11/3/25

Jesucristo vino mediante agua y sangre


El título del encabezamiento corresponde a una declaración de 1 Jn 5:6, que resulta enigmática para muchos y que genera no poca controversia. Al reflexionar sobre la misma me he dado cuenta de que involucra a una gran cantidad de textos esparcidos por toda la Biblia. 

1 Jn 5:6; Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad.

Pero dado que el agua y la sangre pueden adquirir diferentes significados, según sea el contexto en el que aparecen, me propongo ajustar aquí mis explicaciones al máximo para hacer inteligible a muchos este versículo. Sobre él girará el conjunto de reflexiones que iré introduciendo en este estudio, dejando para otra ocasión una reflexión más amplia sobre los usos simbólicos del agua y de la sangre.

Por cierto, el versículo siete, que sigue a éste en gran parte de las versiones de la Biblia (“Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno”), no se halla en los textos originales. Por tanto, ese añadido hecho posteriormente por algún traductor lo considero ilícito (Dt 4:2), si bien coincide con lo que creemos la mayoría de los seguidores de Jesús.

Dt 4:2 (ver también Ap 22:18-19); No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordene.

Como anticipo de mi conclusión final, sostengo que en 1 Jn 5:6 el agua se refiere básicamente al Espíritu de Dios y la sangre al cuerpo humano de Jesús, que se funden en un ser único.

EL CONTEXTO DE LAS EPÍSTOLAS DE JUAN

La primera y segunda carta de Juan se entienden mejor si percibimos el trasfondo histórico de los gnósticos, a los que este apóstol se opuso con firmeza. El gnosticismo, con raíces en Platón, procede etimológicamente del término griego gnosis, que significa conocimiento. Este movimiento filosófico y religioso parte de una concepción dualista del mundo formado por espíritu y materia, en el que el espíritu, que es de carácter divino, es bueno, mientras que la materia es mala. Por otra parte enseña que el hombre puede liberarse o salvarse a sí mismo alcanzando un conocimiento superior, propiciado por la práctica del ascetismo y el misticismo.

Esta doctrina de origen pagano se fusionó de forma sincrética con el cristianismo, incurriendo en graves herejías. La principal de ellas consiste en desligar en la persona de Jesús su divinidad de su humanidad. De modo que según los adeptos de esta secta, Jesús es simplemente un hombre sobre el que reposó el espíritu de Cristo, el Hijo de Dios. Esto implica que el Cristo no se hizo carne, sino que vino sólo en espíritu para habitar o tomar posesión de Jesús. Sin embargo 1 Jn 5:1,5 deja bien claro que Jesús, además de ser hombre, también es el Cristo e Hijo de Dios.

1 Jn 5:1,5; Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios… 5 ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?.

Abundando en esta cuestión, en el Salmo dos Dios exalta a su Hijo (vs. 7-9) como su Ungido (v. 2) y como rey universal sobre Sion, su santo monte (v. 6).

Sal 2:2,6,12; Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido… 6 Pero yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte. 7 Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy. 8 Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra. 9 Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás.

Pero aparte de la anterior cita, hay muchos otros textos bíblicos que confirman la existencia de un nexo indisoluble e inseparable entre Jesús de Nazaret, Cristo el Mesías, y el Hijo unigénito de Dios, como muestran, entre otras, las siguientes porciones:

1 S 2:10; Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios, y sobre ellos tronará desde los cielos; Jehová juzgará los confines de la tierra, dará poder a su Rey, y exaltará el poderío de su Ungido.

Lc 2:26; Y le había sido revelado por el Espíritu Santo (a Simeón), que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor.

1 Jn 5:20; Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para que conozcamos al que es verdadero; y estamos en el que es verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna.

Continuando con esta falsa doctrina, los gnósticos sostienen que el Espíritu de Cristo vino a morar en Jesús, mas sin encarnarse en él para formar parte de su misma esencia. Esto equipararía a Jesucristo con cualquier persona que nazca espiritualmente de nuevo, precisamente por creer en él. Sin embargo es indiscutible que los creyentes no se convierten en Dios por morar el Espíritu Santo en ellos, sino que mantienen su condición de seres humanos. Y eso es muy diferente de lo que sucede con Jesucristo, cuya naturaleza es el resultado de encarnarse el Ungido e Hijo de Dios en Jesús de Nazaret (Col 2:9; Jn 1:14).

Col 2:9; Porque en él (en Cristo) habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad...

Jn 1:14; Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

Ahora bien, la naturaleza de Jesucristo no es en parte divina y en parte humana, sino que él es totalmente Dios y totalmente hombre. Nuestra mente finita no alcanza a entender este misterio (1 Ti 3:16), pero Dios atestigua que es verdad y por eso debemos creerlo, porque “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta” (Nm 23:19).

1 Ti 3:16; E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne...

De ahí que Juan llame a estos engañadores anticristos (1 Jn 2:22; 4:2-3; 2 Jn 7), pues son guiados por el mismo espíritu diabólico del gran anticristo final, o primera bestia mencionada en el capítulo trece de Apocalipsis.

1 Jn 2:22; ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.

1 Jn 4:2-3; En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; 3 y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.

2 Jn 7; Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo.

NECESIDAD DE UN SALVADOR PARA TODA LA HUMANIDAD

Aunque me aleje un poco del objetivo de este estudio, aprovecho lo que acabo de exponer para que entendamos mejor la necesidad que había de que el Hijo de Dios se encarnara. Sin esa obra sobrenatural no podríamos ser salvos de la condenación eterna, porque Dios tiene que hacer cumplir su justicia y la paga del pecado es muerte. Luego la única solución posible era que algún justo, libre de la deuda del pecado, entregara voluntariamente su vida a cambio de la nuestra. Eso es justamente lo que hizo Jesucristo, cargando sobre sí los pecados de toda la humanidad y muriendo en nuestro lugar para redimirnos, y para que mediante la fe en Él y un sincero arrepentimiento, cada persona pueda ser purificada, reconciliada, y declarada justa por Dios (Ro 5:18).

Ro 5:18; Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.

En resumen, a menos que el Hijo de Dios bajara del cielo, no había nadie en la tierra sin pecado que pudiera saldar nuestra deuda. Y por otra parte, si ese ser justo celestial no se hubiera encarnado como un ser humano, no podría ser nuestro representante delante del Padre. Demos, pues, gracias a nuestro señor y salvador Jesucristo, quien vino a ser nuestro postrer Adán para librarnos de las consecuencias de la desobediencia del primer Adán y restaurar la comunión perdida con el Creador (1 Co 15:21-22,45,47).

1 Co 15:21-22,45,47; Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. 22 Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados... 45 Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante... 47 El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.

EXPLICACIÓN DE LA VENIDA MEDIANTE AGUA Y SANGRE

Para explicar 1 Jn 5:6 de la manera más escueta posible, voy a dejar que sea la propia Palabra la que nos guíe con precisión, aclarándonos cualquier duda.

Jesucristo vino mediante agua

En la siguiente porción de Isaías vemos que el derramamiento de aguas y ríos sobre la tierra árida coincide con el del Espíritu Santo sobre los hijos de Dios (agua = Espíritu).

Is 44:3-4; Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos; 4 y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas.

Pero estas aguas, lejos de ser estancadas, putrefactas y tóxicas, son aguas vivas o aguas de vida.

Zac 14:8 (también Ez 47:1,9; Jl 3:18; Zac 13:1); Acontecerá también en aquel día, que saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas hacia el mar oriental, y la otra mitad hacia el mar occidental, en verano y en invierno.

Ap 22:1 (también Ap 7:16-17); Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.

Y estas aguas vivas representan al Dios vivo y verdadero, especialmente al Espíritu Santo (agua viva = Dios / agua viva = Espíritu Santo).

Jer 2:13; Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.

Jn 7:37-39; El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. 39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.

Ahora bien, el agua viva no es un don cualquiera, sino el don de Dios, y éste no es sino su mismo Espíritu (el don de Dios = al Espíritu Santo).

Jn 4:10; Respondió Jesús (a la mujer samaritana) y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.

Hch 8:18-20; Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, 19 diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo. 20 Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero.

Las aguas que Dios prometió derramar sobre el sequedal en Is 4:3 pueden ser perfectamente en forma de lluvia. Ésta se refiere en ocasiones al derramamiento del Espíritu Santo sobre los que son hechos hijos de Dios. Este es el caso de las dos porciones siguientes, en las que la lluvia tardía hace alusión al derramamiento del Espíritu Santo que Cristo traería en su primera venida sobre la Iglesia. También traerá, por supuesto, la lluvia temprana sobre Israel en su segunda venida.

Os 6:2-3; Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él. 3 Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra.

Zac 10:1,3-4; Pedid a Jehová lluvia en la estación tardía… 3 Contra los pastores se ha encendido mi enojo, y castigaré a los jefes; pero Jehová de los ejércitos visitará su rebaño, la casa de Judá... 4 De él saldrá la piedra angular...

Jesucristo vino mediante sangre

Para empezar quiero precisar que venir mediante sangre equivale a venir en carne, porque la vida de la carne está en la sangre.

Lv 17:11; Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona.

Gn 4:10; Y él le dijo (Dios a Caín): ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.

Mt 27:3-4; Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, 4 diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente…

Partiendo de la anterior premisa, las evidencias bíblicas de que el Hijo de Dios se encarnó en Jesús de Nazaret son innumerables. Así que usaré sólo unos cuantos textos para reflexionar sobre este punto.

En primer lugar, nuestro Señor Jesucristo, que es el Hijo de Dios, procede del linaje de David según la carne.

Ro 1:3; ...acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne

Tenemos también el capítulo 53 de Isaías referido inequívocamente a Jesús, que en su humanidad padeció por nuestros pecados. Además, la primera carta de Pedro, entre otras, confirma esta profecía, llamándole Cristo a Jesús. Finalmente Juan el Bautista, a semejanza de Isaías, testifica acerca de Jesús como el Cordero de Dios, de quien dice que es el Hijo de Dios. De aquí se deduce que éste, en su condición celestial, no pudo haber sufrido angustia, aflicción o dolor; pero sí como el Hijo del Hombre encarnado en Jesús.

Is 53:6-7; Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él (se refiere al varón de dolores del v. 3) el pecado de todos nosotros. 7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.

1 P 2:21-22,24; ...porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; 22 el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca;… 24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia

Jn 1:29,33-34; El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo… 33 Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. 34 Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.

Y hablando del Hijo del Hombre, título que Jesús se atribuyó a sí mismo, ya es mencionado en el capítulo siete de Daniel, donde se revela su identidad celestial. Esta verdad fue después refrendada en los cuatro evangelios.

Dn 7:13-14; Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. 14 Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.

Mr 14:61-62 (también Mt 26:63-64); ...El sumo sacerdote le volvió a preguntar, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito? 62 Y Jesús le dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.

Jn 1:51; Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.

Es impactante la profecía de Zacarías sobre el reconocimiento de Jesús de Nazaret (aquél a quien traspasaron) como el Mesías por parte de los judíos, y su conversión a Jesucristo en los últimos tiempos. Sobre la entrega a muerte de Jesús por parte de los judíos, Pedro les habló a ellos varios siglos después, diciéndoles que habían negado al Santo y Justo, matando al Autor de la vida, a quien Dios resucitó de los muertos.

Zac 12:10; Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.

Hch 3:13-15; ...el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad. 14 Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, 15 y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos.

Pero en realidad fue Jesús, el Autor de la vida, quien se entregó voluntariamente a la muerte por intermediación de los judíos y los romanos; porque si él hubiera querido nadie habría podido matarlo.

Jn 10:17-18; Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. 18 Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar

Mt 26:53-54; ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? 54 ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?

La apariencia externa de Jesús era como la de cualquier otro hombre, hecho de carne y hueso. En un momento dado él afirmó ser el pan vivo que bajó del cielo, e invitó a todos a comerlo, precisando que este pan es su carne y por extensión su sangre. Muchos, por falta de discernimiento espiritual, se escandalizaron al escucharlo; pero lo que Jesús les demandaba no era un absurdo acto de canibalismo, sino que lo aceptaran en sus corazones como su Señor y salvador, que interiorizaran y guardaran su Palabra, (Jn 6:51,53-54), tal como él mismo aclaró en el v. 63). De ahí la comunión del cuerpo y la sangre de Cristo simbolizada por el pan y el vino que tomamos los creyentes en conmemoración de él (Lc 22:19-20; 1 Co 10:16).

Jn 6:51,53-54; Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo… 53 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.

Jn 6:63; El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.

 Lc 22:19-20 (también Mt 26:26-28; Mr 14:22_24); Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. 20 De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.

1 Co 10:16; La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?

¿A dónde quiero llegar con esto? Pues una vez más a que Jesucristo posee una naturaleza humana y divina a la vez. Esta verdad de su doble naturaleza la podemos ver también en Filipenses.

Fil 2:5-8; Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

La consecuencia de ese desprendimiento y humillación voluntaria de Jesucristo fue que el Padre lo exaltó hasta lo sumo, sujetando a él toda la creación, y haciendo que en su nombre se doble toda rodilla y toda lengua confiese que él es el Señor, para gloria de Dios Padre. Indudablemente ésta y otras declaraciones que se encuentran en las sagradas escrituras, elevan a Jesucristo a la categoría de Dios. No en casualidad que esa misma declaración de Fil 2:10-11 la haya hecho Jehová acerca de sí mismo mucho antes en Is 43:23.

Fil 2:9-11; Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

MATERIALIZACIÓN DE SU VENIDA MEDIANTE AGUA Y SANGRE

Teniendo en cuenta toda mi exposición anterior, explicar este acontecimiento no requiere gran esfuerzo. Basta con analizar Lc 1:31-35. El Espíritu Santo, representado por el agua, descendió del cielo para que Jesús fuese concebido por María, representada por su sangre. Por eso Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre.

Lc 1:31-35 (también Mt 1:18,21); Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. 32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; 33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. 34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. 35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.

OTRAS POSIBLES SEÑALES DE ESTE ACONTECIMIENTO

No es casual que, estando a punto de expirar Jesús en la cruz, un soldado le abriera el costado, por el cual salió sangre y agua. Más bien considero que fue una señal de que así como Jesús nació mediante agua y sangre, también murió expulsando los mismos elementos.

Jn 19:34; Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.

También podría ser una señal del nacimiento sobrenatural de Jesucristo la transformación por medio de Moisés del agua del río Nilo en sangre, al caer a tierra. Porque eso fue precisamente lo que sucedió al nacer Jesús: que el Espíritu Santo descendió del cielo como agua, y al tocar tierra se fusionó con la sangre de María.

Éx 4:9; Y si aún no creyeren a estas dos señales, ni oyeren tu voz, tomarás de las aguas del río y las derramarás en tierra; y se cambiarán aquellas aguas que tomarás del río y se harán sangre en la tierra.

Otra señal de la doble naturaleza de Jesucristo, podría ser la transformación del agua en vino en las bodas de Caná (Jn 2:1-11). El agua simbolizaría el Espíritu Santo, el vino la sangre que Jesús recibió de María, y las tinajas el cuerpo de Jesús, cual frágil vasija de barro. Jesús pudo haber realizado este milagro de muchas maneras, pero por alguna razón que desconocemos quiso hacerlo así. Consideremos no obstante esto una mera conjetura, porque no hay ningún indicio claro de que este hecho pueda adquirir un significado distinto del literal.

He tenido acceso a otra explicación alternativa acerca de 1 Jn 5:6 que me parece ingeniosa pero desacertada. La misma consiste en que Jesús vino de un parto natural, desarrollado en el útero materno mediante agua, que es el líquido amniótico, y la sangre de su madre María, que lo alimentó. Que cada cual juzgue por sí mismo.

EL ESPÍRITU ES EL QUE DA TESTIMONIO

Y para concluir 1 Jn 5:6, el Espíritu de verdad es quien da testimonio de que Jesucristo vino mediante agua y sangre; por eso es tanto Hijo de Dios como el perfecto Hijo del Hombre. Podría esgrimir muchos argumentos bíblicos en defensa de esta verdad, pero me conformo con los dos siguientes para no alargar en exceso el contenido de este estudio.

Jn 15:26; Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.

Mt 3:16-17; Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. 17 Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.

       Y con esto doy por finalizado mi trabajo, deseando que todos sean bendecidos por Dios. 

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