28/5/25

Levantamiento y caída de Saúl

INTRODUCCIÓN

Mi objetivo en este estudio es reflexionar sobre el periodo de la vida de Saúl que abarca desde el momento en que la Biblia lo da a conocer, en 1 Samuel 9, hasta que fue desechado por Dios en favor de David, tal como se muestra en 1 Samuel 15. No pretendo realizar un análisis exhaustivo, por lo que me detendré sólo en algunos detalles significativos que fueron reveladores para mí.

Como cuestión previa, el contexto histórico en el que se enmarca este periodo es el siguiente:

El pueblo de Israel, que en ese tiempo enfrentaba la amenaza de los amonitas, y estaba siendo subyugado por los filisteos, no quiso seguir dependiendo de la dirección de Dios a través de jueces por Él designados, sino que prefirió tener un rey como las demás naciones, que los gobernara y saliera delante de ellos a la guerra. Y a pesar de que fueron advertidos de la servidumbre que conllevaría sostener una monarquía, ellos insistieron en su empeño, por lo que Samuel accedió a cumplirles su deseo, conforme a las instrucciones recibidas de Dios.

EL COMIENZO

Puesto que Israel quiso tener un rey como todas las naciones, Dios escogió uno que les iba a causar una grata impresión, satisfaciendo, como dice el apóstol Juan, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida (1 Jn 2:16-17). Su apariencia y atributos físicos eran insuperables, pues Saúl además de ser joven, era el más hermoso y el de mayor estatura de todo el pueblo (1 S 9:2; 10:23-24).

1 Jn 2:16-17; Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 17 Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

1 S 9:2; Y tenía él un hijo que se llamaba Saúl, joven y hermoso. Entre los hijos de Israel no había otro más hermoso que él; de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo.

1 S 10:23-24; Entonces corrieron y lo trajeron de allí; y puesto en medio del pueblo, desde los hombros arriba era más alto que todo el pueblo. 24 Y Samuel dijo a todo el pueblo: ¿Habéis visto al que ha elegido Jehová, que no hay semejante a él en todo el pueblo? Entonces el pueblo clamó con alegría, diciendo: ¡Viva el rey!

NO HAY CASUALIDADES PARA DIOS

No fue una casualidad que se perdieran las asnas de Cis, padre de Saúl, ni que éste se encontrara con Samuel en una ciudad en la que ninguno de los dos residía (1 S 15:34). Es más, Saúl no conocía a Samuel, ya que ni siquiera había oído hablar de él (1 S 9:6). Luego no fue una mera coincidencia lo que le aconteció a Saúl, sino que todo obedeció a un plan de Dios, quien ordenó sus pasos con el propósito de hacerlo rey para que liberara a su pueblo de la opresión de los filisteos (Jer 10:23).

1 S 15:34; Se fue luego Samuel a Ramá, y Saúl subió a su casa en Gabaa de Saúl.

1 S 9:6; El (su criado) le respondió: He aquí ahora hay en esta ciudad un varón de Dios, que es hombre insigne; todo lo que él dice acontece sin falta. Vamos, pues, allá; quizá nos dará algún indicio acerca del objeto por el cual emprendimos nuestro camino.

Jer 10:23; Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos.

El Señor, cuando tiene que intervenir drásticamente para salvar, castigar o llamar al arrepentimiento a su pueblo a fin de evitarle el castigo, normalmente se lo revela antes a sus profetas (Am 3:7). Por eso no es de extrañar que Dios le mostrara con anterioridad a Samuel lo que tenía preparado para Saúl (1 S 9:15-17).

Am 3:7; Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.

1 S 9:15-17; Y un día antes que Saúl viniese, Jehová había revelado al oído de Samuel, diciendo: 16 Mañana a esta misma hora yo enviaré a ti un varón de la tierra de Benjamín, al cual ungirás por príncipe sobre mi pueblo Israel, y salvará a mi pueblo de mano de los filisteos; porque yo he mirado a mi pueblo, por cuanto su clamor ha llegado hasta mí. 17 Y luego que Samuel vio a Saúl, Jehová le dijo: He aquí éste es el varón del cual te hablé; éste gobernará a mi pueblo.

¡QUÉ GRAN SORPRESA PARA SAÚL!

La sorpresa que se llevó Saúl cuando Samuel le declaró lo que Dios había previsto para él fue mayúscula. Ni en sus mejores sueños habría podido imaginar Saúl tal honor, siendo de la tribu más pequeña de Israel, y de la familia más pequeña de entre las de su tribu (1 S 9:20-21).

1 S 9:20-21; ...Mas ¿para quién es todo lo que hay de codiciable en Israel, sino para ti y para toda la casa de tu padre? 21 Saúl respondió y dijo: ¿No soy yo hijo de Benjamín, de la más pequeña de las tribus de Israel? Y mi familia ¿no es la más pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín? ¿Por qué, pues, me has dicho cosa semejante?

Entonces, ¿por qué eligió Dios a una persona de tan bajo rango, como así se consideraba ella misma? La respuesta es bien sencilla: Dios, en su soberanía, escoge a quien quiere y reparte dones conforme a su voluntad. Y eso lo hace por pura gracia, no por posibles méritos del elegido. Así que para Dios era completamente irrelevante el estatus social de la familia de Saúl, porque todas las cosas le pertenecen y puede darlas o quitarlas a quien quiera. En cambio lo que sí resulta valioso para Dios son determinadas cualidades como la valentía que caracterizaba a Cis, padre de Saúl (1 S 9:1).

1 S 9:1; Había un varón de Benjamín, hombre valeroso, el cual se llamaba Cis, hijo de Abiel, hijo de Zeror, hijo de Becorat, hijo de Afía, hijo de un benjamita.

El hecho de que antes de ungirlo como rey, Samuel colocara a Saúl a la cabecera entre los convidados, y le diera a comer una porción aparte reservada para él en esa ocasión tan especial, era un anticipo y señal de lo que vendría después. Algo parecido sucede con todo aquél que nace espiritualmente de nuevo por creer en Jesucristo y arrepentirse de sus pecados, pues es sellado con el Espíritu Santo, que es las arras de su herencia celestial, hasta que un día que sólo Dios conoce tome posesión de ella (Ef 1:13-14; y otros).

Ef 1:13-14; En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.

Asimismo me llama la atención que Saúl haya sido ungido por medio de Samuel en secreto. De manera que a partir de ese momento Saúl ya era rey de Israel, aunque nadie aparte de los intervinientes en el acto lo supiera (1 S 10:1). Por eso fue necesario que después hubiera una confirmación oficial y pública (1 S 10:24).

1 S 10:1; Tomando entonces Samuel una redoma de aceite, la derramó sobre su cabeza, y lo besó, y le dijo: ¿No te ha ungido Jehová por príncipe sobre su pueblo Israel?

1 S 10:24; Y Samuel dijo a todo el pueblo: ¿Habéis visto al que ha elegido Jehová, que no hay semejante a él en todo el pueblo? Entonces el pueblo clamó con alegría, diciendo: ¡Viva el rey!

Esto me recuerda la conversión al Señor y el bautismo en agua de cualquier creyente. Toda persona que crea en Jesucristo y se arrepienta de sus pecados, en ese mismo momento recibe la salvación de Dios y es bautizada por el Espíritu Santo en el cuerpo de Cristo (Hch 16:30-33; 1 Co 12:12-13). No obstante debe cumplir el mandato divino de bautizarse en agua para dar testimonio de su fe en Cristo, salvo que alguna causa ajena a su voluntad se lo impida, como le ocurrió, por ejemplo, al malhechor arrepentido que fue crucificado al lado de Jesús (Mt 28:19-20).

Hch 16:30-33; ...y sacándolos (el carcelero de Filipos), les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? 31 Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. 32 Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. 33 Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos.

1 Co 12:12-13; Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. 13 Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.

Mt 28:19-20; Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado…

Algo que también podemos considerar es la profecía de Samuel sobre las cosas que le iban a acontecer de inmediato a Saúl. Su cumplimiento iba a ser una señal evidente de que Samuel le hablaba de parte de Dios, de que éste respaldaba sus palabras.

Por otra parte, cabe reflexionar sobre la transformación de Saúl en un nuevo hombre, una vez que el Espíritu Santo vino sobre él (1 S 10:6-7). A partir de entonces Saúl podía hacer lo que le viniere a la mano, porque Dios estaba con él y su Espíritu lo guiaba, tal como le sucedió varios años después a David (2 S 7:2-3). Además, lo que experimentó Saúl es muy similar a lo que le sucede a los cristianos al nacer de nuevo (Jn 1:12-13; 2 Co 5:17).

1 S 10:6-7; Entonces el Espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre. 7 Y cuando te hayan sucedido estas señales, haz lo que te viniere a la mano, porque Dios está contigo.

2 S 7:2-3; ...dijo el rey al profeta Natán: Mira ahora, yo habito en casa de cedro, y el arca de Dios está entre cortinas. 3 Y Natán dijo al rey: Anda, y haz todo lo que está en tu corazón, porque Jehová está contigo (esto era así, aunque luego Dios le dijera a David por medio de Natán que el templo no debía construirlo él, sino su hijo Salomón).

Jn 1:12-13; Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

2 Co 5:17; De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

LA RENOVACIÓN DEL REINO DE SAÚL

Aunque Saúl había sido ungido rey y presentado públicamente como tal, su reinado aún tenía que consolidarse, puesto que después de ser aclamado por el pueblo cada uno se fue a su casa, y sólo los hombres de guerra cuyo corazón Dios había tocado se fueron tras él. Y por otra parte no todos creyeron que Saúl pudiera librarlos de sus opresores, menospreciándolo y rehusando traerle presentes, algo que no pasó desapercibido para Saúl, quien a pesar de sentirse ofendido prefirió disimular su enojo (1 S 10:26-27).

1 S 10:26-27; Y envió Samuel a todo el pueblo cada uno a su casa. Saúl también se fue a su casa en Gabaa, y fueron con él los hombres de guerra cuyos corazones Dios había tocado. 27 Pero algunos perversos dijeron: ¿Cómo nos ha de salvar éste? Y le tuvieron en poco, y no le trajeron presente; mas él disimuló.

Pero todo cambió cuando Saúl venía del campo con los bueyes y se enteró de la aflicción del pueblo a causa de la amenaza de los amonitas. Entonces el Espíritu de Dios vino sobre él, y en ese momento emergió como caudillo liberador, pues logró reunir un ejército de 330.000 hombres, con el que derrotó por completo a sus enemigos.

En ese tiempo Saúl aún se mantenía íntegro delante de Dios, como lo demuestra su magnanimidad y altura de miras con respecto a los que lo habían cuestionado como rey, no permitiendo que el pueblo los linchara (1 S 11:12-13; Ro 12:19).

1 S 11:12-13; El pueblo entonces dijo a Samuel: ¿Quiénes son los que decían: ¿Ha de reinar Saúl sobre nosotros? Dadnos esos hombres, y los mataremos. 13 Y Saúl dijo: No morirá hoy ninguno, porque hoy Jehová ha dado salvación en Israel.

Ro 12:19; No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.

Entonces Samuel decidió que era necesario renovar e impulsar el reino, por lo que convocó al pueblo en Gilgal, donde fue investido Saúl como rey y se sacrificaron ofrendas de paz a Jehová con gran júbilo (1 S 11:14-15).

1 S 11:14-15; Mas Samuel dijo al pueblo: Venid, vamos a Gilgal para que renovemos allí el reino. 15 Y fue todo el pueblo a Gilgal, e invistieron allí a Saúl por rey delante de Jehová en Gilgal. Y sacrificaron allí ofrendas de paz delante de Jehová, y se alegraron mucho allí Saúl y todos los de Israel.

DESOBEDIENCIA DE SAÚL EN LA GUERRA CONTRA LOS FILISTEOS

1 S 13:8-12; Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba. 9 Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto. 10 Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle. 11 Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmas, 12 me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto.

Es curioso que Saúl se condujera de modo irreprochable en la batalla contra los amonitas, cuando en la práctica aún no ejercía como rey, y que sin embargo apenas dos años después incumpliera el mandato de Samuel de esperarlo en Gilgal para sacrificar holocaustos y ofrendas de paz a Jehová (1 S 13:1-2; 1 S 10:8).

1 S 13:1-2; Había ya reinado Saúl un año; y cuando hubo reinado dos años sobre Israel, 2 escogió luego a tres mil hombres de Israel, de los cuales estaban con Saúl dos mil en Micmas y en el monte de Bet-el, y mil estaban con Jonatán en Gabaa de Benjamín; y envió al resto del pueblo cada uno a sus tiendas.

1 S 10:8; Luego bajarás delante de mí a Gilgal; entonces descenderé yo a ti para ofrecer holocaustos y sacrificar ofrendas de paz. Espera siete días, hasta que yo venga a ti y te enseñe lo que has de hacer.

Y aquí surge la pregunta: ¿Qué pudo haberle ocurrido a Saúl durante ese espacio de tiempo para acabar mostrando tal negligencia? La Biblia no lo explica, por lo que sólo podemos conjeturar que tal vez su posición privilegiada como rey alimentó su ego y se dejó arrastrar por el orgullo y la vanidad; o también que llegó a sentir que era lo suficientemente poderoso y fuerte como para no tener necesidad de una total dependencia de Dios. Si así fuera el caso, lógicamente su relación con Dios se habría ido enfriando progresivamente, perdiendo el entusiasmo inicial, y pasando de confiar totalmente en Dios a confiar más en sus propias fuerzas (Ap 2:4-5).

Ap 2:4-5; Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. 5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.

Ahora bien, sin querer justificar la conducta de Saúl en esa ocasión, porque la desobediencia a Dios no admite excusas, pienso que los cristianos en general no solemos empatizar con los personajes de la Biblia cuando le fallan a Dios; es como si nosotros nunca le falláramos. De manera que valoramos a la ligera y con severidad sus conductas, sin ser capaces de ponernos en su lugar; porque si lo hiciéramos es posible que nos diéramos cuenta de que tal vez nosotros habríamos hecho lo mismo. Eso me lleva a considerar que tendemos naturalmente a ser exigentes con las conductas de los demás, pero indulgentes con las nuestras; y más cuando juzgamos a los personajes bíblicos desde la comodidad de nuestros hogares, o en nuestros lugares de reunión.

Mas, ¿por qué digo esto? Pues porque Saúl tuvo que afrontar un gran reto en medio de una situación harto complicada. En primer lugar, porque tuvo que enfrentarse en batalla contra los filisteos con un pequeño ejército, armado posiblemente con hondas de piedra, arcos y flechas de madera, herramientas agrícolas, etc (1 S 13:19,22). Además estaban atenazados por el pánico y con la moral por los suelos; mientras que los filisteos, además de contar con un ejército numeroso como la arena del mar, estaban perfectamente armados y equipados, teniendo incluso tropas de caballería y carros. Así que si Dios no lo remediaba, Israel por sus propias fuerzas no tenía nada que hacer. ¿Podemos imaginarnos en tal situación? ¿Qué haría cada uno de nosotros, nos mantendríamos firmes como Saúl y Jonatán, iríamos tras ellos temblando de miedo, o tal vez huiríamos despavoridos en busca de algún sitio donde escondernos?

1 S 13:19,22; Y en toda la tierra de Israel no se hallaba herrero; porque los filisteos habían dicho: Para que los hebreos no hagan espada o lanza... 22 Así aconteció que en el día de la batalla no se halló espada ni lanza en mano de ninguno del pueblo que estaba con Saúl y con Jonatán, excepto Saúl y Jonatán su hijo, que las tenían.

1 S 13:5-7; Entonces los filisteos se juntaron para pelear contra Israel, treinta mil carros, seis mil hombres de a caballo, y pueblo numeroso como la arena que está a la orilla del mar; y subieron y acamparon en Micmas, al oriente de Bet-avén. 6 Cuando los hombres de Israel vieron que estaban en estrecho (porque el pueblo estaba en aprieto), se escondieron en cuevas, en fosos, en peñascos, en rocas y en cisternas. 7 Y algunos de los hebreos pasaron el Jordán a la tierra de Gad y de Galaad; pero Saúl permanecía aún en Gilgal, y todo el pueblo iba tras él temblando.

Por otra parte, no es poca cosa que en medio de una situación tan apremiante Saúl aún se acordara y se dispusiera a cumplir una orden que ya hacía dos años que Dios le había dado. Y la prueba de que no pensaba desobedecerla es que esperó la llegada de Samuel por siete días, tal como había sido acordado; sólo que le faltó un poco más de paciencia y fe para esperar hasta el último minuto. De ahí que decidiera presentar por su cuenta sacrificios a Dios sin estar autorizado para ello, pues era Samuel quien debía hacerlo.

Aquí cabe también hacernos la pregunta: ¿Haría yo lo mismo, lo haría mejor obedeciendo en todo, o tal vez lo haría aún peor?

1 S 13:8-12; Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba. 9 Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto. 10 Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle. 11 Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmas, 12 me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto.

En todo caso Saúl ya dio muestras en ese tiempo de actuar impulsivamente en alguna ocasión, sin pararse antes a reflexionar, y sin consultar directamente a Dios (1 S 14:23-24). Eso hizo que ordenara imprudentemente abstenerse de comer a unos combatientes fatigados y hambrientos tras la batalla, siendo así piedra de tropiezo, y acarreando consecuencias negativas para ellos y su hijo Jonatán. ¡Menos mal, que al final el pueblo libró a éste de ser injustamente condenado a muerte por su padre! (1 S 14:45).

1 S 14:23-24; Así salvó Jehová a Israel aquel día. Y llegó la batalla hasta Bet-avén. 24 Pero los hombres de Israel fueron puestos en apuro aquel día; porque Saúl había juramentado al pueblo, diciendo: Cualquiera que coma pan antes de caer la noche, antes que haya tomado venganza de mis enemigos, sea maldito. Y todo el pueblo no había probado pan.

1 S 14:45; Entonces el pueblo dijo a Saúl: ¿Ha de morir Jonatán, el que ha hecho esta grande salvación en Israel? No será así. Vive Jehová, que no ha de caer un cabello de su cabeza en tierra, pues que ha actuado hoy con Dios. Así el pueblo libró de morir a Jonatán.

La sentencia de Dios a Saúl por desobedecer el mandamiento que le había dado, puede parecer a primera vista demasiado severa; sin embargo es justa y proporcional a la falta cometida. En realidad lo que Saúl recibió no fue un castigo, sino más bien un reproche o desaprobación, puesto que Dios no lo apartó del reino, sino que le permitió seguir reinando durante un largo periodo de cerca de cuarenta años. Pero no por ello la consecuencia de haber desobedecido dejó de ser grave, puesto que privó a sus descendientes de reinar, y de hacerlo para siempre, al no confirmar Dios su reinado a perpetuidad, como después hizo con David (1 S 13:13; 1 Cr 17:10-12).

1 S 13:13; Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre.

1 Cr 17:10-12; ...Te hago saber, además, que Jehová te edificará casa. 11 Y cuando tus días sean cumplidos para irte con tus padres, levantaré descendencia después de ti, a uno de entre tus hijos, y afirmaré su reino. 12 El me edificará casa, y yo confirmaré su trono eternamente.

Resumiendo este capítulo de la vida de Saúl, se puede afirmar que a pesar de su infidelidad, Dios cumplió el propósito de elegirlo como rey para que por medio de él su pueblo fuera liberado del dominio y oprobio de los filisteos.

DESOBEDIENCIA DE SAÚL EN LA GUERRA CONTRA LOS AMALECITAS

En primer lugar quiero resaltar el hecho de que Samuel reclamara la atención de Saúl para que escuchara lo que le iba a decir de parte de Dios. ¿Y por qué debía prestar atención? Entiendo que al menos por dos razones: 1ª) Porque las palabras que iba a oír eran de suma importancia, como lo es en general oír la Palabra de Dios. 2ª) Para que no se produjera ningún malentendido que pudiera dar lugar a excusas o pretextos (1 S 15:1,22).

1 S 15:1,22; Después Samuel dijo a Saúl: Jehová me envió a que te ungiese por rey sobre su pueblo Israel; ahora, pues, está atento a las palabras de Jehová… 22 Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.

Saúl se engañó a sí mismo al desobedecer, rebajando lo que Dios le exigía por lo que a él le pareció mejor y más fácil. En concordancia con el cumplimiento de la ley, Saúl desobedeció por no respetar todas y cada una de las instrucciones que Dios le había dado; por tanto no es correcto decir que obedeció parcialmente, sino que desobedeció, y punto. Con Dios no funciona hacer sólo lo que nos agrada, lo que nos es más cómodo, o lo que creemos conveniente; tenemos que obedecerle por completo (1 S 15:7-9).

1 S 15:7-9; Y Saúl derrotó a los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur, que está al oriente de Egipto. 8 Y tomó vivo a Agag rey de Amalec, pero a todo el pueblo mató a filo de espada. 9 Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron.

Lo peor de todo es que cuando fue reprendido no se arrepintió, sino que se negó a reconocer que había desobedecido e intentó desviar su responsabilidad, culpabilizando al pueblo (1 S 15:19-22).

1 S 15:19-22; ¿Por qué, pues, no has oído la voz de Jehová, sino que vuelto al botín has hecho lo malo ante los ojos de Jehová? 20 Y Saúl respondió a Samuel: Antes bien he obedecido la voz de Jehová, y fui a la misión que Jehová me envió, y he traído a Agag rey de Amalec, y he destruido a los amalecitas. 21 Mas el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal.

Sólo al verse pillado, tras oír de boca de Samuel que Dios lo había desechado por desobedecer sus palabras, reconoció su pecado; si bien trató de minimizarlo con la excusa de que temió al pueblo, cuando a quien debía temer era únicamente al Señor (1 S 15:23-25).

1 S 15:23-25; Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey. 24 Entonces Saúl dijo a Samuel: Yo he pecado; pues he quebrantado el mandamiento de Jehová y tus palabras, porque temí al pueblo y consentí a la voz de ellos. Perdona, pues, ahora mi pecado, 25 y vuelve conmigo para que adore a Jehová.

A su error Saúl añadió el de no pedir perdón a Dios antes que a Samuel. Su reacción a la reprensión de éste muestra que no estaba verdaderamente arrepentido, ya que estaba más preocupado por defender su prestigio que de humillarse delante de Dios e invocar su perdón. Por eso le insistió a Samuel que adorase con él, a fin de que el pueblo no supiera que había sido desechado y siguiera creyendo que Dios estaba de su parte (1 S 15:30-31). Sobre la falta de un arrepentimiento genuino de Saúl es bien significativo que su petición al profeta no fuera simplemente adorar a Dios, sino adorar al Dios de Samuel, como si el asunto no fuera con él, como si fuera algo ajeno a su persona.

1 S 15:30-31; Y él dijo: Yo he pecado; pero te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel, y vuelvas conmigo para que adore a Jehová tu Dios. 31 Y volvió Samuel tras Saúl, y adoró Saúl a Jehová.

Este suceso marcó el principio del fin para Saúl, pues a partir de entonces ya no volvió a ver más a Samuel, y abandonó o cuando menos descuidó su relación con Dios, sufriendo severas consecuencias por ello (1 S 15:35).

1 S 15:35; Y nunca después vio Samuel a Saúl en toda su vida; y Samuel lloraba a Saúl; y Jehová se arrepentía de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel.

Hay que tener en cuenta que Dios ya le había advertido a Saúl con motivo de su primera desobediencia, que su reino sería traspasado a otro varón conforme a su corazón (1 S 13:14). Pero al fallarle en su segunda oportunidad fue cuando se precipitó su caída (1 S 15:26-28), y David fue ungido rey, aunque por un tiempo no ejerciera como tal (1 S 16:13). Si, como sucedió después con David, Saúl se hubiera arrepentido sinceramente cuando le falló a Dios, ¿quién sabe si habría retenido el reino? Pero incluso si fuera destituido como rey, ¿hay algo más importante que reconciliarse con Dios y estar en paz con Él?

1 S 13:14; Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó.

1 S 15:26-28; Y Samuel respondió a Saúl: No volveré contigo; porque desechaste la palabra de Jehová, y Jehová te ha desechado para que no seas rey sobre Israel. 27 Y volviéndose Samuel para irse, él se asió de la punta de su manto, y éste se rasgó. 28 Entonces Samuel le dijo: Jehová ha rasgado hoy de ti el reino de Israel, y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú.

1 S 16:13; Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá.

Finalmente vuelvo a incidir en que ser desechado o excluido, en este contexto significa que Dios no le edificó a Saúl casa firme para siempre como hizo con David, cuya descendencia se perpetuó en Jesucristo el Mesías. Por tanto, el reino de Saúl fue de corta duración únicamente desde esta perspectiva.

Gracias por seguirme hasta aquí. Bendiciones en Cristo

14/5/25

Los perros

 

INTRODUCCIÓN

El calificativo de perro que la Biblia atribuye a cierto tipo de personas ha despertado mi curiosidad desde hace bastante tiempo. El significado metafórico de esta palabra es un enigma que aún no he conseguido desvelar por completo. No obstante analizaré en este corto estudio los distintos usos de dicho vocablo, con el objetivo de adquirir una mayor comprensión acerca del mismo.

Antes de entrar en materia debo decir que para tratar de responder a qué se refiere esta palabra, es indispensable contemplar los diferentes contextos en los que la misma aparece en las escrituras, con el fin de poder discernir sus diferentes significados.

EL PERRO Y EL CERDO COMO SÍMBOLOS DE LA INMUNDICIA

De entre los animales inmundos, los perros y los cerdos son los más usados en la Biblia para representar la inmundicia. A éstos les siguen probablemente las águilas o buitres y otras aves inmundas, que son convocadas por Dios a un festín de carne, cada vez que su ira se derrama en batalla sobre sus enemigos.

Parece lógico que Dios haya escogido al perro como el principal símbolo de la inmundicia por dos razones: 1) Eran vistos por los hombres como animales asquerosos, que hurgan en la basura, que comen carne cruda o en descomposición, que lamen su propio vómito, que comen excrementos de personas, que se revuelcan en las heces o en los cadáveres de otros animales, etc. 2) A diferencia de las bestias salvajes, conviven a diario con los seres humanos, lo que implica un alto riesgo de contaminación y contagio de enfermedades.

Con respecto al segundo punto hay que tener en cuenta que, según la ley, la persona que tocaba un animal inmundo se volvía inmunda y tenía que purificarse. Por consiguiente la relación que había en Israel entre hombres y perros era más distante, más utilitaria y menos afectiva que en la actualidad. Ahora se han convertido en mascotas a las que tratamos casi como si fueran personas para no sentirnos solos; para tener una compañía fiel en la que podamos confiar; para dar y recibir el cariño que no hallamos en las personas; para reemplazar con un sucedáneo nuestro deseo frustrado de posesión, control y dominio sobre otros; etc...

En los siguientes versículos vemos que diversas conductas pecaminosas de los hombres son comparables a la inmundicia que representan el perro y el cerdo, o a alguno de sus repugnantes actos. Este es el caso de los que persisten en su necedad (Pr 26:11), de los que habiendo conocido el camino de la justicia se apartan del Señor (2 P 2:21-22), o de los que andan en rebeldía contra Dios y luego tratan de justificarse mediante la presentación de sacrificios y ofrendas (Is 66:3-4).

Pr 26:11; Como perro que vuelve a su vómito, así es el necio que repite su necedad.

2 P 2:21-22; Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. 22 Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.

Is 66:3-4; El que sacrifica buey es como si matase a un hombre; el que sacrifica oveja, como si degollase un perro; el que hace ofrenda, como si ofreciese sangre de cerdo; el que quema incienso, como si bendijese a un ídolo. Y porque escogieron sus propios caminos, y su alma amó sus abominaciones, 4 también yo escogeré para ellos escarnios, y traeré sobre ellos lo que temieron; porque llamé, y nadie respondió; hablé, y no oyeron, sino que hicieron lo malo delante de mis ojos, y escogieron lo que me desagrada.

PERSONAS IRRELEVANTES Y DESPRECIABLES COMO LOS PERROS

En los dos libros de Samuel se hacen varias comparaciones de determinadas personas con perros muertos (1 S 24:14). Esta expresión es una hipérbole para resaltar la pequeñez y nula importancia de estas personas, su indignidad, y el rechazo que sufren. Aquí a la inmundicia propia de un perro se le suma la mayor inmundicia de todas, que es la muerte, tal como podemos ver en el capítulo 19 de Números. Por eso es difícil imaginar algo más humillante para una persona que ser considerada por otros o por sí misma un perro muerto.

1 S 24:14 (también 2 S 9:8; 2 S 16:9); ¿Tras quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién persigues? ¿A un perro muerto? ¿A una pulga?

Las siguientes citas bíblicas inciden en la pésima valoración que reciben ciertas personas a las que se las compara con los perros. Así, los padres de los jóvenes que se burlaban de Job cuando éste había caído en desgracia, ni siquiera eran dignos de mezclarse con los perros de su rebaño (Job 30:1); el mendigo Lázaro, por si no tuviera bastante con que no se le permitiera saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico, aun los perros venían y le lamían sus llagas (Lc 16:20-21). En cuanto a Ec 9:4, Salomón expresa el sentir general de los hombres debajo del sol, que se aferran a esta vida terrenal hasta el punto de que para ellos es preferible vivir miserablemente como los perros, a morir entre los grandes de la tierra con grandes honores.

Job 30:1; Pero ahora se ríen de mí los más jóvenes que yo, a cuyos padres yo desdeñara poner con los perros de mi ganado.

Lc 16:20-21; Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, 21 y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.

Ec 9:4; Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto.

Pero a pesar de tanto sentido peyorativo, menospreciarse uno a sí mismo como a un perro, puede tener su lado positivo cuando expresamos humildad (2 S 9:8; Mr 7:27-29), o nos arrepentimos de nuestros pecados ante Dios.

2 S 9:8; Y él (Mefi-boset) inclinándose, dijo: ¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo?

Mr 7:27-29 (también Mt 15:24-28); Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. 28 Respondió ella y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. 29 Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija.

MORIR DEVORADO POR PERROS ES UNA VILEZA Y UNA DESHONRA

Ser comidos por perros o aves inmundas es un castigo que Dios aplicó en diversas ocasiones a reyes que se excedieron sobremanera en su impiedad, arrastrando al pecado a su pueblo Israel. Tal fue el caso de Jeroboam (2 R 9:10), Baasa (1 R 16:4) y Acab, junto con su mujer Jezabel (1 R 21:23-24).

1 R 14:11: El que muera de los de Jeroboam en la ciudad, lo comerán los perros, y el que muera en el campo, lo comerán las aves del cielo; porque Jehová lo ha dicho.

1 R 16:4; El que de Baasa fuere muerto en la ciudad, lo comerán los perros; y el que de él fuere muerto en el campo, lo comerán las aves del cielo.

1 R 21:23-24 (también 2 R 9:10); De Jezabel también ha hablado Jehová, diciendo: Los perros comerán a Jezabel en el muro de Jezreel. 24 El que de Acab fuere muerto en la ciudad, los perros lo comerán, y el que fuere muerto en el campo, lo comerán las aves del cielo.

Ahora bien, siempre hubo y habrá muertes crueles; pero ser comido por perros, aves o cualquier otra alimaña, añade a la crueldad el deshonor de ser profanados los cuerpos de las personas por bestias inmundas. Este castigo de Dios no se limitó a los depravados personajes que he mencionado; también fue anunciado por Jeremías a los rebeldes de Judá, antes de que Jerusalén fuera destruida (Jer 15:1,3). Asimismo, cuando llegue el día de la venganza de Dios sobre sus enemigos, los perros comerán la carne y lamerán la sangre de ellos (Sal 68:21,23).

Jer 15:1,3; Me dijo Jehová: Si Moisés y Samuel se pusieran delante de mí, no estaría mi voluntad con este pueblo; échalos de mi presencia, y salgan… 3 Y enviaré sobre ellos cuatro géneros de castigo, dice Jehová: espada para matar, y perros para despedazar, y aves del cielo y bestias de la tierra para devorar y destruir.

Sal 68:21,23; Ciertamente Dios herirá la cabeza de sus enemigos, la testa cabelluda del que camina en sus pecados... 23 Porque tu pie se enrojecerá de sangre de tus enemigos, y de ella la lengua de tus perros.

Por otra parte, estas muertes horrendas generalmente conllevan que los pedazos que quedan de los cadáveres no se recojan para ser enterrados, haciendo aún más triste el duelo de sus seres queridos. Depositar los restos de los fallecidos en un lugar conocido que ayude a recordarlos, era muy importante para los israelitas, porque servía para apaciguar y consolar sus almas afligidas. Esto se puede apreciar en 1 S 31:11-13 y 2 S 2:4-5.

1 S 31:11-13; Mas oyendo los de Jabes de Galaad esto que los filisteos hicieron a Saúl, 12 todos los hombres valientes se levantaron, y anduvieron toda aquella noche, y quitaron el cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos del muro de Bet-sán; y viniendo a Jabes, los quemaron allí. 13 Y tomando sus huesos, los sepultaron debajo de un árbol en Jabes, y ayunaron siete días.

2 S 2:4-5; ...Y dieron aviso a David, diciendo: Los de Jabes de Galaad son los que sepultaron a Saúl. 5 Entonces envió David mensajeros a los de Jabes de Galaad, diciéndoles: Benditos seáis vosotros de Jehová, que habéis hecho esta misericordia con vuestro señor, con Saúl, dándole sepultura.

El temor reverente a Dios por parte de su pueblo hacía que ni aun con sus enemigos se rebasaran ciertos límites (Dt 21:22-23). De ahí que al ponerse el sol Josué mandara descolgar del madero y sepultar bajo piedras al rey de Hai (Jos 8:29), así como a los cinco reyes de los amorreos que habían sido derrotados (Jos 10:26-27).

Dt 21:22-23; Si alguno hubiere cometido algún crimen digno de muerte, y lo hiciereis morir, y lo colgareis en un madero, 23 no dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado; y no contaminarás tu tierra que Jehová tu Dios te da por heredad.

LOS INICUOS SON COMO PERROS RABIOSOS

Satanás ha usado desde tiempos inmemoriales tanto a autoridades como a personas particulares para atacar al pueblo de Dios. A veces tratan de causarle daño con artimañas, y en otras ocasiones recurriendo a la violencia. Cuando persiguen y acosan a los hijos de Dios, se asemejan a una jauría de perros dispuestos a despedazar y devorar, infundiendo auténtico pánico. Dado que es difícil tanto escapar como enfrentarse a un enemigo tan poderoso, la única opción que le queda a los que temen a Dios es pedirle a éste el oportuno socorro (Sal 22:16,19-20).

Sal 22:16,19-20; Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies... 19 Mas tú, Jehová, no te alejes; fortaleza mía, apresúrate a socorrerme. 20 Libra de la espada mi alma, del poder del perro mi vida.

David, tras pedir a Dios protección contra los que envió Saúl para rodear su casa y matarlo, vio proféticamente el complot de las naciones descrito en el Salmo 2. Y en ese contexto describe a los enemigos del pueblo de Dios como perros que, como ya hicieron en el pasado, volverán de nuevo a rodear la ciudad con amenazantes ladridos (Sal 59:6-7). Entonces el pueblo, por boca de David, clama a Dios, y éste le infunde a su pueblo tal paz y seguridad, que ya no le preocupa que sus enemigos vuelvan, cual feroces perros ladradores, a rodear la ciudad (Sal 59:14-15).

Sal 59:6-7,14-15; Volverán a la tarde, ladrarán como perros, y rodearán la ciudad. 7 He aquí proferirán con su boca; espadas hay en sus labios… 14 Vuelvan, pues, a la tarde, y ladren como perros, y rodeen la ciudad. 15 Anden ellos errantes para hallar qué comer; y si no se sacian, pasen la noche quejándose.

Concluyo este apartado con Mt 7:6. ¿Qué significa para los discípulos de Jesús no dar lo santo a los perros, ni echar sus perlas delante de los cerdos? Lo santo o cosas santas, así como las perlas o cosas preciosas, son un concepto genérico cuyo significado es un tanto impreciso. No obstante, podemos incluir el evangelio entre las cosas santas y preciosas que atesoramos los discípulos de Cristo. Entonces, si cada vez que le predicamos el evangelio a determinadas personas, observamos que éstas reaccionan impíamente y con gran agresividad, debemos dejar de hablarles, no sea que entren en cólera y nos agredan, o preparen una persecución para destruirnos.

Mt 7:6; No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.

ATALAYAS CONVERTIDOS EN PERROS MUDOS, DORMILONES Y COMILONES

Dios describe por boca de Isaías a los dirigentes de su pueblo como unos seres egoístas que sólo buscaban su propio provecho y que, en vez de arrepentirse y llamar al arrepentimiento, propiciaron que la nación caminara hacia el precipicio hasta ser destruidos y expulsados de su tierra. Si los centinelas hubieran actuado como hacen normalmente los perros, habrían detectado el peligro y habrían ladrado para avisar; pero lamentablemente se comportaron como unos perros inútiles, que estuvieron mudos, adormilados y comiendo de manera insaciable (Is 56:10-11).

Is 56:10-11; Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes; todos ellos perros mudos, no pueden ladrar; soñolientos, echados, aman el dormir. 11 Y esos perros comilones son insaciables; y los pastores mismos no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado.

OTRAS REFERENCIAS A LOS PERROS DE DUDOSO SIGNIFICADO

Hay unos pocos versículos en el Nuevo Testamento, en los que a ciertas personas se las llama perros. Sabemos por Ap 22:14-15 que dichos perros, junto con otros pecadores que no hayan lavado sus ropas en la sangre del Cordero, no entrarán por las puertas de la Nueva Jerusalén. Sin embargo de aquí soy incapaz de extraer ninguna conclusión sobre el significado de este término, por lo que continuaré con mi reflexión.

Ap 22:14-15 (ver 1 Co 6:9-10); Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. 15 Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira.

En Fil 3:2-3 se nos exhorta por medio de Pablo a que nos guardemos de los perros. A diferencia del texto anterior, por su contexto es probable que los perros sean los que viven a expensas del rebaño sin cuidar de él. Es el caso de los meros asalariados, que cuando ven venir el lobo huyen y dejan las ovejas a merced del mismo (Jn 10:11-13). No se trataría tanto de vivir del evangelio (1 Co 9:13-14), sino de esquilmar a las ovejas. La porción de 2 Co 11:13-14,20 apunta también a esto.

Fil 3:2-3; Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo. 3 Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.

Jn 10:11-13; Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. 12 Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.

1 Co 9:13-14; ¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan? 14 Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.

2 Co 11:13-14,20; Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. 14 Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz… 20 Pues toleráis si alguno os esclaviza, si alguno os devora, si alguno toma lo vuestro, si alguno se enaltece, si alguno os da bofetadas.

He dejado para el final Dt 23:17-18, porque creo que puede arrojar alguna luz sobre el significado metafórico de los perros que hallamos en varios pasajes de la Biblia.

Dt 23:17-18; No haya ramera de entre las hijas de Israel, ni haya sodomita de entre los hijos de Israel. 18 No traerás la paga de una ramera ni el precio de un perro a la casa de Jehová tu Dios por ningún voto; porque abominación es a Jehová tu Dios tanto lo uno como lo otro.

En este mensaje combinado de dos versículos está claro que el precio de un perro es el pago en dinero o especie de un sodomita en cumplimiento de un voto. Si bien la sodomía u homosexualidad es abominable a Dios tal como se indica tanto en este como en otros textos, aquí se está refiriendo de modo específico a varones que se prostituyen a cambio de tener sexo con otros hombres. Pero, dado que la paga de una ramera y el precio de un perro son abominaciones que aparecen juntas en la misma frase, el énfasis está puesto en rechazar cualquier pago de voto que provenga de la prostitución, tanto femenina como masculina.

Ahora bien, creo que la paga obtenida de la prostitución en sentido estricto, se puede extrapolar y abarcar a toda clase de sacrificios, ofrendas y pagos provenientes de actividades ilícitas, que son contrarias a las leyes y mandamientos de Dios. Es más, creo que este principio se extiende a la prostitución espiritual. De manera que todos aquellos que se rebelan contra el Altísimo y van en pos de otros dioses, no deben al mismo tiempo tratar de justificarse mediante sacrificios personales, ritos, o aportación de bienes o dinero; y por otro lado, tampoco la Iglesia de Cristo debe aceptar tales donaciones, pues el fin no puede justificar los medios.

Por último y siguiendo esta misma línea, creo que los perros también pueden referirse en sentido figurado a los que a cambio de determinados beneficios personales se venden al mejor postor. Aun sabiendo que sus amos son malvados, no les importa ejecutar sus órdenes injustas e inmorales, por mucho dolor que causen a personas inocentes. Como perros que son, se someten ciegamente a sus tiránicos amos, y no dudan en atacar con saña y devorar a los que deberían tratar como hermanos.

Hasta aquí mis reflexiones. Gracias por seguirme en este estudio, queridos hermanos. Gocémonos, porque ya hemos sido bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.