:13; Gn 35:27).
Gn
37:1; Habitó Jacob en la tierra donde había morado su
padre, en la tierra de Canaán.
Gn
14:13; Y vino uno de los que escaparon, y lo anunció a Abram
el hebreo, que habitaba en el encinar de Mamre el amorreo,
hermano de Escol y hermano de Aner, los cuales eran aliados de Abram.
Gn
35:27; Después vino Jacob a Isaac su padre a Mamre, a la
ciudad de Arba, que es Hebrón, donde habitaron Abraham e Isaac.
Así
que, Judá se alejó de su familia y se fue a vivir a la región de
Adulam, donde estaba la célebre cueva que cobijaría muchos años
después a David (1 S 22:1),
la cual se halla relativamente cerca de Hebrón en dirección
sudeste, y más cerca aún de Belén (2 S 23:13-16),
con la que limita por el nordeste.
1
S 22:1; Yéndose luego David de allí, huyó a la cueva de
Adulam; y cuando sus hermanos y toda la casa de su padre
lo supieron, vinieron allí a él.
2
S 23:13-16; Y tres de los treinta jefes descendieron y
vinieron en tiempo de la siega a David en la cueva de Adulam;
y el campamento de los filisteos estaba en el valle de Refaim. 14
David entonces estaba en el lugar fuerte, y había en Belén una
guarnición de los filisteos. 15 Y David dijo con
vehemencia: ¡Quién me diera a beber del agua del pozo de Belén que
está junto a la puerta! 16 Entonces los tres valientes irrumpieron
por el campamento de los filisteos, y sacaron agua del pozo de Belén
que estaba junto a la puerta; y tomaron, y la trajeron a David; mas
él no la quiso beber, sino que la derramó para Jehová…
ANALIZANDO
LAS CONSECUENCIAS DEL ALEJAMIENTO
Según
el citado predicador que mantengo en el anonimato, al apartarse Judá
de sus hermanos y alejarse de su padre Jacob, se fue enfriando y
endureciendo su corazón hasta llegar a comportarse como los impíos,
que no conocen a Dios. Eso es lo que suele ocurrir cuando los
cristianos se apartan de sus hermanos, dejando de congregarse; de ahí
la exhortación de la Palabra a no hacerlo (He 10:24-25).
Al dejar de relacionarse y compartir el amor con sus hermanos en la
fe, surge un vacío que el creyente trata de llenar entablando
amistad con los incrédulos, como le ocurrió a Judá con el varón
adulamita Hira. Así, su corazón es atraído por este mundo de
maldad para hacer cosas que no convienen (Ro 1:28).
He
10:24-25; Y considerémonos unos a otros para estimularnos
al amor y a las buenas obras; 25 no dejando de congregarnos, como
algunos tienen por costumbre…
Ro
1:28; Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios,
Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no
convienen...
La
argumentación del párrafo anterior parece coherente, y quizá lo
sea. Sin embargo, aquí se está presuponiendo que Judá y sus
hermanos vivían con su padre en santo temor de Dios, siendo la causa de su
errada conducta el alejamiento de su familia. Pero eso es
cuestionable porque, aunque sus vidas en general son poco conocidas,
la Biblia nos muestra varios casos en los que Jacob se disgustó con
sus hijos por obrar en contra de su voluntad y la de Dios.
Así
sucedió con motivo de la tremenda venganza de Simeón y Leví contra
la ciudad hevea de Siquem, cuando el joven Hamor deshonró a su
hermana Dina (Gn 34).
Lo mismo podría decirse de Rubén, al mancillar el lecho de su padre,
acostándose con Bilha, que era concubina de Jacob y sierva de Raquel
(Gn 35:22); o de la
mala fama que habían adquirido Dan, Neftalí, Gad y Aser, los hijos
de Bilha y Zilpa (Gn 37:2);
o de la envidia que tenían de José sus hermanos, que antes de
venderlo como esclavo habían planeado incluso matarlo (Gn
37).
Por tanto, en vez de una fe profunda como la que tenía Jacob, sus hijos,
con la excepción de José, no parece que tuvieran una estrecha
relación con Dios, sino que más bien se conformaban con guardar ciertas normas que dan
una apariencia de piedad, pero niegan la eficacia de ella (2
Ti 3:2,5). Si esto es así,
entonces aún no se habían convertido de corazón a Dios y, por
tanto, Judá no se apartó de la fe, sencillamente porque no había llegado a
alcanzarla. Trasladándonos al ambiente de las iglesias de hoy día,
bien podríamos compararlos con hijos de verdaderos creyentes, incluso con hijos de
pastores, que asisten desde niños a los cultos y participan en
diversas actividades, pero aún no han nacido de nuevo.
2
Ti 3:2,5; Porque habrá hombres amadores de sí mismos… 5
que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella;
a éstos evita.
Continuando
con esta adaptación del texto por el predicador para extraer las aplicaciones deseadas, en su sermón censura varios
comportamientos de Judá, juzgándolos desde una perspectiva actual,
sin tener en cuenta las circunstancias históricas en que se
produjeron y la revelación dada por Dios hasta entonces.
Por
eso, no sé hasta qué punto obró mal Judá al establecer una
relación de amistad con un adulamita, o por casarse él mismo y
casar a su hijo primogénito con una cananea. No olvidemos que aún
no había sido dada la Ley al pueblo de Israel, por lo que sólo
estaban obligados a observar unos cuantos preceptos como, por
ejemplo, la obligación de circuncidar a todo varón, incluyendo a
cualquier extranjero que quisiera tomar por esposa a una mujer del
linaje de Israel (Gn 34:14-15).
Por otro lado, la familia de Jacob era como una gota en medio del
océano, ya que vivían rodeados por todas partes de gente que no
conocía a Jehová. De manera que, o se desposaban con los habitantes
del país en el cual vivían, o tenían muy difícil, por no decir
imposible, reproducirse y crecer como pueblo.
Gn
34:14-15; Y les dijeron: No podemos hacer esto de dar
nuestra hermana a hombre incircunciso, porque entre nosotros es
abominación. 15 Mas con esta condición os complaceremos: si habéis
de ser como nosotros, que se circuncide entre vosotros todo varón.
Porque
si estos hechos fuesen malos, entonces también tendríamos que
reprobar a Abraham por establecer alianza con sus vecinos amorreos
(Gn 14:13), o con el
rey filisteo de Gerar, Abimelec (Gn 20; Gn 21:22-24).
¿Y qué decir de su unión con concubinas, como la egipcia Agar,
madre de Ismael, o Cetura, que fue madre, entre otros, de Madián?
Por consiguiente, aunque la Palabra enseña que los cristianos no
deben unirse en matrimonio con los incrédulos (2 Co
6:14-15), o que no deben hacer
amistad con el mundo (1 J 2:15; Stg 4:4), dudo
que Gn 38 sea el texto
más apropiado para extraer dichas conclusiones.
2
Co 6:14-15; No os unáis en yugo desigual con los
incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la
injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? 15 ¿Y qué
concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el
incrédulo?
1
Jn 2:15; No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si
alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Stg
4:4; ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del
mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser
amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
Ahora
bien, Judá realizó otros hechos que, sin duda, fueron malos. Tal
fue el caso del incumplimiento de la obligación y a la vez promesa
de entregar su hijo Sela a su nuera Tamar, que había enviudado
sucesivamente de sus dos hijos mayores. También el hecho de
acostarse con una ramera, o lo que viene a ser lo mismo, con su
nuera, pensando que era una ramera; o su hipocresía e injusticia, al
condenar a muerte por fornicación a Tamar, sin saber que era él
quien la había dejado embarazada (Mt 7:1-5).
Mt
7:1-5; No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2 Porque
con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con
que medís, os será medido. 3 ¿Y por qué miras la paja que está
en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu
propio ojo? 4 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar
la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? 5 ¡Hipócrita!
saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para
sacar la paja del ojo de tu hermano.
Por
otra parte, y en esto concuerdo con dicho predicador, es de resaltar que Dios
aceptara a la pagana y gentil Tamar entre sus elegidos para ser parte
de su pueblo, porque es una figura de todos los gentiles que se
arrepienten de sus pecados y creen en Cristo (1 P 2:10).
Es más, no conforme con eso, Dios también quiso que fuera una
ascendiente del Mesías en su linea sucesoria (Mt 1:1-3).
1
P 2:10; ...vosotros que en otro tiempo no erais
pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no
habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado
misericordia.
Asimismo comparto con él la opinión de que Gn 38:26
indica el momento preciso en el que Judá se arrepintió y convirtió
al Señor, porque en las siguientes ocasiones que lo menciona la
Palabra, ya se ha vuelto a juntar con toda la familia y, tanto él
como sus hermanos, se comportan de una manera radicalmente diferente
a la de antes (leer en los capítulos 42 a 44 de Génesis acerca del
reencuentro de José con sus hermanos).
POSIBLE
INCOHERENCIA Y CONTRADICCIÓN
Pero,
como ya he avanzado, discrepo con este predicador en un punto que me
parece importante por su calado doctrinal.
Sostiene
que al apartarse de sus hermanos y vivir entre gente pagana, la fe de
Judá se fue enfriando hasta acabar comportándose como un impío. De
ahí pasó a considerar que la fe de los creyentes se manifiesta por
su fruto u obras (Lc 6:43-44; Stg 2:18-20).
Así que la ausencia de buenas obras en una persona es una señal de
que no tiene una fe viva y verdadera. Podrá decir que cree en Dios,
pero si no se somete a Él y le obedece, su fe es comparable a la de
los demonios; no es más que una fe muerta que no sirve para nada.
Lc
6:43-44; No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol
malo el que da buen fruto. 44 Porque cada árbol se conoce por su
fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las
zarzas se vendimian uvas.
Stg
2:18-20; Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo
obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por
mis obras. 19 Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los
demonios creen, y tiemblan. 20 ¿Mas quieres saber, hombre vano, que
la fe sin obras es muerta?
Ahora
bien, observar los dichos y hechos de las personas implica examinar o
juzgar sus conductas. Y aunque se oye decir con frecuencia que los
cristianos no deben juzgar a otros, este predicador explica
correctamente por la Palabra que no debemos juzgar a la ligera (Jn
7:24), o que no debemos juzgar a
los demás por las mismas cosas en las que también nosotros fallamos
(Mt 7:1-2,5; Ro 2:1);
pero eso no significa que no debamos juzgar, en el sentido de
discernir las actitudes y hechos de las personas.
Por tanto, cuando alguien participa habitualmente con los impíos en
sus malas obras, es lícito pensar que lo hace porque es un impío,
aunque afirme ser cristiano, ya que, como hemos recordado antes,
“cada árbol se conoce por su fruto”.
Jn
7:24; No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con
justo juicio.
Mt
7:1-2,5; No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2 Porque con el
juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que
medís, os será medido... 5 ¡Hipócrita! saca primero la
viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del
ojo de tu hermano.
Ro
2:1; Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú
que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti
mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo.
Si
bien estoy de acuerdo con lo expuesto en el párrafo anterior, no lo
estoy con la siguiente cuestión que también abordó. Dijo que, así
como Dios trajo de vuelta a casa a Judá, porque es un hijo de la
promesa hecha a Abraham, también hará lo mismo con todo aquel que,
habiendo nacido de nuevo, se aleje de Él. Según este predicador, un verdadero
hijo de Dios podrá apartarse de su Padre y vivir perdidamente
durante cierto tiempo, pero antes o después el hijo pródigo siempre
acaba regresando a casa (Lc 15:17-20).
Lc
15:17-20; Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros
en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de
hambre! 18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he
pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy digno de ser llamado
tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. 20 Y levantándose, vino
a su padre…
Mi
principal objeción a esta predicación se refiere precisamente a
este punto. En primer lugar, para un mejor entendimiento de la
parábola del hijo pródigo tenemos que fijarnos en su contexto. Esta
parábola, junto con las de la oveja y la moneda perdida, fue dada en
respuesta a la murmuración de los fariseos y escribas, porque Jesús
se juntaba e incluso comía con los publicanos y pecadores para
predicarles el evangelio del reino de los cielos (Lc
15:1-3). Por tanto, con
independencia de su aplicación y extrapolación a los creyentes a lo
largo de la historia, estas parábolas se referían tanto a los que
en Israel se consideraban justos, como era el caso de los escribas y
fariseos, como a los que éstos tenían por pecadores.
Lc
15:1-3; Se acercaban a Jesús todos los publicanos y
pecadores para oírle, 2 y los fariseos y los escribas murmuraban,
diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come. 3
Entonces él les refirió esta parábola…
Lo
que me parece más significativo de esta parábola es, que a pesar de
que eran hijos de Abraham según la carne, muchos estaban perdidos,
porque se habían alejado de Dios y entregado al pecado, por lo cual
necesitaban volver a la case del Padre, quien siempre está dispuesto
a perdonar y recibir con los brazos abiertos a los que se
arrepienten. Dios habla por su Espíritu a los hombres, a través de
sus conciencias, para que vuelvan en sí, como hizo el hijo pródigo
(Lc 15:17); pero vemos
que, como sucedió con éste, el Padre no retiene a nadie a la
fuerza, ni obliga a nadie a venir a Él. Y, por otra parte, no puede
haber vida eterna separados de Dios, porque es el dador y sustentador
de la vida; de modo que ésta fluye sólo a través de Él. Por eso
el padre dijo que al irse de casa, su hijo se había perdido y estaba
muerto (se refiere lógicamente a la muerte espiritual); pero al
regresar a su presencia, inmediatamente fue hallado y revivió (Lc
15:24). ¡Lástima que los
escribas y fariseos, a semejanza del hermano mayor del hijo pródigo,
no quisieran participar del gozo que hay en los cielos por cada
pecador que se arrepiente! (Lc 15:7,10,27-32).
Lc
15:24; ...porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se
había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
Lc
15:27-32; Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha
hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. 28
Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y
le rogaba que entrase. 29 Mas él, respondiendo, dijo al padre: He
aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y
nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. 30 Pero
cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras,
has hecho matar para él el becerro gordo. 31 El entonces le dijo:
Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 32 Mas
era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era
muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
Lc
15:7,10; Os digo que así habrá más gozo en el cielo por
un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no
necesitan de arrepentimiento… 10 Así os digo que hay gozo delante
de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente…
Continuando
con esta reflexión, vemos en la Biblia que lamentablemente no
siempre los hijos pródigos vuelven, tal como afirma este predicador.
En el caso de Judá fue así; lo mismo que en el de David, otro
ilustre antepasado del Mesías; o en el caso de Manasés, que
después de exceder en maldad a todos los que lo habían precedido,
al verse destronado y llevado cautivo a Babilonia, se arrepintió. En
muchos otros casos de ascendientes de Cristo que durante toda su vida
o en alguna fase de ella hicieron lo malo delante de Dios, entre los
que podemos incluir a Salomón, Roboam, Abías, Joram, Acaz, etc,
quizá se hayan arrepentido al final de sus días, pero no podemos
asegurarlo. Y por último, sabemos de al menos una persona que igual que Judá era hijo de la promesa y
ascendiente del Mesías, el cual vivió impíamente hasta el final de sus
días sin arrepentirse, tal como dice la Palabra: se trata de Amón, hijo de
Manasés. Por tanto, este caso desmonta el argumento de que el hijo pródigo siempre retorna a la casa del padre.
Por
otra parte, si aceptamos que un verdadero cristiano puede ser que se
aparte de Dios por tiempo indefinido, pero que siempre acaba
arrepintiéndose y volviendo a Él, entonces no se puede considerar
impío a nadie, porque podría tratarse de alguien nacido de nuevo
que esté produciendo circunstancialmente mal fruto, al coincidir con
una fase de su vida en la que permanece alejado de Dios. Sin embargo,
recordemos que la Palabra enseña que a las personas se las conoce
por sus frutos (Mt 7:15-16; Jn 10:37-38; Jn 14:11);
de manera que si alguien se comporta de manera persistente como un
impío, es porque es un impío.
Mt
7:15-16; Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con
vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por
sus frutos los conoceréis…
Jn
10:37-38; Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis.
38 Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras,
para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el
Padre.
Jn
14:11; Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí;
de otra manera, creedme por las mismas obras.
El
referido predicador sostuvo esto mismo, al referirse a la necesidad
de juzgar o discernir las conductas de los hombres. El problema es
que defendió esto y a la vez lo contrario: que un hijo de Dios puede vivir
temporalmente apartado de Él. Eso me parece que es una incoherencia,
porque daría pie a juzgar erróneamente a alguien como un
incrédulo por sus malos frutos, cuando en realidad no se trata de un incrédulo, sino de un
verdadero hijo de Dios cuyo comportamiento se asemeja al de los
incrédulos, simplemente porque está atravesando una etapa crítica
de su vida, una mala racha.
En resumen, no comparto la creencia calvinista según la cual una persona nacida
de nuevo no puede apartarse definitivamente de Dios y caer de la
gracia, aunque por flaquear su fe pueda hacerlo temporalmente. Creo,
por el contrario, que un creyente genuino puede descuidar su
salvación y apartarse de Dios; no sólo de forma provisional, sino
también definitivamente y para siempre.
Por último, a
fin de evitar cualquier malentendido, quiero aclarar que al hablar en este estudio
de alguien apartado de Dios, no me estoy refiriendo a una persona que
sucumbe a la tentación y cae en pecado, del que luego se arrepiente
al ser redargüida por el Espíritu Santo; sino a alguien que
permanece impasible en el pecado (para quien desee conocer mi
posición respecto al calvinismo, ésta se halla amplia y claramente
expuesta en mi estudio “Refutando el calvinismo”,
publicado en mi blog http://amar-la-verdad.blogspot.com/).
CONCLUSIÓN
FINAL
La
predicación que escuché sobre la persona de Judá, a la cual me he
estado refiriendo desde el principio, contiene una serie de
interesantes reflexiones y aplicaciones espirituales que sin duda son
provechosas. Pero eso no quita que pueda haber alguna parte de la
exposición con la que no estemos de acuerdo, tal como le ha ocurrido
a un servidor. No se trata, ni mucho menos, de criticar para desprestigiar, sino de seguir la recomendación del apóstol Pablo a los
tesalonicenses: “Examinadlo todo; retened lo bueno” (1
Ts 5:21).
Gracias
por seguirme hasta aquí, querido lector.
Que
Dios lo bendiga.