23/6/17

Cansancio y reposo


En la Biblia Dios emplea innumerables parábolas y metáforas para enseñarnos. En ellas se refiere a sembrar como actividad de predicar el evangelio (Mt 13:1-9); a la levadura como mala doctrina o como sinónimo de pecado (Mt 16:6; Mt 13:33; 1 Co 5:6-8); a la semilla que primero tiene que morir para resucitar a una nueva vida (1 Co 15_35-37); a las piedras vivas del edificio de la Iglesia (Ef 2:19-22; 1 P 2:4-5); a la condición de miembros del cuerpo del Señor (Ro 12:4-5); a los talentos que Dios nos da (Mt 25:14-30); al labrador (Mt 21:33-41); al obrero (Mt 20:1-16); al mayordomo (Lc 12:42-47); a la puerta, al buen pastor y a las ovejas (Jn 10:1-18); etc.

En 2 Ti 2:3-7 se nos dice: “Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. 4 Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado. 5 Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente. 6 El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero. 7 Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo”.

Las tres figuras anteriores que se aplican a cada creyente (soldado, atleta y labrador), tienen en común la exigencia de sacrificio y esfuerzo, que acarrean fatiga.

Como soldados de Cristo, peleamos la buena batalla de la fe (1 Ti 6:11-12 “Mas tú, oh hombre de Dios... 12 Pelea la buena batalla de la fe...”; 2 Ti 4:7 “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”), ya que estamos inmersos en una terrible guerra espiritual (Ef 6:10-18).

Como atletas, participamos en una gran carrera, que se prolonga a lo largo de toda nuestra vida aquí en la Tierra (tal vez esta metáfora de una carrera simbolice la brevedad de la vida terrenal, la rapidez con la que pasa).

He 12:1 “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante...”

Como labradores en la viña del Señor, hemos de trabajar ardua y pacientemente para producir buen fruto, que es el fruto del Espíritu (Ga 5:16-24).

También son numerosas las referencias a Cristo como el Camino (Jn 14:6), o al camino que todos, tanto creyentes como incrédulos, hemos de recorrer. Podemos andar en los caminos de Dios o en nuestros propios caminos; andar en luz o en tinieblas; andar en el camino que conduce a la vida eterna o en caminos de perdición; caminar por nuestras propias fuerzas o caminar juntamente con Dios para recibir su ayuda (Gn 5:24; Gn 6:9); pero en cualquier caso hay un camino por el que necesariamente debemos transitar.

El descanso definitivo de toda actividad realizada bajo el sol (Ec 2:22-23), nos aguarda al traspasar la meta, una vez hayamos dejado atrás esta vida terrenal. Mientras tanto no nos queda más remedio que luchar, conformándonos con cortos periodos de descanso.

2 Ts 1:6-7 “Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, 7 y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder...”

Ap 14:13 “Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen”.

Cada cierto tiempo necesitamos hacer un alto en el camino para descansar. Dios mismo nos lo enseñó en su Palabra, al descansar después de crear todas las cosas (Gn 2:2-3) o cuando dio a Israel el sábado y demás fiestas solemnes como días de reposo (Lev 23). Así mismo vemos que Jesús, como hombre, también necesitaba descansar (Jn 4:6 “...cansado del camino se sentó junto al pozo”).

La secuencia lógica es que el descanso suceda al trabajo, al esfuerzo. Sin embargo, ¿cuántas veces hemos dicho u oído la expresión de estar cansados de no hacer nada? Pienso que ese tipo de cansancio es un tanto enfermizo. También creo que algo falla en nuestro tiempo de descanso, cuando experimentamos el típico cansancio de los lunes, o cuando nos reincorporamos al trabajo cotidiano tras un periodo de vacaciones.

Multitud de factores pueden afectar negativamente al descanso. Algunos son más difíciles de tratar, como la depresión (reactiva o endógena) o padecer insomnio severo. Pero también pueden darse otros trastornos más leves del sueño que provoquen cansancio, haciendo que ya nos levantemos de la cama con la sensación de estar cansados. Además hay variables como la monotonía, frustración, desmotivación, etc., que pueden aumentar nuestro cansancio.

El cansancio no siempre es meramente físico, a menudo es de índole espiritual, anímico o intelectual, debido a las preocupaciones. En todo caso siempre podemos recurrir a nuestro Señor Jesucristo, el Dios Fuerte (Is 9:6) que nunca duerme ni se cansa (Sal 121), para recobrar nuevas fuerzas y descansar.

Sal 23:1-2 “Jehová es mi pastor; nada me faltará. 2 En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará”.

Mt 11:28-30 “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”.

Is 40:28-31 “¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. 29 El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. 30 Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; 31 pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”.

Podemos cansarnos en lo que no debemos (juergas que se prolongan durante la madrugada hasta que ya no quedan fuerzas, o borracheras seguidas de las típicas resacas que dejan a uno sin fuerzas...).

Is 57:10 “En la multitud de tus caminos te cansaste, pero no dijiste: No hay remedio; hallaste nuevo vigor en tu mano, por tanto, no te desalentaste”.

En contraste con esto la Palabra nos dice en Ga 6:9 queNo nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos”.

Santiago nos habla de personas de “doble ánimo”. (Stg 1:8 “El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos”. Stg 4:8 “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones”). ¿Qué es una persona de doble ánimo? Entiendo que se refiere a una persona inestable, que tan pronto está en la cresta de la ola como se viene abajo.

El cansancio puede ir acompañado en ocasiones de desánimo, sea que aquél viene causado por éste o a la inversa. Pero cuando las dificultades nos asusten, en vez de desanimarnos y echarnos para atrás, debemos recurrir a Dios con confianza. Como cristianos no podemos permitirnos el “lujo” de caer en el desánimo.

Dt 31:6 “Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará”.

Is 41:10 “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”.

Ef 6:10 “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza”.

Fil 4:13 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

Además de contar con la ayuda directa de Dios, la Palabra también nos dice que nos animemos y alentemos unos a otros.

1 Ts 5:11 “Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros...”

1 Ts 5:14 “También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos”.

Abundando en esto, vemos que Dios usa a otras personas, especialmente a otros hermanos, para ayudarnos cuando estamos cansados y tenemos dificultades.

Ex 17:8-13 “Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim. 9 Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano. 10 E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. 11 Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. 12 Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. 13 Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada”.

2 S 21:15-17 “Volvieron los filisteos a hacer la guerra a Israel, y descendió David y sus siervos con él, y pelearon con los filisteos; y David se cansó. 16 E Isbi-benob, uno de los descendientes de los gigantes, cuya lanza pesaba trescientos siclos de bronce, y quien estaba ceñido con una espada nueva, trató de matar a David; 17 mas Abisai hijo de Sarvia llegó en su ayuda, e hirió al filisteo y lo mató. Entonces los hombres de David le juraron, diciendo: Nunca más de aquí en adelante saldrás con nosotros a la batalla, no sea que apagues la lámpara de Israel”.

Necesitamos renovarnos cada día.

2 Co 4:16 “Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día”.

Aunque sea Dios quien nos renueva, por nuestra parte debemos esforzarnos en buscar esa renovación tan necesaria. De ello dan cuenta los siguientes versículos:

Sal 51:10 “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”.

Ro 12:2 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.

Ef 4:23-24 “...renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”.

Col 3:9-10 “No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, 10 y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno...

Resumiendo el tema tratado, Dios nos manda pelear la buena batalla de la fe, la cual exige gran esfuerzo y produce fatiga. Por eso nos invita a venir a Él y obtener reposo para nuestras almas, desde ahora y por toda la eternidad.

He 4:3 “Pero los que hemos creído entramos en el reposo...”

He 4:9-10 “Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. 10 Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas”.

Que el Señor nos bendiga.

1 comentario:

  1. Aunque nuestra salvación la hayamos obtenido gratuitamente y sin esfuerzo, debido a que ya Cristo pagó un altísimo precio por nuestro rescate, trabajar en la viña del Señor requiere esfuerzo, lo cual conlleva cansancio, pero también recompensa. Por eso necesitamos reposar físicamente, así como espiritualmente en el Señor, poniendo nuestras cargas sobre Él.

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