24/6/21

Los publicanos de la época de Jesús

INTRODUCCIÓN

Como iremos viendo a lo largo de este estudio, los publicanos padecían el rechazo de los judíos en general, especialmente de los escribas y fariseos. Quizá por esa razón se vieron obligados a fortalecer los vínculos de amistad entre ellos, reuniéndose en casas para compartir la comida y estar juntos. Por eso cuando Jesús hizo su aparición en la escena pública, los publicanos debieron quedar gratamente sorprendidos de que no los rechazara por ser pecadores, sino que los buscara para llamarlos al arrepentimiento y la reconciliación con Dios.

Muchos de ellos probablemente habían escuchado antes a Juan el Bautista, cuando impartía el bautismo de agua para arrepentimiento, diciéndoles que preparasen sus corazones para la inminente venida del Señor. Lo cierto es que cuando Jesús vino a ellos fueron impactados por su amor y misericordia, su sabiduría, su autenticidad, su sencillez y grandeza a la vez, por lo que no tuvieron gran dificultad en reconocerlo como el Mesías salvador que esperaba Israel y que Juan el Bautista les había anunciado poco tiempo antes.

Y es que Jesús era totalmente diferente a los líderes religiosos judíos, que los despreciaban y trataban de alejar más de Dios en vez de acercarlos, demostrando así su falta de amor al prójimo.

¿QUIÉNES ERAN LOS PUBLICANOS?

Antes de referirme expresamente a los publicanos, es necesario tener una noción básica del funcionamiento del sistema tributario del imperio romano en la época de Jesús, apoyándonos en gran medida en fuentes históricas extra bíblicas.

Mediante subastas las autoridades romanas comisionaban a personas de elevado estatus social para que recaudaran los tributos públicos. Una vez que los ganadores de las subastas o adjudicatarios cerraban el trato con el fisco y entregaban la suma de dinero acordado en las mismas, adquirían la potestad de fijar las cargas tributarias a la población en una provincia determinada del imperio. Lógicamente éstas debían ser suficientes para amortizar el dinero invertido en la subasta, más el margen de beneficio deseado.

Por último, para efectuar los cobros subdividían la provincia en varias demarcaciones y designaban entre los nativos del país jefes al mando de un equipo de recaudadores, los cuales debían obtener su salario cobrando las cantidades estipuladas para cada tributo. De ese modo los gestores tributarios romanos no tenían que enfrentarse directamente al rechazo de la población a soportar estas cargas que habían sido impuestas a la fuerza por una potencia extranjera, ya que trasladaban el foco de atención a gente del propio país, como eran los publicanos en el caso de la nación de Israel.

SU MERECIDA MALA FAMA

Mt 5:46-47; Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? 47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?

Mt 18:15-17; Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. 16 Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. 17 Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.

Estas porciones de Mateo, entre otras, confirman la mala fama que tenían los publicanos, los cuales eran considerados por sus compatriotas judíos tan pecadores como los gentiles que no conocían a Jehová. Además esta mala fama no era inmerecida, puesto que mantenían en general un estilo de vida pecaminoso, como así lo ratifica implícitamente Jesús en los dos textos anteriores.

¿POR QUÉ ERAN DESPRECIADOS POR LOS JUDÍOS?

Lc 3:12-13; Vinieron también unos publicanos para ser bautizados (por Juan el Bautista), y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? 13 El les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado.

El pueblo en general los despreciaba por varias razones: 1) Por practicar el fraude y la usura con el cobro abusivo de impuestos, tal como se desprende del versículo anterior de Lc 3:13. 2) Por llevar una vida licenciosa, contraria a los mandamientos de Dios. 3) Porque en base a ciertos indicios históricos, se supone que eran vistos por muchos como unos traidores colaboracionistas del opresor imperio romano. Sin embargo parece que esta cuestión no le preocupaba en absoluto a Juan el Bautista ni a Jesús, porque no les hicieron ningún reproche en ese sentido; algo lógico, si tenemos en cuenta que el reino del Señor no es de este mundo.

Jn 18:36; Respondió Jesús (a Pilato): Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí.

RESPUESTA DE JESÚS A LA MURMURACIÓN DE LOS ESCRIBAS Y FARISEOS

Lc 5:29-32; Y Leví le hizo gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos. 30 Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores? 31 Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. 32 No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.

En este escenario vemos dos grupos con posiciones enfrentadas: 1) Los escribas y fariseos, que no sólo se abstenían de mezclarse con los publicanos y pecadores para no contaminarse, sino que también emitían juicio condenatorio contra quienes lo hacían; 2) Jesús y sus discípulos, que sí se juntaban con los publicanos; pero no para participar en los pecados de éstos (Jer 15:19), sino para predicarles el evangelio, llamándolos al arrepentimiento y conversión a Dios.

Jer 15:19; Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos.

Los escribas y fariseos, con sus murmuraciones y actitud despectiva hacia los publicanos, evidenciaban su falta amor al prójimo y consecuentemente a Dios (1 Jn 4:20-21), pues no se preocupaban por su salvación, llamándolos al arrepentimiento, sino que preferían condenarlos sin más. En cambio el proceder de Jesús era diametralmente opuesto, como no podía ser de otra manera; porque Él es el médico perfecto, que sana el cuerpo, alma y espíritu de los hombres pecadores; Él es el buen pastor que da la vida por sus ovejas, y va en busca de las perdidas hasta que las halla y trae de vuelta a la casa del Padre.

1 Jn 4:20-21; Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? 21 Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.

Cuando en Lc 15:1-2 los escribas y fariseos vuelven a cargar contra Jesús por recibir a gente pecadora e incluso comer con ella, les relata en ese mismo capítulo las parábolas de la oveja perdida, la moneda perdida, y el hijo pródigo, las cuales confirman una vez más su falta de amor e hipocresía religiosa.

Lc 15:1-10; Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, 2 y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come.

Al contrario de lo que sucede con los escribas y fariseos, estas tres parábolas ponen de manifiesto el amor de Dios, encarnado en Jesús, tanto por las ovejas perdidas de la casa de Israel como por las que pertenecen al redil de los gentiles, que vagan sin pastor por los montes, exponiéndose a graves peligros de muerte.

Ez 34:6,11; Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas… 11 Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré.

Jn 10:11-12,16; Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. 12 Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa… 16 También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.

Es evidente que si una oveja o una moneda se pierden son incapaces por sí mismas de regresar al lugar en el que estaban, por lo que para recuperarlas es necesario que alguien las busque. Pues bien, esto es lo que hace Jesús, quien no sólo busca a todas sus ovejas una por una, sino que las halla y pone a salvo. Además, con cada una que trae a su redil, Jesús experimenta un gozo desbordante, similar al de una persona que cuando encuentra a su oveja o moneda perdida no puede resistir la necesidad de compartir esa buena noticia con sus amigos y vecinos. Y lo mejor de todo es que por cada pecador que se arrepiente, no sólo se gozaba Jesús y sus discípulos en la tierra, sino también nuestro Padre en el cielo acompañado de sus ángeles.

Lc 15:4-7; ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? 5 Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; 6 y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. 7 Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.

No sucedía así con los escribas y fariseos, que lamentablemente no se alegraban de que los publicanos y pecadores se arrepintieran y convirtieran a Dios; porque en sus corazones primaba el rencor sobre el amor, y el juicio sobre la misericordia. Su actitud coincide con la del hermano mayor de la parábola del hijo pródigo, que los retrataba e identificaba.

Lc 15:28-32; Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. 29 Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. 30 Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. 31 El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 32 Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.

EL FARISEO ENALTECIDO VS EL PUBLICANO HUMILLADO

El principal problema que tenían con Dios los escribas y fariseos era su orgullo espiritual, que hacía que se creyeran superiores a los demás hombres en santidad. Al respecto, no está demás recordar que la primera rebelión en todo el universo fue la que protagonizó Lucifer, precisamente por el orgullo de querer ser como Dios (Ez 28:14-15,17). Asimismo Eva también fue tentada con engaño por Satanás para que desobedeciera, apelando al orgullo de pretender conocer como Dios la ciencia del bien y del mal (Gn 3:4-5).

Ez 28:14-15,17; Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. 15 Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad... 17 Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti.

Gn 3:4-5; Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; 5 sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.

El orgullo de los escribas y fariseos había cegado su entendimiento, por lo que trataban de justificarse delante de Dios mediante sus buenas obras, de las que se vanagloriaban proclamándolas a los cuatro vientos para ser vistos por los hombres y obtener así recompensa en la tierra (Mt 6:1-2).

Mt 6:1-2; Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. 2 Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.

Pero la realidad es que lejos de ser santos eran unos santurrones hipócritas, que externamente aparentaban ser justos, pero que ocultaban maldad en su interior (Mt 23:27-28). Sin duda necesitaban arrepentirse, pero no lo hacían porque engañosamente se consideraban a sí mismos justos. Sin embargo, con los demás no eran tan benevolentes, pues les imponían cargas que ni ellos mismos podían llevar, y los condenaban acusándolos de ser pecadores (Mt 23:2-4). Se podría decir de ellos que tenían muy buena vista para ver la paja en el ojo ajeno, pero eran incapaces de ver la viga en su propio ojo (Mt 7:3-5).

Mt 23:27-28; ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. 28 Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.

Mt 23:2-4; En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. 3 Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. 4 Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.

Mt 7:3-5; ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 4 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? 5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.

A pesar de lo que muchos hombres, juzgando según las apariencias puedan creer, es Dios quien finalmente pondrá todas las cosas en su sitio juzgando con verdad y justicia, pues sólo Él conoce la mente y corazón de cada ser humano. El siguiente texto de Lc 18:9-14 ilustra a la perfección esta realidad.

Lc 18:9-14; A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: 10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. 11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 12 ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. 13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. 14 Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.

Por tanto, no juzguemos las cosas con precipitación y a la ligera (Jn 7:24; 1 Co 4:3-5); y si estamos obligados a emitir algún juicio de valor para distinguir lo bueno de lo malo, así como para corregir o dar la aprobación a alguien conforme a la Palabra de Dios, entonces hagámoslo poniendo el foco en los hechos o conductas de las personas más que en ellas mismas; porque sería injusto y a nadie le gustaría que se le señalara o cuestionara su honor cada vez que comete algún error.

Jn 7:24; No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.

1 Co 4:3-5; Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano; y ni aun yo me juzgo a mí mismo. 4 Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor. 5 Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.

ARREPENTIMIENTO DE PUBLICANOS VS DUREZA DE ESCRIBAS Y FARISEOS

Mt 21:28-32; Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, vé hoy a trabajar en mi viña. 29 Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. 30 Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios. 32 Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle.

Lc 7:29-30,33-34; Y todo el pueblo y los publicanos, cuando lo oyeron, justificaron a Dios, bautizándose con el bautismo de Juan. 30 Mas los fariseos y los intérpretes de la ley desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan... 33 Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y decís: Demonio tiene. 34 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores.

En estos dos textos Jesús compara la actitud de los escribas y fariseos con la de los publicanos, rameras y demás gente pecadora. Resulta que los mencionados líderes religiosos se creían justos, por lo que se enorgullecieron, endurecieron sus corazones y no obedecieron al Espíritu Santo que les habló por boca de Juan el Bautista y de Jesús para que se arrepintieran. En cambio muchos publicanos y pecadores, viéndose perdidos e incapaces por sí mismos de liberarse de su esclavitud, se arrepintieron y aceptaron la salvación que Dios les ofreció por pura gracia, movido por su amor y misericordia.

Por tanto se cumplen aquí las palabras de Jesús expuestas en Lc 13:25-30: Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois. 26 Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste. 27 Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad. 28 Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos. 29 Porque vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. 30 Y he aquí hay postreros que serán primeros, y primeros que serán postreros.

LA CONVERSIÓN DEL PUBLICANO ZAQUEO

Lc 19:1-10; Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. 2 Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, 3 procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. 4 Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. 5 Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. 6 Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. 7 Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. 8 Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. 9 Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Jesús se dirigía con sus discípulos desde la región de Judea que está al este del río Jordán hacia Jerusalén, y siguiendo su ruta tenía que pasar por Jericó, donde vivía el rico Zaqueo, que era jefe de los publicanos. Da la impresión de que el paso de Jesús por esta ciudad era la oportunidad que Zaqueo había estado esperando para ver a Jesús. Si fuera movido por la simple curiosidad, no creo que se atreviera a hacer el ridículo delante de la multitud que seguía a Jesús, subíéndose a un sicómoro para poder verlo, porque era pequeño de estatura. Por eso pienso que sentía una gran admiración por Jesús y tenía un vivo interés en conocerlo personalmente.

Cuando Jesús llegó al lugar donde estaba Zaqueo miró hacia arriba. y viéndolo, le dijo que descendiera del árbol porque era necesario que ese día posara Él en su casa. No es que Jesús levantara su mirada al árbol por casualidad, sino que estaba predeterminado en el plan de Dios que así sucediera, como cuando le fue necesario pasar por Samaria para encontrarse con la mujer samaritana (Jn 4:3-4), ya que normalmente para cubrir el trayecto entre Judea y Galilea evitaban pasar por la tierra de los samaritanos, que eran considerados por los judíos unos herejes pecadores; así que prefirían dar un rodeo por la ruta que discurría por el otro lado del Jordán. Tampoco fue casual que Ester alcanzara la posición de reina durante el reinado persa de Asuero, sino que fue puesta por Dios con el propósito de librar de la muerte a sus hermanos judíos que, como ella, habían sido llevados cautivos (Est 4:13-14).

Jn 4:3-4; ...salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea. 4 Y le era necesario pasar por Samaria.

Est 4:13-14; Entonces dijo Mardoqueo que respondiesen a Ester: No pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío. 14 Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?

Zaqueo consideró un gran privilegio que Jesús quisiera posar en su casa, y dándose prisa, lo recibió gozoso. Probablemente Zaqueo se había enriquecido recibiendo una comisión de los cobros abusivos de impuestos de sus subordinados, pero está claro que se arrepintió de todo el mal que había hecho, y que Jesús le perdonó y otorgó la salvación eterna, como lo demuestra su declaración en el versículo nueve: “Hoy ha venido la salvación a esta casa”.

La intención de Zaqueo de deshacerse de la mitad de sus bienes en favor de los pobres, y de reparar el daño ocasionado a aquellos a los que hubiere defraudado, es una clara señal de que su arrepentimiento y conversión fueron genuinos. 

Por otra parte, la devolución a los perjudicados del cuádruple de la cantidad defraudada no era una simple ocurrencia de Zaqueo, sino que se basaba en los preceptos sobre la restitución de bienes adquiridos de manera ilícita. Pero vemos que Zaqueo no se conformaba con desagraviar a los que había perjudicado, limitándose a cumplir estrictamente la ley, sino que estaba dispuesto a ser más generoso y reparar el daño causado pagando más de lo que le correspondía, como si hubiese hurtado una oveja y después la hubiese vendido o degollado (Éx 22:1,9).

Éx 22:1,9; Cuando alguno hurtare buey u oveja, y lo degollare o vendiere, por aquel buey pagará cinco bueyes, y por aquella oveja cuatro ovejas… 9 En toda clase de fraude, sobre buey, sobre asno, sobre oveja, sobre vestido, sobre toda cosa perdida, cuando alguno dijere: Esto es mío, la causa de ambos vendrá delante de los jueces; y el que los jueces condenaren, pagará el doble a su prójimo.

Concluyo con la siguiente reflexión: salvo el pecado contra el Espíritu Santo, no hay pecados que el Señor no pueda perdonar, sin importar la gravedad de los mismos ni su cantidad. Por tanto, si nos arrepentimos y creemos en Jesús como nuestro Señor y salvador, Dios borra todos nuestros pecados y nos da una nueva vida, de modo que aquéllos son olvidados como si nunca se hubieran cometido. Pues bien, esto fue lo que le sucedió a muchos grandes pecadores, como los publicanos, pero a pocos escribas y fariseos, porque se consideraban justos y no quisieron arrepentirse.

¡Bendiciones en Cristo!

1 comentario:

  1. Reflexión sobre los publicanos, su rechazo por los judíos, y su apertura al evangelio de Jesucristo, en contraste con sus principales detractores pertenecientes a las élites religiosas judías que, creyéndose justos, endurecieron sus corazones y no se arrepintieron, sino que desecharon el evangelio.

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