INTRODUCCIÓN
El liderazgo de las mujeres en la iglesia de Cristo era un hecho excepcional antes del siglo veinte. Desde entonces se ha ido extendiendo por todo el mundo en numerosas congregaciones de diferentes denominaciones religiosas. En las últimas décadas el número de mujeres que dirige una congregación, o que cursa estudios de pastor en seminarios bíblicos, está avanzando en paralelo con la evolución de la ideología feminista, que está consiguiendo poner cada día más mujeres en posiciones de liderazgo en casi todos los ámbitos de la sociedad.
Ante este estado de cosas cabe que nos preguntemos si se trata de un genuino movimiento del Espíritu Santo propio de estos tiempos finales, o de una perniciosa influencia del mundo en la Iglesia. Más en concreto debemos tratar de responder a la siguiente pregunta: ¿Es conforme a la voluntad de Dios que las mujeres prediquen y pastoreen en las iglesias, o eso es un acto de rebeldía en contra de su Palabra?
EXCEPCIONES QUE CONFIRMAN LA REGLA
En toda la Biblia se observa claramente que Dios puso a los varones al frente de todas las instituciones, desde la familia, hasta el gobierno o reinado, pasando por el sacerdocio, la redacción de las sagradas escrituras, los padres de las doce tribus de Israel, el apostolado fundacional de la Iglesia, la elección de los ancianos, etc. De manera que los contados casos de mujeres que estuvieron en una posición de dominio sobre los hombres son excepcionales. Eso no significa que Dios no haya usado a las mujeres para otros grandes propósitos.
Como gobernadora de Israel hay un solo caso: el de Débora (Jue 4:4-5,8-9;). Eso ocurrió durante la época del gobierno de los jueces, en el que cada uno hacía lo que bien le parecía (Jue 17:6; 21:25), en vez de guiarse por la Palabra de Dios (Dt 12:8-9). Por eso Dios levantó a una mujer como Débora para avergonzar a los hombres, al no andar éstos en obediencia y no buscar a Jehová. Lo cierto es que los planes y propósitos de Dios tienen que cumplirse necesariamente, por lo que si los que son llamados se niegan, otros los sustituirán (Lc 3:8, 19:39-40).
Jue 4:4-5,8-9; Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot; 5 y acostumbraba sentarse bajo la palmera de Débora, entre Ramá y Bet-el, en el monte de Efraín; y los hijos de Israel subían a ella a juicio… 8 Barac le respondió: Si tú fueres conmigo, yo iré; pero si no fueres conmigo, no iré. 9 Ella dijo: Iré contigo; mas no será tuya la gloria de la jornada que emprendes, porque en mano de mujer venderá Jehová a Sísara. Y levantándose Débora, fue con Barac a Cedes.
Jue 17:6 (también Jue 21:25); En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía.
Dt 12:8-9; No haréis como todo lo que hacemos nosotros aquí ahora, cada uno lo que bien le parece, 9 porque hasta ahora no habéis entrado al reposo y a la heredad que os da Jehová vuestro Dios.
Lc 3:8 (también Mt 3:8-9); Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre; porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.
Lc 19:39-40; Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. 40 El, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían.
Otro caso que suelen citar los defensores del liderazgo de las mujeres en las iglesias es el de Ester. Pero su posición de liderazgo no es extrapolable al gobierno de las iglesias por varias razones: 1) no reinó sobre Israel, sino sobre un imperio gentil; 2) se sujetó como esposa y reina al rey Asuero (más conocido en las crónicas históricas como Jerjes); 3) se sometió a la autoridad de su primo Mardoqueo, que la había adoptado como hija al fallecer sus padres.
No olvidemos que Mardoqueo llegó a ser en ese tiempo el principal líder de los judíos (Est 10:3). Así que Ester, aparte de ser de reina, fue un ejemplo de sumisión a su marido y a su padre adoptivo (Est 1:21-22; 2:20). En todo caso Dios la levantó principalmente como instrumento de salvación para su pueblo (Est 4:14). Entonces, el hecho de que Dios usara poderosamente a Ester sólo indica que las mujeres, igual que los hombres, pueden ser escogidos por Él para cumplir sus propósitos; pero no puede servir de guía para la ordenación de mujeres como pastoras en las iglesias.
Est 10:3; Porque Mardoqueo el judío fue el segundo después del rey Asuero, y grande entre los judíos, y estimado por la multitud de sus hermanos, porque procuró el bienestar de su pueblo y habló paz para todo su linaje.
Est 1:21-22; Agradó esta palabra a los ojos del rey y de los príncipes, e hizo el rey conforme al dicho de Memucán; 22 pues envió cartas a todas las provincias del rey, a cada provincia conforme a su escritura, y a cada pueblo conforme a su lenguaje, diciendo que todo hombre afirmase su autoridad en su casa; y que se publicase esto en la lengua de su pueblo.
Est 2:20; Y Ester, según le había mandado Mardoqueo, no había declarado su nación ni su pueblo; porque Ester hacía lo que decía Mardoqueo, como cuando él la educaba.
Est 4:14; Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?
OTROS EJEMPLOS NOTABLES DE MUJERES USADAS POR DIOS
Tal es el caso de María, la hermana de Aarón y Moisés; de Sara, Rebeca y Raquel, esposas de los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob; de Rahab la ramera, esposa de Salmón y tatarabuela del rey David; de Rut, esposa de Booz y bisabuela de David; de Ana, mujer de Elcana y madre de Samuel; de Hulda, profetisa en tiempos del rey Josías; de Elisabet, esposa del sacerdote Zacarías y madre de Juan el Bautista; de María, la madre del Señor; de Ana, la profetisa viuda de la tribu de Aser; de María Magdalena y las demás mujeres piadosas que servían a Jesús; de Priscila, esposa de Aquila; etc.
Aunque de los 66 libros que componen la Biblia, ni uno solo fue escrito por mujeres, éstas profetizaron en muchas ocasiones. La mayor parte de las que he mencionado en el párrafo anterior lo hicieron, ya sea de forma esporádica o habitual. Además, no sólo muchas mujeres recibieron el don de profecía, sino que algunas de ellas son mencionadas específicamente en la Palabra como profetisas.
Entre ellas tenemos el caso de María (Éx 15:20), Débora (Jue 4:4), Hulda (2 R 22:14), la profetisa que se desposó con Isaías (Is 8:3), Ana (Lc 2:36-37), y por último las hijas del evangelista Felipe (Hch 21:8-9). Naturalmente a éstas hay que añadir las que sin ser expresamente nombradas profetisas sabemos que de hecho profetizaron mediante oraciones, cánticos o cualquier otro tipo de declaración inspirada por el Espíritu Santo.
Éx 15:20; Y María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas.
2 R 22:14 (también 2 Cr 34:22); Entonces fueron el sacerdote Hilcías, y Ahicam, Acbor, Safán y Asaías, a la profetisa Hulda, mujer de Salum hijo de Ticva, hijo de Harhas, guarda de las vestiduras, la cual moraba en Jerusalén en la segunda parte de la ciudad, y hablaron con ella.
Is 8:3; Y me llegué a la profetisa, la cual concibió, y dio a luz un hijo. Y me dijo Jehová (a Isaías): Ponle por nombre Maher-salal-hasbaz.
Lc 2:36-37; Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad, 37 y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones.
Hch 21:8-9; Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesarea; y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él. 9 Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban.
Hecha esta aproximación al tema del liderazgo femenino en la Iglesia, quiero centrarme a continuación en el núcleo doctrinal de lo que la Palabra nos enseña al respecto.
DIOS PUSO COMO CABEZA AL HOMBRE SOBRE LA MUJER
Este hecho es indiscutible de acuerdo a lo que está claramente manifestado en la Palabra de Dios. Eso lo podemos ver en Col 3:18-19, donde se afirma la autoridad del marido sobre su esposa, con la contrapartida de que él debe amarla y ser considerado con ella. Además de eso 1 P 3:1-2,7 nos dice que una conducta casta y respetuosa de las mujeres sujetas a sus maridos, puede servir de estímulo para que los incrédulos conozcan al Señor. Por su parte los maridos no tendrán estorbo en sus oraciones, si se conducen con ellas sabiamente, dándoles honor como a vaso más frágil y como a coherederas de la gracia.
Col 3:18-19; Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. 19 Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.
1 P 3:1-2,7; Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, 2 considerando vuestra conducta casta y respetuosa... 7 Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.
A lo anterior, 1 Co 11:3 y Ef 5:22-25,33 añaden el orden o jerarquía en el que se inserta la autoridad del varón sobre la mujer, así como la relación de Cristo con la Iglesia como modelo a seguir por los matrimonios. Se presupone que es difícil para la mujer someterse a su marido; pero tampoco le es fácil a éste cumplir con su responsabilidad de amar a su esposa y entregarse totalmente por ella, como hizo Cristo con la Iglesia.
1 Co 11:3; Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.
Ef 5:22-25,33; Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; 23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. 24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. 25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella… 33 Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.
SUJECIÓN DE LA MUJER AL HOMBRE
La Iglesia es una extensión del hogar, en el sentido de que la santidad nace de la relación individual de cada creyente con Cristo, que afecta en primer lugar a los integrantes de la familia y se traslada a la convivencia en las iglesias. Por eso en 1 Co 14:33-37 Pablo manda callar a las mujeres de Corinto, tal como había dispuesto para las demás iglesias. Como iremos viendo al analizar otros textos, esta prohibición del apóstol no consistía en que las mujeres debían permanecer mudas todo el tiempo, sino en que no podían dirigir el culto ni enseñar o predicar en la congregación, ya que eso estaba reservado a los varones. Ahora bien, lo más reseñable de esta orden es que no proviene de una opinión o conveniencia de Pablo, sino de un mandamiento del Señor.
1 Co 14:33-37; ...Como en todas las iglesias de los santos, 34 vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. 35 Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación. 36 ¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o sólo a vosotros ha llegado? 37 Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor.
En 1 Ti 2:11-14 Pablo no sólo corrobora la anterior restricción en favor de los hombres, sino que además declara que está fundamentada en el diseño original de la creación del hombre y la mujer, así como en el hecho de que Eva fue quien primero desobedeció en el Edén, dejándose engañar por Satanás.
1 Ti 2:11-14; La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. 12 Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. 13 Porque Adán fue formado primero, después Eva (Gn 2:7,21-22); 14 y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión (Gn 3:1-6).
En
la siguiente porción de 1 Co 11:4-5,7-10
el apóstol, basándose en el hecho de que la mujer procede del
hombre en el plan divino de la Creación, y que fue diseñada para
complementar y ayudar al varón (Gn 2:18,21-23),
nos enseña que, a diferencia de éste, la mujer debe cubrir su
cabeza como señal de sujeción a la autoridad cuando ora o profetiza
en la congregación.
1 Co 11:4-5,7-10; Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. 5 Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza… 7 Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón. 8 Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, 9 y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. 10 Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles.
Este mandato es muy interesante, porque al decir que la mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta afrenta su cabeza, nos muestra que las mujeres pueden orar y profetizar con tal que se cubran la cabeza. Así que aunque no puedan pastorear las iglesias, pueden orar y profetizar con la cabeza cubierta.
A
diferencia de los primeros tiempos de la Iglesia, en los que Dios aún
seguía revelando su Palabra y se estaba conformando la doctrina
cristiana, muchos estudiosos de la Palabra niegan la vigencia de las
profecías en la actualidad, una vez completado el canon de las
ecrituras. Está claro que no puede haber ninguna
profecía que añada o quite nada de lo que ya está escrito, pero no está
tan claro que no pueda haber otra clase de revelaciones proféticas. Por
mi parte no voy a entrar ahora en esta polémica, porque no estoy seguro
de ninguna de las posiciones enfrentadas.
Volviendo a incidir en 1 Co 11:4-5,7-10, el versículo diez se refiere probablemente al testimonio que debemos dar a los ángeles, los cuales están presentes de manera invisible en las congregaciones, enviados por Dios para contemplar y ser testigos de lo que en ellas ocurre (Mt 18:10).
Mt 18:10; Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos.
REQUISITOS PARA SER DESIGNADOS PASTORES
Los pastores son los que el Señor elige y capacita para guiar a los creyentes a la obediencia a la Palabra de Dios, y para ejercer el gobierno de las iglesias. No voy a extenderme acerca de esto, porque sobre la función de los pastores ya reflexioné ampliamente en un estudio que pueden ver en mi blog https://amar-la-verdad.blogspot.com con el título “La figura del pastor en la Biblia”, así como en otro titulado “El gobierno de las iglesias locales”. Por cierto, tal como concluyo en este segundo estudio, pastor es sinónimo de anciano y obispo; por tanto los requisitos exigidos para el nombramiento de cualquiera de estos tres sinónimos son los mismos.
Comenzando por 1 Ti 3:1-2 vemos, entre otras condiciones que deben darse, que los obispos, ancianos o pastores deben ser maridos de una sola mujer, omitiendo la afirmación inversa de que las mujeres deben ser esposas de un solo marido. Entonces resulta obvio que las mujeres aquí quedan excluidas como pastoras.
1 Ti 3:1-2; Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. 2 Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar…
La siguiente porción de Tit 1:5-7,9 dice sustancialmente lo mismo, pero es interesante notar que empieza hablando de “ancianos” en el versículo cinco, y continúa refiriéndose a “obispos” en el siete, lo cual refrenda mi afirmación anterior de que ancianos y obispos son una misma cosa. Y para ver que un anciano u obispo es lo mismo que un pastor debería bastar con prestar atención a 1 P 5:1-2,4 en lo que se refiere a apacentar la grey de Dios y así recibir la recompensa del Principe de los pastores; o fijarse en Fil 1:1, cuya carta comienza saludando a todos los santos de la iglesia de Filipo con los obispos y diáconos al frente, sin mencionar literalmente a los ancianos o pastores, porque ambos términos significan lo mismo que obispos.
Tit 1:5-7,9; Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé; 6 el que fuere irreprensible, marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía. 7 Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios... 9 retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen.
1 P 5:1-2,4 Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: 2 Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella… 4 Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.
Fil 1:1; Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos...
Por otra parte Tit 2:2-5 no sólo se refiere a los ancianos, sino también a las ancianas. Entonces, ¿cómo entender y conciliar este texto con los anteriores? Entiendo que en las iglesias además de ancianos hay o debería haber ancianas que reúnan las condiciones y capacidades necesarias para poder llevar a cabo su función. Ni éste ni ningún otro texto nos aclara si basta con un reconocimiento tácito de las ancianas, o bien éstas tienen que ser expresamente designadas por los ancianos, lo cual parece más razonable. En todo caso no es función de las ancianas impartir enseñanza en las congregaciones en presencia de varones, sino enseñar a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos e hijos, y a ser de buen ejemplo para todos. Considero que también deben colaborar en la instrucción de sus hijos y nietos para que conozcan y obedezcan la Palabra de Dios (2 Ti 1:5).
Tit 2:2-5; Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia. 3 Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; 4 que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, 5 a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.
2 Ti 1:5; ...trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti (en Timoteo), la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.
FUNCIÓN Y REQUISITOS DE LOS DIÁCONOS
Otro destacado servicio que es imprescindible para el buen funcionamiento de las iglesias es el que prestan los diáconos, los cuales pueden ser tanto hombres como mujeres. Las tareas que se les pueden encomendar no están tipificadas en la Biblia, pero siguiendo la pista de Hch 6:2-6 creo que pueden incluir una amplia variedad de servicios, al margen del gobierno de las iglesias cuya función les corresponde a los pastores.
Hch 6:2-6; Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. 3 Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. 4 Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. 5 Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; 6 a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos.
En cuanto a la enseñanza o predicación de la Palabra en las iglesias, es obvio conforme a lo que he expuesto, que las diaconisas no deben hacerlo para no ejercer dominio sobre los hombres; pero en el caso de los diáconos varones creo que no podemos descartar tal posibilidad. Según el párrafo anterior, los apóstoles convocaron a los discípulos con el fin de que eligieran para servir las mesas a siete varones de buen testimonio, sabiduría y llenos del Espíritu Santo; así ellos podían dedicar más tiempo a la oración y el ministerio de la palabra.
Es significativo que predicaran la Palabra únicamente los apóstoles, así como el hecho de que fueran éstos quienes mandaran escoger los diáconos y les asignaran su función con oración e imposición de manos. ¿Pero no son los ancianos los que tienen esas atribuciones? Cierto; luego es muy probable que para entonces aún no se hubieran constituido ancianos en las iglesias, puesto que sólo tenemos constancia de ellos a partir de Hch 17:23, antes de que finalizara el primer viaje misionero de Pablo y Bernabé.
Hch 17:23; Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído.
Otra cosa que me llama la atención es la alta exigencia en los requisitos que deben reunir los candidatos para una tarea tan humilde como es la de distribuir alimentos en las mesas. Los requisitos de tener sabiduría, buen testimonio, y ser llenos del Espíritu Santo, son equiparables a los de quienes ocupan los más altos cargos, como pueden ser los ancianos. Esto nos muestra que todas las funciones dentro del cuerpo de Cristo son igualmente dignas (1 Co 12:22-23).
1 Co 12:22-23; Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios; 23 y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro.
Aunque los siete primeros diáconos tenían que ser varones, más tarde este ministerio se extendió también a las mujeres, como podemos ver en 1 Ti 3:8,11-12. Aquí también podemos comprobar que el nivel de requisitos de los candidatos seguía siendo elevado. Por otra parte, el hecho de que se les exija a los varones estar casados con una sola mujer mientras se omite este requisito a las mujeres, no significa que éstas no puedan ser diaconisas, porque la propia Palabra nos confirma la existencia de las mismas (Ro 16:1-2). Ignoro dicha omisión; sólo se me ocurre la hipótesis de que en esa época y cultura quizá no se daban casos de mujeres con más de un marido, mientras que era bastante común encontrar hombres unidos a varias mujeres.
1 Ti 3:8,11-12; Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez, no dados a mucho vino, no codiciosos de ganancias deshonestas... 11 Las mujeres asimismo sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo. 12 Los diáconos sean maridos de una sola mujer…
Ro 16:1-2; Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea; 2 que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa en que necesite de vosotros; porque ella ha ayudado a muchos, y a mí mismo.
DECORO, PUDOR Y MODESTIA EN EL ATAVÍO DE LAS MUJERES
Como podemos ver en 1 P 3:3-4 y 1 Ti 2:9-10, en consonancia con la sujeción de la mujer al varón, los apóstoles Pedro y Pablo exhortan a las mujeres a vestirse con decoro, pudor, y sin mostrar ostentación o lujo en su ropa y adornos. Es espiritualmente saludable abstenerse de resaltar la belleza externa para priorizar la interna, que es la que Dios valora.
1 P 3:3-4; Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, 4 sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.
1 Ti 2:9-10; Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, 10 sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad.
Ciertamente estas instrucciones son aplicables también a los varones, pero la tendencia a exhibir su belleza ha sido mucho mayor en las mujeres que en los hombres a lo largo de la historia; de ahí que estas exhortaciones estén dirigidas específicamente a las mujeres. Vestirse con pudor puede evitar peligrosas tentaciones carnales que sean causa de tropiezo. Por eso, aunque es imposible establecer objetivamente unos límites precisos, cada cristiano debe consultar y obedecer lo que el Espíritu Santo le muestre, cosa que hace a menudo por medio de algún hermano o familiar.
Cuando el pueblo de Dios se vuelve carnal y se deja contaminar por las costumbres y valores mundanos que son contrarios a la fe cristiana, proliferan conductas tan nefastas como las que describe Is 3:16-24, en este caso relativas a mujeres superfluas y vanas. Como podemos ver, este tipo de comportamiento desvergonzado y soberbio de muchas mujeres es aborrecible para Dios, por lo que en su día serán castigadas. Y lo mismo ocurrirá con los varones, puesto que hoy en día apenas se diferencian de las mujeres en este sentido.
Is 3:16-24; Asimismo dice Jehová: Por cuanto las hijas de Sion se ensoberbecen, y andan con cuello erguido y con ojos desvergonzados; cuando andan van danzando, y haciendo son con los pies; 17 por tanto, el Señor raerá la cabeza de las hijas de Sion, y Jehová descubrirá sus vergüenzas. 18 Aquel día quitará el Señor el atavío del calzado, las redecillas, las lunetas, 19 los collares, los pendientes y los brazaletes, 20 las cofias, los atavíos de las piernas, los partidores del pelo, los pomitos de olor y los zarcillos, 21 los anillos, y los joyeles de las narices, 22 las ropas de gala, los mantoncillos, los velos, las bolsas, 23 los espejos, el lino fino, las gasas y los tocados. 24 Y en lugar de los perfumes aromáticos vendrá hediondez; y cuerda en lugar de cinturón, y cabeza rapada en lugar de la compostura del cabello; en lugar de ropa de gala ceñimiento de cilicio, y quemadura en vez de hermosura.
Precisamente uno de los signos de decadencia de las sociedades, causada por un alejamiento casi total de Dios, es el desplazamiento del varón por la mujer en posiciones de relevancia y poder. El mundo actual es un fiel reflejo de ello con la exaltación del feminismo, en su afán insaciable de igualar o superar al hombre prácticamente en todo.
Sé que lo que estoy diciendo es discutible, y que la mayoría de la gente percibe que el mundo ha progresado en general para bien, porque sólo se fija en las cosas materiales. Pero desde el punto de vista de Dios no es así, como podemos ver en Is 3:1-5,9-12, con especial aplicación a la Iglesia o pueblo de Dios. Lástima que muchos cristianos no sean capaces de ver esto, y apoyen el pastoreado de las mujeres, en contra de la voluntad de Dios manifestada en su Palabra.
Is 3:1-5,9-12; Porque he aquí que el Señor Jehová de los ejércitos quita de Jerusalén y de Judá al sustentador y al fuerte, todo sustento de pan y todo socorro de agua; 2 el valiente y el hombre de guerra, el juez y el profeta, el adivino y el anciano; 3 el capitán de cincuenta y el hombre de respeto, el consejero, el artífice excelente y el hábil orador. 4 Y les pondré jóvenes por príncipes, y muchachos serán sus señores. 5 Y el pueblo se hará violencia unos a otros, cada cual contra su vecino; el joven se levantará contra el anciano, y el villano contra el noble… 9 La apariencia de sus rostros testifica contra ellos; porque como Sodoma publican su pecado, no lo disimulan. ¡Ay del alma de ellos! porque amontonaron mal para sí. 10 Decid al justo que le irá bien, porque comerá de los frutos de sus manos. 11 ¡Ay del impío! Mal le irá, porque según las obras de sus manos le será pagado. 12 Los opresores de mi pueblo son muchachos, y mujeres se enseñorearon de él. Pueblo mío, los que te guían te engañan, y tuercen el curso de tus caminos.
En el texto anterior se describe el castigo a Israel, por causa de su idolatría y rebelión contra Dios. Pero lo más curioso es que una de las maneras de castigar a los hijos de Israel sea poniéndoles mujeres y muchachos en posiciones de poder para que dominen y opriman al conjunto del pueblo.
Esto me lleva a pensar que tanto el desmesurado protagonismo actual de los jóvenes en la Iglesia (pueden ver un estudio en mi blog sobre este tema), como el de las mujeres pastoras ejerciendo dominio sobre los hombres, sea una señal de decadencia del pueblo de Dios, a la vez que una consecuencia negativa por su negligencia en cumplir todo lo que el Señor nos manda. Salta a la vista que muchas iglesias se están dejando influenciar cada día más por la corriente pecaminosa de este mundo, volviéndose tibias con apariencia de religiosidad, y obedeciendo sólo de forma selectiva las cosas que les interesan o resultan más fáciles de hacer.
No sería, pues, de extrañar que, tal como expresan Is 3:25-26 e Is 4:1, algún día muchas mujeres lamenten haberse encumbrado tanto, menoscabando la autoridad del varón en la familia y la Iglesia.
Is 3:25-26; Tus varones caerán a espada, y tu fuerza en la guerra. 26 Sus puertas se entristecerán y enlutarán, y ella, desamparada, se sentará en tierra.
Is 4:1; Echarán mano de un hombre siete mujeres en aquel tiempo, diciendo: Nosotras comeremos de nuestro pan, y nos vestiremos de nuestras ropas; solamente permítenos llevar tu nombre, quita nuestro oprobio.
RESUMEN Y CONCLUSIONES
Basándome en las cartas doctrinales de Pablo he probado que la mujer no debe ejercer dominio sobre el hombre, ni en el hogar ni en la Iglesia, sino que debe someterse a la autoridad del varón. Esta afirmación no debería ser polémica porque, como hemos visto, las instrucciones del apóstol no provienen de una determinada cultura, opinión, o moda cambiante, sino que son mandamientos del Señor y se fundamentan en el plan y diseño de Dios en la Creación.
Por tanto no debería haber mujeres pastoras o predicadoras en las reuniones de la Iglesia. No es cuestión de si las mujeres están tan o más capacitadas que los hombres; eso es irrelevante. Lo importante es la voluntad de Dios claramente expresada en su Palabra. Sé que esto es muy difícil de aceptar por muchas mujeres, pero es la verdad.
Ahora bien, las mujeres pueden predicar y enseñar en otros contextos en los que la Iglesia no se reúna, como puede ser a sus hijos menores en el hogar, en reuniones exclusivas para mujeres, en actividades de formación o consejería de mujeres jóvenes y de solteras. También pueden colaborar en la obra de Dios dando testimonio con su buena conducta, testificando de Cristo a los demás, así como en cualquier otro ámbito o actividad que no interfiera con la autoridad del varón. Pero además pueden orar y profetizar en las congregaciones con su cabeza cubierta (1 Co 14:39-40); pueden servir en el diaconado de múltiples maneras; y pueden ejercer en general los dones espirituales y talentos recibidos de Dios al servicio de la Iglesia y la sociedad.
1 Co 14:39-40; Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas; 40 pero hágase todo decentemente y con orden.
Es posible que apoyes el liderazgo de mujeres en las iglesias porque es lo que te han enseñado; porque es con lo que te has encontrado; por un razonamiento lógico, al considerar que las mujeres tienen las mismas capacidades que los hombres; o tal vez porque te resulta duro aceptar este mandamiento y prefieres engañarte a ti mismo; por último, puede que estés de acuerdo con lo que he expuesto en este estudio. En todo caso piensa que no importa lo que diga la mayoría de la gente, sino lo que dice Dios, que es quien juzgará nuestras obras y nos retribuirá en función de las mismas (1 Co 3:11-15).
1 Co 3:11-15; Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. 12 Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, 13 la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. 14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. 15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.
En todo caso no me atrevo a decir que las mujeres pastoras o predicadoras no han nacido de nuevo y por tanto no son salvas. En concreto, en lo que se refiere a la señal de autoridad sobre la cabeza de las mujeres que oran o profetizan, da la impresión en 1 Co 11:16 que Pablo no fue muy tajante en la imposición de esa norma.
1 Co 11:16; Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios.
Y dado que este versículo habla de contender, no debemos hacerlo sobre opiniones (Ro 14:1-3), o en cuestiones de importancia secundaria como creo que es la instrucción de que las mujeres que oran o profetizan se cubran la cabeza. Sin embargo sí que debemos contender sobre las doctrinas fundamentales de la fe que una vez fue dada a los santos (Jud 3). Ciertamente toda la Palabra es provechosa para nuestras vidas, por lo que debemos obedecerla hasta en sus más mínimos detalles, buscando la excelencia (2 Ti 3:16-17); pero no todas las partes de la Biblia son igual de importantes, pues mientras determinadas enseñanzas son básicas para nuestra salvación, hay otras que se dirigen más a nuestro crecimiento espiritual o santificación.
Ro 14:1-3; Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. 2 Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, conme legumbres. 3 El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios lo ha recibido.
Jud 3; Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.
2 Ti 3:16-17; Toda la escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
Sin más, gracias por seguirme hasta aquí. Que el Señor los colme de bendiciones.
Estudio serio, hecho contra corriente de las tendencias y costumbres actuales. Soy plenamente consciente de que su lectura puede levantar ampollas y suscitar apasionadas críticas; pero en todo momento he procurado ceñirme con rigor a lo que la Palabra de Dios dice enseña sobre este tema, que se ha vuelto tan controversial.
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