INTRODUCCIÓN
Para
conocer la historia de Esaú es necesario leer básicamente la
porción de Génesis comprendida entre el capítulo 25 y el 36, y
para la de Jacob entre el 25 y el 50, que es el último capítulo de
este libro. Aparte de dichos textos, que por su extensión no voy a
reproducir en este estudio, hay en el resto de la Biblia otras
referencias a estos personajes que completan la información sobre
los mismos.
Si
bien los relatos bíblicos se deben aceptar en su literalidad, en el
sentido de que quieren decir lo que dicen y de la manera que lo
dicen, no es menos cierto que se tienen que discernir espiritualmente
(1 Co 2:14), porque la Palabra de Dios es Espíritu y es vida
(Jn 6:63). Esto implica que hay distintos niveles de
comprensión, según la revelación que cada persona haya recibido
del Espíritu Santo. Por eso el incrédulo, que tiene el
entendimiento velado (2 Co 3:15-16), sólo es capaz de ver
superficialmente meros acontecimientos sin entender el mensaje y la
enseñanza que Dios quiere transmitirle. Por el contrario el creyente
consagrado, que tiene ejercitados sus sentidos espirituales (He
5:13-14), capta el significado simbólico más profundo, el cual
trasciende los hechos históricos narrados.
1
Co 2:14; Pero el hombre natural no percibe las cosas que
son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y
no las puede entender, porque se han de discernir
espiritualmente.
Jn
6:63; El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha;
las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
2
Co 3:15-16; Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a
Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. 16 Pero
cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará.
He
5:13-14; Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la
palabra de justicia, porque es niño; 14 pero el alimento
sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el
uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y
del mal.
CONSIDERACIONES
PREVIAS ACERCA DE ESAÚ Y JACOB
En
torno al nacimiento de Esaú y Jacob concurren una serie de
circunstancias, entre las que se pueden destacar las siguientes:
1)
Rebeca, la esposa de Isaac, era estéril (Gn 25:26) como lo
había sido Sara (Gn 16:2), la esposa de Abraham, e igual que
le sucedió a éste, Dios escuchó la petición de Isaac y le
concedió tener hijos milagrosamente de Rebeca [más tarde volvería
a pasar lo mismo con Raquel (Gn 29:31; 30:22), la esposa
preferida de Jacob].
2)
Una vez cumplido su deseo, la alegría de Rebeca se tornó en
disgusto al intuir una profunda división entre sus hijos, que ya
luchaban entre sí cuando aún estaban en sus entrañas (Gn
25:22).
3)
Rebeca consultó a Dios, quien confirmó su temor, revelándole que
había dos naciones en su seno y que su hijo mayor serviría al menor
(Gn 25:22-23). En este punto también hay cierto paralelismo
con el caso de Sara, quien presionó a Abraham para que despidiera a
su hijo mayor, Ismael, a fin de que éste no heredara con Isaac (Gn
21:10).
En
ambos casos, Dios no reveló directamente a Abraham e Isaac que sus
herederos serían sus hijos menores, sino que usó a sus esposas para
que conocieran su voluntad al respecto (Gn 21:12; Gn 27:6-10).
Es más, en el caso de Rebeca, no sólo Dios la usó para que Jacob
heredara la primogenitura (Gn 27:5-17), sino que se lo reveló
en exclusiva a ella durante su embarazo (Gn 25:23). Así que
por voluntad divina, ni Ismael, ni Esaú, ni Rubén, siendo los
primogénitos, obtuvieron las bendiciones de la progenitura, ya que
fueron traspasadas a otro hermano menor.
NACIMIENTO
DE ESAÚ Y JACOB
Ciertas
versiones de la Biblia, entre las que se encuentra la Reina Valera,
se refieren a Esaú y Jacob como gemelos (Gn 25:24) (éstos
proceden de la fecundación de un solo óvulo que luego se divide);
mientras que otras traducciones hablan de mellizos (procedentes de la
fecundación de dos óvulos diferentes). Los hermanos gemelos son
extremadamente parecidos entre sí; en cambio los mellizos pueden ser
muy diferentes uno de otro. Luego es obvio que Esaú y Jacob eran
mellizos, porque no se parecían casi nada ni en su aspecto físico
ni en su forma de ser (Gn 25:27-28; 27:11).
CARACTERIZACIÓN
DE ESAÚ
Partiendo
de un conjunto de detalles que aparecen en la Biblia sobre Esaú,
podemos formarnos una idea aproximada de su personalidad.
Entre
sus virtudes figuran las siguientes: era buen cazador (Gn 25:27);
era fuerte físicamente y un guerrero temible (Gn 27:40; 32:6);
no era rencoroso, como lo demuestra el hecho de que perdonó a su
hermano (Gn 27:41-45; 33:4); tampoco
era celoso o envidioso (Gn 33:9); su conducta no era
sofisticada, sino sencilla (Gn 33:8,12)...
Y
en cuanto a sus defectos observamos que era de ánimo débil (Gn
25:32); que no valoró ni agradeció lo que había recibido de
Dios (Gn 25:34); que tomó decisiones que desagradaron a sus
padres (Gn 26:34-35); que no mantuvo con Dios una relación
tan especial e íntima como la de Jacob; etc.
CARACTERIZACIÓN
DE JACOB
Basándonos
igualmente en la Palabra, hallamos en Jacob, entre otras, las
siguientes cualidades positivas: era sosegado (Gn 25:27); era
una persona reflexiva (Gn 32:3-5); tenía metas claras y
luchaba paciente y tenazmente para alcanzarlas (Gn 29:18-30);
confiaba en la ayuda y protección de Dios (Gn 32:9-12);
reconocía que todo lo que tenía procedía de Dios y le estaba
agradecido (Gn 31:6-13); era pacífico y conciliador (Gn
32:17-20; 34:30); se sujetaba y trataba de agradar a sus padres
(Gn 28:7); era un fiel
servidor (Gn 31:6-7,38-41);
reconoció su culpa, humillándose y solicitando misericordia y
perdón a su hermano (Gn 32:17-20; 33:3,10)...
Pero
también tenía lógicamente defectos, pues dio muestras de ser
codicioso (Gn 25:31), ventajista (Gn 25:33), engañador
(Gn 27:35-36) y miedoso (Gn 31:20-21,31).
¿POR
QUÉ PREFIRIÓ DIOS A JACOB?
Sencillamente
hemos de admitir que no sabemos por qué Dios eligió a Jacob, cuando
era a Esaú a quien correspondía la primogenitura. Si bien es cierto
que Esaú adolecía de grandes defectos, los que tenía Jacob no eran
menos graves. Es más, en ciertos aspectos Jacob fue peor que su
hermano, ya que codició la primogenitura, que no le pertenecía, y
se aprovechó de las debilidades de Esaú, empleando incluso mentiras
y artimañas para conseguirla (Gn 27:18-23). Su comportamiento
fue reprobable, porque nunca se deben emplear medios malos para
conseguir un fin, aunque éste sea bueno (el fin no justifica los
medios).
En
cualquier caso y a pesar de que desconocemos los motivos por los que
Dios eligió a Jacob, Él es justo y soberano, por lo que debemos
presumir que todo lo que dice y hace es lo correcto. Esta forma de
proceder de Dios vemos que se repite con frecuencia a lo largo de la
Biblia, eligiendo en su soberanía lo débil, vil y menospreciado de
este mundo (Dt 7:6-8; 1 Co 1:26-29).
Dt
7:6-8; Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu
Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los
pueblos que están sobre la tierra. 7 No por ser vosotros
más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido,
pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; 8
sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que
juró a vuestros padres...
1
Co 1:26-29; Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois
muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles;
27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para
avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para
avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado
escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29
a fin de que nadie se jacte en su presencia.
Ahora
bien, como ya he comentado en otros estudios, el hecho de que Dios
escoja a alguien con un propósito no significa que los no escogidos
sean despreciados. Si prestamos atención a los hechos, vemos que
aunque la bendición reservada a los primogénitos la obtuvo Jacob,
Esaú no fue maldecido, sino que recibió una bendición inferior (Gn
27:39; 36:6-7); y lo mismo se observa en el caso de Ismael con
respecto a Isaac (Gn 17:20-21).
Gn
36:6-8; Y Esaú tomó sus mujeres, sus hijos y sus hijas, y
todas las personas de su casa, y sus ganados, y todas sus bestias, y
todo cuanto había adquirido en la tierra de Canaán, y se fue a otra
tierra, separándose de Jacob su hermano. 7 Porque los bienes de
ellos eran muchos; y no podían habitar juntos, ni la
tierra en donde moraban los podía sostener a causa de sus ganados. 8
Y Esaú habitó en el monte de Seir; Esaú es Edom.
Gn
17:20-21; Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he
aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho
en gran manera; doce príncipes engendrará, y haré de él una gran
nación. 21 Mas yo estableceré mi pacto con Isaac...
Por
otra parte, podemos observar que aunque Rebeca, alineándose con la
voluntad de Dios, eligió a Jacob (Gn 25:28), también amó y
se preocupó por su otro hijo Esaú (“...¿Por qué
seré privada de vosotros ambos en un día?”. Gn 27:45).
Y en cuanto a la expresión “A Jacob amé, mas a Esaú
aborrecí”, que aparece en Mal
1:2-3 y en Ro 9:13,
es una figura retórica propia del lenguaje hebreo para acentuar el
contraste al establecer una comparación entre la persona elegida y
la que no lo es.
Por
consiguiente, dicha expresión no se refiere a que Dios predeterminó
aborrecer a Esaú, ni tan siquiera que lo haya aborrecido, sino que
entre los dos hermanos prefirió escoger a Jacob. Lo mismo ocurre en
Dt 21:15-16; este pasaje no se refiere a una mujer aborrecida
por su marido, sino a un hombre con dos esposas que tiene preferencia
por una de ellas. Y para dar por finalizado este razonamiento, Lc
14:26 y Jn 12:25
no nos enseñan que tengamos que aborrecer a nuestros seres más
queridos e incluso nuestra propia vida para poder ser discípulos de
Jesús, porque eso sería contradictorio con el resto de la
Biblia, sino que Él debe ser lo primero, o sea, nuestra máxima
prioridad en la vida (Mt 10:37-39).
Dt
21:15-16; Si un hombre tuviere dos mujeres, la una amada y
la otra aborrecida, y la amada y la aborrecida le hubieren
dado hijos, y el hijo primogénito fuere de la aborrecida; 16 en el
día que hiciere heredar a sus hijos lo que tuviere, no podrá dar el
derecho de primogenitura al hijo de la amada con preferencia al hijo
de la aborrecida, que es el primogénito
Lc
14:26; Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y
madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su
propia vida, no puede ser mi discípulo.
Jn
12:25; El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece
su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.
(El
significado de estos dos últimos versículos de Lucas y Juan se
comprende mejor, leyendo los siguientes de Mateo).
Mt
10:37-39; El que ama a padre o madre más
que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o
hija más que a mí, no es digno
de mí; 38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí,
no es digno de mí. 39 El que halla su vida, la perderá; y el que
pierde su vida por causa de mí, la hallará.
En
cuanto a las maldiciones, Dios no predestina a nadie para maldición,
sino que ésta sobreviene a los hombres por su obstinada rebeldía
(Dt 11:26-28; 30:15,19; Sal 109:17; Pr 26:2), sin perjuicio de
que Dios en su presciencia conozca de antemano tanto a los que van a
aceptar su gracia y ser salvos como a los que la van a rechazar y ser
condenados (Ro 8:29; 1 P 1:2).
Dt
11:26-28; He aquí yo pongo hoy delante de vosotros la
bendición y la maldición: 27 la bendición, si oyereis los
mandamientos de Jehová vuestro Dios, que yo os prescribo
hoy, 28 y la maldición, si no oyereis los mandamientos de
Jehová vuestro Dios, y os apartareis del camino que yo os
ordeno hoy, para ir en pos de dioses ajenos que no habéis conocido.
Dt
30:15, 19; Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y
el bien, la muerte y el mal… 19 A los cielos y a la
tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he
puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición;
escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia...
Sal
109:17; Amó la maldición, y ésta le sobrevino; y no
quiso la bendición, y ella se alejó de él.
Pr
26:2; Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo,
así la maldición nunca vendrá sin causa.
Ro
8:29; Porque a los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo
...
1
P 1:2; ...elegidos según la presciencia de Dios Padre
en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la
sangre de Jesucristo…
Pero
gracias sean dadas a Dios porque, aunque todo ser humano era
merecedor de su maldición y condena por infringir su ley, Cristo nos
redimió de la maldición ligada al incumplimiento de la ley, y ahora
podemos ser salvos por pura gracia, arrepintiéndonos y creyendo en
Él.
Gá
3:10-14; Porque todos los que dependen de las obras de la
ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel
que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la
ley, para hacerlas. 11 Y que por la ley ninguno se justifica para con
Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; 12
y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas
vivirá por ellas. 13 Cristo nos redimió de la maldición
de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está
escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), 14 para que en
Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a
fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.
ESAÚ
TAMBIÉN FUE BENDECIDO
Insisto
en esta idea, porque muchos creen que sólo Jacob fue bendecido,
cuando la Palabra no dice eso, sino todo lo contrario (He 11:20).
Otra cosa diferente es que la bendición de Esaú fuese menor que la
de Jacob, por haber perdido el derecho de la primogenitura en favor
de éste.
He
11:20; Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a
Esaú respecto a cosas venideras.
Al
comparar las bendiciones futuras que pronunció Isaac sobre Jacob (Gn
27:28-29) con lo que profetizó
acerca de Esaú (Gn 27:39-40),
observamos que las bendiciones referidas a la prosperidad material o
económica, recogidas respectivamente en los vs. 28 y 39, son muy
similares; la gran diferencia se halla en lo que Isaac dice a
continuación.
Gn
27:27-29; Y Jacob se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de
sus vestidos, y le bendijo, diciendo: Mira, el olor de mi hijo, como
el olor del campo que Jehová ha bendecido; 28 Dios, pues,
te dé del rocío del cielo, y de las grosuras de la tierra, y
abundancia de trigo y de mosto. 29 Sírvante pueblos, y naciones se
inclinen a ti; sé señor de tus hermanos, y se inclinen ante ti los
hijos de tu madre. Malditos los que te maldijeren, y benditos los que
te bendijeren.
Gn
27:38-40; Y Esaú respondió a su padre: ¿No tienes más que una
sola bendición, padre mío? Bendíceme también a mí, padre mío. Y
alzó Esaú su voz, y lloró. 39 Entonces Isaac su padre habló y le
dijo: He aquí, será tu habitación en grosuras de la
tierra, y del rocío de los cielos de arriba; 40 y por tu espada
vivirás, y a tu hermano servirás; y sucederá cuando te
fortalezcas, que descargarás su yugo de tu cerviz.
Las
bendiciones profetizadas acerca de Jacob se han cumplido parcialmente
a lo largo de la historia, sobre todo durante el reinado de David (2
S 8:13-14; 1 Cr 18:12-13).
No obstante, su cumplimiento total y definitivo aún no se ha
producido, ya que está vinculado a la segunda venida del Mesías y
la gloriosa manifestación de su reino.
2
S 8:13-14; Así ganó David fama. Cuando regresaba de derrotar a los
sirios, destrozó a dieciocho mil edomitas en el Valle de la Sal. 14
Y puso guarnición en Edom; por todo Edom puso guarnición, y
todos los edomitas fueron siervos de David.
En
cuanto a lo que Isaac predijo que sucedería a Esaú, también se ha
cumplido sólo en parte, pudiendo destacar algunos acontecimientos
significativos, como el mencionado en los dos versículos anteriores
o la emancipación de Edom durante los reinados de Acaz y Joram (2
R 16:6; 2 Cr 21:8); pero
igual que sucede con Israel, las principales profecías sobre Edom
aún tienen que cumplirse.
2
R 16:6; En aquel tiempo (durante
el reinado de Acaz) el rey de Edom recobró Elat
para Edom, y echó de Elat a los hombres de Judá; y los de Edom
vinieron a Elat y habitaron allí hasta hoy.
2
Cr 21:8; En los días de éste (del
rey Joram) se rebeló Edom contra el dominio de
Judá, y pusieron rey sobre sí.
No
quiero concluir este apartado sin antes considerar algo que me parece
muy revelador. Al declarar Isaac las bendiciones a Jacob comienza
invocando el nombre de Dios (“Dios te dé...”),
cosa que no hace en el caso de Esaú; y no creo que sea algo casual.
Por tanto, también aquí hay una gran diferencia: todo lo bueno que
le acontezca a Israel tiene que ver con la provisión y la
dependencia de Dios, mientras que Edom optaría en el futuro por
caminar alejado de Dios, por lo que se vería obligado a guerrear,
luchando en sus propias fuerzas para tratar de sobrevivir y librarse
de la servidumbre de otros pueblos, particularmente de Israel.
MALDITO
QUIEN MALDIGA A ISRAEL Y BENDITO QUIEN LO BENDIGA
Esta
sentencia en favor de Israel es una consecuencia de heredar Jacob las
promesas hechas por Dios a sus padres Abraham e Isaac (Gn
12:3).
Gn
12:3; Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te
maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las
familias de la tierra.
Los
descendientes de Esaú, junto con otros pueblos vecinos, tuvieron
envidia de la nación de Israel por haber sido elegida por Dios, por
lo cual se ensoberbecieron, desearon su mal y combatieron contra
ella. Eso acarreó para ellos maldición, tal como Dios lo había
advertido (Gn 12:3; 27:29) y
tal como
volvió a profetizar varios siglos después
(Is 34:5; Is 63:1-4).
Is
34:5; Porque en los cielos se embriagará mi espada; he
aquí que descenderá sobre Edom en juicio, y sobre el pueblo de mi
anatema.
Is
63:1-4; ¿Quién es éste que viene de Edom, de Bosra, con
vestidos rojos? ¿éste hermoso en su vestido, que marcha en la
grandeza de su poder? Yo, el que hablo en justicia, grande para
salvar. 2 ¿Por qué es rojo tu vestido, y tus ropas como
del que ha pisado en lagar? 3 He
pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había conmigo; los
pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis
vestidos, y manché todas mis ropas. 4 Porque el día de la venganza
está en mi corazón, y el año de mis redimidos ha llegado.
De
acuerdo con la voluntad de Dios, Israel respetaba y trataba como a
hermanos a los moabitas y amonitas, que eran hijos de Lot (Dt
2:9,19), sobrino de Abraham. Y lo mismo ocurría con los edomitas
(Dt 2:4-6), por el parentesco entre Esaú y Jacob. Pero esa
actitud no era recíproca, porque cuando aún no habían pasado dos
meses desde su salida de Egipto, Israel ya fue atacado en Refidim por
los amalecitas (Éx 17:8), cuyo padre Amalec era uno de los
nietos de Esaú (Gn 36:12). No sólo los
amalecitas fueron severamente derrotados en esa ocasión (Éx
17:13), sino que pasaron a ser objeto de la maldición de Jehová
para siempre (Éx 17:14-16; Dt
25:17-19).
Dt
2:9 19; 9 Y Jehová me dijo: No molestes a Moab, ni
te empeñes con ellos en guerra,
porque no te daré posesión de su tierra; porque yo he
dado a Ar por heredad a los hijos de Lot… 19 Y cuando te
acerques a los hijos de Amón, no los molestes, ni contiendas con
ellos; porque no te daré posesión de la tierra de los
hijos de Amón, pues a los hijos de Lot la he dado por heredad.
Dt
2:4-6; Y manda al pueblo, diciendo: Pasando vosotros
por el territorio de vuestros hermanos los hijos de Esaú, que
habitan en Seir, ellos tendrán miedo de vosotros; mas vosotros
guardaos mucho. 5 No os metáis con ellos, porque no os daré de su
tierra ni aun lo que cubre la planta de un pie; porque yo he dado por
heredad a Esaú el monte de Seir. 6 Compraréis de ellos por dinero
los alimentos, y comeréis; y también compraréis de ellos el agua,
y beberéis...
Gn
36:12; Y Timna fue concubina de Elifaz hijo de Esaú,
y ella le dio a luz a Amalec...
Éx
17:8, 13-16; 8 Entonces vino Amalec y
peleó contra Israel en Refidim… 13 Y Josué deshizo
a Amalec y a su pueblo a filo de espada. 14 Y Jehová dijo
a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a
Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo.
15 Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová- nisi; 16
y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el
trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en
generación.
Dt
25:17-19; Acuérdate de lo que hizo Amalec contigo en el
camino, cuando salías de Egipto; 18 de cómo te salió al encuentro
en el camino, y te desbarató la retaguardia de todos los débiles
que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y trabajado; y no
tuvo ningún temor de Dios. 19 Por tanto, cuando Jehová tu Dios te
dé descanso de todos tus enemigos alrededor, en la tierra que Jehová
tu Dios te da por heredad para que la poseas, borrarás la memoria de
Amalec de debajo del cielo; no lo olvides.
Al
cabo de poco más de un año los edomitas que habitaban en Seir
también fueron hostiles con Israel, al prohibirles cruzar su tierra
por el camino real, amenazándolos con su ejército. Sin embargo, a
pesar del enorme perjuicio que eso les causó, en vez de combatir
contra ellos, por respeto, prefirieron resignarse y dar un gran rodeo
en su camino hacia la tierra prometida. Con los moabitas y amonitas
sucedió algo parecido; sólo se enfrentaron con ellos en guerra
cuando se vieron obligados a hacerlo.
Nm
20:19-21; Y los hijos de Israel dijeron: Por el
camino principal iremos; y si bebiéremos tus aguas yo y mis ganados,
daré el precio de ellas; déjame solamente pasar a pie, nada más.
20 Pero él respondió: No pasarás. Y salió Edom contra él con
mucho pueblo, y mano fuerte. 21 No quiso, pues, Edom dejar pasar a
Israel por su territorio, y se desvió Israel de él.
Nm
21:4; Después partieron del monte de Hor, camino del Mar
Rojo, para rodear la tierra de Edom; y se desanimó el
pueblo por el camino.
Siguiendo
el curso de la historia, observamos en la Biblia que la enemistad de
Edom contra Israel, así como la de otros pueblos vecinos, ha
perdurado prácticamente hasta nuestros días y volverá a
reactivarse al final de esta era, antes de la segunda venida de
Cristo. Son numerosos los textos que hacen referencia a esta
enemistad profunda entre los descendientes de Esaú y Jacob, por lo
que me he tenido que conformar con seleccionar unos cuantos, que
expongo a continuación:
Sal
137:7; Oh Jehová, recuerda contra los hijos de Edom el día
de Jerusalén, cuando decían: Arrasadla, arrasadla hasta los
cimientos.
Ez
35:3-5; ...He aquí yo estoy contra ti, oh monte de Seir, y extenderé
mi mano contra ti, y te convertiré en desierto y en soledad. 4 A tus
ciudades asolaré, y tú serás asolado; y sabrás que yo soy Jehová.
5 Por cuanto tuviste enemistad perpetua, y entregaste a los
hijos de Israel al poder de la espada en el tiempo de su aflicción,
en el tiempo extremadamente malo...
Am
1:11; Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Edom, y
por el cuarto, no revocaré su castigo; porque persiguió a espada a
su hermano, y violó todo afecto natural; y en su furor le ha robado
siempre, y perpetuamente ha guardado el rencor. 12
Prenderé fuego en Temán, y consumirá los palacios de Bosra.
Abd
1:10-14; Por la injuria a tu hermano Jacob te cubrirá
vergüenza, y serás cortado para siempre. 11 El día que estando tú
delante, llevaban extraños cautivo su ejército, y extraños
entraban por sus puertas, y echaban suertes sobre Jerusalén, tú
también eras como uno de ellos. 12 Pues no debiste tú haber estado
mirando en el día de tu hermano, en el día de su infortunio; no
debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en el día en que se
perdieron, ni debiste haberte jactado en el día de la angustia.
13 No debiste haber entrado por la puerta de mi pueblo en el día de
su quebrantamiento; no, no debiste haber mirado su mal en el día de
su quebranto, ni haber echado mano a sus bienes en el día
de su calamidad. 14 Tampoco debiste haberte parado en las
encrucijadas para matar a los que de ellos escapasen; ni debiste
haber entregado a los que quedaban en el día de angustia.
Esto
debería hacernos reflexionar sobre nuestra actitud frente a la
nación de Israel en el día de hoy. No se trata de justificar los
muchos fallos e impiedades que sin
duda cometen, sino de amarlos
y orar por su conversión a Cristo, de orar por la paz de Jerusalén,
que traerá la paz al mundo entero (“...y serán benditas
en ti todas las familias de la tierra”).
Zac
2:10-11; Canta y alégrate, hija de Sion; porque he aquí
vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho Jehová. 11 Y se unirán
muchas naciones a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo...
Oponerse
a Israel supone no respetar la decisión soberana de Dios al elegirlo
como su pueblo, como su especial tesoro en la tierra (Dt
14:2). Tengamos en cuenta que Él
hace suya la causa de Israel, de manera que los que combaten a su
pueblo luchan contra Dios (Sal 83:4-6; Zac 2:8).
Lo mismo sucede con las autoridades que han sido puestas por Dios; si
Él las ha puesto debemos respetarlas y someternos a ellas, por
muchas imperfecciones que tengan. Por tanto, al desafiar las
autoridades y las leyes le desobedecemos a Él (Ro 13:1-2),
salvo que las mismas atenten contra sus leyes divinas, en
cuyo caso no debemos acatarlas.
Dt
14:2; Porque eres pueblo santo a Jehová tu Dios, y Jehová
te ha escogido para que le seas un pueblo único de entre todos los
pueblos que están sobre la tierra.
Sal
83:4-6; Han dicho: Venid, y destruyámoslos para que no
sean nación, y no haya más memoria del nombre de Israel. 5 Porque
se confabulan de corazón a una, contra ti han hecho
alianza 6 las tiendas de los edomitas y de los
ismaelitas, Moab y los agarenos…
Zac
2:8; Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Tras la gloria
me enviará él a las naciones que os despojaron; porque el
que os toca, toca a la niña de su ojo.
Ro
13:1-2; Sométase toda persona a las autoridades
superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que
hay, por Dios han sido establecidas. 2 De modo que quien se opone a
la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten,
acarrean condenación para sí mismos.
Otra
consideración importante es que el hecho de amar a Israel no es
impedimento para amar también a sus enemigos, porque Dios no sólo
manda amar al prójimo como a nosotros mismos (Lv 19:18 y
otros) sino también a nuestros enemigos (Mt 5:43-45).
Así que debemos orar igualmente por nuestros enemigos y por los enemigos del
pueblo de Israel para que se conviertan al Señor y sean salvos.
Lv
19:18; No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu
pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo...
Mt
5:43-45; Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás
a tu enemigo. 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos,
bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y
orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45 para que seáis hijos
de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre
malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.
OTRAS
APLICACIONES ESPIRITUALES
Si
analizáramos la historia de estos dos hermanos con un enfoque
humanista, probablemente llegaríamos a la conclusión de que Esaú
era mejor persona que el tramposo Jacob, y que por lo tanto éste no
merecía que Dios le traspasara a él las bendiciones de la
primogenitura. Pero ocurre que Dios no elige a las personas por los
méritos personales que cada uno pueda aportar, sino en función de
otros parámetros que a menudo no está a nuestro alcance entender
(Is 55:9). En todo caso, si hay algún requisito
imprescindible para poder ser elegido por Dios, ése es confiar en su
gracia y misericordia, y no en nuestras propias obras de justicia (Ef
2:8-9; Tit 3:4-5).
Is
55:9; Como son más altos los cielos que la tierra, así
son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos
más que vuestros pensamientos.
Ef
2:8-9; Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y
esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que
nadie se gloríe.
Tit
3:4-5; Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador,
y su amor para con los hombres, 5 nos salvó, no por obras
de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia...
Por
tanto, al contemplar la historia de estos dos personajes, sólo
podremos extraer valiosas lecciones para nuestras vidas desde una
perspectiva espiritual. En este sentido podemos observar, por
ejemplo, que Esaú era primogénito exclusivamente por la obra y
gracia de Dios, ya que no había hecho nada para merecer tal
condición. Sin embargo sí que hizo méritos para perder su
primogenitura, porque la menospreció, en vez de estimarla como algo
muy valioso y mostrarse agradecido a Dios por ella (Gn 25:34; He 12:15-17).
He 12:15-17; Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; 16 no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. 17 Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.
Como
contrapartida a la negligencia de Esaú, debemos imitar la actitud de
Jacob de anhelar profundamente las bendiciones de Dios, desechando
toda autocomplacencia y conformismo espiritual (Gn 25:31;
32:24-26); debemos asimismo reconocer que toda bendición
proviene directa o indirectamente de Dios (Gn 31:6-9,41-42); y
en consecuencia debemos estarle agradecidos, sin perjuicio de ser
agradecidos también con las personas que Él use para bendecirnos
(Gn 35:2-3). Por otra parte, debemos ser conscientes, como
Jacob, de nuestras debilidades, para así poner nuestra confianza y
dependencia en Dios y no en el hombre en general ni en nuestras propias fuerzas
(Gn 32:9-12).
La
gente mundana, incluidos nuestros parientes no nacidos de nuevo, a
menudo nos tientan, sea deliberadamente o no, a participar de su vana
manera de vivir y así alejarnos de Dios (Gn 33:12). Pero, tal
como hizo Jacob con su hermano (Gn 33:16-17), debemos
establecer una separación, un límite que marque una diferencia con
ellos, sin que por eso dejemos de respetarlos, amarlos y darles buen
testimonio, reflejando la luz de Cristo en nuestras vidas. Ahora
bien, al margen de la aplicación espiritual tomada de este pasaje,
el hecho de que Jacob mintiera otra vez a Esaú, dirigiéndose a
Sucot y no a Seir, como le había prometido, no hay duda de que es moralmente reprobable.
Continuando
con este enfoque espiritual, Jacob representa al pueblo fiel de
Israel, que teme a Dios, pues fue precisamente Él quien le cambió a
Jacob su nombre por el de Israel. Entonces, dado que los no
pertenecientes a Israel son, por exclusión, gentiles, Esaú
representa en cierta manera al mundo gentil que vive en oposición a
Dios y que paralelamente mantiene una enemistad perpetua con su pueblo
Israel. Así que Esaú y Jacob representan dos pueblos cuya relación
con Dios es diametralmente opuesta, por lo que también sus
respectivas maneras de ser y de entender la vida son incompatibles e
irreconciliables entre sí (2 Co 6:14,16-18).
2
Co 6:14, 16-18; 14 No os unáis en yugo desigual con los
incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la
injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?
16 ...Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios
dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán
mi pueblo. 17 Por lo cual, salid de en medio de ellos, y
apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré,
18 y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e
hijas, dice el Señor Todopoderoso.
Con
todo, a pesar de lo que Esaú representa, como ya he dicho
anteriormente, creo que le alcanza la maldición por su rebeldía
contra Dios y no porque Él lo hubiera predeterminado (Sal 109:17;
Pr 26:2). Corrobora esta afirmación el hecho de que Dios bendijo y
prosperó en vida a Esaú, aunque fuera en menor medida que a Jacob
(Gn 27:39; 36:6-8); y también el mandato expreso de Dios a
Israel de no aborrecer al edomita, porque es su hermano (Dt 23:7).
Dt
23:7; No aborrecerás al edomita, porque es tu hermano…
Finalizo,
pues, este punto diciendo que fueron los descendientes de Esaú los
que acarrearon la maldición de Dios sobre sí mismos por su
rebelión. Dios, que es omnisciente, sabe de antemano lo que cada
persona va a hacer, pero no tienta o incita a nadie al mal, sino todo
lo contrario (Stg 1:13,16-17). Por tanto, cuando alguien procede en contra de la voluntad de Dios, lo hace bajo su entera y exclusiva responsabilidad.
Stg
1:13, 16-17; Cuando alguno es tentado, no diga que es
tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el
mal, ni él tienta a nadie; ...16 Amados hermanos míos,
no erréis. 17 Toda buena dádiva y todo don perfecto
desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual
no hay mudanza, ni sombra de variación.
CONCLUSIONES
En
la carne Esaú supera en ciertos aspectos a Jacob, puede que sea
incluso mejor persona; pero según el Espíritu Jacob es superior.
Los deseos de la carne se oponen a los del Espíritu, porque son
incompatibles entre sí y enemigos irreconciliables (Gá 5:16-17). Y así
como el Espíritu prevalece finalmente sobre la carne, Jacob
prevalecerá sobre Esaú (Ro 8:6,13-14).
Gá
5:16-17; Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no
satisfagáis los deseos de la carne. 17 Porque el deseo de la carne
es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y
éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.
Ro
8:6, 13-14; Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero
el ocuparse del Espíritu es vida y paz… 13 porque si vivís
conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir
las obras de la carne, viviréis. 14 Porque todos los que
son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.
Por
último, la elección de Israel no está basada en sus méritos, sino
en la voluntad soberana de Dios. Como dice en su Palabra, Israel era
un pueblo insignificante; y algo similar ocurre con los discípulos
de Cristo, que mayoritariamente proceden de lo más vil y
menospreciado de este mundo. Así que nadie debe jactarse en su
presencia, sino que por el contrario debe postrarse ante Él en humillación,
reconociendo su poder y soberanía infinitos y dándole la gloria que
sólo a Él pertenece (Ro 14:11).
Ro
14:11; Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que
ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará
a Dios.
Que
Dios lo bendiga, querido lector.