26/6/17

El ejercicio de la autoridad

Los comentarios y reflexiones de este estudio se basan principalmente en la historia de Elí y su familia, expuesta en los cuatro capítulos iniciales del primer libro de Samuel. Veamos entonces:

LOS HIJOS DE E

1 S 2:12; Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová.

Los hijos de Elí eran impíos y no conocían a Dios, a pesar de ser sacerdotes (1 S 1:3). A diferencia de los hipócritas religiosos de la época de Jesús, como los escribas y fariseos, que externamente se mostraban piadosos, pero por dentro estaban llenos de avaricia y maldad (Lc 16:14-15; Mt 23:25), estos dos personajes se aprovechaban de su posición social para extorsionar y robar descaradamente a los que iban a Silo a presentar ofrendas a Jehová. Así pues, mientras que unos pecaban abiertamente, los otros solían hacerlo de manera oculta.

1 S 1:3; Y todos los años aquel varón subía de su ciudad para adorar y para ofrecer sacrificios a Jehová de los ejércitos en Silo, donde estaban dos hijos de Elí, Ofni y Finees, sacerdotes de Jehová.

Lc 16:14-15; Y oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y se burlaban de él. 15 Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación.

Mt 23:25; ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia.

1 S 2:13-16; Y era costumbre de los sacerdotes con el pueblo, que cuando alguno ofrecía sacrificio, venía el criado del sacerdote mientras se cocía la carne, trayendo en su mano un garfio de tres dientes, 14 y lo metía en el perol, en la olla, en el caldero o en la marmita; y todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo tomaba para sí. De esta manera hacían con todo israelita que venía a Silo. 15 Asimismo, antes de quemar la grosura, venía el criado del sacerdote, y decía al que sacrificaba: Da carne que asar para el sacerdote; porque no tomará de ti carne cocida, sino cruda. 16 Y si el hombre le respondía: Quemen la grosura primero, y después toma tanto como quieras; él respondía: No, sino dámela ahora mismo; de otra manera yo la tomaré por la fuerza.

Despreciaron las leyes de Dios hasta alcanzar un nivel de corrupción impresionante. Su falta de temor de Dios los llevó a cometer toda clase de abusos, como robar y fornicar, escudándose en el poder que les confería el ser sacerdotes e hijos del sumo sacerdote y juez de Israel durante 40 años.

1 S 2:17; Era, pues, muy grande delante de Jehová el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehová.

En vez de ser de buen ejemplo, eran causa de tropiezo al pueblo, haciéndolo cómplice voluntario o forzado del menosprecio a las ofrendas de Jehová.

1 S 2:22; Pero Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión.

Por si la intimidación y el robo al pueblo no fuese suficiente, se acostaban con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión, incurriendo en fornicación y también en sacrilegio, al profanar un lugar santo.

1 S 2:25; Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si alguno pecare contra Jehová, ¿quién rogará por él? Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque Jehová había resuelto hacerlos morir.

Y para acabar de rematar su maldad, eran irrespetuosos y desobedientes a su padre.

ELÍ

Elí cumplía con la ortodoxia religiosa y parecía sincero en el desempeño de su ministerio. Pero es evidente que a su falta de visión física (1 S 4:15) se unía la espiritual.

1 S 4:15; Era ya Elí de edad de noventa y ocho años, y sus ojos se habían oscurecido, de modo que no podía ver.

A este respecto hay varios hechos reveladores de su ceguera espiritual:

1) La falta de discernimiento cuando Ana oraba en el templo, al confundir su aflicción con un estado de embriaguez (1 S 1:12-14).

1 S 1:12-14; Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí estaba observando la boca de ella. 13 Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria. 14 Entonces le dijo Elí: ¿Hasta cuándo estarás ebria? Digiere tu vino.

2) El hecho de que siendo sumo sacerdote y juez sobre Israel, Dios no le hablase a él sino a un muchacho como Samuel (1 S 3:7-11).

1 S 3:7-11; Y Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada. 8 Jehová, pues, llamó la tercera vez a Samuel. Y él se levantó y vino a Elí, y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Entonces entendió Elí que Jehová llamaba al joven. 9 Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: Habla, Jehová, porque tu siervo oye. Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar. 10 Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye. 11 Y Jehová dijo a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos.

3) Su negligencia en el ejercicio de la autoridad por permitir las injusticias de sus hijos (1 S 3:12-13).

1 S 3:12-13; Aquel día yo cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa, desde el principio hasta el fin. 13 Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado.

1 S 2:22-24; Pero Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión. 23 Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes. 24 No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová.

Con su tímida reacción frente a la desobediencia y deshonestidad de sus hijos demostró ser una persona pusilánime. La gravedad del caso requería más que una mera reprimenda; tenía que haber sido más enérgico y castigarlos, apartándolos incluso del ministerio. Y no sólo eso, sino que debería haberlos juzgado y castigado públicamente, porque como autoridades que eran habían influenciado negativamente al pueblo con su perniciosa conducta. Por tanto, a la vista de los hechos, podemos afirmar que Elí no estuvo a la altura que se le exigía, ni como padre ni como autoridad máxima en Israel.

1 S 2:29; ¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel?

Entre obedecer los mandatos sagrados de Dios o ser complaciente con sus hijos, Elí optó por lo segundo (Mt 10:37-38). Al no oponerse mediante todos los medios legales a las injusticias cometidas por sus hijos, se hizo cómplice de ellos y acabó participando de los beneficios que injustamente les reportaba su abuso de autoridad, por lo que igual que ellos recibió su merecido castigo.

Mt 10:37-38; El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; 38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.

Además, a diferencia de lo que hacía el rey David y otros ungidos de Jehová, no vemos que Elí consultara a Dios antes de salir a la batalla, por lo cual Israel fue derrotado por los filisteos. Pero viendo lo ocurrido no escarmentaron, sino que otra vez sin consultar la voluntad de Dios, los ancianos decidieron llevar el arca del pacto al campo de batalla para atemorizar y ahuyentar a sus enemigos, pero éstos volvieron a derrotarlos (1 S 4:1-3,10).

1 S 4:1-3,10; ...Por aquel tiempo salió Israel a encontrar en batalla a los filisteos, y acampó junto a Eben- ezer, y los filisteos acamparon en Afec. 2 Y los filisteos presentaron la batalla a Israel; y trabándose el combate, Israel fue vencido delante de los filisteos, los cuales hirieron en la batalla en el campo como a cuatro mil hombres. 3 Cuando volvió el pueblo al campamento, los ancianos de Israel dijeron: ¿Por qué nos ha herido hoy Jehová delante de los filisteos? Traigamos a nosotros de Silo el arca del pacto de Jehová, para que viniendo entre nosotros nos salve de la mano de nuestros enemigos… 10 Pelearon, pues, los filisteos, e Israel fue vencido, y huyeron cada cual a sus tiendas; y fue hecha muy grande mortandad, pues cayeron de Israel treinta mil hombres de a pie.

En resumen, vemos que la falta de visión y liderazgo de Elí acarreó gravísimas consecuencias a todos los niveles, tanto en el ámbito personal y familiar, como para toda la nación de Israel. En lo que respecta a Elí y sus hijos pronto perecieron, y a largo plazo se extinguiría el sacerdocio de su casa (1 R 2:27). Y en cuanto a Israel, fueron derrotados con gran mortandad y humillados por los filisteos al arrebatarles el arca y privarlos de ella hasta que Dios obligó a éstos a devolverla a su lugar en Silo (1 S 4:16-22).

1 R 2:27; Así echó Salomón a Abiatar del sacerdocio de Jehová, para que se cumpliese la palabra de Jehová que había dicho sobre la casa de Elí en Silo.

1 S 4:17-20; Y el mensajero respondió diciendo: Israel huyó delante de los filisteos, y también fue hecha gran mortandad en el pueblo; y también tus dos hijos, Ofni y Finees, fueron muertos, y el arca de Dios ha sido tomada. 18 Y aconteció que cuando él hizo mención del arca de Dios, Elí cayó hacia atrás de la silla al lado de la puerta, y se desnucó y murió; porque era hombre viejo y pesado. Y había juzgado a Israel cuarenta años. 19 Y su nuera la mujer de Finees, que estaba encinta, cercana al alumbramiento, oyendo el rumor que el arca de Dios había sido tomada, y muertos su suegro y su marido, se inclinó y dio a luz; porque le sobrevinieron sus dolores de repente. 20 Y al tiempo que moría, le decían las que estaban junto a ella: No tengas temor, porque has dado a luz un hijo. Mas ella no respondió, ni se dio por entendida.

REFLEXIONES PARA NOSOTROS HOY Y CONCLUSIONES

Hemos visto cómo los hijos de Elí, siendo sacerdotes, no tenían santo temor, sino que eran unos impíos que no conocían a Dios, lo cual resultó evidente por su escandaloso comportamiento. Luego su condición de sacerdotes, en vez de ser para ellos de bendición, fue un agravante de su mala conducta que los hizo merecedores de su maldición y destrucción (Lc 12:47-48).

Lc 12:47-48; Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. 48 Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.

Por eso, así como a Ofni y Finees no le sirvió de nada ser sacerdotes, sino todo lo contrario, tampoco es en sí una garantía de salvación ser hijo de fieles creyentes o de un pastor ejemplar, sin perjuicio de la ventaja que eso supone por las buenas enseñanzas y ejemplo recibidos de tales padres. También se puede asistir regularmente a una congregación cristiana y observar externamente las formalidades requeridas, sin ser verdaderos hijos de Dios. Esas buenas prácticas carecen de valor si antes no hemos nacido de nuevo por la gracia de Dios, arrepintiéndonos sinceramente de nuestros pecados y creyendo genuinamente en Jesucristo como nuestro señor y salvador, ya que las buenas obras por sí mismas no nos salvan, ni el hecho de pertenecer a una familia de creyentes, ni la adscripción y asistencia a una congregación cristiana, ni ninguna otra cosa.

Incidiendo en este orden de cosas, los lugares y cosas sagradas descritas en el A.T., igual que las prácticas formales y simbólicas del N.T., como el bautismo o la santa cena, sin duda son importantes; pero siendo necesarios no son suficientes. A las prácticas ordenadas por Dios y al respeto por los símbolos ha de añadirse una vida piadosa y obediente a Dios en todo.

La profanación o el uso indebido de objetos santos, actuando con desobediencia o falta de temor reverente, pueden volverse en contra del pueblo de Dios, como le sucedió a Israel cuando fue derrotado por los filisteos, a pesar de que portaban el arca del pacto (1 S 4:10-11).

1 S 4:10-11; Pelearon, pues, los filisteos, e Israel fue vencido, y huyeron cada cual a sus tiendas; y fue hecha muy grande mortandad, pues cayeron de Israel treinta mil hombres de a pie. 11 Y el arca de Dios fue tomada, y muertos los dos hijos de Elí, Ofni y Finees.

Otro ejemplo lo tenemos con la serpiente de bronce que, siendo una señal empleada por Dios para salvación por la fe en Cristo, se convirtió en un objeto idolátrico y tuvo que ser destruida por el rey Ezequías (Nm 21:9; 2 R 18:4).

Nm 21:9; Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía.

2 R 18:4; El quitó los lugares altos, y quebró las imágenes, y cortó los símbolos de Asera, e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le quemaban incienso los hijos de Israel; y la llamó Nehustán.

Por otra parte, no debemos ignorar que la desobediencia puede volver ineficaces nuestras oraciones y hacer que resulten inútiles nuestras prácticas religiosas (Is 1:11,13,15-18).

Is 1:11,13,15-18; ¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos... 13 No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes... 15 Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. 16 Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; 17 aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. 18 Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.

En estos pasajes Dios nos habla a todos: hay mensaje para los hijos, para los padres, para los ancianos de la Iglesia, para toda relación en que un principio de autoridad esté presente, para todos los integrantes del cuerpo de Cristo.

El sometimiento a la autoridad es imprescindible (Ro 13:1-2), así como el ejercicio responsable de la misma. En la epístola a los Efesios (desde Ef 5:21-33 hasta Ef 6:9) se exhorta a las esposas a sujetarse a sus maridos y a éstos a amar a sus esposas; a los hijos a obedecer a sus padres y a éstos a criar a sus hijos en disciplina y amonestación de Dios sin provocarlos a ira; a los trabajadores a obedecer a sus empresarios y a éstos a respetar a sus trabajadores; a someternos unos a otros en el temor de Dios; y a someternos todos a la autoridad del Señor.

Ro 13:1-2; Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. 2 De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.

Como vemos en su Palabra, Dios envió profetas y puso atalayas en su pueblo. En la Iglesia la función de velar por el rebaño corresponde a los ancianos, pero en determinadas circunstancias Dios puede poner como atalaya a cualquier otro miembro del cuerpo de Cristo. Es misión del atalaya advertir del peligro; es su responsabilidad hacerlo, porque llegará un día en el que tendrá que dar cuenta a Dios por ello (Jer 6:17; Ez 3:16-19 / Ez 33:7-9).

Jer 6:17; Puse también sobre vosotros atalayas, que dijesen: Escuchad al sonido de la trompeta. Y dijeron ellos: No escucharemos.

Ez 3:17-19 (también Ez 33:7-9); Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. 18 Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. 19 Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma.

Tener que corregir a alguien no suele ser algo fácil de hacer, sino todo lo contrario: nos resulta complicado y desagradable. Sin embargo, cuando vemos que alguien próximo a nosotros, sea un familiar o un hermano en la fe, se desvía del camino correcto, tenemos la obligación moral y la responsabilidad ante Dios de advertirlo del peligro que corre. Por tanto, cuando el Señor nos guíe a amonestar a alguien, no debemos tener miedo a ser rechazados o a que puedan incluso enemistarse con nosotros; si la persona nos escucha podemos hacerle mucho bien (Stg 5:19-20).

Stg 5:19-20; Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, 20 sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.

Ahora bien, no hay que actuar a la ligera. La mayor parte de las veces lo más adecuado es simplemente orar por la persona, pero en casos graves tal vez debamos ponerlo en conocimiento de los ancianos de la Iglesia para que decidan ellos. Además, cuando el asunto a tratar tiene que ver con un conflicto surgido entre nosotros y otra persona que nos ha ofendido, las pautas de actuación se indican claramente en Mt 18:15-17. En todo caso, debemos consultar al Señor y si Él nos muestra que debemos intervenir, tenemos que pedirle sabiduría sobre cómo, dónde y cuándo hacerlo.

Mt 18:15-17; Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. 16 Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. 17 Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.

Que el Señor reparta bendiciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario