Frente
a la actitud de algunos creyentes que viven como si Satanás no
existiese y la de otros que le echan la culpa de todo, olvidándose
de que son responsables de sus actos carnales y las consecuencias que
de ellos se derivan, intentaré mantener una posición equilibrada en
este estudio. Lo hago con el convencimiento de que ambas actitudes
extremas son peligrosas para una vida saludable en el Señor. Dicho
esto, doy por supuesto que nuestro pensamiento y nuestra vida tiene
que estar centrada en Cristo y no en nuestro principal enemigo,
Satanás.
Ante
todo hemos de tener claro que la fuente primaria de todo bien, de
toda bendición, procede de Dios, ya que:
(Stg
1:17) “Toda
buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre
de las luces, en el cual no hay
mudanza, ni sombra de variación”.
Dios
da por pura gracia, sin que nosotros podamos hacer nada por
merecerlo, sin que podamos pagarle o devolverle los favores que nos
hace. En cambio el diablo no da nada gratis. Cuando te ofrece algo,
en realidad te está engañando, te está tendiendo una trampa,
porque el precio que tienes que pagar no puede ser más alto: tu
propia vida ahora y por toda la eternidad. Por eso debemos abrir bien
los ojos para rechazar, por ejemplo, posibles sanidades o cualquier
otra clase de hechos sobrenaturales que no procedan de Dios.
En
los versículos que siguen vemos claramente que no es Dios quien
causa daño a sus hijos, sino Satanás.
(Job
2:45) “Respondiendo Satanás, dijo a Jehová: Piel por piel, todo
lo que el hombre tiene dará por su vida. Pero extiende ahora tu
mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfemia contra ti
en tu misma presencia”.
(Job
2:7) “Entonces salió Satanás
de
la presencia de Jehová, e hirió
a Job con
una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la
cabeza”.
Eso
sí, siempre que Él lo permita y hasta donde lo permita.
(Job
1:12) “Dijo
Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano;
solamente no
pongas tu mano sobre él. Y
salió Satanás de delante de Jehová”.
Los
hijos de Dios estamos bajo su cobertura y el maligno no puede
tocarnos.
(1
Jn 5:18) “Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica
el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios lo guarda, y
el maligno no lo toca”.
Al
menos no nos toca sin el permiso de Dios; tiene que pedirle permiso.
Cuando Dios autoriza a Satanás a causarnos tribulación es porque
necesitamos ser probados, porque a través de las pruebas nos
fortalecemos en el Señor; son el medio para crecer y madurar.
(Lc
22:35-36) “Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí
Satanás os
ha pedido para zarandearos como a trigo;
pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto,
confirma a tus hermanos”.
(Ap
2:10) “No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el
diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis
probados,
y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y
yo te daré la corona de la vida”.
Son
múltiples las referencias bíblicas sobre el hecho de que Dios nos
prueba y de que sus hijos necesitamos ser probados. Él puede
probarnos de distintas maneras y aunque en los versículos anteriores
utiliza a Satanás para hacerlo, habitualmente emplea otros medios.
Mostraré a continuación dos porciones, sólo a modo de ejemplo, ya
que hay claras evidencias de esto en muchas partes de la Biblia.
(Dt
8:2) “Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído
Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte,
para
probarte,
para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no
sus mandamientos”.
(1
P 1:6-7) “En lo cual vosotros os alegráis, aunque
ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser
afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe,
mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba
con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea
manifestado Jesucristo”.
Satanás
odia al ser humano y trata de destruirlo, causándole todo el mal que
puede. Por el contrario Dios nos ama; por eso envió a su Hijo, el
Señor Jesucristo, quien vino para deshacer las obras del diablo.
(1
Jn 3:8) “El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo
peca desde el principio. Para
esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo”.
Hay
una diferencia abismal entre las obras de Dios y las del diablo: éste
ata, oprime y esclaviza; Dios, en cambio, nos salva y liberta.
(Lc
13:16) “Y
a esta hija de Abraham, que Satanás había atado
dieciocho
años, ¿no
se le debía desatar
de
esa ligadura en el día de reposo?”.
(Hch
10:37-38) “Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea,
comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan:
cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús
de Nazaret,
y cómo éste anduvo
haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo,
porque Dios estaba con Él”.
Hemos
visto muy por encima que Satanás tiene poder (el hombre fuerte), un
poder mucho mayor que el del ser humano, un poder que no debemos
subestimar pero que, por supuesto, es limitado, ya que es un ser
creado por Dios. En los siguientes versículos observamos que ni
siquiera hace falta que intervenga Dios directamente para derrotar al
diablo, sino que es otro ser creado al servicio de Dios quien lo
vence.
(Ap
20:1-2) “Vi a un
ángel que
descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en
la mano. Y prendió
al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo
ató por mil años”.
Está
claro que por nuestras propias fuerzas no tendríamos nada que hacer
contra un enemigo tan formidable; pero sabemos que, como hijos de
Dios, somos más que vencedores en Cristo, quien venció al diablo en
la cruz del Calvario ¡Aleluya!
(He
2:14-15) “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y
sangre, Él también participó de lo mismo, para
destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la
muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de
la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre”.
En
cuanto al poder de Satanás y la forma de enfrentarlo es muy claro
Efesios, capítulo 6 (véase
Ef 6:10-12 y siguientes). “Por lo demás, hermanos míos,
fortaleceos
en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la
armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas
del diablo.
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra
principados, contra potestades, contra los gobernadores de las
tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las
regiones celestes”. Es
evidente que estamos inmersos en una guerra espiritual, en la que
tenemos que pelear la buena batalla de la fe.
Satanás
es el primer mentiroso desde que Dios creó seres inteligentes; por
eso es el padre de mentira.
(Jn
8:44) “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de
vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el
principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no
hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es
mentiroso, y padre de mentira”.
Es
el engañador por antonomasia.
(Ap
12:9) “Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua,
que se llama diablo y Satanás,
el cual engaña
al mundo entero;
fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él”.
(Ap
20:3) “Y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre
él, para
que no engañase más a las naciones,
hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser
desatado por un poco de tiempo”.
¡Cuidado
con las señales y prodigios mentirosos del enemigo! Pueden tener
apariencia de que proceden de Dios y engañar a los incautos. Sus
mentiras suelen ser muy sutiles, llegando a disfrazarse como ángel
de luz. Por eso debemos probar los espíritus, si son de Dios (1
Jn 4:1).
(2
Co 11:14-15) “Y no es maravilla, porque el
mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.
Así que, no es extraño si también
sus ministros se disfrazan como ministros de justicia;
cuyo fin será conforme a sus obras”.
(1
Jn 4:1) “Amados, no
creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus
si
son de Dios; porque muchos
falsos profetas han salido por el mundo”.
Aquí
debemos tener en cuenta que los “falsos ministros”, así como los
falsos profetas no son portavoces de Dios, sino emisarios de Satanás.
Los
creyentes en Cristo debemos andar por fe y no por vista. No
necesitamos presenciar señales y prodigios sobrenaturales para creer
a Dios y confiar en Él. En mi opinión la búsqueda de milagros es
síntoma de poca fe o incluso de incredulidad.
(Mt
12:39) “Él respondió y les dijo: la
generación mala y adúltera demanda señal;
pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás.
Si
bien los milagros pueden hacer que alguien con quien el Señor está
tratando crea, normalmente no ablandan los corazones endurecidos.
Sucedió así con muchos contemporáneos de Jesús que presenciaron
sus grandes manifestaciones de poder e igualmente cuando Dios sacó a
su pueblo de Egipto, por no citar otros muchos sucesos milagrosos que
Dios realizó por medio de servidores suyos. En la mayoría de los
casos suelen causar un impacto que se desvanece con el tiempo;
impresionan y despiertan admiración, pero no transforman las vidas.
Además
existe un gran riesgo de ser seducidos y engañados por hechos
sobrenaturales producidos por el diablo.
(Jn
20:29) “Jesús le dijo: porque me has visto, Tomás, creíste;
bienaventurados
los que no vieron y creyeron”.
(Lc
16:31) “Mas Abraham le dijo: si
no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque
alguno se levantare de los muertos”.
Se
expone a continuación una muestra del poder sobrenatural del
enemigo, con el que es capaz de engañar a muchos.
(Ex
7:10-11) “Vinieron, pues, Moisés y Aarón a Faraón, e hicieron
como Jehová lo había mandado. Y echó Aarón su vara delante de
Faraón y de sus siervos, y se hizo culebra. Entonces
llamó también Faraón sabios y hechiceros, e hicieron también lo
mismo los hechiceros de Egipto con sus encantamientos”.
(Ex
8:6-7) “Entonces Aarón extendió su mano sobre las aguas de
Egipto, y subieron ranas que cubrieron la tierra de Egipto. Y
los hechiceros hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron
venir ranas sobre la tierra de Egipto”.
(Job
1:16) “Aún estaba éste hablando, cuando vino otro que dijo: Fuego
de Dios cayó del cielo,
que quemó las ovejas y los pastores, y los consumió; solamente
escapé yo para darte la noticia”.
(Job
1:19) “y un
gran viento vino del lado del desierto
y
azotó las cuatro esquinas de la casa, la cual cayó sobre los
jóvenes, y murieron; y solamente escapé yo para darte la noticia”.
(2
Ts 2:8-12) “Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el
Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el
resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de
Satanás, con
gran poder y señales y prodigios mentirosos,
y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto
no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les
envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que
sean condenados todos los que no creyeron la verdad, sino que se
complacieron en la injusticia”.
(Ap
13:11-14) “Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía
dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón.
Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella,
y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera
bestia, cuya herida mortal fue sanada. También
hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del
cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores
de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en
presencia de la bestia,
mandando
a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que
tiene la herida de espada, y vivió”.
Pero,
a pesar de estar expuestos a tanta mentira, no tenemos excusa, por
cuanto estamos bien advertidos contra el engaño del diablo.
(Mt
24:24-25) “Porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas,
y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán,
si fuere posible, aun a los escogidos. Ya
os lo he dicho antes”.
(1
Ti 4:1) “Pero el Espíritu dice claramente que en
los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a
espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”.
(Dt
13:13) “Cuando
se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te
anunciare señal o prodigios, y si se cumpliere la señal o prodigio
que él te anunció, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos
(naturalmente
esto no nos lo van a decir así),
que no
conociste, y sirvámosles; no darás oído a las palabras de tal
profeta,
ni a tal soñador de sueños; porque Jehová vuestro Dios os está
probando, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con todo
vuestro corazón, y con toda vuestra alma”.
Dios
ya ha juzgado y condenado a Satanás, pero hasta que la sentencia se
ejecute Satanás sigue actuando y usando su poder, siempre bajo el
control de Dios. Vemos que en ocasiones el diablo trata de emular el
poder de Dios hasta que Éste dice basta, dejando claro que es el
Omnipotente, tal como apreciamos en los siguientes versículos.
(Ex
8:18-19) “Y los hechiceros hicieron así también, para sacar
piojos con sus encantamientos; pero
no pudieron. Y
hubo piojos tanto en los hombres como en las bestias. Entonces
los hechiceros dijeron a Faraón: Dedo de Dios es éste.
Mas el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como
Jehová lo había dicho”.
Satanás
es el adversario, el enemigo, en oposición a Dios, su obra y sus
hijos.
(Mt
13:25) “Pero mientras dormían los hombres, vino su
enemigo y
sembró cizaña en el trigo, y se fue”.
(Mt
13:39) “El
enemigo que
la sembró es
el diablo;
la siega es el fin del siglo; y los segadores son sus ángeles”.
Trata
de estorbar la obra de Dios.
(1
Ts 2:18) “...por lo cual quisimos ir a vosotros, yo Pablo
ciertamente una y otra vez; pero Satanás
nos estorbó”.
(Dn
10:13-14) “Mas
el príncipe del reino de Persia se me opuso
(recordemos
nuestra lucha contra principados de Ef 6:12)
durante
veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales
príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de
Persia. He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo
en los postreros días; porque la visión es para esos días”.
Tenemos
que estar siempre preparados, porque Satanás no descansa y está al
acecho.
(Ef
6:11) “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar
firmes contra las
asechanzas del diablo”.
(1
P 5:8) “Sed
sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león
rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid
firmes en la fe,
sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros
hermanos en todo el mundo”.
Este
último versículo nos da las principales pautas para vencer al
diablo, que consisten en velar y resistirlo, y no desafiarlo
temerariamente, como también veremos en los siguientes versículos:
(Stg
4:7) “Someteos,
pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros”.
(Jud
8:9) “No obstante, de la misma manera también estos soñadores
mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las
potestades superiores. Pero cuando el
arcángel Miguel
contendía
con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no
se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que
dijo: El Señor te reprenda”.
(Zac
3:1-2) “Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante
del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para
acusarle. Y dijo Jehová a Satanás: Jehová
te reprenda, oh Satanás;
Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda”.
Es
el tentador.
(Gn
3:4-5) “Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino
que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos
vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”.
(Mt
4:13) “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto,
para ser
tentado por el diablo.
Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo
hambre. Y vino el
tentador,
y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan
en pan”.
Llegados
a este punto es necesario aclarar que Dios nos prueba, como hemos
visto en este estudio, pero nunca nos tienta, como sí hace el
diablo.
(Stg
1:13) “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de
Dios; porque Dios
no puede ser tentado por el mal, ni Él tienta a nadie”.
Satanás
quita y pone en el corazón de los hombres, si nosotros le dejamos
hacer (quita lo bueno y pone lo malo).
(Lc
8:12) “Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el
diablo y
quita de su
corazón la
palabra, para que no crean y se salven”.
(Jn
13:2) “Y cuando cenaban, como el
diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote,
hijo de Simón, que le entregase,...”.
Satanás
tiene sus ministros o servidores: un gran ejército, impresionante.
No sólo colaboran con él sus ángeles, sino todos aquellos seres
humanos que, consciente o inconscientemente se prestan a ello porque
han sido engañados. En este sentido, todo el que no colabora con
Dios, lo hace con el diablo.
(Jn
8:44) “Vosotros sois
de vuestro padre el diablo,
y los deseos de vuestro padre queréis hacer...”.
(Hch
13:8-10) “Pero les resistía Elimas, el mago (pues así se traduce
su nombre), procurando apartar de la fe al procónsul. Entonces
Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en
él los ojos, dijo: ¡Oh,
lleno
de todo engaño y de toda maldad,
hijo
del diablo,
enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos
rectos del Señor?”.
Se
puede colaborar en distinto grado, desde actuar simplemente bajo su
influencia, hasta hacerlo bajo posesión demoniaca. Mención especial
merecen los que colaboran en su obra conscientemente, llegando a
vender su alma mediante pactos de sangre.
(Jn
6:70) “Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los
doce, y uno de vosotros es diablo?”.
(Lc
22:3) “Y entró
Satanás en Judas,
por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de los doce”.
Incluso
un hijo de Dios puede colaborar ocasionalmente con Satanás por
ignorancia, descuido o falta de discernimiento.
(Mt
16:23) “Pero Él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate
de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo,
porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los
hombres”.
En
contraste con esto, también Dios puede usar en ocasiones a sus
enemigos para castigar al pueblo rebelde, que se ha apartado de Él.
(Is
10:5-7) “Oh Asiria,
vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira.
Le mandaré contra una nación pérfida, y sobre el pueblo de mi ira
le enviaré, para que quite despojos, y arrebate presa, y lo ponga
para ser hollado como lodo de las calles. Aunque él no lo pensará
así, ni su corazón lo imaginará de esa manera, sino que su
pensamiento será desarraigar y cortar naciones no pocas”.
(Hab
1:12-13) “¿No eres tú desde el principio, oh Jehová, Dios mío,
Santo mío? No moriremos. Oh Jehová, para
juicio lo pusiste; y tú, oh Roca, lo fundaste para castigar.
Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio;
¿por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el
impío al más justo que él,...?”.
Como
Satanás sabe que ya está condenado, odia a Dios y trata de vengarse
en sus criaturas. Debemos cuidarnos de no entrar en su juego para no
condenarnos con él.
(Mt
25:41) “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos
de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus
ángeles”.
Por
ahora Satanás aún ejerce de príncipe de este mundo.
(Jn
12:31) “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el
príncipe de este mundo
será
echado fuera”.
(Jn
16:11) “...y de juicio, por cuanto el
príncipe de este mundo
ha
sido ya juzgado”.
También
es el príncipe de la potestad del aire.
(Ef
2:2) “...en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la
corriente de este mundo, conforme al príncipe
de la potestad del aire,
el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia”.
Él
mora en las regiones celestes y, de momento, aún tiene acceso a la
presencia de Dios para acusarnos; pero sabemos que tenemos un fiel y
eficaz abogado defensor.
(Job
1:6) “Un día vinieron
a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales
vino también Satanás”.
(Job
2:1) “Aconteció que otro día vinieron los hijos de Dios para
presentarse delante de Jehová, y Satanás
vino también entre ellos presentándose delante de Jehová”.
(1
Jn 2:1) “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis;
y si alguno hubiere pecado, abogado
tenemos para
con el Padre, a Jesucristo
el justo”.
Pero
esto es sólo cuestión de tiempo, pues sabemos que él ya ha sido
vencido, juzgado y condenado. Pronto será expulsado del cielo y
luego atado y encadenado para, finalmente, ser echado en el lago de
fuego ¡Aleluya!
(Ap
12:7-12) “Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus
ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus
ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en
el cielo. Y
fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama
diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la
tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.
Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la
salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de
su Cristo; porque ha
sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los
acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido
por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de
ellos,
y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Por lo cual alegraos,
cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la
tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran
ira, sabiendo que tiene poco tiempo”.
(Ap
20:10) “Y
el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre,
donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día
y noche por los siglos de los siglos”.
Bendiciones
en el Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario