10/5/17

El adversario



Frente a la actitud de algunos creyentes que viven como si Satanás no existiese y la de otros que le echan la culpa de todo, olvidándose de que son responsables de sus actos carnales y las consecuencias que de ellos se derivan, intentaré mantener una posición equilibrada en este estudio. Lo hago con el convencimiento de que ambas actitudes extremas son peligrosas para una vida saludable en el Señor. Dicho esto, doy por supuesto que nuestro pensamiento y nuestra vida tiene que estar centrada en Cristo y no en nuestro principal enemigo, Satanás.
Ante todo hemos de tener claro que la fuente primaria de todo bien, de toda bendición, procede de Dios, ya que:
(Stg 1:17) “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación”.
Dios da por pura gracia, sin que nosotros podamos hacer nada por merecerlo, sin que podamos pagarle o devolverle los favores que nos hace. En cambio el diablo no da nada gratis. Cuando te ofrece algo, en realidad te está engañando, te está tendiendo una trampa, porque el precio que tienes que pagar no puede ser más alto: tu propia vida ahora y por toda la eternidad. Por eso debemos abrir bien los ojos para rechazar, por ejemplo, posibles sanidades o cualquier otra clase de hechos sobrenaturales que no procedan de Dios.
En los versículos que siguen vemos claramente que no es Dios quien causa daño a sus hijos, sino Satanás.
(Job 2:45) “Respondiendo Satanás, dijo a Jehová: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. Pero extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfemia contra ti en tu misma presencia”.
(Job 2:7) “Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza”.
Eso sí, siempre que Él lo permita y hasta donde lo permita.
(Job 1:12) Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová”.
Los hijos de Dios estamos bajo su cobertura y el maligno no puede tocarnos.
(1 Jn 5:18) “Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios lo guarda, y el maligno no lo toca.
Al menos no nos toca sin el permiso de Dios; tiene que pedirle permiso. Cuando Dios autoriza a Satanás a causarnos tribulación es porque necesitamos ser probados, porque a través de las pruebas nos fortalecemos en el Señor; son el medio para crecer y madurar.
(Lc 22:35-36) “Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos”.
(Ap 2:10) “No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”.
Son múltiples las referencias bíblicas sobre el hecho de que Dios nos prueba y de que sus hijos necesitamos ser probados. Él puede probarnos de distintas maneras y aunque en los versículos anteriores utiliza a Satanás para hacerlo, habitualmente emplea otros medios. Mostraré a continuación dos porciones, sólo a modo de ejemplo, ya que hay claras evidencias de esto en muchas partes de la Biblia.
(Dt 8:2) “Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos”.
(1 P 1:6-7) “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”.
Satanás odia al ser humano y trata de destruirlo, causándole todo el mal que puede. Por el contrario Dios nos ama; por eso envió a su Hijo, el Señor Jesucristo, quien vino para deshacer las obras del diablo.
(1 Jn 3:8) “El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.
Hay una diferencia abismal entre las obras de Dios y las del diablo: éste ata, oprime y esclaviza; Dios, en cambio, nos salva y liberta.
(Lc 13:16) “Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esa ligadura en el día de reposo?”.
(Hch 10:37-38) “Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan: cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él”.
Hemos visto muy por encima que Satanás tiene poder (el hombre fuerte), un poder mucho mayor que el del ser humano, un poder que no debemos subestimar pero que, por supuesto, es limitado, ya que es un ser creado por Dios. En los siguientes versículos observamos que ni siquiera hace falta que intervenga Dios directamente para derrotar al diablo, sino que es otro ser creado al servicio de Dios quien lo vence.
(Ap 20:1-2) “Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años.
Está claro que por nuestras propias fuerzas no tendríamos nada que hacer contra un enemigo tan formidable; pero sabemos que, como hijos de Dios, somos más que vencedores en Cristo, quien venció al diablo en la cruz del Calvario ¡Aleluya!
(He 2:14-15) “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, Él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.
En cuanto al poder de Satanás y la forma de enfrentarlo es muy claro Efesios, capítulo 6 (véase Ef 6:10-12 y siguientes). “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. Es evidente que estamos inmersos en una guerra espiritual, en la que tenemos que pelear la buena batalla de la fe.
Satanás es el primer mentiroso desde que Dios creó seres inteligentes; por eso es el padre de mentira.
(Jn 8:44) “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.
Es el engañador por antonomasia.
(Ap 12:9) “Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él”.
(Ap 20:3) “Y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo”.
¡Cuidado con las señales y prodigios mentirosos del enemigo! Pueden tener apariencia de que proceden de Dios y engañar a los incautos. Sus mentiras suelen ser muy sutiles, llegando a disfrazarse como ángel de luz. Por eso debemos probar los espíritus, si son de Dios (1 Jn 4:1).
(2 Co 11:14-15) “Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras”.
(1 Jn 4:1) “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. Aquí debemos tener en cuenta que los “falsos ministros”, así como los falsos profetas no son portavoces de Dios, sino emisarios de Satanás.
Los creyentes en Cristo debemos andar por fe y no por vista. No necesitamos presenciar señales y prodigios sobrenaturales para creer a Dios y confiar en Él. En mi opinión la búsqueda de milagros es síntoma de poca fe o incluso de incredulidad.
(Mt 12:39) “Él respondió y les dijo: la generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás.
Si bien los milagros pueden hacer que alguien con quien el Señor está tratando crea, normalmente no ablandan los corazones endurecidos. Sucedió así con muchos contemporáneos de Jesús que presenciaron sus grandes manifestaciones de poder e igualmente cuando Dios sacó a su pueblo de Egipto, por no citar otros muchos sucesos milagrosos que Dios realizó por medio de servidores suyos. En la mayoría de los casos suelen causar un impacto que se desvanece con el tiempo; impresionan y despiertan admiración, pero no transforman las vidas. Además existe un gran riesgo de ser seducidos y engañados por hechos sobrenaturales producidos por el diablo.
(Jn 20:29) “Jesús le dijo: porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron y creyeron.
(Lc 16:31) “Mas Abraham le dijo: si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.
Se expone a continuación una muestra del poder sobrenatural del enemigo, con el que es capaz de engañar a muchos.
(Ex 7:10-11) “Vinieron, pues, Moisés y Aarón a Faraón, e hicieron como Jehová lo había mandado. Y echó Aarón su vara delante de Faraón y de sus siervos, y se hizo culebra. Entonces llamó también Faraón sabios y hechiceros, e hicieron también lo mismo los hechiceros de Egipto con sus encantamientos”.
(Ex 8:6-7) “Entonces Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron ranas que cubrieron la tierra de Egipto. Y los hechiceros hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron venir ranas sobre la tierra de Egipto”.
(Job 1:16) “Aún estaba éste hablando, cuando vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y los pastores, y los consumió; solamente escapé yo para darte la noticia”.
(Job 1:19) “y un gran viento vino del lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, la cual cayó sobre los jóvenes, y murieron; y solamente escapé yo para darte la noticia”.
(2 Ts 2:8-12) “Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron la verdad, sino que se complacieron en la injusticia”.
(Ap 13:11-14) “Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón. Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada. También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió”.
Pero, a pesar de estar expuestos a tanta mentira, no tenemos excusa, por cuanto estamos bien advertidos contra el engaño del diablo.
(Mt 24:24-25) “Porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes.
(1 Ti 4:1) “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios.
(Dt 13:13) “Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos (naturalmente esto no nos lo van a decir así), que no conociste, y sirvámosles; no darás oído a las palabras de tal profeta, ni a tal soñador de sueños; porque Jehová vuestro Dios os está probando, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma”.
Dios ya ha juzgado y condenado a Satanás, pero hasta que la sentencia se ejecute Satanás sigue actuando y usando su poder, siempre bajo el control de Dios. Vemos que en ocasiones el diablo trata de emular el poder de Dios hasta que Éste dice basta, dejando claro que es el Omnipotente, tal como apreciamos en los siguientes versículos.
(Ex 8:18-19) “Y los hechiceros hicieron así también, para sacar piojos con sus encantamientos; pero no pudieron. Y hubo piojos tanto en los hombres como en las bestias. Entonces los hechiceros dijeron a Faraón: Dedo de Dios es éste. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho”.
Satanás es el adversario, el enemigo, en oposición a Dios, su obra y sus hijos.
(Mt 13:25) “Pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña en el trigo, y se fue”.
(Mt 13:39) “El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son sus ángeles”.
Trata de estorbar la obra de Dios.
(1 Ts 2:18) “...por lo cual quisimos ir a vosotros, yo Pablo ciertamente una y otra vez; pero Satanás nos estorbó.
(Dn 10:13-14) “Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso (recordemos nuestra lucha contra principados de Ef 6:12) durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia. He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días”.
Tenemos que estar siempre preparados, porque Satanás no descansa y está al acecho.
(Ef 6:11) “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.
(1 P 5:8) “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo”.
Este último versículo nos da las principales pautas para vencer al diablo, que consisten en velar y resistirlo, y no desafiarlo temerariamente, como también veremos en los siguientes versículos:
(Stg 4:7) “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.
(Jud 8:9) “No obstante, de la misma manera también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores. Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda.
(Zac 3:1-2) “Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda”.
Es el tentador.
(Gn 3:4-5) “Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”.
(Mt 4:13) “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”.
Llegados a este punto es necesario aclarar que Dios nos prueba, como hemos visto en este estudio, pero nunca nos tienta, como sí hace el diablo.
(Stg 1:13) “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni Él tienta a nadie.
Satanás quita y pone en el corazón de los hombres, si nosotros le dejamos hacer (quita lo bueno y pone lo malo).
(Lc 8:12) “Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven”.
(Jn 13:2) “Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase,...”.
Satanás tiene sus ministros o servidores: un gran ejército, impresionante. No sólo colaboran con él sus ángeles, sino todos aquellos seres humanos que, consciente o inconscientemente se prestan a ello porque han sido engañados. En este sentido, todo el que no colabora con Dios, lo hace con el diablo.
(Jn 8:44) “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer...”.
(Hch 13:8-10) “Pero les resistía Elimas, el mago (pues así se traduce su nombre), procurando apartar de la fe al procónsul. Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos, dijo: ¡Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor?”.
Se puede colaborar en distinto grado, desde actuar simplemente bajo su influencia, hasta hacerlo bajo posesión demoniaca. Mención especial merecen los que colaboran en su obra conscientemente, llegando a vender su alma mediante pactos de sangre.
(Jn 6:70) “Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?”.
(Lc 22:3) “Y entró Satanás en Judas, por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de los doce”.
Incluso un hijo de Dios puede colaborar ocasionalmente con Satanás por ignorancia, descuido o falta de discernimiento.
(Mt 16:23) “Pero Él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”.
En contraste con esto, también Dios puede usar en ocasiones a sus enemigos para castigar al pueblo rebelde, que se ha apartado de Él.
(Is 10:5-7) “Oh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira. Le mandaré contra una nación pérfida, y sobre el pueblo de mi ira le enviaré, para que quite despojos, y arrebate presa, y lo ponga para ser hollado como lodo de las calles. Aunque él no lo pensará así, ni su corazón lo imaginará de esa manera, sino que su pensamiento será desarraigar y cortar naciones no pocas”.
(Hab 1:12-13) “¿No eres tú desde el principio, oh Jehová, Dios mío, Santo mío? No moriremos. Oh Jehová, para juicio lo pusiste; y tú, oh Roca, lo fundaste para castigar. Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio; ¿por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él,...?”.
Como Satanás sabe que ya está condenado, odia a Dios y trata de vengarse en sus criaturas. Debemos cuidarnos de no entrar en su juego para no condenarnos con él.
(Mt 25:41) “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.
Por ahora Satanás aún ejerce de príncipe de este mundo.
(Jn 12:31) “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera”.
(Jn 16:11) “...y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado”.
También es el príncipe de la potestad del aire.
(Ef 2:2) “...en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia”.
Él mora en las regiones celestes y, de momento, aún tiene acceso a la presencia de Dios para acusarnos; pero sabemos que tenemos un fiel y eficaz abogado defensor.
(Job 1:6) “Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás.
(Job 2:1) “Aconteció que otro día vinieron los hijos de Dios para presentarse delante de Jehová, y Satanás vino también entre ellos presentándose delante de Jehová.
(1 Jn 2:1) “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.
Pero esto es sólo cuestión de tiempo, pues sabemos que él ya ha sido vencido, juzgado y condenado. Pronto será expulsado del cielo y luego atado y encadenado para, finalmente, ser echado en el lago de fuego ¡Aleluya!
(Ap 12:7-12) “Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo”.
(Ap 20:10) “Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos”.
Bendiciones en el Señor.



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