31/7/18

Las buenas obras


INTRODUCCIÓN

Aunque muchas personas se refieren a las buenas obras como sinónimo de obras de caridad, las buenas obras expresan un concepto más amplio, que no sólo incluye las obras de caridad sino también otro tipo de acciones. Por otra parte, desde la perspectiva bíblica y cristiana con que se aborda este estudio, las obras son buenas y tienen valor para Dios, sólo si se realizan con la intención o motivación correcta; es decir, deben ser hechas con amor y para la gloria de Dios.

Así que, para obtener la aprobación de Dios, que es lo que realmente importa, las obras tienen que ser causadas por el amor y orientadas en el marco de la fe, tal como se declara en Gá 5:6: “...porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.

LAS BUENAS OBRAS QUE NO AGRADAN A DIOS

En general los adeptos de las distintas religiones creen que serán premiados después de la muerte, si cumplen una serie de normas que les son impuestas, tales como la práctica de determinados ritos de culto, la presentación de ofrendas y sacrificios, o la realización de buenas obras, conforme a lo que prescribe su religión. Creen que si cumplen estas cosas son justos y se hacen acreedores del reconocimiento y recompensa de los dioses a los que temen e invocan.

Por tanto, ven básicamente a Dios como un ser poderoso que los puede ayudar y proteger en las adversidades de esta vida, y que al morir los juzgará por sus obras. Pero no es para ellos un Dios salvador, puesto que pueden salvarse a sí mismos en base a sus obras de justicia, si son buenas personas, si acreditan suficientes méritos, si puestas en una balanza sus obras, las buenas pesan más que las malas.

El problema es que las pasiones carnales que operan en nosotros y las tentaciones a las que estamos expuestos, a menudo nos vencen, llevándonos a hacer el mal en vez del bien (Ro 7:18-19). Por eso las personas que no confían en la justicia de Cristo a su favor y no se acogen a la gracia y misericordia de Dios, sino que optan por justificarse a sí mismas (Is 64:5-6), no pueden librarse del temor de acabar siendo condenados. No pueden estar seguras de su salvación, porque desconocen con qué severidad serán juzgadas por Dios, y si habrán acumulado suficientes buenas obras para que Él las declare justas.

Ro 7:18-19; Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.

Is 64:5-6; ...en los pecados hemos perseverado por largo tiempo; ¿podremos acaso ser salvos? 6 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia...

Pero además de los creyentes de las diferentes religiones, hay otro tipo de personas que, o bien no creen en Dios, o bien viven completamente de espaldas a Él como si no existiera.

Los primeros niegan con sus palabras y hechos la existencia de Dios. Dicen que el hombre puede solucionar los problemas que él mismo causó, sin necesidad de recurrir a la ayuda de un dios imaginario, que según ellos no existe; basta para ello ser buenas personas y actuar en conciencia. Con dicha actitud y aunque no sean conscientes de ello, lo que hacen es colocar en un pedestal al ser humano, convirtiéndolo precisamente en un dios: el dios del humanismo. Pero veamos qué nos dice el que es Dios único y verdadero:

Jer 17:5, 7;
5 Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová.
7 Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.

En cuanto a los incluidos en el segundo grupo, aun sin negar expresamente la existencia de Dios, viven alejados y sin ninguna relación con Él. Muchos de ellos lo señalan como culpable de permitir el sufrimiento y el mal en el mundo, en especial cuando se ven directamente afectados por alguna desgracia, como puede ser la pérdida de algún ser querido, un fracaso familiar, acabar económicamente en la ruina, etc. Éstos suelen ignorar por completo a Dios mientras se sienten razonablemente bien; mas cuando se ven desbordados y abrumados por los problemas, entonces se acuerdan de Él irrespetuosamente para acusarlo, en vez de humillarse y arrepentirse de sus pecados. He aquí uno de los ejemplos que se citan en la Biblia:

Ap 16:8-9; El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego. 9 Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.

Asimismo hay dos clases de personas que, aunque realizan buenas obras, no lo hacen para la gloria de Dios: 1) las que ayudan al prójimo por puro altruismo, sin contar con Dios; y 2) las que lo hacen para recibir elogios de la gente.

Se hallan en el primer grupo los que, renunciando a una serie de comodidades, ayudan desinteresadamente a otros en sus necesidades, a la vez que ignoran a Dios. Hacer buenas obras está bien, siempre que con ellas lo exaltemos a Él, reconociéndolo como el autor y sustentador de la vida, y dándole gracias por todo lo que nos da. Pero si dejamos a Dios al margen, actuamos en complicidad con la doctrina humanista que trata de excluirlo a Él de nuestras vidas, enseñando erróneamente que el ser humano es naturalmente bueno y capaz de solucionar por sí mismo los problemas a los que se enfrenta el mundo.

Finalmente en el otro grupo están los que alardean de buenas obras actuando con hipocresía, puesto que su motivación no es el amor al prójimo, sino un deseo vanaglorioso de recibir reconocimiento y alabanza de los hombres.

Resumiendo este punto, las personas altruistas que aman al prójimo (al menos aparentemente), pero no aman a Dios sobre todas las cosas, no le agradan a Él, como tampoco los que hacen buenas obras para recibir lisonjas; éstos no obtendrán su recompensa en el cielo, porque prefieren tenerla ya en la tierra (Mt 6:2-4).

Mt 6:2-4; Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 3 Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, 4 para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.

LA FE Y LAS BUENAS OBRAS

De entre las instituciones eclesiásticas que fundamentan total o parcialmente sus creencias en la Biblia, unas sostienen que además de creer en Cristo, es necesario hacer buenas obras para poder ir al cielo; mientras que otras afirman que la salvación se obtiene única y exclusivamente por medio de la fe, al margen de las obras. Entre las primeras destaca la iglesia católica romana, mientras que a la segunda opción se adhieren en general las iglesias surgidas de la reforma protestante. Entonces, ¿cuál de estas dos doctrinas es la verdadera?

Vamos a considerar algunos de los textos bíblicas en los que se suelen apoyar los partidarios de cada una de estas dos enseñanzas. Los que defienden que además de la fe hay que hacer buenas obras para salvarse, se centran en la porción de Stg 2:14-26, que expongo a continuación:

Stg 2:14-26; Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? 15 Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? 17 Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. 18 Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. 19 Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. 20 ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? 21 ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? 22 ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? 23 Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. 24 Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. 25 Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? 26 Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.

Tras analizar el texto anterior, podemos sacar de forma resumida las siguientes conclusiones:

1) La fe verdadera no consiste en una mera creencia que puede estar disociada de los hechos (Tit 1:16); y la prueba de ello es que los mismos demonios creen a Dios, pero actúan en su contra.

Tit 1:16; Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra.

2) Luego la fe va necesariamente unida a las obras; si no es así, entonces nos hallamos ante una falsa fe (1 Ti 5:8). Una fe sin obras es vacía, muerta e inútil, que no sirve ni para hacer el bien ni para nuestra justificación y salvación.

1 Ti 5:8; ...porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.

3) Por tanto, lo que manifiesta si verdaderamente tenemos fe en Cristo son nuestras buenas obras (Mt 7:16); de modo que la falta de ellas o la comisión de malas obras constituye una evidencia de falta de fe. Y recordemos que sin fe es imposible agradar a Dios (He 11:6).

Mt 7:16-17; Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?

4) La fe es un requisito indispensable para que Dios declare justo al hombre; sin ella las buenas obras carecen de valor para la salvación (2 Ts 1:11). De modo que puede haber buenas obras sin fe, pero es imposible que haya fe verdadera sin buenas obras.

2 Ts 1:11; Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os tenga por dignos de su llamamiento, y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con su poder...

5) Así como las obras actúan conjuntamente con la fe para perfeccionarla, también acompañan a la fe en nuestra justificación. Éste es el sentido en el que se expresa Santiago cuando dice que Abraham, o Rahab, fueron justificados también por sus obras y no sólo por la fe.

Ahora vamos a exponer algunas porciones bíblicas en las que se basan los que creen que la salvación se obtiene por medio de la fe, sin obras.

Jn 3:16, 18;
16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

Jn 6:28-29; Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? 29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.

Hch 16:30-31; ...Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? 31 Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.

Ro 1:16-17; Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. 17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.

Como podemos observar, ninguna de las porciones anteriores menciona las buenas obras como requisito para ser salvos; sólo dicen que hay que creer en Jesús. Pero además de eso, los siguientes versículos indican expresamente que no podemos justificarnos delante de Dios basándonos en nuestras propias obras de justicia, o en las obras de la ley, las cuales nadie, excepto Cristo, fue capaz de cumplir.

Fil 3:9; ... y ser hallado en él (en Cristo), no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe

Tit 3:4-5; Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, 5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia...

Ro 3:28; Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.

Gá 2:16; ...sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.

Entonces, dado que resulta vano querer justificarnos y ser salvos por nuestras obras, sólo podremos conseguirlo por la gracia y misericordia de Dios, mediante la fe.

Ro 4:4-5; Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; 5 mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.

Ro 11:6; Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.

Pero, ¿no dice Stg 2:24 que que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe”? ¿Cómo resolver esta aparente contradicción? El contexto general de la Biblia y la porción que sigue (Ef 2:8-10), entre otras, nos permite aclarar esta cuestión.

Ef 2:8-10; Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe. 10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Este texto nos enseña que no podemos aportar ningún mérito que pueda servirnos para alcanzar la salvación, porque ésta se obtiene únicamente de Dios por pura gracia; sólo tenemos que recibirla por fe, arrepintiéndonos de nuestros pecados y creyendo en el Señor Jesucristo. Por tanto, como ya hemos visto en el comentario de Stg 2:14-26, las buenas obras son el fruto o consecuencia natural de la fe, así como la manifestación o evidencia de la misma. Si las mismas están ausentes de la vida de una persona, es porque ésta no tiene fe; pero las buenas obras en sí mismas no tienen valor para la salvación, y por eso tienen que ir acompañadas de fe.

Una manera concisa de resumir este punto que hemos tratado, es afirmando que Dios no toma para sí hijos de entre los hombres por sus buenas obras; sino que los toma para que hagan buenas obras, las que Él les pone delante en su caminar diario.

UNA ACTITUD EQUILIBRADA ENTE FE Y OBRAS

Una vez explicada la función que desempeña la fe en la salvación y su conexión con las buenas obras, quiero alertar acerca del peligro de vivir bajo la influencia de una enseñanza sesgada y, por tanto, errónea sobre este asunto tan trascendental.

Los que creen que por sus buenas obras pueden ganar el cielo, ponen su confianza en sí mismos en vez de depender totalmente de Dios. Eso puede llevarlos al orgullo de considerarse buenas personas y despreciar a otros con los que se comparan (Lc 18:9-14). Si el hombre pudiera reclamar el derecho a ser salvo en base a sus buenas obras, no tendría sentido que Dios enviara a su Hijo al mundo para expiar nuestros pecados mediante el derramamiento de su propia sangre (Gá 2:21). Por consiguiente, todo aquél que pretende justificarse ante Dios por sus obras, está despreciando el sacrificio de Cristo en la cruz.

Lc 18:9-14; A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: 10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. 11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 12 ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. 13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. 14 Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.

Gá 2:21; No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.

En el extremo opuesto hay quienes piensan que como la salvación se obtiene por fe sin obras, tienen vía libre para andar como les plazca. Y aunque no producen frutos dignos de arrepentimiento, confían engañosamente en que son salvos, porque un día hicieron una declaración de fe y asisten regularmente a los actos de culto de su congregación (Gá 6:7-8). Pero lo cierto es que el conformismo o falta de celo puede llevarnos a la tibieza espiritual, algo que a Cristo le resulta nauseabundo (Ap 3:15-16).

Gá 6:7-8; No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. 8 Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.

Ap 3:15-16; Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! 16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.

Esa actitud puede hacernos bajar la guardia contra las tentaciones; puede hacernos caer en el engaño de pretender seguir a Jesús sin tener que esforzarnos en la gracia (2 Ti 2:1), sin la exigencia de ningún sacrificio o renuncia por nuestra parte (2 Ti 2:3). Es verdad que Cristo ya pagó por nuestros pecados pasados, presentes y futuros; pero eso no nos da derecho a menospreciar la gracia de Dios, permaneciendo impasibles ante ellos (Ro 6:1-2), sino que debemos arrepentirnos sinceramente y pedirle perdón al Señor cada vez que seamos conscientes de que le hemos fallado (1 Jn 1:9).

2 Ti 2:1; Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.

2 Ti 2:3; Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.

Ro 6:1-2; Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? 2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?.

1 Jn 1:9; Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

OBRA DE FE CUYOS OBREROS HACEN LAS OBRAS DE DIOS

Dios ha creado una obra para que la iglesia de Cristo se ocupe en ella. Dicha obra es mencionada en el Nuevo Testamento mediante una serie de figuras, que muestran las diferentes propiedades y tipos de actividad de la iglesia, en relación a su labor interna de discipulado y a la externa de predicar el evangelio en todo el mundo. Así, vemos figuras tales como un cuerpo, un ejército, una carrera, una viña, un edificio, etc.

Tomando, por ejemplo, la figura del edificio, vemos que éste representa a la iglesia, que es de piedra y está en construcción. Cada miembro de la iglesia, como piedra del edificio, ha sido edificado sobre el fundamento de Cristo, así como el de los apóstoles y profetas, al ser colocado en esta obra o edificio (Ef 2:20-22); pero a la vez, como piedra viva que es (1 P 2:5), tiene la capacidad de sobreedificar encima (1 Co 3:9-11). Luego, todos los miembros se edifican y dan soporte o apoyo mutuo (1 Ts 5:11).

Ef 2:20-22; ...edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, 21 en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; 22 en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.

1 P 2:5; ...vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.

1 Co 3:9-11; Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. 10 Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. 11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.

1 Ts 5:11; Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis.

Por tanto, se puede afirmar que Cristo ha fundado una obra para que sus obreros trabajen en ella, y mediante el desempeño diligente de las tareas que Dios le ha asignado a cada uno, realicen buenas obras (2 Ti 2:15; Mt 20:1; Lc 10:2).

2 Ti 2:15; Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.

Mt 20:1; Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña.

Lc 10:2 (también Mt 9:37-38); Y les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.

Ahora bien, el sustantivo “obra” tiene varias acepciones, por lo que no siempre significa lo mismo. Así, una obra puede referirse tanto al resultado final de una actividad o trabajo, como a su proceso o desarrollo, en los que intervienen acciones y recursos dirigidos a la consecución de un objetivo común (la obra de toda una vida, una obra literaria, social, misionera, etc). En cambio, cuando hablamos de obras en plural solemos referirnos a acciones más concretas y delimitadas; de manera que trabajando en una obra se pueden hacer muchas obras.

La misma Biblia también hace referencia a una obra en ambos sentidos: en el sentido amplio de una obra que se prolonga en el tiempo (Jn 17:4; Ro 14:20), y en otro más restringido para referirse a las obras que se realizan cotidianamente (Jn 5:36; Jn 9:4; Ap 2:26). Los siguientes versículos son una muestra de ello.

Jn 17:4; Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.

Ro 14:20; No destruyas la obra de Dios por causa de la comida...

Jn 5:36; ...porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado.

Jn 9:4; Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar.

Ap 2:26; Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones…

En concordancia con Ef 2:10, las porciones anteriores nos revelan que estamos llamados a trabajar en la obra de Dios, no en nuestra propia obra, y a hacer sus obras, no las nuestras. Esto es algo a tener en cuenta, porque hacer buenas obras en contra de la voluntad de Dios, es algo que para Él carece de valor, por lo que no serán recompensadas. Por eso vuelvo a reiterar que para que las obras sean provechosas han de hacerse en fe, motivadas por el amor a Dios y al prójimo, y para la gloria de Dios, no para nuestra propia gloria.

Por otra parte, si andamos rectamente en los caminos de Dios, no hace falta que nos afanemos u obsesionemos en la búsqueda de buenas obras, porque ya Él las ha preparado de antemano para que las hagamos; luego oportunidades no nos van a faltar.

Ef 2:10; Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

LA FE IMPLICA PASAR DE LOS DICHOS A LOS HECHOS

En la obra que Dios ha encomendado a sus discípulos, palabras y hechos son igualmente importantes. Tan importante es predicar el evangelio, o confesar con nuestros labios la fe que profesamos, como ser luz del mundo, andando en santo temor y haciendo bien al prójimo (Mt 5:16).

Mt 5:16; Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Pero es evidente que en general cuesta menos decir que hacer (Mt 23:2-3); como dice un viejo refrán, es más fácil predicar que sembrar trigo. Por eso mucha gente que está harta de oír a charlatanes hipócritas y embaucadores, sólo puede ser persuadida con hechos, con el testimonio de una vida coherente e íntegra (Jn 10:24-25; Jn 10:37-38).

Mt 23:2-3; En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. 3 Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.

Jn 10:24-25; ...Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. 25 Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí.

Jn 10:37-38; Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. 38 Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.

Entonces, si queremos tener credibilidad, nuestras palabras tienen que ser refrendadas con nuestros hechos, tenemos que dar testimonio de la verdad con una vida ejemplar. Eso es lo que hizo Jesús, a quien debemos imitar, huyendo de la falsedad que caracterizaba el proceder de los escribas y fariseos de su época.

LAS OBRAS DE LA CARNE Y LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU

De acuerdo con Ro 8:1-15, el verdadero cristiano no anda según la carne, sino conforme al Espíritu, dejándose guiar por Él. Su cuerpo es pecaminoso y mortal, igual que el del incrédulo; pero mientras éste hace lo que le pide el cuerpo, el que tiene al Espíritu morando en él se aparta de las concupiscencias de la carne (1 P 2:11). En la misma línea, el capítulo 6 de Romanos enseña que con Cristo hemos muerto crucificados y fuimos sepultados en el bautismo, para resucitar también con Él a nueva vida. De ahí las exhortaciones de los apóstoles Pablo y Pedro (Gá 5:16-17; 1 P 4:1-2).

1 P 2:11; Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma...

Gá 5:16-17; Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. 17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.

1 P 4:1-2; Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, 2 para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios.

En la amonestación de Pablo a los gálatas (Gá 5:19-23) vemos que las obras de la carne no se comparan con las obras o frutos del Espíritu, como cabría esperar, sino que se contraponen al fruto (en singular) del Espíritu. Eso significa que la carne, que es pecaminosa y mortal, produce malas obras; en cambio el Espíritu, que es vida, produce fruto que predispone de modo natural a toda buena obra (Mt 7:17).

Gá 5:19-23; Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. 22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

Mt 7:17; Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos (en este caso el árbol tiene un significado equivalente al de una persona que tiene el fruto del Espíritu, y los frutos equivalen a las obras que siguen de modo natural al fruto del Espíritu).

Luego, aunque en ciertos contextos de la Biblia los frutos tienen un significado similar al de las obras (Mt 7:16), en general el fruto se refiere al carácter de una persona (Ro 6:22; Ef 5:9; He 12:11). Se podría, pues, decir que las obras tienen que ver con el hacer, mientras que el fruto está relacionado con el ser. Ahora bien, cuando alguien se deja moldear por Dios, el Espíritu Santo transforma su carácter conforme a la imagen de Cristo, un carácter que reúne las cualidades enumeradas en la anterior porción de Gálatas (amor, gozo, paz, etc). Esa obra de santificación que tiene lugar en el creyente es el fruto del Espíritu, al cual le siguen las buenas obras.

Mt 7:16; Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?

Ro 6:22; Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.

Ef 5:9; ...porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad

He 12:11; Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.

Sin duda es voluntad de Dios que, teniendo el fruto del Espíritu, nos ocupemos en buenas obras. Así que éstas son, tanto una manifestación y consecuencia de la fe, como del fruto del Espíritu.

Col 1:10; ... para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios...

Tit 3:14; Y aprendan también los nuestros a ocuparse en buenas obras para los casos de necesidad, para que no sean sin fruto.

DEBEMOS APRECIAR EL VALOR DE LAS BUENAS OBRAS

Basta observar la cantidad de veces que la Palabra nos exhorta a hacer buenas obras, para darnos cuenta de su importancia. No es que debamos hacer buenas obras para ser salvos, sino que debemos hacerlas porque ya somos salvos. El verdadero cristiano rebosa gratitud hacia Dios, y eso lo lleva a caminar con Él en fe, amor y obediencia, siendo las buenas obras la consecuencia natural de dicha actitud de entrega al Señor. Los siguientes versículos muestran claramente que Dios se complace en nuestras buenas obras, siempre que sean hechas para su gloria.

2 Co 9:8; Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra.

2 Ts 2:16-17; Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre… 17 conforte vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra.

1 Ti 6:18-19; Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; 19 atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna.

Tit 3:8; Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres.

He 13:20-21; Y el Dios de paz… 21 os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo…

1 P 2:12; ...manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras.

Ap 14:13; ...Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen.

DIOS PAGARÁ A CADA UNO SEGÚN SUS OBRAS

Según He 9:27, “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”. Por lo tanto, el Señor Jesucristo, a quien el Padre entregó todo juicio (Jn 5:22), juzgará algún día a los hombres; y lo va a hacer considerando las obras de cada uno. Primero juzgará a sus discípulos, que ya son salvos, para otorgar a cada uno la recompensa que en función de sus obras le corresponda (1 Co 3:8,13-15; 2 Co 5:10; Ap 22:12).

Jn 5:22; Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo...

1 Co 3:8, 13-15;
8 Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor.
13 ...la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. 14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. 15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.

2 Co 5:10; Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.

1 P 1:17; Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación…

Ap 22:12; He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.

Y después juzgará aparte a las demás personas por sus obras; pero no para saber qué recompensa recibirán, sino para dar a conocer su destino eterno, sea el cielo para los que son declarados salvos, o el infierno para los que sean condenados (Job 34:11; Sal 62:12; Mt 16:27; Ro 2:5-6).

Job 34:11 (también Sal 62:12); Porque él pagará al hombre según su obra, y le retribuirá conforme a su camino.

Mt 16:27; Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.

Ro 2:5-6; Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, 6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras.

Podemos, pues, concluir, que las buenas obras son valiosas para los creyentes, a pesar de que no son salvos por ellas sino por gracia, en virtud de la justicia de Cristo. Y en cuanto a aquéllos a los que no les haya alumbrado la luz de Cristo, las buenas obras guiadas por su conciencia es todo cuanto pueden alegar en su defensa, cuando comparezcan ante Él en juicio (Ro 2:14-16).

Ro 2:14-16; Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, 16 en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.

DIOS VE Y JUZGA LAS MOTIVACIONES E INTENCIONES DE LAS OBRAS

Por último, como ya he comentado, Dios penetra con su mirada hasta lo más recóndito del ser humano y discierne las motivaciones e intenciones ocultas del corazón (Jer 17:9-10; Ap 2:23); de modo que cuando seamos juzgados éstas serán decisivas para determinar si nuestras buenas obras son aprobadas o carecen totalmente de valor (Ec 12:14).

Jer 17:9-10; Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? 10 Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.

Ap 2:23; Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras.

Ec 12:14; Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.

En la realización de nuestros actos hay una dimensión oculta e inaccesible a los ojos de los demás, que sólo Dios y el propio sujeto pueden conocer. Pues bien, esa parte secreta e invisible que alberga los motivos e intenciones del corazón, para Dios es aun más importante que las mismas obras (Pr 4:23; Pr 23:26). De manera que cada vez que decidimos llevar a cabo una acción determinada, pero no conseguimos realizarla porque se interpone algún impedimento en contra de nuestra voluntad, Dios juzga ese deseo fallido como si fuera un hecho consumado, con independencia de que el mismo sea bueno o malo (Mt 5:28).

Pr 4:23; Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.

Pr 23:26; Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos.

Mt 5:28; Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.

Lo mismo ocurre con la voluntad o voluntariedad de nuestros actos. Es posible realizar una obra que en sí misma sea buena, pero que vaya en contra de la voluntad de Dios, porque Él nos esté pidiendo hacer otra cosa (1 S 15:22), o bien porque hagamos sus obras por vanagloria, celos, contienda, etc. Por otra parte, Dios se muestra compasivo cuando hacemos algo malo sin ser conscientes de ello, o si perjudicamos a alguien de modo accidental e involuntario (Jos 20:2-3).

1 S 15:22; Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.

Jos 20:2-3; ...Señalaos las ciudades de refugio… 3 para que se acoja allí el homicida que matare a alguno por accidente y no a sabiendas; y os servirán de refugio contra el vengador de la sangre.

Por tanto, pidámosle sinceramente al Señor que quite de nosotros toda vanidad e hipocresía (Mt 23:27-28), para que hagamos buenas obras en fe, por amor y para su gloria; para que no busquemos ser recompensados por los hombres en la tierra, sino por Él en el cielo.

Mt 23:27-28; ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. 28 Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.

Bendiciones para todos en el Señor Jesucristo.

1 comentario:

  1. Profundo y equilibrado estudio sobre la fe que necesariamente produce buen fruto, el fruto del Espíritu. Tanto la fe como el fruto del Espíritu están indisolublemente unidas a las buenas obras; de manera que es imposible que haya verdadera fe en ausencia de éstas. Para Dios las buenas obras tienen valor sólo si van acompañadas de fe y se hacen con la motivación correcta de glorificarlo a Él ¡Alabado sea su nombre!

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