INTRODUCCIÓN
El
mundo puede dividirse, a grandes rasgos, en tres reinos: animal,
vegetal y mineral. Para poder subsistir, el reino vegetal necesita al
reino mineral y, a su vez, el reino animal necesita a los otros dos.
Por eso Dios, además de crear la materia orgánica e inorgánica, la
energía, el movimiento y las leyes que rigen el universo, en su
infinita sabiduría creó también un medio ambiente adecuado para
albergar todo tipo de vida; es decir, creó la atmósfera, la tierra,
mares y ríos, etc. A partir de ahí se generó la hierba y las
plantas, luego los animales dotados de alma y finalmente el ser
humano, compuesto de cuerpo, alma y espíritu, el cual fue hecho por
Dios a su imagen y semejanza.
Las
plantas del campo en general son muy numerosas y diversas: desde las
simples hierbas hasta los grandes árboles, pasando por las
hortalizas, matas y arbustos, con sus respectivos frutos y semillas.
En este estudio reflexionaremos sobre muchas de las menciones que se
hacen en la Biblia acerca del reino vegetal, especialmente acerca de
los árboles.
Es
innegable que los árboles desempeñan un papel muy importante en la
vida, interactuando en perfecta simbiosis con la luz del sol, el
aire, el agua y la tierra. Entre otros beneficios desprenden oxígeno,
combaten la erosión, abonan el suelo al reciclar sus desechos, dan
cobijo a muchas especies animales, proporcionan alimento, madera o
leña... En definitiva, facilitan y hacen más agradable la vida en
este planeta.
Gn
1:11; Después dijo Dios: produzca la tierra hierba verde,
hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su
género, que su semilla esté en él, sobre la tierra.
Y fue así.
¿Qué
pasaría si desaparecieran las plantas y árboles del campo, así
como los cultivos? Que la tierra estaría de luto y se extinguiría
el gozo de los hijos de los hombres, como lo expresa magníficamente
el siguiente texto:
Jl
1:10-12; El campo está asolado, se enlutó la tierra;
porque el trigo fue destruido, se secó
el
mosto, se perdió el aceite. 11 Confundíos, labradores; gemid,
viñeros, por el trigo y la cebada, porque se perdió la mies del
campo. 12 La vid está seca, y pereció la higuera; el
granado también, la palmera y el manzano; todos los árboles del
campo se secaron, por lo cual se extinguió el gozo de los hijos de
los hombres.
LOS
ÁRBOLES EN EL EDÉN Y EN LA NUEVA JERUSALÉN
No
es una casualidad que en las tres épocas más esplendorosas de la
historia de la humanidad, es decir, en el huerto de Edén (Gn
2:9), durante el reinado de
Cristo en la tierra (Ez 47:12),
y en la nueva Jerusalén (Ap 2:7; Ap 22:2,14),
se nos hable de extraordinarios árboles que, además de ser
estéticamente bellos, producen frutos comestibles y hojas
medicinales. El hecho de que los árboles se mencionen a lo largo de
toda la Biblia, pone de manifiesto su importancia. Sin embargo el
vínculo más especial entre el hombre y los árboles es el que
existió al principio en Edén y el que habrá al final en la nueva
Jerusalén.
Gn
2:9; Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol
delicioso a la vista, y bueno para comer;
también el árbol de vida en medio del huerto, y el
árbol de la ciencia del bien y del mal.
Ez
47:12; Y junto al río, en la ribera, a uno y otro lado, crecerá
toda clase de árboles frutales; sus hojas nunca caerán, ni faltará
su fruto. A su tiempo madurará, porque sus aguas salen del
santuario; y su fruto será para comer, y su hoja para
medicina.
Ap
2:7; El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las
iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de
la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.
Ap
22:2,14; En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro
lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos,
dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad
de las naciones.
14
Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho
al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la
ciudad.
Podemos
observar en Gn 2:9 que
entre todos los árboles espléndidos del paraíso hay dos en medio
de ellos de carácter especial: el árbol de la vida y el árbol de
la ciencia del bien y del mal. Éstos, trascendiendo su esencia de
meros árboles, se nos presentan en la Biblia con un significado
simbólico.
El
árbol de la vida representa al autor de la vida, que no es otro que
Dios, en sus diferentes manifestaciones como Padre, Hijo y Espíritu
Santo. De manera singular representa al Hijo de Dios, que a su tiempo
fue manifestado en carne en la persona del Señor Jesucristo. Comer
del árbol de la vida es vivir en total dependencia del Creador,
quien nos protege del mal y asegura todo sustento y bendición a su
lado.
Por
el contrario, el árbol de la ciencia del bien y del mal representa
la independencia del hombre de aquél que da y sustenta la vida. Por
eso comer de este árbol conduce a la
muerte del hombre, que consiste en estar separados de Dios.
Comer de este árbol equivale a dejar de confiar en la Verdad, en el
único merecedor de toda confianza, para confiar en nosotros mismos,
lo cual es una grave ofensa a la santidad de Dios. Conlleva también
otras muchas cosas, como: ser desagradecidos; ser orgullos y
rebeldes; querer rivalizar con Dios; desafiar su soberanía; aliarse
con el enemigo en contra de Dios; creer la mentira de Satanás y no
la verdad de Dios; dejar de caminar con Dios para andar en sus
propios caminos de perdición; etc.
Gn
2:16-17; Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo:
De todo árbol del huerto podrás comer;
17 mas del árbol de la ciencia del bien
y del mal no comerás; porque el día que
de él comieres, ciertamente morirás.
Gn
3:1-6; Pero la serpiente era astuta, más que todos los
animales del campo que Jehová Dios había hecho; la
cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No
comáis de todo árbol del huerto? 2 Y la
mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto
podemos comer; 3 pero del fruto del árbol que está en
medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis,
para que no muráis. 4 Entonces la
serpiente dijo a la mujer: No moriréis; 5 sino que sabe Dios que el
día que comáis de él, serán abiertos
vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el
bien y el mal. 6 Y vio la mujer que el árbol
era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol
codiciable para alcanzar la sabiduría;
y tomó de su fruto, y comió; y dio también a
su marido, el cual comió así como ella.
A
partir de ese acto inicial de rebeldía, el ser humano pasó de tener
un conocimiento provisto por Dios a tener su propio conocimiento, de
ser inocente y puro a estar contaminado de maldad. Al optar por
dirigir su vida al margen de Dios, basándose en su propio
conocimiento y la influencia del diablo, se echó a perder. Cambió
la auténtica sabiduría, que se fundamenta en el santo temor del
Señor (Pr 9:10; Stg 3:17)
por la falsa sabiduría que le prometió la serpiente (1 Co
3:18-20; Stg 3:15). Por tanto,
fue destituido de la gloria de Dios, pasando de una vida plena y
feliz a un estado de esclavitud y muerte.
Gn
3:22; Y dijo Jehová Dios: he aquí el hombre
es como uno de nosotros, sabiendo el bien
y el mal; ahora, pues, que no alargue su
mano, y tome también del árbol de la vida, y coma,
y viva para siempre.
Pr
9:10 El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el
conocimiento del Santísimo es la inteligencia.
Stg
3:17; Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura,
después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de
buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.
1
Co 3:18-20; Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se
cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser
sabio. 19 Porque la sabiduría de este mundo es insensatez
para con Dios; pues escrito está: El prende a los sabios en la
astucia de ellos. 20 Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de
los sabios, que son vanos.
Stg 3:15; porque esta sabiduría no es la que desciende de
lo alto, sino terrenal, animal, diabólica.
ÁRBOLES
COMO SÍMBOLOS DE PERSONAS
De
lo expuesto hasta ahora ya se desprende que, más allá del sentido
literal, lo que nos interesa de los árboles es su significado
simbólico, representando en muchos casos personas, así como a
Israel e incluso al Mesías.
PERSONAJES
SINGULARES REPRESENTADOS POR ÁRBOLES
Jue
9:14-15; Dijeron entonces todos los árboles a la zarza:
Anda tú, reina sobre nosotros. 15 Y la zarza respondió a los
árboles: Si en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid,
abrigaos bajo de mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza y devore
a los cedros del Líbano.
La
anterior porción de Jueces es un claro ejemplo de árboles que se
refieren a personas. Aquí los moradores de Siquem están
representados por los árboles en general y Abimelec por la zarza.
Estos versículos fueron pronunciados por Jotam, el único
superviviente de los 70 hijos de Gedeón, contra el asesino de sus
hermanos, Abimelec. Éste murió durante un asedio, después de haber
arrasado a sangre y fuego a los que se habían sublevado contra él,
cumpliéndose así la maldición proferida por Jotam contra Abimelec
y los habitantes de Siquem (Jue 9:56-57).
USO
ANTROPOMÓRFICO DE LOS ÁRBOLES
1
Cr 16:31-33; Alégrense los cielos, y gócese la tierra, y digan en
las naciones: Jehová reina. 32 Resuene el mar, y su plenitud;
alégrese el campo, y todo lo que contiene. 33 Entonces
cantarán los árboles de los bosques delante de Jehová, porque
viene a juzgar la tierra.
Is
55:10-13; Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y
no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y
producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, 11 así
será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino
que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la
envié. 12 Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos;
los montes y los collados levantarán canción delante de
vosotros, y todos los árboles del campo darán
palmadas de aplauso. 13 En lugar de la zarza crecerá
ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán; y será a Jehová
por nombre, por señal eterna que nunca será raída.
La
Biblia no sólo utiliza árboles en representación de personas, sino
que también les atribuye cualidades humanas. Así vemos que los
árboles se alegran, cantan, aplauden, etc. De alguna manera son
testigos y se gozan, junto con los cielos, la tierra y el mar, de que
Jehová, es decir Cristo, sea el rey y juez del universo. También
participan, junto con los montes y collados de la alegría y paz que
experimentan los que llevan la palabra de Dios ¡Qué maravilla!
CUALIDADES
PERSONALES COMPARADAS CON ÁRBOLES
Jue
9:8-15; Fueron una vez los árboles a elegir rey sobre sí,
y dijeron al olivo: Reina sobre
nosotros. 9 Mas el olivo respondió: ¿He de dejar mi aceite, con el
cual en mí se honra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande
sobre los árboles? 10 Y dijeron los árboles a
la higuera: Anda tú, reina sobre nosotros. 11 Y
respondió la higuera: ¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto, para
ir a ser grande sobre los árboles? 12 Dijeron luego los
árboles a la vid: Pues ven tú,
reina sobre nosotros. 13 Y la vid les respondió: ¿He de dejar mi
mosto, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre
los árboles? 14 Dijeron entonces todos los árboles a
la zarza: Anda tú, reina sobre nosotros. 15 Y la
zarza respondió a los árboles: Si en verdad me elegís por rey
sobre vosotros, venid, abrigaos bajo de mi sombra; y si no, salga
fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano.
Merece
la pena destacar que los diferentes tipos de árboles empleados no se
eligen al azar en la Biblia, sino en consonancia con las cualidades y
funciones de las personas que representan. Esto tiene que ver con los
dones y talentos que Dios reparte a los hombres, pero también con el
servicio y con las obras o frutos de las personas. En los anteriores
versículos notamos que mientras el olivo, la higuera y la vid
(árboles representativos de Israel) son de utilidad para la sociedad
por sus buenos frutos, la zarza es perjudicial y molesta y su fruto
no es apreciado. Lo triste en este caso es que todos los árboles,
incluso los más nobles, se sometieron voluntariamente a la zarza
(Abimelec, como hemos visto) para su propia desgracia.
En
el siguiente pasaje Joás,
rey de Israel, se compara a sí
mismo con un cedro y al rey de Judá, Amasías, lo compara con un
cardo. Usa dichas metáforas para tratar de disuadir a Amasías de
que, como cardo que puede ser pisoteado fácilmente por las fieras,
no se atreva a hacerle la guerra a él, que es grande y fuerte como
un cedro. A pesar de esta advertencia Amasías se enfrentó a Israel,
con el resultado de ser capturado y su ejército derrotado (2
R 14:7-14).
2
R 14:9-10 (2 Cr 25:18); Y Joás rey de Israel envió a Amasías rey
de Judá esta respuesta: El cardo que
está en el Líbano envió a decir al cedro
que está en el Líbano: Da tu hija por mujer a mi hijo. Y
pasaron las fieras que están en el Líbano, y hollaron el cardo. 10
Ciertamente has derrotado a Edom, y tu corazón se ha envanecido;
gloríate pues, mas quédate en tu casa. ¿Para qué te metes en un
mal, para que caigas tú y Judá contigo?
PLANTACIÓN
Y CRECIMIENTO DE PERSONAS
Sal
1:1-3; Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni
estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha
sentado; 2 sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su
ley medita de día y de noche. 3 Será como árbol plantado
junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja
no cae; y todo lo que hace, prosperará.
Las
personas que meditan y se deleitan en la Palabra de Dios, apartándose
del mal, son dichosas y prosperarán como un árbol plantado junto a
las aguas, que conservan sus hojas y a su tiempo dan su fruto.
Jer
17:5-8; Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el
hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová.
6 Será como la retama en el desierto, y no verá cuando
viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en
tierra despoblada y deshabitada. 7 Bendito el varón que
confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. 8 Porque
será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la
corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino
que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará,
ni dejará de dar fruto.
Asimismo
las personas que ponen su confianza en el hombre y su corazón se
aparta de Jehová, sufren maldición y se quedan secas e
improductivas como la retama en el desierto. En cambio los que
confían en el Señor son bendecidos con toda bendición celestial:
de su interior corren ríos de agua viva que los renuevan
constantemente y hacen que produzcan los frutos del Espíritu, de
modo semejante a los árboles plantados en la rivera de un río.
De
modo similar e igualmente bello se expresa el Salmo 92 respecto a los
justos; es decir, a los que son justificados por y en Cristo.
Sal
92:12-15; El justo florecerá como la palmera; crecerá
como cedro en el Líbano.
13
Plantados en la casa de Jehová, en los atrios de nuestro Dios
florecerán. 14 Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y
verdes, 15 para anunciar que Jehová mi fortaleza es
recto, y que en él no hay injusticia.
LOS
FRUTOS DE LAS PERSONAS
Mt
7:15-20 (Lc 6:43-44); Guardaos
de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas,
pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos
los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de
los abrojos? 17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el
árbol malo da frutos malos. 18 No puede el buen árbol dar malos
frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. 19 Todo árbol
que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. 20 Así que,
por sus frutos los conoceréis.
Vemos
que el valor de los árboles reside en sus frutos, de modo que según
sean sus frutos así será la calidad del árbol. Lo mismo ocurre con
las personas; no hay que fiarse de las apariencias sino de los hechos
o de las palabras acompañadas de hechos. La porción seleccionada de
Mateo capítulo 7 nos da a entender que las personas que no dan
buenos frutos serán cortadas y echadas en el fuego, como ocurre con
los árboles ¿Quiere esto decir que la salvación es por obras y no
por fe? No en absoluto, pero una fe genuina produce necesariamente
buen fruto.
La
siguiente parábola creo que puede aplicarse a Israel, pero también
a cada creyente individualmente. Nos habla de un Dios paciente y
misericordioso, el cual no quiere que nadie se pierda, sino que todos
procedan al arrepentimiento (2 P 3:9).
Pero también es juez justo, por lo que cuando seamos llamados a
juicio, si no hemos producido frutos dignos de arrepentimiento,
seremos cortados. Jesucristo, el viñador, ha conseguido para
nosotros un tiempo de gracia, en el que nos garantiza que daremos
buen fruto, si tan sólo permitimos que entre en nuestro corazón y
dirija nuestras vidas.
Lc
13:6-9; Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una
higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo
halló. 7 Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a
buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué
inutiliza también la tierra? 8 El entonces, respondiendo, le dijo:
Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de
ella, y la abone. 9 Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás
después.
ARRAIGO
Y DESARRAIGO DE LAS PERSONAS
Jud
12; Estos son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente
con vosotros se apacientan a sí mismos; nubes sin agua, llevadas de
acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin
fruto, dos veces muertos y desarraigados.
En
la epístola de Judas se alude a los falsos maestros, comparándolos
con los árboles en otoño que carecen de fruto. Además se dice de
ellos que están muertos y desarraigados, como les ocurre a los
árboles que son cortados y separados de sus raíces. A mi entender,
dicha expresión indica que tras la primera muerte, que todos
padecemos a causa del primer Adán, ellos renacen con Cristo (Jn
3:3-6), pero luego se
apartan y mueren de nuevo con la segunda muerte. Durante la estancia
del hombre en la Tierra la muerte es espiritual, mas será completa
cuando se haya consumado en el lago de fuego por toda la eternidad.
Por definición, nada puede ser desarraigado sin haber echado antes
raíces. Sé que esta interpretación puede generar controversia,
pero entiendo que el capítulo dos de 2 Pedro, entre otros muchos
textos, avala mi conclusión, especialmente desde el versículo 15
hasta el final. El mismo Jesús que invita a todos sin excepción a
ir a Él (Mt 11:28) también
llama a permanecer (Jn 15:4-7), pero
ni todos los que oyen van ni todos los que van permanecen, aunque
pueden hacerlo.
Col
2:6-7; Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor
Jesucristo, andad en él; 7 arraigados y sobreedificados en
él, y confirmados en la fe, así como habéis sido
enseñados, abundando en acciones de gracias.
A
MAYOR ENALTECIMIENTO MAYOR SERÁ LA CAÍDA CUAL GRAN ÁRBOL
Dn
4:10-16; Estas fueron las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi
cama: Me parecía ver en medio de la tierra un árbol, cuya
altura era grande. 11 Crecía este árbol, y se hacía fuerte, y su
copa llegaba hasta el cielo, y se le alcanzaba a ver desde todos los
confines de la tierra. 12 Su follaje era hermoso y su fruto
abundante, y había en él alimento para todos. Debajo de él se
ponían a la sombra las bestias del campo, y en sus ramas hacían
morada las aves del cielo, y se mantenía de él toda carne.
13 Vi en las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama, que he
aquí un vigilante y santo descendía del cielo. 14 Y clamaba
fuertemente y decía así: Derribad el árbol, y cortad sus
ramas, quitadle el follaje, y dispersad su fruto; váyanse las
bestias que están debajo de él, y las aves de sus ramas. 15 Mas la
cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y
de bronce entre la hierba del campo; sea mojado con el rocío del
cielo, y con las bestias sea su parte entre la hierba de la tierra.
16 Su corazón de hombre sea cambiado, y le sea dado corazón de
bestia, y pasen sobre él siete tiempos.
El
gran árbol que hemos visto, representa a Nabucodonosor. Aquí se
describe lo que le aconteció a éste cuando, por su orgullo, Dios lo
despojó de su reino y lo hizo vivir deshumanizado entre las bestias
del campo como una de ellas, hasta que al cabo de 7 años se humilló
delante de Dios, reconociendo que Él es el único que tiene poder
para quitar y poner reyes. Sólo entonces Dios le devolvió su
condición humana y el reino.
Ez
31:2-18; Hijo de hombre, di a Faraón rey de Egipto, y a su pueblo:
¿A quién te comparaste en tu grandeza? 3 He aquí era el
asirio cedro en el Líbano, de hermosas ramas, de frondoso ramaje y
de grande altura, y su copa estaba entre densas ramas. 4 Las aguas lo
hicieron crecer, lo encumbró el abismo; sus ríos corrían alrededor
de su pie, y a todos los árboles del campo enviaba sus corrientes. 5
Por tanto, se encumbró su altura sobre todos los
árboles del campo,
y se multiplicaron sus ramas, y a causa de las muchas aguas se alargó
su ramaje que había echado. 6 En sus ramas hacían nido todas las
aves del cielo, y debajo de su ramaje parían todas las bestias del
campo, y a su sombra habitaban muchas naciones.
7 Se hizo, pues, hermoso en su grandeza con la extensión de sus
ramas; porque su raíz estaba junto a muchas aguas. 8 Los
cedros no lo
cubrieron en el huerto de Dios; las hayas
no fueron semejantes a sus ramas, ni los
castaños fueron
semejantes a su ramaje; ningún árbol en el
huerto de Dios fue semejante a él en su hermosura.
9 Lo hice hermoso con la multitud de sus ramas; y todos los árboles
del Edén, que estaban en el huerto de Dios, tuvieron de él envidia.
10 Por tanto, así dijo Jehová el Señor: Ya que por ser encumbrado
en altura, y haber levantado su cumbre entre densas ramas, su corazón
se elevó con su altura, 11 yo lo entregaré
en manos del poderoso de las naciones,
que de cierto le tratará según su maldad. Yo lo he desechado.
12 Y lo destruirán extranjeros, los poderosos de las naciones, y lo
derribarán; sus ramas caerán sobre los montes y por todos los
valles, y por todos los arroyos de la tierra será quebrado su
ramaje; y se irán de su sombra todos los pueblos de la tierra, y lo
dejarán. 13 Sobre su ruina habitarán todas las aves del
cielo, y sobre sus ramas estarán todas las bestias del campo, 14
para que no se exalten en su altura todos los árboles que crecen
junto a las aguas, ni levanten su copa entre la espesura, ni confíen
en su altura todos los que beben aguas; porque todos están
destinados a muerte, a lo profundo de la tierra, entre los hijos de
los hombres, con los que descienden a la fosa. 15 Así ha
dicho Jehová el Señor: El día que descendió al Seol, hice hacer
luto, hice cubrir por él el abismo, y detuve sus ríos, y las muchas
aguas fueron detenidas; al Líbano cubrí de tinieblas por él, y
todos los árboles del campo se desmayaron. 16 Del estruendo de su
caída hice temblar a las naciones, cuando las hice descender al Seol
con todos los que descienden a la sepultura; y todos los árboles
escogidos del Edén, y los mejores del Líbano, todos los que beben
aguas, fueron consolados en lo profundo de la tierra. 17 También
ellos descendieron con él al Seol, con los muertos a espada, los que
fueron su brazo, los que estuvieron a su sombra en medio de las
naciones. 18 ¿A quién te has comparado así en gloria y
en grandeza entre los árboles del Edén? Pues derribado serás con
los árboles del Edén en lo profundo de la tierra; entre los
incircuncisos yacerás, con los muertos a espada. Este es Faraón y
todo su pueblo, dice Jehová el Señor.
La
explicación del texto anterior puede resultar larga y compleja, y
tampoco dispongo de todas las claves interpretativas, por lo que me
conformaré con dar una serie de pinceladas.
Esta
profecía fue dada a Ezequiel en el exilio aproximadamente 40 días
antes de la caída de Jerusalén. Dios condena el envanecimiento de
Faraón, que en esa época era probablemente Hofra (ver
versículos 2 y 18). Dios le
dice a Faraón que, así como su principal rival, el emperador
asirio-babilónico, que
aún más encumbrado que él,
va a ser derribado y perecer, él no va ser menos y también está
destinado a destrucción, como todos los demás reyes y naciones de
la tierra.
Entre
el versículo 3 y el 17 se abre como una especie de gran paréntesis
que centra la atención en el cabeza o representante del poder
asirio-babilónico. Pero, como ocurre con muchas profecías, se da un
salto de siglos sin que pueda distinguirse con precisión una linea
divisoria, y se pasa de un personaje o acontecimiento relativamente
próximo a otro ubicado en un futuro mucho más lejano. Por eso creo
que aquí se nos remite al gran anticristo de los tiempos del fin, o
sea, a la bestia que surge del mar de las naciones. Es más, creo que
aún trasciende a este siniestro personaje y nos lleva hasta el gran
dragón, que le dio su poder y autoridad (Ap 13:1-2).
En ese sentido esta profecía me recuerda a las proferidas contra el
rey de Babilonia (Is 14:4-20)
y de Tiro (Ez 28:1-19).
El poderoso de las naciones que va a destruir a la bestia y al falso
profeta, junto con todos los reyes de la tierra que se alzarán
contra él, es el Señor Jesucristo (Sal 2:1-6;
Dn 2:44; Ap 19:19-21; etc).
En
los siguientes versículos la Biblia vuelve a comparar a ciertas
clases de árboles altos, robustos y con denso ramaje, con personajes
poderosos que se vanaglorian de su grandeza y no reconocen con
humildad que su poder y autoridad emanan del Altísimo. A éstos Dios
derribará y consumirá con el fuego de su ira, “porque
el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será
enaltecido” (Mt 23:12; Lc 14:11 y 18:14).
Zac
11:1-2; Oh Líbano, abre tus puertas, y consuma el fuego
tus cedros. 2 Aúlla, oh ciprés,
porque el cedro cayó, porque los
árboles magníficos son derribados. Aullad, encinas
de Basán, porque el bosque espeso es derribado.
VIÑA
Y VID COMO SÍMBOLOS DE ISRAEL Y SUS HIJOS
Sal
80:8-16; Hiciste venir una vid de Egipto; echaste las
naciones, y la plantaste. 9 Limpiaste sitio delante de ella, e
hiciste arraigar sus raíces, y llenó la tierra. 10 Los montes
fueron cubiertos de su sombra, y con sus sarmientos los cedros de
Dios. 11 Extendió sus vástagos hasta el mar, y hasta el río sus
renuevos. 12 ¿Por qué aportillaste sus vallados, y la
vendimian todos los que pasan por el camino? 13 La destroza el puerco
montés, y la bestia del campo la devora. 14 Oh Dios de los
ejércitos, vuelve ahora; mira desde el cielo, y considera, y visita
esta viña, 15 La planta que plantó tu diestra, y el renuevo que
para ti afirmaste. 16 Quemada a fuego está, asolada;
perezcan por la reprensión de tu rostro.
Son
numerosas en la Biblia las referencias a Israel como una viña. En el
Salmo 80 vemos que fue Dios quien sacó de Egipto a Israel y lo
introdujo en la tierra prometida, como una vid que es plantada,
cuidada y multiplicada hasta cubrir la tierra con sus vástagos. Pero
lo más notorio de este texto es que, adelantándose al futuro, el
profeta ve la viña saqueada y destruida a causa de la infidelidad de
Israel, por lo que clama a Dios para que la restaure y tome venganza
de sus enemigos.
Is
5:1-7; Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña.
Tenía mi amado una viña en una ladera fértil. 2 La había
cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había
edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un
lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres. 3
Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora
entre mí y mi viña. 4 ¿Qué más se podía hacer a mi
viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese
uvas, ha dado uvas silvestres? 5 Os mostraré, pues, ahora lo que
haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida;
aportillaré su cerca, y será hollada. 6 Haré que quede desierta;
no será podada ni
cavada, y crecerán el cardo y los espinos;
y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella.
7 Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de
Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa suya. Esperaba
juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor.
Aunque
no se pueda afirmar con total seguridad, es probable que este
reproche y anuncio de castigo dado por Dios a los habitantes de Judá
y Jerusalén, sea posterior a la cautividad de Israel, llevada a cabo
con dos deportaciones, la primera durante el reinado de Peka y la
segunda durante el de Oseas.
Según
dicen los expertos, una buena cosecha de vino requiere mucho esmero.
El Señor dice que cuidó su viña como nadie mejor podría hacerlo,
pero esperando que diese buenas uvas dio uvas silvestres. Como hemos
visto antes en Mt 7:19, si
un árbol no da buen fruto es desechado. Por eso Dios castigó y
abandonó a Israel y a Judá, dejándolos a merced de sus enemigos,
que los asolaron.
Jer
2:21; Te planté de vid escogida, simiente verdadera toda
ella; ¿cómo, pues, te me has vuelto sarmiento de vid extraña?
Aquí
Jehová vuelve a reprochar a Israel su infidelidad, pues habiendo
sido semejante a una vid selecta, llegó a degradarse hasta volverse
irreconocible e inservible.
Ez
15:2-6; Hijo de hombre, ¿qué es la madera de la vid más que
cualquier otra madera? ¿Qué es el sarmiento entre los árboles del
bosque? 3 ¿Tomarán de ella madera para hacer alguna obra? ¿Tomarán
de ella una estaca para colgar en ella alguna cosa? 4 He aquí, es
puesta en el fuego para ser consumida; sus dos extremos consumió el
fuego, y la parte de en medio se quemó; ¿servirá para obra alguna?
5 He aquí que cuando estaba entera no servía para obra alguna;
¿cuánto menos después que el fuego la hubiere consumido, y fuere
quemada? ¿Servirá más para obra alguna? 6 Por tanto, así ha dicho
Jehová el Señor: Como la madera de la vid entre los árboles del
bosque, la cual di al fuego para que la consumiese, así haré a los
moradores de Jerusalén.
La
vid no es apreciada por su madera, o por ser bella, sino más bien
por su fruto. Si deja de darlo sólo sirve para ser quemada, como se
dice en Mt 7:19 acerca
de los arboles en general. Esto es lo que le iba a ocurrir a
Jerusalén pocos años después de que Ezequiel declarara esta
profecía, desde su exilio en Babilonia.
Ez
17:3-10; Y dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: Una gran águila,
de grandes alas y de largos miembros, llena de plumas de diversos
colores, vino al Líbano, y tomó el cogollo del cedro. 4 Arrancó el
principal de sus renuevos y lo llevó a tierra de mercaderes, y lo
puso en una ciudad de comerciantes. 5 Tomó también de la simiente
de la tierra, y la puso en un campo bueno para sembrar, la plantó
junto a aguas abundantes, la puso como un sauce. 6 Y brotó, y se
hizo una vid de mucho ramaje, de poca altura, y sus ramas miraban al
águila, y sus raíces estaban debajo de ella; así que se hizo una
vid, y arrojó sarmientos y echó mugrones. 7 Había también otra
gran águila, de grandes alas y de muchas plumas; y he aquí que esta
vid juntó cerca de ella sus raíces, y extendió hacia ella sus
ramas, para ser regada por ella por los surcos de su plantío. 8 En
un buen campo, junto a muchas aguas, fue plantada, para que hiciese
ramas y diese fruto, y para que fuese vid robusta. 9 Diles: Así ha
dicho Jehová el Señor: ¿Será prosperada? ¿No arrancará sus
raíces, y destruirá su fruto, y se secará? Todas sus hojas lozanas
se secarán; y eso sin gran poder ni mucha gente para arrancarla de
sus raíces. 10 Y he aquí está plantada; ¿será prosperada? ¿No
se secará del todo cuando el viento solano la toque? En los surcos
de su verdor se secará.
El
anterior texto de Ezequiel puede dividirse en dos partes: la primera
hasta el versículo 6 y la segunda desde el 7 al 10.
La
primera gran águila representa a Nabucodonosor. El cogollo de un
árbol tan magnífico como es el cedro, tiene que ver con lo mejor o
escogido, con los que ocupaban una posición elevada, los cuales
fueron deportados junto con el principal renuevo, el rey Joaquín. El
pueblo en el exilio fue plantado como una vid que echó raíces en
una tierra fértil, con abundancia de agua. Tal como Dios les
prometió (Jer 27:5-14), aquellos que se sometieron al
rey de Babilonia no fueron maltratados, como les había ocurrido en
su día en Egipto, sino que fueron prosperados.
La
segunda gran águila se refiere al faraón de Egipto, el otro gran
poder del sur, ahora en declive. Esta otra vid, que también fue
plantada, echó raíces y extendió sus ramas en una buena tierra
junto a muchas aguas, es el remanente de Judá que se trasladó a
Egipto tras la destrucción de Jerusalén. Sedequías, a quien
Nabucodonosor puso por rey, se sublevó contra él, buscando apoyo en
Egipto. Esta ruptura del pacto que Sedequías había establecido con
Nabucodonosor fue un acto de desobediencia a Dios, que acarreó la
sentencia definitiva contra él y la ciudad de Jerusalén (Ez
17:13-19). El remanente que quedó en la tierra tras la
destrucción de Jerusalén, tampoco siguió la instrucción de
Jehová, quien les dijo que no temieran a Nacubodonosor y
permanecieran en su lugar. En vez de confiar en Dios se trasladaron a
Egipto en busca de protección, pero sucedió que el faraón y su
ejército fueron derrotados por los caldeos, y este resto de Judá
que se había refugiado en Egipto pereció o fue dispersado
(capítulos 40 a 44 de Jeremías).
Ez
19:10-14; Tu madre fue como una vid en medio de la viña,
plantada junto a las aguas, dando fruto y echando vástagos a causa
de las muchas aguas. 11 Y ella tuvo varas fuertes para cetros de
reyes; y se elevó su estatura por encima entre las ramas, y fue
vista por causa de su altura y la multitud de sus sarmientos. 12 Pero
fue arrancada con ira, derribada en tierra, y el viento solano secó
su fruto; sus ramas fuertes fueron quebradas y se secaron; las
consumió el fuego. 13 Y ahora está plantada en el desierto, en
tierra de sequedad y de aridez. 14 Y ha salido fuego de la vara de
sus ramas, que ha consumido su fruto, y no ha quedado en ella vara
fuerte para cetro de rey.
En
Ezequiel 19 se vuelve a utilizar en relación con Israel la metáfora
de una vid y una viña espléndida que acabó reseca por el viento,
que fue quebrada, quemada y arrancada para ser plantada en tierra
desértica, cuyo fruto se echó a perder.
Os
10:1; Israel es una frondosa viña, que da abundante fruto
para sí mismo; conforme a la abundancia de su fruto
multiplicó también los altares, conforme a la bondad de su tierra
aumentaron sus ídolos.
Una
vez más, se nos presenta a Israel como una frondosa viña destinada
a producir buen fruto. El problema es que, aunque produjo abundante
fruto, éste fue malo, porque se dirigió a satisfacer sus propios
deseos en contra de la voluntad de Dios.
HIGUERA
E HIGOS COMO SÍMBOLO DE ISRAEL Y SUS HIJOS
Jer
24:3-10; Y me dijo Jehová: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y
dije: Higos; higos buenos, muy buenos; y malos, muy malos, que de
malos no se pueden comer. 4 Y vino a mí palabra de
Jehová, diciendo: 5 Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Como
a estos higos buenos, así miraré a los transportados de Judá, a
los cuales eché de este lugar a la tierra de los caldeos, para bien.
6 Porque pondré mis ojos sobre ellos para bien, y los volveré a
esta tierra, y los edificaré, y no los destruiré; los plantaré y
no los arrancaré. 7 Y les daré corazón para que me conozcan que yo
soy Jehová; y me serán por pueblo, y yo les seré a ellos por Dios;
porque se volverán a mí de todo su corazón. 8 Y como los
higos malos, que de malos no se pueden comer, así ha dicho Jehová,
pondré a Sedequías rey de Judá, a sus príncipes y al resto de
Jerusalén que quedó en esta tierra, y a los que moran en la tierra
de Egipto. 9 Y los daré por escarnio y por mal a todos
los reinos de la tierra; por infamia, por ejemplo, por refrán y por
maldición a todos los lugares adonde yo los arroje. 10 Y enviaré
sobre ellos espada, hambre y pestilencia, hasta que sean exterminados
de la tierra que les di a ellos y a sus padres.
En
la Biblia la higuera aparece varias veces como símbolo de Israel.
Dios había dicho reiteradamente que la casa de Judá sería
castigada duramente por su obstinada rebeldía, si no se arrepentía
de sus malos caminos, como ya sucediera con la casa de Israel. Era Él
quien había puesto a Nabucodonosor como instrumento de juicio sobre
las naciones, hasta que le llegara también a Babilonia la hora de
ser juzgada (Jer 25:8-9; 27:5-8).
Por eso advirtió a su pueblo que era inútil resistirse y que, si se
entregaban al rey de Babilonia (Jer 38:1-2, 17-18),
vivirían, prosperarían en el exilio y a su tiempo regresarían;
mientras que si se enfrentaban a Nabucodonosor morirían, sus
ciudades serían destruidas, y la tierra quedaría asolada.
Como
higuera su pueblo debía dar buenos higos, pero en ese tiempo sólo
los que sometieron su cuello al yugo del rey de Babilonia, siguiendo
las instrucciones de Dios, fueron considerados por Él buenos higos.
Por el contrario, los que desafiaron el poder de Nabucodonosor
resistiendo el asedio en Jerusalén o huyendo a Egipto, son como
higos malos e incomestibles que Dios arroja de sí para ser
destinados a muerte o esparcidos lejos entre las naciones.
EL
OLIVO COMO SÍMBOLO DE ISRAEL
Jer
11:16-17; Olivo verde, hermoso en su fruto y en su parecer,
llamó Jehová tu nombre. A la voz de recio estrépito hizo encender
fuego sobre él, y quebraron sus ramas. 17 Porque Jehová
de los ejércitos que te plantó ha pronunciado mal contra ti, a
causa de la maldad que la casa de Israel y la casa de Judá han
hecho, provocándome a ira con incensar a Baal.
En
Jeremías también se compara a Israel con un olivo plantado por
Jehová, que al principio fue hermoso y de buen fruto, pero que luego
se apartó de Él y lo provocó a ira, sufriendo el castigo por su
maldad.
ISRAEL
COMPARADA CON LA VID, LA HIGUERA Y SUS RESPECTIVOS FRUTOS
Jl
1:6-7; Porque pueblo fuerte e innumerable subió a mi tierra; sus
dientes son dientes de león, y sus muelas, muelas de león. 7 Asoló
mi vid, y descortezó mi
higuera; del todo la desnudó y derribó; sus ramas
quedaron blancas.
La
anterior porción se refiere a un periodo futuro de tribulación de
Israel en términos de la vid y la higuera de Jehová, que serán
asoladas.
Os
9:10; Como uvas en el desierto hallé a Israel; como la
fruta temprana de la higuera en su principio vi a vuestros padres.
Ellos acudieron a Baal-peor, se apartaron para vergüenza, y se
hicieron abominables como aquello que amaron.
De
modo similar, en Os 9:10 Dios
considera a los hijos de Israel como los frutos de la vid y la
higuera, que luego se corrompieron al apartarse en pos de dioses
ajenos.
ÁRBOLES
JUNTO A LAS AGUAS EN LA RESTAURACIÓN DE ISRAEL
Is
41:17-20; Los afligidos y menesterosos buscan las aguas, y no las
hay; seca está de sed su lengua; yo Jehová los oiré, yo el Dios de
Israel no los desampararé. 18 En las alturas abriré ríos,
y fuentes en medio de los valles; abriré en el desierto estanques de
aguas, y manantiales de aguas en la tierra seca. 19 Daré en el
desierto cedros, acacias, arrayanes y olivos; pondré en la soledad
cipreses, pinos y bojes juntamente, 20 para que vean y
conozcan, y adviertan y entiendan todos, que la mano de Jehová hace
esto, y que el Santo de Israel lo creó.
Dios
fortalecerá y saciará la sed de su pueblo que, cual extranjero y
peregrino, camina fatigosamente sobre tierra árida. Él les dará
reposo junto a aguas refrescantes y bajo la sombra de los más
diversos árboles.
Is
44:2-4; ...No temas, siervo mío Jacob, y tú, Jesurún, a quien yo
escogí. 3 Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y
ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu
generación, y mi bendición sobre tus renuevos; 4 y brotarán entre
hierba, como sauces junto a las riberas
de las aguas.
Otra
vez aquí, el Señor anima a su pueblo a perseverar en su tránsito
por el desierto hacia la tierra prometida, donde reverdecerán con el
poder del Espíritu “como sauces junto a las riberas de
las aguas”.
DIOS
HARÁ QUE ISRAEL FRUCTIFIQUE Y FLOREZCA CON OLOR FRAGANTE
Os
14:4-8; Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi
ira se apartó de ellos. 5 Yo seré a Israel como rocío;
él florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el Líbano.
6 Se extenderán sus ramas, y será su gloria como la del olivo, y
perfumará como el Líbano. 7 Volverán y se sentarán
bajo su sombra; serán vivificados como trigo, y florecerán
como la vid; su olor será como de vino del Líbano. 8
Efraín dirá: ¿Qué más tendré ya con los ídolos? Yo lo oiré, y
miraré; yo seré a él como la haya verde; de mí será
hallado tu fruto.
La
restauración futura de Israel es comparada por Dios con trigo
vivificado (1 Co 15:35-37), con
el florecimiento del lirio o de la vid, con la extensión de las
raíces y ramas perfumadas de un árbol, con la gloria del olivo,
etc. Será el Señor quien haga producir buen fruto a Israel y lo
haga vivir seguro y en paz, cuando se aparte de los ídolos y se
vuelva a Él.
JESUCRISTO,
ÁRBOL SUBLIME PLANTADO EN MEDIO DE SU PUEBLO
Ez
17:22-24; Así ha dicho Jehová el Señor: Tomaré yo del
cogollo de aquel alto cedro, y lo plantaré; del principal de sus
renuevos cortaré un tallo, y lo plantaré sobre el monte alto y
sublime. 23 En el monte alto de Israel lo plantaré, y alzará ramas,
y dará fruto, y se hará magnífico cedro; y habitarán debajo de él
todas las aves de toda especie; a la sombra de sus ramas habitarán.
24 Y sabrán todos los árboles del campo que yo Jehová abatí el
árbol sublime, levanté el árbol bajo, hice secar el árbol verde,
e hice reverdecer el árbol seco. Yo Jehová lo he dicho,
y lo haré.
Setenta
años después de que la flor y nata de Judá, representada por el
cogollo del alto cedro y el principal de sus renuevos, fuese
deportado a Babilonia, el rey persa Ciro publicó un edicto llamando
a los judíos a regresar a Jerusalén para edificar templo a Jehová.
Aunque entre los que inicialmente retornaron de la cautividad había
una serie de personalidades destacadas, especialmente el sumo
sacerdote Josué (o Jesúa), el principal renuevo fue sin duda
Zorobabel, que es descendiente de David y forma parte de la linea
sucesoria del Mesías (Mt 1:12; Lc 3:27).
Con Zorobabel se cumple parcialmente o de manera imperfecta esta
profecía, así como en su día ocurrió con Salomón, pero el pleno
cumplimiento de ambas promesas se da en el Señor Jesucristo.
CRISTO
SUSTENTA A SU OLIVO ISRAEL Y A LA IGLESIA
Ro
11:16-24; Si las primicias son santas, también lo es la
masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas. 17
Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo
silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho
participante de la raíz y de la rica savia del olivo, 18 no te
jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a
la raíz, sino la raíz a ti. 19 Pues las ramas, dirás, fueron
desgajadas para que yo fuese injertado. 20 Bien; por
su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la
fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. 21
Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te
perdonará. 22 Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la
severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para
contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también
serás cortado. 23 Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad,
serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar.
24 Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo
silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo,
¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados
en su propio olivo?
El
olivo del que nos habla Romanos 11 representa en primera instancia a
Israel, pero en sentido amplio representa al pueblo de Dios, que en
la actualidad es la Iglesia, compuesta por judíos y gentiles
(Ef 2:11-19).
Es
interesante la enseñanza de este pasaje en lo concerniente a que
algunas ramas naturales (descendientes físicos de Israel) fueron
desgajadas, pero no por incumplir la Ley, sino por su incredulidad.
Así que, ninguno de los que vivieron bajo la Ley pudieron ser salvos
por su cumplimiento, sino por depositar su fe y esperanza en Dios (Ro
3:28-30). Y es que la Ley,
así como las promesas dadas a Abrahan, llamado el padre de la fe,
apuntaban a su simiente, el Señor Jesucristo (Ro
10:3-4; Gá 3:6-24).
Otra
cuestión que tampoco debería pasarnos desapercibida es que el
creyente gentil (también el judío) tiene que permanecer en Cristo
para no ser cortado del olivo, de igual modo que el incrédulo
israelita puede volver a ser injertado, si no permanece en
incredulidad.
JESUCRISTO,
LA VID QUE SUSTENTA Y HACE FRUCTIFICAR
Jn
15:1-6; Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.
2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará;
y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más
fruto. 3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que
os he hablado. 4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como
el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en
la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y
yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada
podéis hacer. 6 El que en mí no permanece, será echado
fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el
fuego, y arden.
Todo
ser humano produce frutos u obras, pero hay buenos y malos frutos,
hay frutos del Espíritu y de la carne (Gá 5:18-23);
los frutos del Espíritu son los que agradan a Dios. El Señor nos
dice que todo aquél que en Él
no lleve fruto será quitado, y que no podremos dar fruto si no
permanecemos en Él. Por tanto, quien no permanezca en Cristo será
echado fuera y se secará, de modo que estará listo para que lo
recojan y quemen en el fuego. No se nos enseña aquí que somos
salvos por obras, sino que la verdadera fe se manifiesta
necesariamente a través de las buenas obras, de manera que si
carecemos de ellas es porque no tenemos fe (Lc 6:43-44; Stg
2:17-18).
CRECIMIENTO
Y FRUTO DE LA OBRA DE JESUCRISTO
Mt
13:31-32 (Lc 13:18-19); Otra parábola les refirió, diciendo: El
reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre
tomó y sembró en su campo; 32 el cual a la verdad es la más
pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor
de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las
aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.
El
reino de los cielos en cierto sentido es la obra de Cristo en la
tierra. Una muestra de ello es que cuando Jesús recorría todas las
ciudades y aldeas predicando el evangelio del reino de los cielos,
les dijo a sus discípulos en relación con su obra que la mies es
mucha, mas los obreros pocos (Mt 9:35-38).
Por tanto trabajar en su obra es trabajar en la extensión del reino
de los cielos.
Esta
parábola del
grano de mostaza se
refiere
al extraordinario crecimiento de la Iglesia que, partiendo de unos
pocos discípulos en Israel, se
extendió por todas las naciones.
Cuando Jesús afirma en Mt
17:20 que, si tuviéramos fe
como un grano de mostaza, seríamos
capaces de mover montañas,
no deberíamos
entender que podemos
hacer eso sólo con un
poquito de fe, sino con una
fe que empezó siendo pequeñita, pero que, como el grano de mostaza,
no ha dejado
de crecer hasta hacerse muy
grande.
En
cuanto a las aves que hacen nido en las ramas de esta hortaliza
semejante a un árbol, no comparto la interpretación de que son
falsos maestros que llegan a ocupar posiciones de privilegio y
control sobre la cristiandad. Si se tratase de aves rapaces tendría
más sentido, pero aquí se nos habla simplemente de aves. Entiendo
que estas aves vienen a cobijarse en este árbol, no a apoderarse de
él. Avalan esta conclusión los textos ya mencionados de Ez
31:6 sobre el asirio, Dn
4:10-16 acerca de Nabucodonosor
y, sobre todo, el de Ez 17:22-24,
referido a Cristo.
Bendiciones
en el Señor.
gracias por este material. Dios siga dando mas sabiduria
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