10/5/17

Pacto con Abram vs Nuevo Pacto

(Gn 15:4-18)

Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. 5 Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. 6 Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia. 7 Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra. 8 Y él respondió: Señor Jehová, ¿en qué conoceré que la he de heredar? 9 Y le dijo: Tráeme una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y un carnero de tres años, una tórtola también, y un palomino. 10 Y tomó él todo esto, y los partió por la mitad, y puso cada mitad una enfrente de la otra; mas no partió las aves. 11 Y descendían aves de rapiña sobre los cuerpos muertos, y Abram las ahuyentaba. 12 Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él. 13 Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años. 14 Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza. 15 Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez. 16 Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí. 17 Y sucedió que puesto el sol, y ya oscurecido, se veía un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos. 18 En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates...

Introducción

Hasta ese momento los pactos que Dios había establecido con el hombre incluían a toda la especie, y en el pacto con Noé también al resto de seres vivos (Gn 9:9-13). En cambio el pacto con Abram está restringido a su descendencia, si bien todo ser humano puede acogerse al mismo, ya que sus verdaderos descendientes no son físicos sino espirituales (Lc 3:8; Jn 8:39).

El pacto con Abram conecta directamente con el nuevo pacto en la sangre de Cristo. No sólo beneficia a su linaje físico, el pueblo hebreo, sino que se dirige también a los gentiles. Es como un misil de largo alcance que, sobrevolando la historia antigua de Israel, alcanza su objetivo y cumplimiento en Jesús.

Versículos 4-5

Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. 5 Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia.

Este texto comienza con el anuncio de una promesa a Abram de parte de Dios. Aunque no era la primera vez que la oía (Gn 12:2,7; Gn 13:14-16), aquí cobra especial relevancia por la declaración expresa de que Abram creyó a Dios y porque a la promesa le sigue un pacto.

Versículo 6

Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.

Esta declaración es de enorme importancia, porque contiene la clave de la salvación para todo ser humano, que sólo puede ser salvo por la gracia y misericordia de Dios. Abram fue declarado justo por haber creído a Dios, no por sus obras. Eso lo convirtió en padre de la fe (Gá 3:6-9) y de todos los creyentes, sean judíos o gentiles (Ro 4:9-12).

Además de creer en Jehová como Dios único y soberano creyó en su promesa; creyó que tendría como heredero un hijo propio, a pesar de su avanzada edad y la esterilidad de Sara, y que su descendencia llegaría a ser incontable como las estrellas del cielo.

Versículo 7

Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra.

La primera muestra de que Abram confió en Dios y su Palabra la hallamos en Gn 12:1-4 cuando, dejando atrás su casa en Harán, inició una aventura con Dios, siendo ya anciano. A nosotros hoy en día también Dios nos reta a ir tras Él con fe, rumbo a un territorio desconocido. Pero, ¡cuánto nos cuesta abandonar el falso refugio de seguridad y comodidad que nos hemos construido! ¡Cómo nos gusta aferrarnos a nuestros viejos hábitos y costumbres! (Mt 19:27-29).

Versículo 8

Y él respondió: Señor Jehová, ¿en qué conoceré que la he de heredar?

Si Abram había creído a Jehová, ¿a qué viene esta pregunta? ¿Acaso le entraron dudas y por eso quiso que Jehová se comprometiera a cumplir su promesa bajo pacto? ¿O tal vez sólo pedía una señal que le permitiera recordar esta promesa para fortalecerse en Dios en los momentos de prueba? Me parece más verosímil la segunda hipótesis, que está en consonancia con Gn 12:7. En esa ocasión Jehová se le había aparecido a Abram para darle la misma promesa que ahora, tras lo cual Abram le edificó allí un altar en señal de adoración y recuerdo para la posteridad.

Versículo 9

Y le dijo: Tráeme una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y un carnero de tres años, una tórtola también, y un palomino.

A diferencia de lo que ocurre más tarde en Gn 22:13, donde Dios mismo provee para el sacrificio, aquí le pide a Abram animales de su propio rebaño. En aquel caso el carnero tipifica claramente a Cristo, que fue enviado por Dios Padre a este mundo en expiación por los pecados de la humanidad. En cambio este pacto evoca los sacrificios del viejo pacto, que a su vez apuntan al sacrificio de Cristo.

Sabemos que todos y cada uno de los sacrificios descritos en la Ley son figura y sombra de distintos aspectos de la persona y obra de Cristo. La ceremonia de este pacto no se corresponde con la de ningún sacrificio prescrito por la Ley, ya que ciertos detalles como la edad o el género de los animales no encaja con ningún tipo de sacrificio en concreto. Sin embargo tiene algún parecido con los sacrificios expiatorios por el pecado y la culpa, pero sobre todo nos recuerda a los holocaustos, ya que en éstos se admiten como ofrenda los mismos animales, los cuales son sacrificados y quemados al fuego.

El hecho de que Abram tuviese que aportar animales de su propia hacienda tiene que ver con el mandato de la Ley de celebrar las fiestas solemnes, presentando ofrenda a Jehová en el tiempo, lugar y forma indicados. Nadie podía presentarse delante de Jehová con las manos vacías, sino que debía entregarle ofrenda conforme a la bendición recibida de su mano (Dt 16:16-17).

Ahora bien, con el establecimiento del nuevo pacto estos sacrificios ya no son eficaces. En vez de sacrificios, lo que Dios nos pide es nuestro corazón, nuestra vida en adoración como ofrenda en olor grato. En sentido metafórico sí que hay sacrificios que le son aceptables: son los sacrificios de alabanza, o fruto de labios que confiesan su nombre (He 13:15; Sal 50:7-15; Sal 116:12-13,17).

Versículo 10

Y tomó él todo esto, y los partió por la mitad, y puso cada mitad una enfrente de la otra; mas no partió las aves.

Aquí se muestra el ritual de un pacto, al parecer común entre los pueblos semíticos de aquel tiempo, que Abram ciertamente conocía. Esto se desprende del hecho de que partiera los animales por la mitad, a excepción de las aves (Lv 1:7), y colocara las partes divididas en dos lados, una enfrente de la otra. Los intervinientes en este tipo de pactos tenían que pasar bajo juramento por en medio, entre la sangre y las partes de los animales muertos.

Abram asumía que participaba en un pacto condicional, en el que cada participante se obligaba a cumplir determinadas condiciones, so pena de muerte. En este caso los participantes eran tan desiguales, que el único que se arriesgaba a sufrir el castigo era Abram, ya que Dios nunca falla a su Palabra.

Aparte de este versículo, en toda la Biblia sólo se menciona otro pacto similar entre Jehová y su pueblo, con graves consecuencias para éste por su incumplimiento; se encuentra en Jer 34:18-20.

Versículo 11

Y descendían aves de rapiña sobre los cuerpos muertos, y Abram las ahuyentaba.

Las aves de rapiña suelen aparecer tras la aplicación de un juicio o castigo, en el que la ira de Dios se derrama sobre los hombres. Entonces estas aves son convocadas para que se sacien de devorar cadáveres. Pero en este caso, como en muchas otras ocasiones, creo que simbolizan a agentes de Satanás, el enemigo por antonomasia de Dios y su pueblo.

El enemigo no quería que este pacto se celebrase y por eso trataba de estorbarlo, mientras que Abram lo deseaba y se aferraba a las bellas promesas de Dios, que se cumplirían plenamente en su simiente, la cual es Cristo (Gá 3:16). Satanás, repito, quería frustrar este pacto arrebatando las ofrendas, del mismo modo que intentó en numerosas ocasiones hacer fracasar el nuevo pacto en la sangre de Cristo. Para ello empleó desde el principio todo tipo de artimañas, concentrando sus esfuerzos en cortar la linea sucesoria del Mesías, conspirando para matarlo cuando ya había nacido (Mt 2:16), tentándolo a pecar y a abandonar su obra redentora (Mt 4:1-11; 16:21-23; 27:39-40; etc).

Versículo 12

Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él.

¿Este sueño le sobrecogió a Abram de forma natural, o fue inducido sobrenaturalmente por Dios? Aunque no me atrevo a asegurarlo de manera rotunda, creo que el sueño le vino de parte de Dios. Ahora bien, si fue provocado por Él, ¿qué propósito le movería a hacerlo? Entiendo que lo hizo con dos objetivos:

1) Revelarle en sueños a Abram, de modo más detallado que en ocasiones anteriores, lo que le sucedería a su descendencia antes de heredar la tierra prometida. 2) Ratificar un pacto incondicional que asegurara el cumplimiento de la promesa, sin que Abram y su descendencia tuvieran que comprometerse bajo juramento a observar determinados preceptos legales o buenas obras. La justicia de Cristo, que se le imputa a todo aquél que cree en Él, es la base y garantía de que recibiremos la promesa. ¡Aleluya!

No está claro en qué consiste o a qué se refiere el “temor de una grande oscuridad” que cayó sobre Abram. Parece describir una experiencia angustiosa, algo así como una sensación de estar atrapado en tinieblas, de estar desorientado, solo y en peligro. Pero no voy a especular sobre lo que desconozco.

Versículos 13-16

Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años. 14 Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza. 15 Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez. 16 Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí.

Esta porción puede resumirse en dos revelaciones dadas a Abram: 1) Que el cumplimiento de la promesa no sería inmediato, sino al cabo de mucho tiempo (más de 600 años después y esto de manera parcial), por lo que moriría sin haber recibido lo prometido. 2) Que su descendencia sería esclavizada y oprimida durante 400 años en tierra extranjera, antes de volver para heredar la tierra prometida (He 11:8-19).

Versículo 17

Y sucedió que puesto el sol, y ya oscurecido, se veía un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos.

La presencia e intervención de Dios es manifiesta a través del humo y la antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos. La figura aquí representada es el ángel del pacto, el Hijo de Dios (Hch 7:30-33; Mal 3:1-2), que es fuego consumidor (Ex 24:17; Nm 11:1; Dt 4:24; etc). Por eso la ofrenda consumida por el fuego de Jehová en holocausto es una ofrenda de olor grato y representa la vida consagrada de Cristo.

La prueba de que este sacrificio fue de olor grato y aprobado por Dios, es que fue Él mismo y no Abram, que estaba dormido, quien encendió el fuego que consumió la ofrenda. No se sabe si Abram colocó leña debajo de la ofrenda, porque no se menciona. Gedeón no la había puesto cuando se le apareció el ángel de Jehová (Jue 6:16-23). En otras ocasiones sí que se preparó leña, como ocurre en la consagración de Aarón y sus hijos (Lv 9:23-24), en la exaltación de Jehová sobre Baal y su respaldo a Elías (1 R 18:38-39), o en la dedicación del templo construido por Salomón (2 Cr 7:1-3). En todos estos casos lo que importa es que Dios dio su aprobación, consumiendo milagrosamente las ofrendas con su fuego y manifestando su gloria.

Versículo 18

En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates.

Por si hubiera alguna duda, este versículo nos confirma que Dios estableció en esa ocasión un pacto con Abram. Aunque éste estaba dispuesto a pactar con condiciones, Dios no quiso imponerle ninguna. El cumplimiento de las promesas quedó así garantizado, al depender exclusivamente de la fidelidad de Dios, que nunca falla. El humo de la ofrenda consumida y la antorcha de fuego pasando entre las partes divididas, son la evidencia de que el pacto fue ratificado por Dios. El pacto de Dios con Abram es similar al nuevo pacto en la sangre de Cristo, porque ambos se basan en la gracia y se alcanzan por por la justicia que es por fe y no por las obras de la ley.

Que Dios lo bendiga, querido lector.



No hay comentarios:

Publicar un comentario