24/10/22

Parábolas de los talentos y las minas

(Mt 25:14-30 / Lc 19:12-27)

INTRODUCCIÓN

He decidido juntar aquí estos dos textos de los evangelios sinópticos de Mateo y Lucas, porque su enseñanza nuclear es la misma: que el Señor reparte a todos dones y talentos como Él quiere para que los desarrollemos y hagamos producir en beneficio de la extensión del reino de los cielos, sabiendo que un día Él nos pedirá cuentas a cada uno de lo que hayamos hecho con ellos.

Pero aunque el mensaje central es básicamente coincidente, dentro del paralelismo observado existen entre los dos relatos diferentes ángulos de perspectiva, así como ciertos detalles complementarios sobre los que quiero reflexionar en este estudio.

DESGLOSE Y COMENTARIOS

LA RESPONSABILIDAD DEL HOMBRE EN LA TIERRA

Mt 25:14-18; Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. 15 A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. 16 Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. 17 Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. 18 Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.

Lc 19:12-14; Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver. 13 Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo. 14 Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros.

Huelga decir que este hombre, el cual es un noble de la realeza, se refiere a Jesús de Nazaret, el mismo que relata las parábolas. Sus siervos evidentemente son sus discípulos; es decir, todos aquellos que creen en Él y lo siguen. Y los conciudadanos que se opusieron a que reinara sobre ellos son los israelitas y judíos, que todavía hoy siguen mayoritariamente rechazando al Mesías.

En sentido literal Mt 25:14 parece decir que el hombre llamó a sus siervos mientras se estaba yendo a un lugar lejano, y Lc 19:12 que los llamó después de que se había ido; no obstante debe entenderse lógicamente que cuando convocó a sus siervos fue antes de partir.

El reino de los cielos o reino de Dios como trasfondo de estas parábolas siempre ha existido, ya que es eterno, igual que su rey (1 S 8:6-7; Sal 93:1-2); pero debido al pecado se alejó de nosotros. Sin embargo, con la venida del gran rey Jesucristo a este mundo su reino se ha acercado (Mt 3:1-2; Lc 11:20; etc) y ahora podemos entrar en él, gracias a su muerte expiatoria y redentora que nos reconcilia con Dios.

1 S 8:6-7; Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová. 7 Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos.

Sal 93:1-2 (y otros); Jehová reina; se vistió de magnificencia; Jehová se vistió, se ciñó de poder. Afirmó también el mundo, y no se moverá. 2 Firme es tu trono desde entonces; Tú eres eternamente.

Mt 3:1-2 (también Mt 4:17; 10-7; Lc 10:8-9: etc) En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, 2 y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.

Lc 11:20; Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros.

Otra particularidad del reino de los cielos, que trajo consigo Cristo, es que sus discípulos lo han ido extendiendo por todos los términos de la tierra; de manera que los que se arrepienten y creen en el Señor Jesucristo entran en él y ya son ciudadanos del reino de Dios, a pesar de que aún permanezcan temporalmente en este mundo (Lc 17:20-21; Jn 17:14-15).

Lc 17:20-21; Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, 21 ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros.

Jn 17:14-15; Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.

Pero aunque ya somos del reino de los cielos y espiritualmente estamos viviendo en él, todavía no ha llegado el día de su gloriosa manifestación en todo su esplendor; eso ocurrirá cuando Cristo regrese a la tierra en su segunda venida (Dn 2:44; Mt 6:10; Lc 19:11; 22:17-18).

Dn 2:44; Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre.

Mt 6:10 (también Lc 11:2); Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.

Lc 19:11; Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente.

Lc 22:17-18; Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros; 18 porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga.

La lejanía hacia la que partió el hombre noble de estas parábolas está en el cielo, a donde ascendió Jesús a buscar una morada para cada uno de sus siervos (Jn 14:2-3). El cielo está tan lejos de la tierra como este mundo y su sistema de valores del reino de Dios. Esta lejanía o separación que se da en el ámbito espiritual, cognoscitivo y afectivo (Pr 15:29; Is 29:13), no se puede descartar que exista también en el plano físico; de manera que el cielo podría estar ubicado en cualquier remoto lugar de una galaxia del universo, o quizá en otro plano dimensional para nosotros desconocido (Is 30:27; 33:17).

Jn 14:2-3; En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. 3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

Pr 15:29; Jehová está lejos de los impíos; pero él oye la oración de los justos.

Is 29:13; Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado...

Is 30:27; He aquí que el nombre de Jehová viene de lejos; su rostro encendido, y con llamas de fuego devorador; sus labios llenos de ira, y su lengua como fuego que consume.

Is 33:17; Tus ojos verán al Rey en su hermosura; verán la tierra que está lejos.

El amo de estas parábolas repartió de sus bienes entre sus siervos. Eso significa que lo que somos y tenemos no es de nuestra propiedad, sino que pertenecen a Dios. Si los talentos y las minas tienen un valor determinado, por tratarse de monedas de cambio de uso legal conocidas en la época de la vida terrenal de Jesús, sin duda es mucho más valioso lo que dicho dinero representa, que son las habilidades y dones tanto naturales como espirituales que el Señor le ha dado a cada uno de sus siervos.

Dichos bienes no los hemos comprado ni ganado, sino que el Señor nos los ha concedido gratuitamente. Pero es de suma importancia entender que nos han sido dados como un préstamo; o sea, que vivimos de prestado, como se suele decir. Por consiguiente nos conviene que le permitamos a Dios gobernar nuestras vidas y guiarnos por su Espíritu. Sólo así podremos administrar sabiamente lo que hemos recibido de sus manos.

El versículo de Lc 19:13 dice que el señor llamó a diez siervos para entregarles diez minas, por lo que es de suponer que las repartió a partes iguales, entregando una mina a cada siervo. Los diez siervos de esta parábola representan a todos los siervos del Señor de todos los tiempos que naturalmente son muchísimos más.

Por su parte Mt 25:14-15 nos muestra que llamó a sus siervos en general sin indicar un número concreto, y en cuanto al reparto del dinero entregó a uno cinco talentos, a otro dos y a otro uno. Estos tres siervos representan, igual que en la porción anterior de Lucas, a la totalidad de los siervos; y el modo de repartir el dinero significa simplemente que Dios entrega a cada uno de sus siervos dones y talentos diferentes en cantidad y variedad, pero no significa que Dios sólo reparta lotes de tres cantidades distintas.

Entonces, ¿hay contradicción entre Mateo y Lucas en el número de los siervos llamados y en el reparto de los bienes? En realidad no hay contradicción, sino complementariedad, al abordar ambos el mismo hecho desde distinta perspectiva o enfoque. Por eso, con independencia de la literalidad de estos textos, lo cierto es que que el Señor llama a todos sus siervos y todos reciben sus bienes. Lo mismo sucede con el encargo de negociar con ellos para sacarles producto, tal como se afirma expresamente en Lucas y se da a entender en Mateo.

Según la parábola de Mateo la cantidad de dones recibidos no es igual para todos, sino que a cada uno el Señor le da conforme a su capacidad. Esto se refiere a que Dios crea a cada persona de manera única e irrepetible, distinta de cualquier otra existente en el pasado, presente y futuro de la humanidad. Por tanto, en función de esas diferentes capacidades con las que fueron dotados los seres humanos y de acuerdo a su propósito, Dios asigna a cada uno diferentes dones y roles en la iglesia de Cristo.

El texto de Lucas complementa la enseñanza de Mateo en el reparto de los dones, abordando esta cuestión desde otra perspectiva. El caso es que cada siervo recibe su porción, que es igual de valiosa que las de los demás consiervos, independientemente de la cantidad o cualidad de los dones recibidos. Lo principal es que todos deberemos responder a Dios del uso que hayamos hecho de ellos, teniendo en cuenta que a los que más les haya dado, más les demandará (Lc 12:47-48). De ese modo Dios nos iguala a todos, porque valora el grado de compromiso y fidelidad en nuestro servicio, por encima del tipo de servicio que se nos haya encomendado. Por poner un ejemplo, en el tribunal de Cristo obtendrá mayor recompensa un siervo que haya hecho con diligencia la limpieza del local de reunión, que un predicador que se vuelva rutinario y no prepare bien sus sermones. Recordemos que Dios no hace acepción de personas (Hch 10:34-35).

Lc 12:47-48; Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. 48 Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.

Hch 10:34-35; Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, 35 sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia.

EL TIEMPO DE COMPARECER EN JUICIO ANTE DIOS

        APROBACIÓN DE LOS SIERVOS FIELES Y SU GALARDÓN

Mt 25:19-23; Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. 20 Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. 21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. 22 Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. 23 Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.

Lc 19:15-19; Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. 16 Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. 17 El le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades. 18 Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. 19 Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades.

A semejanza del señor noble de estas parábolas, Jesús fue a preparar a sus siervos un lugar en las moradas celestiales, prometiendo que volvería a recogerlos para estar con ellos para siempre, primero en la dispensación del reino y después en la Nueva Jerusalén (Mt 19:28-29; Lc 12:32).

Mt 19:28-29; Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. 29 Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.

Lc 12:32; No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.

Y aunque para el Señor miles de años son como un instante, a sus siervos se les está haciendo larga la espera (Sal 90:3-4). Entonces, ¿por qué Cristo no viene ya y nos saca de este valle de lágrimas en que se ha convertido el mundo? Pues porque es paciente y no quiere que nadie se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 P 3:8-9). Mientras tanto sus siervos debemos permanecer en obediencia, velando y orando para no caer en tentación y estar preparados para irnos con Él, ya que aparecerá por sorpresa sin previo aviso (Mr 14:38; Mt 24:42-44).

Sal 90:3-4; Vuelves al hombre hasta ser quebrantado, y dices: Convertíos, hijos de los hombres. 4 Porque mil años delante de tus ojos son como el día de ayer, que pasó, y como una de las vigilias de la noche.

2 P 3:8-9; Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. 9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

Mr 14:38; Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.

Mt 24:42-44 (también Mr 13:32-36 y otros); Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. 43 Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. 44 Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.

En la parábola de Mateo los siervos fieles recibieron todos idéntico elogio y obtuvieron el mismo beneficio, que consistió en entrar en el reino para gozarse con su señor. En su literalidad el relato expresa que dichos siervos duplicaron o incrementaron en un 100% el capital que su amo les había entregado. Sin embargo eso no significa que el Señor exija como requisito imprescindible para entrar en su reino que dupliquemos los bienes recibidos, sino que usemos éstos para obtener toda la ganancia o fruto que podamos (Jn 15:5); de manera que cuanto mayor sea el fruto del Espíritu en nuestras vidas, mayor recompensa obtendremos. Pero la entrada en el reino de los cielos está asegurada con sólo poner a disposición de los demás los dones recibidos de Dios para que se desarrollen y produzcan buen fruto (Lc 8:15; Mt 13:23).

Jn 15:5; Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.

Lc 8:15; Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.

Mt 13:23 (también Mr 4:20); 23 Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.

A diferencia de la parábola de Mateo, en la de Lucas se observa que habiendo recibido todos los siervos la misma cantidad de dinero, unos produjeron en mayor proporción que otros, y en consecuencia obtuvieron un mayor premio. Por eso creo que el texto de Lucas se centra en el galardón que obtendrán los siervos fieles o personas salvas cuando comparezcan ante el tribunal de Cristo, donde cada uno será retribuido según sus obras tras ser éstas probadas por el fuego (2 Co 5:10; 1 Co 3:11-15); mientras que el texto de Mateo se refiere al hecho en sí de la salvación, que obtienen por igual todos sus siervos fieles nacidos de nuevo, con independencia de que hayan producido más o menos frutos (Jn 3:3-6).

2 Co 5:10; Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.

1 Co 3:11-15; Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. 12 Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, 13 la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. 14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. 15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.

Jn 3:3-6; Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

        REPROBACIÓN DE LOS SIERVOS INFIELES

Mt 25:24-27; Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; 25 por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. 26 Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. 27 Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.

Lc 19:20-23; Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo; 21 porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. 22 Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré; 23 ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses?

Dios nos da las herramientas necesarias para que nosotros produzcamos. Nos ha encomendado la tarea de anunciar el evangelio para la extensión del reino de los cielos, y su Espíritu está siempre con nosotros para ayudarnos; pero Él no nos suplanta para hacer lo que nosotros podemos y debemos hacer. Así que Dios hace su parte y nosotros tenemos que hacer la nuestra. De ahí las expresiones del siervo negligente relativas a que Dios siega donde no sembró y toma o recoge donde no puso o esparció.

Seguramente no es una casualidad que el siervo infiel sea el que menos dinero recibió de su amo. Esto nos lleva a considerar el valor de las pequeñas cosas, a las que se les suele dar poca importancia, pero que son fundamentales tanto para bien (Is 65:8) como para mal (Cnt 2:15) en el ámbito de la sociedad en general y en la iglesia del Señor en particular.

Is 65:8; Así ha dicho Jehová: Como si alguno hallase mosto en un racimo, y dijese: No lo desperdicies, porque bendición hay en él

Cnt 2:15; Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas...

Por tanto los siervos que hayan recibido menos dones o bien dones más modestos a los ojos de los hombres, no deben sentirse decepcionados, ni envidiar a los que recibieron los dones más apreciados, sino estar conformes y agradecidos, poniendo el máximo empeño en ejercer sus dones con amor y de manera excelente. No deben menospreciar lo que Dios les da ni sentirse inferiores o menos afortunados que otros que recibieron más, porque nuestro galardón no está aquí en la tierra sino en el cielo, y el Señor lo que más valora es la fidelidad en nuestro servicio allí donde Él nos haya puesto.

No hagamos, pues, como el siervo inútil de estas parábolas, que por miedo a fracasar escondió su talento o mina. No pensemos que no somos nadie y que no tenemos nada que aportar, porque aunque por nosotros mismos somos muy poquita cosa, por la misericordia y gracia de Dios somos sus hijos, somos coherederos con Cristo y más que vencedores (Ro 8:36-37). Por tanto, como embajadores de Cristo e hijos del Rey desechemos toda vergüenza y miedo, y aprestémonos para luchar en la guerra espiritual en la que estamos inmersos. No ignoremos que la cobardía es uno de los pecados más detestables para el Señor, por encima de otros que tal vez pudieran parecernos de mayor gravedad (Ap 21:7-8).

Ro 8:36-37; Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. 37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.

Ap 21:7-8; El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. 8 Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

        EL CASTIGO A LOS SIERVOS INÚTILES

Mt 25:28-30; Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. 29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

Lc 19:24-27; Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas. 25 Ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas. 26 Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. 27 Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí.

La primera medida de castigo contra los siervos infieles es desposeerlos de todo cuanto tienen para dárselo a los que más tienen. Que el dinero quitado a los siervos infieles vaya a parar a los que más tienen y no a otros que tienen menos nos sorprende, porque choca con nuestro sentido de la equidad, como también les sucedió a los siervos celestiales encargados de ejecutar las órdenes de Dios.

Pero ésta es una ley espiritual con sus propios principios, que pueden ser diferentes de los que sustentan las leyes naturales. Ciertamente quienes prueban las bondades de Dios quieren más, y cuanto más se busca la presencia de Dios más se quiere estar con Él; no es posible aburrirse o cansarse de estar en su presencia. Pero a la inversa ocurre algo parecido, que cuanto más dejamos de buscarlo menos ganas tenemos de hacerlo, pudiendo entrar en una dinámica de alejamiento progresivo del Señor.

Esto se traduce también en nuestra fe, la cual se pone a prueba en la práctica por la obediencia. A veces en nuestro caminar cristiano hallamos ciertos obstáculos que nos parecen barreras infranqueables o gigantes que nos intimidan. Tenemos que armarnos de valor y enfrentarlos con determinación; de lo contrario no avanzaremos ni aumentará nuestra fe. Por eso necesitamos ser fieles en lo poco, dando constantemente pequeños pasos de fe que nos sirvan de preparación para poder superar con la ayuda de Dios retos cada vez mayores, hasta donde Él quiera llevarnos.

Y la segunda consecuencia para los siervos inútiles es infinitamente peor: ser excluidos del Reino. Sé que esta afirmación puede generar polémica entre los que creen que no hay forma de que alguien nacido de nuevo pueda perder la salvación y los que creen lo contrario, como es mi caso.

Si sólo tuviéramos la parábola de Lucas podríamos interpretar que los malos siervos se quedan sin galardón, pero entran en el cielo, basándonos para ello en la porción de 1 Co 3:14-15 acerca del juicio de los creyentes ante el tribunal de Cristo (Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo... ). Sería, pues, fácil concluir que los siervos negligentes se salvan sin más, sin obtener otra recompensa, a diferencia de los enemigos declarados de Dios, que serándecapitados”; esto es, serán lanzados al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.

Pero si decimos que estos siervos malos se salvan, ¿cómo explicamos la contundente condena que aparece en el texto de Mateo? Lo cierto es que Dios los declara inútiles que para nada sirven, por lo que son arrojados a las tinieblas de afuera donde experimentarán el lloro y crujir de dientes. Las tinieblas de afuera, donde se halla Satanás, son lo opuesto a la luz de Dios en el Reino, lo cual significa que los siervos inútiles son echados al infierno y después al lago de fuego por toda la eternidad. 

Tanto el fuego como las tinieblas de afuera son una forma metafórica de hablar de la condenación eterna, que conlleva quedar excluidos de la presencia de Dios, en quien reside la vida. De manera que los que se separan de Él están muertos espiritualmente, y en esa condición permanecerán para siempre con dolor, lamentación, vergüenza y confusión perpetua, a menos que se arrepientan antes de dejar este mundo (Dn 12:2).

Dn 12:2; Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.

Entonces, si estamos de acuerdo en que no hay contradicciones en la palabra de Dios, hemos de aceptar que lo que no dice la parábola de Lucas lo aclara la de Mateo, complementando y completando la información de aquél. Debe primar siempre lo que la Biblia dice sobre lo que omite o no dice; de modo que el hecho de que Lucas no se haya pronunciado con todo detalle sobre el destino final de los siervos negligentes, no significa que niegue su exclusión del Reino; simplemente no dice nada al respecto. Sin embargo el relato de Mateo nos saca de dudas al afirmar con total claridad que los siervos improductivos no entrarán en el reino.

Resumiendo este punto, la entrega de los dones en las parábolas que hemos considerado se refiere a los que son siervos de Dios, no a sus conciudadanos incrédulos que son declarados enemigos de Él. Pues bien, una parte minoritaria de estos siervos (no necesariamente una tercera parte, como se refleja en estas parábolas) se echa a perder por tomar la decisión equivocada de esconder su talento o mina y no involucrarse en la obra del Señor, aunque intelectualmente crean que la palabra de Dios es la verdad; porque recordemos que también los demonios creen, pero tiemblan ante la presencia del Señor (Stg 2:18-19; Mt 8:28-29).

Stg 2:18-19; Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. 19 Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.

Mt 8:28-29; Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino. 29 Y clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?

Ahora bien, para deshacer cualquier posible equívoco, debo aclarar que por el hecho de tropezar y caer en nuestro caminar diario, Dios no nos considera siervos inútiles, aunque en realidad lo somos (Lc 17:9-10). Esto es así porque conociendo nuestras debilidades e imperfecciones, es misericordioso y paciente, por lo que basta con que nos arrepintamos para que Él nos perdone y nos ayude a levantarnos y a seguir avanzando hacia nuestra meta celestial (He 4:14-16). Por consiguiente andando en fe con Dios no seremos desechados, a pesar de nuestros numerosos fallos; sólo seremos declarados siervos inútiles si nos empeñamos en ignorar a Dios en nuestras vidas, dejándolo de lado para seguir nuestros propios caminos de perdición.

Lc 17:9-10; ¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no. 10 Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.

He 4:14-16; Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.

Pero volviendo al quid de la cuestión, ante la clara enseñanza de Mt 25:30, concluyo con la siguiente pregunta: Una vez salvos, ¿siempre salvos? Basándome no sólo en el citado versículo de Mateo, sino también en otros muchos textos expuestos en mi blog, creo que una persona puede voluntariamente desprenderse del regalo de la salvación después de haberlo aceptado (ver https://amar-la-verdad.blogspot.com/2017/05/refutando-el-calvinismo.html ).

Que el Señor nos siga bendiciendo y dando luz para entender su Palabra.