Tras
la lectura de numerosos estudios realizados y de mis propias
reflexiones basadas en la atenta lectura de la Biblia, he llegado a
la conclusión inequívoca de que Dios no ha ordenado diezmar a su
Iglesia.
¿ESTABLECIÓ
DIOS EL DIEZMO ANTES DE PROMULGAR LA LEY?
Hasta
la aparición de Abraham no se menciona el diezmo en absoluto en las
sagradas escrituras, ni se vislumbra ninguna práctica de diezmar
entre los siervos de Dios, tales como Abel, Set, Enoc, Noé, etc.
Cuando
Abraham se encontró con Melquisedec, regresaba de la victoria sobre
el rey Quedorlaomer y sus tres aliados, por lo cual no podía traer
consigo sus bienes ni sus rebaños. Por eso el diezmo que entregó no
fue de las ganancias de su trabajo sino del botín de guerra
capturado, una vez descontados los bienes que restituyó al rey de
Sodoma y la manutención o salario de quienes lo acompañaron a la
guerra. Por otra parte, no hay ningún texto que nos indique que
Abraham diezmara regularmente antes o después de su encuentro con
Melquisedec. Sólo se nos muestra que diezmó en esa ocasión.
Gn
14:17-20; Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer
y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma
a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey. 18 Entonces
Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y
vino; 19 y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo,
creador de los cielos y de la tierra; 20 y bendito sea el Dios
Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los
diezmos de todo.
¿En
qué me baso para afirmar que Abraham dio únicamente diezmos del
botín y no de su actividad económica, que era la cría y pastoreo
del ganado? Pues en el pasaje de He
7:4,
cuya información no contradice sino que complementa la que aparece
en Gn
14:17-20.
Tampoco hay noticias de que Abraham se volviera a encontrar
posteriormente con Melquisedec o algún emisario suyo. No hay, pues,
base para afirmar que Abraham diezmara con regularidad tras dicho
encuentro.
He
7:1-4; Porque este
Melquisedec,
rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió
a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le
bendijo, 2 a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo;
cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de
Salem, esto es, Rey de paz; 3 sin padre, sin madre, sin genealogía;
que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante
al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre. 4 Considerad,
pues, cuán grande era éste, a quien aun Abraham el patriarca dio
diezmos
del botín.
Alguien
podría argumentar que Abraham es figura o tipo del creyente y
Melquisedec de Cristo y que, por lo tanto, el creyente actual debe
entregar sus diezmos para la obra de Cristo. Pero entonces nos
encontramos con que Jesús no recogió diezmos de sus discípulos ni
enseñó que tras su muerte sus seguidores tenían que diezmar para
sostener la obra del evangelio. Tampoco vemos en el Nuevo Testamento
ningún caso en que la Iglesia recaudara diezmos ni ninguna enseñanza
al respecto. Es decir, Cristo y su Iglesia como antitipos no
confirman la práctica del diezmo que podría sugerirnos la entrega
de los diezmos del botín que Abraham dio a Melquisedec.
¿Diezmó
Isaac, hijo de Abraham? No lo sabemos, pero en ninguna parte de la
Biblia se dice que lo hiciera ¿Se menciona el diezmo en la vida de
Jacob? Sí, y vamos a analizar en qué consistió.
Gn
28:20-22; E
hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en
este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para
vestir, 21 y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi
Dios. 22 Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios;
y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti.
A
la luz de los anteriores versículos, se deduce claramente que Jacob
no heredó de sus padres, Abraham e Isaac, la norma de diezmar ¿Por
qué? Por dos razones: A) Porque el mismo hecho de prometer que
diezmaría, si
regresaba con bendición a su casa,
implica que hasta ese momento no estaba diezmando, y B) Porque le
propuso a Dios de forma voluntaria -e
interesada-
que si lo guardaba y bendecía, a su regreso le entregaría los
diezmos de todos sus bienes, lo cual indica que no se consideraba
sometido a ningún mandato divino que le ordenara diezmar.
Aunque
no se hace referencia en la Palabra al cumplimiento de este voto
hecho por Jacob, se puede suponer razonablemente que éste cumplió
su compromiso cuando Dios hizo que regresara en paz a su tierra.
En
resumen, parece obvio que se trató de un compromiso personal de
Jacob y no de una norma establecida por Dios. No sabemos si Jacob
ofreció regularmente el diezmo de todos sus bienes desde entonces, o
bien lo hizo una sola vez, a su regreso a casa. La Palabra no aclara
esto suficientemente y no debemos basarnos en meras conjeturas.
EL
DIEZMO SEGÚN LA LEY
La
obligación de diezmar se expresa claramente en los estatutos de la
Ley que Dios entregó a Israel por medio de Moisés.
Nm
18:21; Y he aquí yo
he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad,
por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del
tabernáculo de reunión.
Pero
hay detalles y circunstancias en la práctica de diezmar que no están
claros, al menos para mí. Por ello estoy abierto a lo que a partir
de ahora el Espíritu Santo quiera mostrarme, así como a cualquier
sugerencia o explicación alternativa de otros hermanos. Por tanto,
consciente de mis limitaciones, entraré a considerar el complejo
tema de los diezmos bajo la Ley, tratando de arrojar algo de luz al
respecto.
Para
situarnos en el contexto del antiguo pacto, vamos a fijarnos en los
lugares de residencia y en las ocupaciones laborales de los levitas,
tratando luego de aproximarnos paso a paso al diezmo para procurar
entender en qué consiste.
Dios
mandó a Israel dar a los levitas varias ciudades con porciones de
terreno a su alrededor, en las que pudieran morar y pastorear su
ganado. Fueron en total 48 ciudades, de las cuales 6 eran lugares de
refugio para personas que involuntariamente causaran la muerte a
alguien. Esto se llevó a cabo cuando ya era Josué el dirigente de
Israel (Jos
21:1-42 y
también 1
Cr 6:54-81).
Cabe señalar que Jerusalén no estaba entre ellas, por lo que, una
vez construido el templo, los levitas y sacerdotes sólo se
desplazaban allí cuando tenían que ministrar en el culto.
Nm
35:1-3, 6-7;Habló Jehová a Moisés en los campos de Moab, junto al
Jordán frente a Jericó, diciendo: 2 Manda
a los hijos de Israel que den a los levitas, de la posesión de su
heredad, ciudades en que habiten; también daréis a los levitas los
ejidos de esas ciudades alrededor de ellas.
3 Y tendrán ellos las ciudades para habitar, y los ejidos de ellas
serán para sus animales, para sus ganados y para todas sus bestias.
6
Y de las ciudades que daréis a los levitas, seis ciudades serán de
refugio, las cuales daréis para que el homicida se refugie allá; y
además de éstas daréis cuarenta y dos ciudades. 7 Todas
las ciudades que daréis a los levitas serán cuarenta y ocho
ciudades con sus ejidos.
Posteriormente
David organizó el servicio de los sacerdotes y levitas en el templo
que iba a construir su hijo Salomón, en 24 turnos.
1
Cr 24:3-5; Y
David,
con Sadoc de los hijos de Eleazar, y Ahimelec de los hijos de Itamar,
los
repartió por sus turnos en el ministerio.
4 Y de los hijos de Eleazar había más varones principales que de
los hijos de Itamar; y
los repartieron así: De
los hijos de Eleazar, dieciséis
cabezas
de casas paternas; y
de los hijos de Itamar, por
sus casas paternas, ocho.
5 Los repartieron, pues, por suerte los unos con los otros;...
Los
turnos duraban una semana, por lo que a cada sacerdote y grupo de
levitas asociado le tocaba ministrar en el templo una semana cada
semestre o lo que es igual dos semanas al año. Esto cubre un periodo
total de 48 semanas de las 51 y pico que tiene un año, aplicando el
calendario lunar por el que se regían los israelitas, que es de 360
días ¿Significa eso que durante más de tres semanas se suspendían
los servicios religiosos? En absoluto, porque todos los sacerdotes y
levitas, además de cumplir con su turno, tenían que ministrar
durante los 18 días que duraban las fiestas solemnes. Recordemos que
había siete fiestas solemnes (Lv
23) y
que el pueblo debía reunirse tres veces al año en Jerusalén para
celebrar las fiestas de los Panes sin levadura, de Pentecostés y de
los Tabernáculos (Éx
23:14-17).
Las únicas fiestas solemnes que podían hacerse en todo Israel y no
sólo en Jerusalén, era la de las Trompetas y el Yom Kippur o día
de la Expiación.
1
Cr 9:23-25; Así ellos y sus hijos eran porteros por sus turnos a las
puertas de la casa de Jehová, y de la casa del tabernáculo. 24 Y
estaban los porteros a los cuatro lados; al oriente, al occidente, al
norte y al sur. 25 Y
sus hermanos que estaban en sus aldeas, venían
cada siete días según su turno
para
estar con ellos.
2
Cr 23:8; Y los levitas y todo Judá lo hicieron todo como lo había
mandado el sacerdote Joiada; y tomó cada jefe a los suyos, los
que entraban el día de reposo, y los que salían el día de reposo;…
(cada
turno duraba una semana: de día de reposo a día de reposo).
Vemos
que, al menos desde que David organizó el culto por turnos, los
sacerdotes y levitas sólo ministraban en el templo dos semanas al
año, además de los servicios especiales de las festividades
mencionadas. ¿Quiere eso decir que se dedicaban en exclusiva a
dichos menesteres, trabajando sólo esos días al año? Todo parece
indicar que durante el resto del año trabajaban en distintas
actividades, como el pastoreo en sus ejidos o la prestación de
diversos servicios al conjunto del pueblo, tales como enseñar,
gobernar y juzgar. “La
obra de la casa de Jehová”, que
se menciona en el versículo cuatro de la siguiente porción, no se
refiere a la obra física de construcción del edificio, sino a la
dirección del ministerio en el templo que iba a ser construido por
Salomón.
1
Cr 23:1-5; Siendo, pues, David ya viejo y lleno de días, hizo a
Salomón su hijo rey sobre Israel. 2 Y juntando a todos los
principales de Israel, y a los sacerdotes y levitas, 3 fueron
contados los levitas de treinta años arriba; y fue el número de
ellos por sus cabezas, contados uno por uno, treinta y ocho mil. 4 De
éstos, veinticuatro mil para
dirigir la obra
de
la casa de Jehová, y seis mil para
gobernadores y jueces.
5 Además, cuatro mil porteros,
y cuatro mil para
alabar a Jehová,...
Tal
como se indica al comienzo de este apartado en Nm
18:21,
Dios estableció el diezmo para compensar a los levitas por no
recibir heredad como las demás tribus y para retribuir sus servicios
en el tabernáculo o templo. Por eso los diezmos recibidos se
destinaban a alimentar a los levitas y sus familias, en sus
poblaciones.
Los
siguientes versículos nos enseñan que de los diezmos recibidos, los
levitas debían apartar una porción consagrada equivalente al diez
por ciento, o diezmo de los diezmos, de lo mejor del ganado o de los
productos del campo para que sus hermanos de la descendencia de Aarón
la presentaran como ofrenda mecida a Jehová. Las 9/10 partes
restantes de los diezmos eran para su manutención y la de los
familiares y siervos que convivían con ellos en sus casas.
Nm
18:26-31; Así
hablarás a los levitas, y les dirás: Cuando toméis de los hijos de
Israel los diezmos que os he dado de ellos por vuestra heredad,
vosotros presentaréis
de ellos en ofrenda mecida a Jehová el diezmo de los diezmos.
27 Y se os contará vuestra ofrenda como grano de la era, y como
producto del lagar. 28 Así
ofreceréis también vosotros ofrenda a Jehová de todos vuestros
diezmos que recibáis de los hijos de Israel; y daréis de ellos la
ofrenda de Jehová al sacerdote Aarón. 29 De todos vuestros dones
ofreceréis toda ofrenda a Jehová; de todo lo mejor de ellos
ofreceréis la porción que ha de ser consagrada.
30 Y les dirás: Cuando ofreciereis lo mejor de ellos, será contado
a los levitas como producto de la era, y como producto del lagar. 31
Y
lo comeréis en cualquier lugar, vosotros y vuestras familias; pues
es vuestra remuneración por vuestro ministerio en el tabernáculo de
reunión.
Los
levitas tenían que administrar los diezmos recibidos, cuidando el
ganado, almacenando los productos de la tierra y posiblemente
sembrando y cultivando los productos frescos de la huerta (Lv
27:30 nos
dice que no sólo recibían frutos sino también simiente). Además,
como ya hemos dicho, debían llevar a las cámaras del templo los
alimentos para los sacerdotes y levitas que, por turno, les
correspondiera ministrar.
Neh
12:44; En
aquel día fueron puestos varones sobre las cámaras de los tesoros,
de las ofrendas, de las primicias y de los diezmos, para recoger en
ellas, de los ejidos de las ciudades, las porciones legales para los
sacerdotes y levitas;
porque era grande el gozo de Judá con respecto a los sacerdotes y
levitas que servían.
Así
como los levitas debían entregar el diezmo de los diezmos al sumo
sacerdote para que éste lo presentara como ofrenda mecida delante de
Jehová (Nm
18:26), el
resto del pueblo, al dar el diezmo, tenía también que consagrar una
pequeña porción del ganado y del fruto de la cosecha para comer
delante de Jehová en Jerusalén con toda su casa, incluidos los
siervos que tuvieren y alguno de los levitas próximos a sus lugares
de residencia. Esa comida ceremonial también se hacía con motivo de
la presentación de las primicias y determinados tipos de ofrendas y
sacrificios.
La
Palabra no indica si esa comida ritual asociada a los diezmos era una
pequeña porción de los mismos o era algo que se añadía aparte. En
el caso de los sacrificios y ofrendas de las fiestas solemnes, a los
específicos de esas fiestas se les añadían los del continuo
sacrificio
(Nm
28:1-8),
así como los correspondientes al sábado (Nm
28:9-10) o
los de comienzo de mes (Nm
28:11-15 y
Nm
29:1-6), cuando
estos días se hallaban en medio de una fiesta solemne (Si alguien
quiere profundizar en esta cuestión, los capítulos 28 y 29 de
Números nos muestran de modo exhaustivo el tipo y cantidad de
animales que se sacrificaban en cada ocasión).
Así
que, los sacrificios prescritos para cada ocasión no se solapaban
entre sí, cuando coincidían en la misma fecha, sino que se sumaban
unos a otros. Luego, en caso de aplicarse el mismo criterio con la
comida ceremonial en Jerusalén, ésta no se sustraería del diezmo,
sino que se añadiría a él. En cualquier caso considero que no hay
base suficiente para poder afirmar o negar cualquiera de estas dos
hipótesis.
Dt
12:5-7 (también
Dt
12:11-12, Dt 12:17-19, y
otras); ...el
lugar que Jehová vuestro Dios escogiere de
entre todas vuestras tribus, para poner allí su nombre para su
habitación, ése buscaréis, y allá
iréis. 6 Y allí llevaréis vuestros holocaustos, vuestros
sacrificios, vuestros diezmos, y la ofrenda elevada de vuestras
manos, vuestros votos, vuestras ofrendas voluntarias, y las primicias
de vuestras vacas y de vuestras ovejas; 7 y comeréis allí delante
de Jehová vuestro Dios, y os alegraréis, vosotros y vuestras
familias,
en toda obra de vuestras manos en la cual Jehová tu Dios te hubiere
bendecido.
Los
israelitas podían matar y comer los animales en sus lugares de
residencia como cualquier otro pueblo, con la condición de
abstenerse de ingerir la carne con su sangre; tenían que derramar la
sangre del animal en la tierra.
Dt
12:15-16; Con todo, podrás
matar y comer carne en todas tus poblaciones conforme a tu deseo,
según la bendición que Jehová tu Dios te haya dado; el inmundo y
el limpio la podrá comer, como la de gacela o de ciervo. 16
Solamente
que sangre no comeréis; sobre la tierra la derramaréis como agua.
Sin
embargo la comida sagrada que acompañaba a los diezmos, primicias,
votos y demás ofrendas o sacrificios, tenían que presentarlas
delante de Jehová en Jerusalén, tal como hemos dicho.
Dt
12:26-27; Pero
las cosas que hubieres consagrado, y tus votos, las tomarás, y
vendrás con ellas al lugar que Jehová hubiere escogido;
27 y ofrecerás tus holocaustos, la carne y la sangre, sobre el altar
de Jehová tu Dios; y la sangre de tus sacrificios será derramada
sobre el altar de Jehová tu Dios, y podrás comer la carne.
A
los israelitas que vivían lejos, Dios les permitía desplazarse sin
mercancía y comprar con dinero, al llegar a Jerusalén, el ganado y
los productos agrícolas que habían de comer en familia con sus
siervos y los levitas que los acompañaban. Estas comidas sagradas
eran una manifestación de alegría y acción de gracias por las
bendiciones recibidas de Dios.
Dt
14:24-27; Y
si el camino fuere tan largo que no puedas llevarlo, por estar lejos
de ti el lugar que Jehová tu Dios hubiere escogido
para
poner en él su nombre, cuando Jehová tu Dios te bendijere, 25
entonces lo venderás y guardarás el dinero en tu mano, y vendrás
al lugar que Jehová tu Dios escogiere; 26 y darás el dinero por
todo lo que deseas, por vacas, por ovejas, por vino, por sidra, o por
cualquier cosa que tú deseares; y comerás allí delante de Jehová
tu Dios,
y te alegrarás tú y tu familia. 27 Y no desampararás al levita que
habitare en tus poblaciones; porque no tiene parte ni heredad
contigo.
Estos
productos agrícolas y animales que eran traídos o comprados en
Jerusalén para presentar como ofrenda y sacrificio, y luego comer de
ellos en familia, no eran los diezmos, aunque guardaban estrecha
relación con ellos. Antes de dicha celebración, los diezmos ya
habían sido entregados a los levitas en sus ciudades, entre las que
no estaba incluida Jerusalén, como ya había dicho. Sería ilógico
que un levita de Galilea o el Golán, tuviera que desplazarse hasta
Jerusalén cada vez que necesitara reponer alimentos; por eso se
almacenaban los diezmos en sus lugares de residencia. Así pues, no
es que trajeran los alimentos de Jerusalén, sino que por el
contrario los llevaban allí desde sus ciudades para los sacerdotes y
levitas que ministraban en el templo, tal como hemos visto en Neh
12:44.
Los
diezmos debían recogerse anualmente, a diferencia de lo que suele
hacerse en las congregaciones donde se diezma, en las que se entregan
mayoritariamente cada mes, coincidiendo con la percepción de los
salarios de los trabajadores. El mandato de comer los diezmos en
Jerusalén y no en otros lugares, así como su periodicidad anual, no
eran aspectos irrelevantes para Dios, como se aprecia en los
siguientes versículos.
Dt
14:22; Indefectiblemente diezmarás
todo
el producto del grano que rindiere tu campo cada
año
(no cada mes o cada dos años, por ejemplo).
Am
4:4; Id
a Bet-el, y prevaricad;
aumentad en Gilgal la rebelión, y
traed
de
mañana vuestros sacrificios, y vuestros
diezmos cada tres días
(evidentemente Dios nos les está instruyendo aquí que traigan los
diezmos cada tres días, sino que les está reprochando que lo hagan
en Bet-el, que no era una ciudad asignada a los levitas, y que lo
hagan cada tres días en vez de cada año).
A
diferencia de lo que se hace actualmente en las congregaciones donde
se pide el diezmo, Dios no ordenó dar dinero, algo que puede ser
utilizado de manera superflua en cosas innecesarias. Debían
entregarse productos obtenidos de la actividad agropecuaria, que se
destinaban al sustento de los levitas y otros sectores de la
población más necesitados. Por eso, cuando excepcionalmente alguien
quería rescatar alguna parte del diezmo con dinero, tenía que
abonar un recargo del 20% de su precio.
Lv
27:31; Y
si alguno quisiere rescatar algo del diezmo, añadirá la quinta
parte de su precio
por
ello.
Uno
de cada tres años, el año del diezmo por excelencia, no sólo se
atendían las necesidades de los levitas, sino que también se
prestaba especial atención a la gente perteneciente a los sectores
más vulnerables de la población, como eran los extranjeros,
huérfanos y viudas. Nadie debía quedar desamparado en Israel.
Lo
mismo que sucede con las comidas sagradas que cada año se realizaban
en Jerusalén asociadas al diezmo, la Palabra tampoco nos aclara si
los alimentos que se daban cada tres años al extranjero, huérfano y
viuda en sus poblaciones, eran parte del diezmo, o se daban además
de éste.
Dt
26:12-13 (también
Dt
14:28-29);
Cuando
acabes de diezmar todo el diezmo de tus frutos en
el año tercero, el año del diezmo, darás también al levita, al
extranjero, al huérfano y a la viuda; y comerán en tus aldeas, y se
saciarán.
13 Y dirás delante de Jehová tu Dios: he sacado lo consagrado de mi
casa, y también lo he dado al levita, al extranjero, al huérfano y
a la viuda, conforme a todo lo que me has mandado; no he transgredido
tus mandamientos, ni me he olvidado de ellos.
En
mi opinión, tanto una cosa como la otra formaban parte de un lote
diferente al del diezmo. Sobre la comida ritual ya he reflexionado
antes; ahora explicaré por qué pienso que la ayuda social
contemplada en Dt
26:12 era
un añadido al diezmo.
Luego
de analizar detenidamente Levítico 25, podemos entender por qué se
consideraba año especial del diezmo, uno de cada tres años. Sin
entrar ahora en detalle, ese capítulo trata del año sabático o de
reposo de la tierra para Jehová, cada siete años, y también del
reposo del año cincuenta o año del jubileo. Ambas efemérides se
basan en la semana de la Creación, cuando después de haber hecho
Jehová todas las cosas en seis días, en el séptimo descansó. Por
eso cada siete años equivale, en este contexto, a una semana de años
(la Biblia no sólo se refiere a semanas de días, sino también a
semanas de años en algunas ocasiones).
Siguiendo
con el capítulo 25 de Levítico, vemos que el pueblo debía sembrar
y trabajar la tierra durante seis años seguidos y dejarla reposar el
séptimo año, sin segar ni vendimiar. Eso sí, podían comer tanto
las personas como los animales de lo que naciera en ella sin haber
sido cultivada.
Pero
para que nunca hubiera escasez, Dios les prometió que en la cosecha
del sexto año recogerían frutos para tres años. Esto les
alcanzaría para alimentarse no sólo en el séptimo año en el cual
no sembraban, sino también en el octavo, a pesar de que ya sembraban
y recogían la correspondiente cosecha, e igualmente hasta la
recogida de los frutos del noveno. Así pues, en el sexto año tenían
una cosecha extraordinariamente abundante, y tres años después, en
el año noveno, volvían a tener un excedente de producción, ya que
en el octavo año guardaban lo que cosechaban, al no necesitarlo,
porque aún comían del fruto añejo que habían recogido en el sexto
año.
Como
este ciclo se repetía cada tres años, era lógico que el tercer año
de cada serie, que coincidía con una gran abundancia de frutos, se
considerara el año del diezmo. Precisamente debido a dicha
abundancia, no es de extrañar que, además del diezmo, Dios les
mandase también ayudar a satisfacer las necesidades de los más
pobres. Hay que tener en cuenta que, si bien el diezmo del sexto año
de explotación de la tierra era extraordinariamente abundante, el
que se recaudaba en el noveno (tres años después) era el de un año
normal. Así que la abundancia del noveno año no provenía de una
gran recaudación de diezmos, sino de juntarse la cosecha del año
noveno con la del octavo, la cual no había sido consumida, sino que
se había guardado. Por eso pienso que lo que se repartía a los
extranjeros, huérfanos y viudas no procedía sólo de los diezmos,
sino que se habilitaba una partida especial para atender a las
necesidades de todos ellos. En cualquier caso, considero que no hay
base suficiente en la Palabra para poder asegurar una cosa o la otra;
por tanto no debemos ser dogmáticos al respecto.
Retomando
el tema, la Palabra nos aclara que en realidad los israelitas no
daban el
diezmo de
lo que era suyo,
sino que dedicaban
a Dios lo que ya era de Él,
lo que le pertenecía.
Lv
27:30; Y
el diezmo de la tierra,
así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de
Jehová es;
es cosa dedicada a Jehová.
Parece
ser, basándonos en Lv
27:32, que
se separaban los distintos tipos de ganado según su especie y se
hacían desfilar por un sitio estrecho bajo una vara colocada en
alto, apartándose el último ejemplar de cada serie de diez para
tomarlo como diezmo. Aplicando este procedimiento, similar al método
de echar suertes, evitaban la tentación de elegir los animales más
imperfectos o defectuosos para consagrar a Dios.
Aunque
no podemos afirmarlo con seguridad, es posible que con dicho método
las familias pobres que tuvieran menos de diez cabezas, estuvieran
exentas de entregar los diezmos del ganado, al no disponer de un
décimo animal que pasara bajo la vara.
Lv
27:32-33; Y
todo diezmo de vacas o de ovejas, de todo lo que pasa bajo la vara,
el diezmo será consagrado a Jehová.
33 No mirará si es bueno o malo, ni lo cambiará; y si lo cambiare,
tanto él como el que se dio en cambio serán cosas sagradas; no
podrán ser rescatados.
Antes
de finalizar este repaso sobre los diezmos según la Ley, no quiero
pasar por alto que así como éstos fueron dados por Dios a los
levitas, a los sacerdotes les pertenecían las primicias de los
frutos de la tierra, los primogénitos (ya sea de animales domésticos
o de niños varones, en este caso pagando siempre el preceptivo
rescate de cinco siclos) y determinadas porciones de diferentes
sacrificios y ofrendas que no eran quemadas. Esto se detalla en el
capítulo 18 de Números y también vemos alguna referencia en el
capítulo 10 de Nehemías, como podemos ver a continuación.
Nm
18:8-9,13-15,18-20; Dijo
más Jehová a Aarón: He aquí yo te he dado también el cuidado de
mis ofrendas; todas las cosas consagradas de los hijos de Israel te
he dado por razón de la unción, y a tus hijos, por estatuto
perpetuo. 9 Esto
será tuyo de la ofrenda de las cosas santas, reservadas del fuego;
toda ofrenda de ellos, todo presente suyo, y toda expiación por el
pecado de ellos, y toda expiación por la culpa de ellos, que me han
de presentar, será cosa muy santa para ti y para tus hijos.
13
Las
primicias de todas las cosas de la tierra de ellos, las cuales
traerán a Jehová, serán tuyas;
todo limpio en tu casa comerá de ellas. 14 Todo
lo consagrado por voto en Israel será tuyo.
15 Todo
lo que abre matriz, de toda carne que ofrecerán a Jehová, así de
hombres como de animales, será tuyo;
pero harás que se redima el primogénito del hombre; también harás
redimir el primogénito de animal inmundo.
18
Y la carne de ellos será tuya; como el
pecho de la ofrenda mecida y como la espaldilla derecha, será tuya.
19 Todas las ofrendas elevadas de las cosas santas, que los hijos de
Israel ofrecieren a Jehová, las he dado para ti, y para tus hijos y
para tus hijas contigo, por estatuto perpetuo; pacto de sal perpetuo
es delante de Jehová para ti y para tu descendencia contigo. 20 Y
Jehová dijo a Aarón: de la tierra de ellos no tendrás heredad, ni
entre ellos tendrás parte. Yo soy tu parte y tu heredad en medio de
los hijos de Israel.
Neh
10:35-37; Y
que cada año traeríamos a la casa de Jehová las primicias de
nuestra tierra, y las primicias del fruto de todo árbol. 36 Asimismo
los primogénitos de nuestros hijos y de nuestros ganados, como está
escrito en la ley; y que traeríamos los primogénitos de nuestras
vacas y de nuestras ovejas a la casa de nuestro Dios, a los
sacerdotes que ministran en la casa de nuestro Dios;
37 que traeríamos también las primicias de nuestras masas, y
nuestras ofrendas, y del fruto de todo árbol, y del vino y del
aceite, para los sacerdotes, a las cámaras de la casa de nuestro
Dios, y
el diezmo de nuestra tierra para los levitas;
y que los levitas recibirían las décimas de nuestras labores en
todas las ciudades;
¿Por
qué traigo aquí a colación el asunto de las primicias,
primogénitos, sacrificios y ofrendas que se apartaban para los
sacerdotes? Porque me parece incoherente que en muchas denominaciones
y asambleas se enseñe que los creyentes deben contribuir con sus
diezmos al sostenimiento de la iglesia, mientras ignoran, por
ejemplo, las primicias o su equivalente en dinero, cuando la Ley
obliga tanto a una cosa como a la otra.
Como
hemos ido viendo, el diezmo tal como se estableció en la Ley, además
de complejo y difícil de entender, resulta prácticamente imposible
su aplicación en la actualidad. Luego de intentar comprender un poco
mejor la práctica del diezmo bajo la Ley, pasaré a considerar otras
cuestiones relativas al mismo.
CITAS
POLÉMICAS SOBRE EL DIEZMO
El
siguiente texto es muy conocido y utilizado por los que enseñan que
la Iglesia de Cristo debe diezmar. Da la impresión de que estos
versículos se utilizan más como medio de atemorizar a los hermanos
que como argumento. Sin embargo, en el contexto se ve perfectamente
que Dios se dirige a los “hijos de Jacob” y a la nación de
Israel, que estaba bajo la Ley.
Mal
3:6-10; Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos
de Jacob,
no habéis sido consumidos. 7 Desde los días de vuestros padres os
habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí, y
yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas
dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos? 8 ¿Robará
el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En
qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. 9 Malditos sois
con maldición, porque vosotros, la
nación toda,
me habéis robado. 10 Traed todos los diezmos al alfolí y haya
alimento en mi casa; y
probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os
abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros
bendición hasta que sobreabunde.
Refuerza
mi convicción el versículo 12 de este mismo capítulo, que no se
suele tener en cuenta, en el que se puede apreciar el contraste entre
la referencia que se hace en el mismo a “todas
las naciones”
y la que aparece en el versículo 9 sobre la nación de Israel (“la
nación toda”).
Resulta, pues, evidente que las declaraciones anteriores no se
dirigen a la Iglesia, que está bajo el nuevo pacto sino a Israel,
sometido al antiguo pacto.
Mal
3:12; Y todas
las naciones
os
dirán bienaventurados;
porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos.
Así
como el pueblo rebelde estaba robando a Dios, porque los diezmos eran
suyos (Lv
27:30),
cabe preguntarse si los pastores modernos que atemorizan a las
ovejas, no las estarán también robando a ellas, aunque sea por
ignorancia. Tanto los que piden como los que dan deben andar en santo
temor, solicitando sabiduría a Dios para proceder de acuerdo a su
Palabra.
El
siguiente versículo es quizá el más empleado como argumento en
defensa de la obligación de diezmar por parte de la Iglesia, aunque
el diezmo sea mencionado de forma accidental. En él Jesús defiende
que se diezme, pero ¿a quién se está dirigiendo? A los dirigentes
religiosos y, por ende, a todos los judíos; no a la Iglesia.
Mt
23:23 (también
Lc
11:42);
¡Ay
de vosotros, escribas y fariseos,
hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y
dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y
la fe. Esto
era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.
Teniendo
en cuenta la gran importancia que se concede al diezmo actualmente en
muchas congregaciones, ¿no resulta extraño que ni Jesús ni
posteriormente ninguno de sus apóstoles dictara alguna instrucción
sobre la aplicación del diezmo a la Iglesia? ¿Por qué no se narra
en todo el Nuevo Testamento ningún caso en el que Jesús o sus
discípulos recogieran diezmos de sus hermanos?
¿Por
qué afirmo que en el versículo anterior Jesús no se está
dirigiendo a la Iglesia, sino a los judíos que vivían bajo la Ley y
a sus dirigentes? Como vemos en la siguiente porción de Gálatas,
Jesús nació y vivió bajo la Ley. Sus padres hicieron la
presentación en el templo, fue circuncidado, participó en las
festividades religiosas como la Pascua, etc.
Gál
4:4-5; Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios
envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, 5 para que
redimiese a los que estaban bajo la ley,
a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.
No
sólo vivió bajo la Ley, sino que fue el único capaz de cumplirla
en espíritu y en verdad, redimiéndonos de la maldición de estar
sometidos a ella (Gal
3:13 Cristo
nos redimió de la maldición de la ley,
hecho por nosotros maldición...). Era
necesario que la Ley se cumpliese en toda su plenitud, como dijo el
mismo Jesús, y eso ya Él lo hizo.
Mt
5:17-18; No
penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he
venido para abrogar, sino para cumplir.
18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra,
ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya
cumplido.
Por
eso Jesús no sólo fue ejemplar en el cumplimiento de la Ley, sino
que además enseñó a los judíos que debían someterse a ella.
Mt
23:1-3; Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos,
diciendo: 2 En
la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. 3 Así
que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no
hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.
El
mandamiento de diezmar, como todos los que proceden de la Ley, se
aplicaba al pueblo de Israel, pero no a la Iglesia, que no está bajo
la Ley sino bajo la gracia (Ro
6:14-15; 7:4,6).
No debemos ignorar que la Iglesia surgió del Nuevo Pacto o Nuevo
Testamento, y que éste no entró en vigor hasta después de morir
Cristo.
He
9:15-17; Así
que, por eso es mediador de un nuevo pacto,
para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones
que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de
la herencia eterna. 16
Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del
testador. 17 Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no
es válido entre tanto que el testador vive.
EL
CAPÍTULO 7 DE LA EPÍSTOLA A LOS HEBREOS
El
capítulo 7 de Hebreos es muy pertinente para el tema que nos ocupa,
porque es de los pocos textos del Nuevo Testamento que mencionan los
diezmos, aunque el argumento central no gira en torno a ellos.
Analizándolo detenidamente podemos sacar, entre otras, las
siguientes conclusiones:
- Se pueden hacer diferentes conjeturas sobre el rey-sacerdote de Salem, Melquisedec, el cual no deja de ser un personaje un tanto misterioso. Lo relevante de él es que es tipo de Cristo y representa la realeza y sacerdocio eternos de éste.
- El estatus superior de Melquisedec sobre Abraham se manifiesta en el hecho de que fue el primero quien bendijo al segundo y en que recibió a continuación los diezmos de lo que Abraham traía del botín. En este contexto, Melquisedec es mayor que Abraham, por cuanto está representando al que es Señor de cielos y tierra.
- A diferencia del sacerdocio según el orden de Melquisedec, que es eterno e inmutable y necesitó de un solo sacrificio por los pecados de toda la humanidad, el sacerdocio levítico está constituido por hombres mortales ligados a un linaje, que tienen que estar continuamente realizando sacrificios por sus propios pecados y por los del pueblo.
- La entrega de diezmos de Abraham a Melquisedec también se le imputa a Leví, quien recoge los diezmos de sus hermanos, que son igualmente hijos de Abraham. Que los levitas, en sentido figurado, entregaran aún antes de nacer los diezmos a Melquisedec por medio de su padre Abraham, es otra muestra de que el sacerdocio de Aarón es de un orden inferior al de Melquisedec, que es por el que se rige la Iglesia.
- La Ley, que instauró el sacerdocio levítico, aunque era perfecta y santa resultó ineficaz para la salvación, por cuanto por las obras de la Ley nadie puede ser justificado. Por eso vino Cristo, sumo sacerdote según el orden de Melquisedec, para redimirnos de la maldición de la Ley y establecer un Nuevo Pacto en su sangre, que nos trae la salvación por gracia, por medio de la fe; esa misma fe que tuvo nuestro padre Abraham. Al cambiarse el sacerdocio levítico, también se ha tenido que cambiar la Ley. Ahora seguimos la Ley de Cristo (1 Co 9:20-21; Gál 6:2), la Ley del Espíritu (Ro 8:2), que nos hace libres (Stg 2:12).
- Dios les dio a los levitas instrucciones detalladas sobre su ministerio y en particular sobre la regulación de los diezmos. Sin embargo, ni este texto ni ningún otro del Nuevo Testamento nos dice nada respecto a que se deba diezmar en la Iglesia.
- Hay que tener en cuenta que bajo el Nuevo Pacto no existe ninguna clase sacerdotal separada del resto de los miembros del cuerpo de Cristo o Iglesia, sino que somos todos reyes y sacerdotes (1 P 2:5,9 “5 vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo”. “9 Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios...”; Ap 1:5-6 “5 ...Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, 6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre...”). Por lo tanto, ¿quién -sea pastor, evangelista, o lo que sea- puede atribuirse el derecho de ordenar que se recaude dinero en concepto de diezmos, si ni Cristo, ni el Espíritu Santo por Él enviado nos enseñó nada sobre esta cuestión?
Permaneciendo
aún en el capítulo 7 de Hebreos, vamos a fijarnos en lo que dice el
versículo 5 y su relación con el 16 y especialmente con los
versículos 18-19. En estos últimos se hace referencia a un
mandamiento anterior que queda
abrogado. Esto
nos retrotrae al versículo 5, el único en este capítulo que nos
habla de un mandamiento, el que tienen los hijos de Leví “de
tomar del pueblo los diezmos según la ley”.
He
7:5; Ciertamente los
que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen
mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley,
es decir, de sus hermanos, aunque éstos también hayan salido de los
lomos de Abraham.
He
7:18-19; Queda,
pues, abrogado el mandamiento anterior
a
causa de su debilidad e ineficacia 19 (pues nada perfeccionó la
ley),
y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos
acercamos a Dios.
En
resumen, lo que nos están diciendo los versículos anteriores es que
el mandamiento dado por la Ley a los levitas de tomar del pueblo los
diezmos, queda abrogado para la Iglesia, porque no está bajo la Ley
ni se rige por el sacerdocio levítico.
CONSIDERACIONES
FINALES
Podemos
hacernos la siguiente pregunta: además de los productos obtenidos de
la actividad agrícola y ganadera, ¿había que apartar los diezmos
de productos obtenidos de otras actividades como la artesanía, la
pesca o la minería? ¿Y los que vivían de un salario a cambio de la
prestación de un servicio, o los que se apropiaban de botines de
guerra? Aunque apenas hay información al respecto, todo apunta a que
debían entregar los diezmos de todas sus ganancias,
independientemente de la actividad de la que procedieran éstas.
Nehemías
en su celo por restaurar la observancia de la Ley, entre otras cosas
acordó con todo el pueblo lo siguiente:
Neh
10:37; ...que
traeríamos también las primicias de nuestras masas, y nuestras
ofrendas, y del fruto de todo árbol, y del vino y del aceite, para
los sacerdotes, a las cámaras de la casa de nuestro Dios, y el
diezmo de nuestra tierra para los levitas; y
que los levitas recibirían las
décimas de nuestras
labores en todas las ciudades.
Deducimos
que también los fariseos daban los diezmos de todas sus ganancias,
sin especificar su procedencia, a juzgar por la oración del fariseo
orgulloso que se expone en Lucas.
Lc
18:11-12; El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta
manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres,
ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 12 ayuno
dos veces a la semana, doy
diezmos de
todo lo que gano.
En
cuanto a apropiaciones de botines de guerra, a diferencia de Abraham,
que dio a Melquisedec los diezmos del botín de guerra (las
escrituras no aclaran si lo hizo por propia iniciativa o en
obediencia a un mandato divino), los israelitas no entregaron el
diezmo del botín cuando derrotaron a los madianitas, sino un tributo
u ofrenda equivalente al 0,2% (“de
quinientos, uno”)
de la mitad del botín repartido entre los 12.000 que participaron en
la batalla, y un 2% (“uno
de cada cincuenta”)
de la otra mitad del botín repartido entre el resto de la
congregación, que no fue a la guerra. Es importante resaltar aquí
que la Ley, con todos sus decretos y estatutos, ya había sido dada y
que fue Jehová mismo quien ordenó a Moisés que se repartiera el
botín de esta manera. Entiendo que en este caso Dios no dictó una
norma para regular el reparto de los botines de guerra, sino que dio
un mandato exclusivo para esa ocasión.
Por
cierto, aquí también se sigue el mismo principio manifestado en Nm
18:26-28 de
entregar al sumo sacerdote como parte consagrada a Jehová la décima
parte de lo que reciben los levitas, ya que a éstos se le entrega un
2% del botín y a Eleazar un 0,2%, que es justamente la décima
parte.
Nm
31:25-31; Y Jehová habló a Moisés, diciendo: 26 Toma
la cuenta del botín que
se ha hecho, así de las personas como de las bestias, tú y el
sacerdote Eleazar, y los jefes de los padres de la congregación; 27
y partirás
por mitades el botín entre los que pelearon, los que salieron a la
guerra, y toda la congregación. 28 Y apartarás para Jehová el
tributo de los hombres de guerra que salieron a la guerra; de
quinientos, uno,
así de las personas como de los bueyes, de los asnos y de las
ovejas. 29 De la mitad de ellos lo tomarás; y
darás al sacerdote Eleazar la ofrenda de Jehová. 30 Y de la mitad
perteneciente a los hijos de Israel tomarás uno de cada cincuenta
de
las personas, de los bueyes, de los asnos, de las ovejas y de todo
animal, y
los darás a los levitas,
que tienen la guarda del tabernáculo de Jehová. 31 E hicieron
Moisés y el sacerdote Eleazar como Jehová mandó a Moisés.
Si,
como sabemos, los cristianos no estamos bajo la Ley, no tiene sentido
exigir el pago de los diezmos, la circuncisión, el día de reposo,
los sacrificios de animales o cualquier otro precepto restringido al
Viejo Pacto. En muchas congregaciones se enseña que el creyente debe
entregar el diezmo, pero inexplicablemente se le exime de ofrendar
las primicias del fruto de la tierra y los primogénitos del ganado;
eso no es coherente con lo que enseña la Ley. No se deben extraer
sólo aquellas normas que nos interesen de todo el paquete de la Ley,
tales como aceptar los diezmos pero rechazar la observancia del
sábado, por ejemplo. Recordemos lo que nos dice Santiago en su
epístola:
Stg
2:10; Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en
un punto, se hace culpable de todos.
No
menos importante es la advertencia del apóstol Pablo a los
judaizantes, aplicable a los cristianos hoy:
Gal
5:1-4; Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo
libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. 2 He
aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os
aprovechará Cristo. 3 Y
otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está
obligado a guardar toda la ley. 4 De Cristo os desligasteis, los que
por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.
Vuelvo
a incidir en el hecho de que durante la estancia de Jesús en la
Tierra no hay constancia de que pidiera para Él y sus discípulos el
diezmo, o que diera instrucciones sobre el mismo para después de su
muerte. Tampoco se encuentra dicha práctica o enseñanza en los
Hechos de los Apóstoles, ni en las epístolas, ni en Apocalipsis.
Por otra parte, si, como hemos visto, todos los creyentes nacidos de
nuevo somos reyes y sacerdotes (1
P 2:5,9; Ap 1:5-6) deberíamos
recibir los diezmos en vez de darlos, lo cual conduciría a una
pregunta un tanto absurda: ¿Recibirlos de quién? Obviamente de
nadie. Así que todo indica que bajo el nuevo pacto nadie debe
entregar ni recibir diezmos.
Incluso
los judíos fieles dejaron de diezmar, tras la dispersión producida
en los años 70 después de Cristo y la pérdida de registros durante
la persecución y holocausto de la segunda guerra mundial, a pesar de
que siguen practicando otros preceptos legales. Esto obedece a dos
razones: 1) Tras su expulsión, luego de la destrucción de Jerusalén
y el templo, se vieron privados del lugar establecido por Dios para
celebrar con una comida ceremonial la entrega de los diezmos, y 2) La
pérdida de identidad de la mayoría de los levitas tras su largo
exilio de varios siglos. Pero, como suele decirse, muchos dirigentes
cristianos de la actualidad son más papistas que el papa en cuestión
de diezmos, ya que se atreven a pedirlo a sus hermanos, cuando los
depositarios de la Ley y descendientes naturales de Israel estiman
que en las circunstancias actuales no deben recogerse los diezmos.
En
cambio, sí que aparecen en el Nuevo Testamento numerosas referencias
a las ofrendas, que se destinaban a cubrir las necesidades de los
santos y de otras personas necesitadas. Éstas deben darse
voluntariamente como un acto de agradecimiento por todo lo que Dios
nos da; debe hacerse con un corazón generoso y alegre, y a ser
posible deben darse en secreto, para que sea Dios quien nos
recompense públicamente en el cielo y no aquí el hombre
(actualmente los diezmos suelen entregarse en un sobre en el que se
indica el nombre de la persona o familia, exigiéndose en muchos
casos del administrador de las finanzas de la congregación un
certificado anual de los diezmos entregados para poderse desgravar
fiscalmente por aportaciones a asociaciones de carácter benéfico o
religioso).
Mt
6:1-4; Guardaos
de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de
ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que
está en los cielos.
2 Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti,
como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser
alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su
recompensa. 3 Mas
cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha,
4 para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto
te recompensará en público.
Podemos,
pues, concluir que el sacerdocio levítico y la Ley, así como los
diezmos, que emanan de ella, han sido abolidos por Dios en la
Iglesia. No obstante, ciertos principios espirituales que inspiraron
el diezmo, como ayudar a los necesitados y mayormente a los de la
familia de la fe, siguen estando vigentes.
Gal
6:10; Así que, según
tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la
familia de la fe.
Hay
hermanos que aunque reconocen que los diezmos no son obligatorios
bajo el nuevo pacto, dicen que ellos los entregan de modo voluntario.
No tengo nada que objetar a que alguien done una cantidad de dinero
equivalente al diezmo (o mayor, si lo desea), siempre que lo haga
anónimamente en forma de ofrenda. Si alguien no cree en la
obligación de diezmar, pero entrega el diezmo como tal, además de
incongruente, está siendo cómplice de una práctica, que en mi
opinión es fraudulenta.
Sólo
Dios puede juzgar las motivaciones de las personas, pero cada uno de
nosotros debe preguntarse por qué hace las cosas: ¿Lo hago por
convicción propia? ¿Lo hago para agradar a Dios, o a los hombres?
¿Lo hago, tal vez, por miedo a ser rechazado por el pastor o el
grupo de hermanos de mi congregación? Recuerda que seguir a Cristo
exige pagar un precio; requiere renuncia, sacrificio e incluso
persecución.
Quienes
dirigen las congregaciones y en general los que enseñan sobre la
Palabra, deben hacerlo con mucho temor y extrema prudencia, porque
ser guías de otros conlleva una gran responsabilidad por la que un
día darán cuenta a Dios. Si estás convencido de algo y lo haces
sin dudar, ¡adelante! (Ro
14:22-23; “¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios.
Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. 23
Pero
el que duda
sobre
lo que come -o
sobre cualquier otro asunto-,
es
condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe,
es pecado”).
Ahora
bien, considerando todo lo que hasta aquí se ha expuesto ¿no te ha
entrado ninguna duda razonable que cuestione la supuesta obligación
de diezmar por parte de los cristianos?
Pienso
que presionar a los creyentes para que diezmen entraña un gran
peligro, tanto para los que ejercen esa presión como para los que se
sienten presionados. Estos últimos pueden ceder a la tentación de
tratar de aliviar su carga, sustrayendo parte del diezmo. Dicho
comportamiento hipócrita acarrea condenación, no tanto por no
diezmar, sino por fingir que se ha diezmado, cuando en realidad se ha
hecho con trampa o de manera infiel (Hch
5:3-5).
¿Quién sabe cuantos casos de estos se estarán dando hoy día? Pero
también hay un grave riesgo para los que enseñan que se debe
diezmar, porque si, como creo, eso es incorrecto, están poniendo
cargas innecesarias y posibles piedras de tropiezo a sus hermanos, de
lo cual tendrán que responder ante Dios (Mt
23:4; también
Lc
11:46).
Hch
5:3-5; Y
dijo Pedro: Ananías, ¿por
qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu
Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?
4
Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu
poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No
has mentido a los hombres, sino a Dios.
5 Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran
temor sobre todos los que lo oyeron. 6 Y levantándose los jóvenes,
lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron.
Mt
23:4; Porque
atan cargas pesadas y difíciles de llevar
-los
escribas y fariseos-,
y
las ponen sobre los hombros de los hombres;
pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.
Hay
algunas otras referencias a los diezmos que no he tratado (1 S
8:15,17; 2 Cr 31:5), por considerarlas tangenciales o no relevantes
para el objetivo que me había propuesto, que era el de tratar de
esclarecer si la Iglesia está sujeta o no al diezmo.
Bendiciones
en el Señor.
Estudio riguroso y bastante completo sobre un tema tan polémico como el de los diezmos. Creo que vale la pena leerlo.
ResponderEliminarLOS QUE ENSEÑAN MALAQUÍAS
ResponderEliminarno son cumplidores de este libro porque este libro envía a guardar todos los estatutos, leyes, ordenanzas, preceptos y decretos dados a Moisés en el monte Horeb.
Fíjense:
Usan a Malaquías 3:9-10
Malaquías 3:9 MALDITOS SOIS CON MALDICIÓN, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.
PERO NO GUARDAN A MALAQUÍAS 4:4
Malaquías 4:4 ACORDAOS DE LA LEY DE MOISÉS mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel.
Cuando usted le haga esta pregunta a la iglesia:
¿¿ LEVANTEN LA MANO LOS QUE CUMPLEN CON EL LIBRO DE MALAQUÍAS ??
Fíjese quienes levántan las manos, y dígale:
¡¡ MENTIROSOS !! ¡¡ HIPOCRITAS !! ESTA CARTA ENVÍA A QUE SE GUARDEN TODAS LAS LEYES Y ORDENANZAS DADAS A MOISÉS EN EL MONTE HOREB; Y NIGUNO DE USTEDES GUARDA ESTO.
Luego dígale:
-MEJOR ES QUE GUARDEN LO QUE ORDENÓ EL ESPÍRITU SANTO juntamente con los Apóstoles (la verdadera iglesia de Cristo) en Hechos 15:28-29. donde dice:
Hechos 15:28. PORQUE HA PARECIDO BIEN AL ESPÍRITU SANTO, y a nosotros, NO IMPONEROS NINGUNA CARGA más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien.
Así, pues, los que fueron enviados descendieron a Antioquía, y reuniendo a la congregación, “ENTREGARON LA CARTA”; habiendo leído la cual, se regocijaron “POR LA CONSOLACIÓN”
ESTO ES MANDAMIENTO DEL ESPÍRITU SANTO NUESTRO GUÍA Y CONSOLADOR.
Si el Espíritu Santo hubiera querido que (nosotros los gentiles creyentes) diezmáramos, o que guardáramos días de reposo, observáramos los alimentos limpios o inmundos, Luna nueva, etc. etc.
Nos lo hubiera dicho en este concilio (reunión extra-oficial) que sucedió en Jerusalém (Hechos 15:1-35) y que fué efectuada precisamente para nosotros los gentiles creyentes (las naciones).
MALAQUÍAS ES UNA CARTA JUDÁICA, (doctrina judáica), JAMÁS HA SIDO UNA CARTA APOSTÓLICA (doctrina apostólica)
DEBEMOS PERSEVERAR EN LA DOCTRINA APOSTÓLICA NO EN LA JUDAÍCA
Hechos 2:42 Y PERSEVERABAN EN LA DOCTRINA DE LOS APÓSTOLES, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.
“ Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo ” (2 Corintios 2:17).
¡¡¡ A DIOS SEA SIEMPRE LA GLORIA !!!
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