9/11/17

Mujeres que ungieron a Jesús



En cierta ocasión oí decir que hubo tres casos diferentes en los que una mujer ungió con perfume los pies o la cabeza de Jesús. Analizaremos los textos que al respecto se muestran en los cuatro evangelios para ver si esto es así.

En primer lugar vamos a considerar conjuntamente el relato contenido en los evangelios de Mateo y Marcos:

Mt 26:2, 6-13;
2 Sabéis que dentro de dos días se celebra la pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado.
6 Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, 7 vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa. 8 Al ver esto, los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio? 9 Porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres. 10 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra. 11 Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. 12 Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura. 13 De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.

Mr 14:1, 3-9;
1 Dos días después era la pascua, y la fiesta de los panes sin levadura...
3 Pero estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio; y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza. 4 Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume? 5 Porque podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y haberse dado a los pobres. Y murmuraban contra ella. 6 Pero Jesús dijo: Dejadla, ¿por qué la molestáis? Buena obra me ha hecho. 7 Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis. 8 Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura. 9 De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.

Como acabamos de ver, en Mateo y Marcos hallamos dos relatos prácticamente idénticos, ya que en ambos casos: 1) este hecho ocurrió dos días antes de la pascua; 2) fue en Betania, en casa de Simón el leproso; 3) la mujer trajo un perfume muy caro en un vaso de alabastro y lo derramó sobre la cabeza de Jesús; 4) los discípulos se enojaron contra la mujer porque les pareció un desperdicio; 5) pero Jesús la defendió y elogió, porque supo aprovechar ese momento irrepetible para expresarle todo lo que por él sentía, dándole lo que tenía de más valor; 6) siempre habría pobres a los que podrían ayudar, pero no siempre estaría Jesús físicamente con ellos; 7) el derramamiento del perfume representaba la unción del cuerpo de Jesús para su sepultura; 8) este hecho sería recordado para siempre;... etc. Por tanto podemos concluir sin temor a equivocarnos que ambos evangelistas se refieren a un mismo hecho.

Veamos ahora una historia bastante parecida en el evangelio de Juan:

Jn 12:1-8; Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos. 2 Y le hicieron allí una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él. 3 Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume. 4 Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar: 5 ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? 6 Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella. 7 Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto. 8 Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis.

A semejanza de lo relatado en Mateo y Marcos, tenemos que: 1) sucedió en Betania pocos días antes de la pascua; 2) el perfume era de nardo de gran valor (300 denarios); 3) uno de sus discípulos, Judas Iscariote, lo consideró un despilfarro; 4) Jesús les dice que a los pobres siempre los podrían ayudar, pero que esta mujer había guardado el valioso perfume para esta ocasión tan especial, anticipándose a ungirlo para su sepultura.

Sin embargo hay ciertos detalles que no son plenamente coincidentes: 1) Juan nos dice que sucedió seis días antes de la pascua, en tanto que Mateo y Marcos indican que fue dos días antes de dicha celebración; 2) en estos dos evangelios el hecho tuvo lugar después de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, mientras que según el evangelio de Juan sucedió un día antes de dicha entrada; 3) Juan dice que la mujer ungió los pies de Jesús; Mateo y Marcos que derramó el perfume sobre su cabeza. Sobre este último punto, dado que ambos detalles no son incompatibles entre sí, es posible que la mujer derramara el perfume sobre la cabeza y a la vez sobre los pies de Jesús, pero que sólo Juan se pare a contarnos este detalle tan llamativo, como es ungir los pies y enjugarlos con su cabello.

Por otra parte, determinados datos presentes en este relato podrían despistarnos: Mateo y Marcos sólo mencionan a un tal Simón el leproso, a Jesús y a sus discípulos; mientras que Juan no menciona a Simón el leproso y sí a los hermanos Lázaro, Marta y María. No obstante, creo que estos datos pueden encajar sin que haya contradicciones. Veamos:

En los dos evangelios sinópticos se dice claramente que el suceso tuvo lugar en la casa de Simón el leproso, el cual vivía en Betania. El evangelio de Juan también nos sitúa en Betania, pero no indica expresamente la casa. Sabemos que tanto Simón el leproso como Lázaro, Marta y María, eran vecinos de Betania. Conocemos asimismo la amistad de Jesús con estos tres hermanos. Por consiguiente es posible que Simón hubiera invitado a comer en su casa a Jesús con sus discípulos y a estos tres vecinos. No lo sabemos, pero incluso es posible que Simón compartiera con estos tres hermanos su amistad con Jesús. El caso es que allí estaba Marta sirviendo, como en ella era habitual (Lc 10:38-42), Lázaro entre los que estaban sentados a la mesa con Jesús, y María en actitud de adoración al Señor.

Lc 10:38-42; Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. 39 Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. 40 Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. 41 Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. 42 Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.

Luego de considerar las diferencias y similitudes entre los relatos hechos por Mateo y Marcos, por un lado, y Juan, por el otro, personalmente me decanto por la opción de que los tres evangelistas se refieren al mismo caso, aunque no me atrevo a descartar que se trate de dos casos distintos.

Pasemos a analizar ahora el relato de Lucas.

Lc 7:36-50; Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. 37 Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; 38 y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume. 39 Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora. 40 Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro. 41 Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; 42 y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más? 43 Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado. 44 Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. 45 No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. 46 No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. 47 Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama. 48 Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados. 49 Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados? 50 Pero él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vé en paz.

No podemos pasar por alto ciertas similitudes del anterior relato con el de los otros evangelios. Por ejemplo, este Simón, que era fariseo, podría ser el mismo Simón el leproso mencionado en Mateo y Marcos. También hay similitud en el recipiente de alabastro que contiene el perfume. Por otra parte, la mujer pecadora que llora sobre los pies de Jesús, los enjuga con su cabello, los besa y unge con perfume, nos recuerda mucho a María, hermana de Marta y Lázaro, en la narración de Jn 12:1-8. Por último, aunque Lucas no mencione a ninguna de las personas que estaban con Simón y Jesús a la mesa, es posible que fueran las mismas que estaban presentes en los relatos de los demás evangelistas, como es el caso de los discípulos de Jesús.

Con todo, hay piezas difíciles de encajar. En primer lugar, la enseñanza de este pasaje es totalmente diferente a la de los otros evangelistas. ¿Es posible que en dicha ocasión Jesús haya dado dos mensajes diferentes, uno de los cuales fue recogido por Mateo, Marcos y Juan, mientras que del otro sólo se hizo eco Lucas? Por mi parte prefiero no especular sobre dicha posibilidad. En segundo lugar, desconocemos donde tuvo lugar este acontecimiento, al no mencionarse el nombre de la ciudad (en Lc 10:38-42, cuando Jesús entra en la casa de Marta y María, tampoco se menciona, pero en ese caso sabemos por el evangelio de Juan que sucedió en Betania). En tercer lugar y a diferencia de lo que ocurre en el resto de los evangelios, los textos que preceden y siguen a este relato de Lucas no parecen ubicar este episodio en Judá, ni en los siete días anteriores a la muerte de Jesús, si bien es cierto que la redacción de los evangelios no siempre sigue un orden cronológico.

¿Se puede llegar entonces a alguna conclusión? Creo que se puede obtener alguna conclusión y varias hipótesis:

1) La única conclusión clara, es que Mateo y Marcos se refieren a la misma historia. 2) Un análisis comparativo entre el relato de estos dos evangelistas por un lado y el de Juan por otro, puede llevarnos a pensar tanto que se trata de dos casos distintos, como de un único caso (personalmente me inclino por la segunda opción). 3) Lo más probable es que Lucas se refiera a un acontecimiento diferente al de los otros evangelistas, pero no puede descartarse por completo que sea una versión complementaria del mismo suceso.

Llegados a este punto, quizá alguien se pregunte: “¿Realmente ha valido la pena tanto esfuerzo para acabar regresando al mismo punto de partida?”. Mi respuesta es que, a pesar de que no he podido obtener una conclusión inequívoca sobre si hubo una, dos o tres mujeres que derramaron perfume sobre Jesús, considero que este estudio ha merecido la pena y que no ha sido una pérdida de tiempo. He seguido la instrucción de Jesús de escudriñar su Palabra y he sido bendecido por ello.

Jn 5:39; Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí…

Muchas gracias, estimado lector, por acompañarme hasta el final de este estudio. Que Dios lo bendiga.