2
Reyes 5:1-17;
1
Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande
delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de
él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso
en extremo, pero leproso.
Naamán
era valeroso y tenía gran prestigio y reputación, pero era leproso.
Como ocurre a todo inconverso, necesitaba ser lavado de agua y del
Espíritu, ser limpiado por la sangre del Cordero para ser salvo y
formar parte del pueblo de Dios.
2
Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva
de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de
Naamán. 3 Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que
está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.
La
muchacha israelita cautiva, de nombre desconocido, fue usada por Dios
¿Tenía Dios un propósito con ella cuando fue llevada cautiva? Por
supuesto que sí, lo que nos indica que Dios puede usarnos en
cualquier circunstancia. El caso es que, justo en el momento preciso,
ella estaba en ese lugar. Pero nada habría ocurrido si no hubiese
tenido compasión de su amo y precisamente fue dicho sentimiento lo
que la movió a compartir su fe, dándole una buena noticia (Ro
10:12-15).
Ro
10:12-15;
Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo
que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; 13
porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
14 ¿Cómo, pues, invocarán
a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de
quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? 15
¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?
4
Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha
dicho una muchacha que es de la tierra de Israel. 5 Y le dijo el rey
de Siria: Anda, ve, y yo enviaré cartas al rey de Israel. Salió,
pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas
de oro, y diez mudas de vestidos. 6 Tomó también cartas para el rey
de Israel, que decían así: Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe
por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de
su lepra.
Naamán
se dirigió al rey de Israel con una muy buena recomendación, nada
menos que con el respaldo del poderoso e influyente rey de Siria
¿Sería esto suficiente para que Naamán obtuviese un resultado
exitoso? Por supuesto que no, ya que el éxito no dependía del poder
de los hombres sino del poder de Dios.
7
Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y
dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que éste envíe a mí
a que sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca
ocasión contra mí. 8 Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el
rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey:
¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá que
hay profeta en Israel.
Es
evidente que el rey de Israel andaba por vista y no por fe; que sólo
se basaba en lo que él podía hacer por sus propias fuerzas, pero no
en lo que Dios podía hacer. Por eso la pretensión de Naamán le
pareció no sólo descabellada sino incluso malintencionada,
causándole indignación.
Por
el contrario, Eliseo también sabía que él por sí mismo no podía
sanar a Naamán, pero sí actuando en nombre de Dios; sabía que él
era únicamente un instrumento en las manos de Dios. Eliseo sí que
demostró fe en el Todopoderoso.
9
Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las
puertas de la casa de Eliseo. 10 Entonces Eliseo le envió un
mensajero, diciendo: Vé y lávate siete veces en el Jordán, y tu
carne se te restaurará, y serás limpio.
¿Por
qué no salió Eliseo a recibir directamente a Naamán? Quizás para
que cuando éste fuese sanado entendiera que no había sido él sino
Dios, para que toda la gloria fuera para el Señor.
11
Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí:
Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su
Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra.
En
un primer momento las expectativas de Naamán no se cumplieron y se
alejó de Eliseo decepcionado y enojado. Lo lógico habría sido que
el profeta impusiese sus manos sobre el cuerpo de Naamán y éste
recibiera sanidad; sin embargo ni siquiera fue a recibirlo
personalmente. Parecía que actuaba despectivamente o con poco
interés. El caso es que Naamán ignoraba que el Dios soberano hace
las cosas cómo y cuándo quiere, tal como después nos mostró Jesús
con los milagros realizados de formas tan diversas.
12
Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las
aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y
se volvió, y se fue enojado.
No
fue capaz de ver más allá de lo material y físico ¿Qué tenía el
Jordán? ¿Acaso no había mejores ríos en Damasco? Naamán pareció
no darse cuenta de que el poder no residía en la calidad de las
aguas de los ríos, sino en Dios, cuya voluntad era que aquél se
sumergiera en el Jordán.
Algo
similar ocurre con las reliquias, a las que muchas personas atribuyen
supersticiosamente poder en sí mismas, convirtiéndose en objetos
idolátricos, tal como la serpiente de bronce que destruyó Ezequías
(2 R 18:4).
2
R 18:4; El quitó los lugares altos, y quebró las imágenes,
y cortó los símbolos de Asera, e hizo pedazos la serpiente de
bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le quemaban
incienso los hijos de Israel; y la llamó Nehustán.
Por
otra parte, es cuando menos llamativo que tuviese que sumergirse en
el Jordán y no en cualquier otro río. Como sabemos, es en este río
en el que se bautizó el Señor Jesús. No en vano “la salvación
viene de los judíos” (Jn 4:22-23).
Jn
4:22-23; Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo
que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 23 Mas la
hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al
Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales
adoradores busca que le adoren.
13
Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío,
si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto
más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?
Dios
usa a quien quiere para sus propósitos, como se pone de relieve en
la Biblia. No sólo usa a creyentes, sino también a enemigos de su
pueblo (Is 10:5-6), a ángeles (Gn 19:15) o incluso un
animal (Nm 22:27-28). En este caso
usó a los criados de Naamán, que no eran israelitas, para convencer
a Naamán de que debía hacer lo que Eliseo le había mandado. Es
más, en el versículo 1 se nos dice que Jehová usó a Naamán, aun
antes de que éste lo conociera, para salvar a Siria de sus enemigos.
Is
10:5-6; Oh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano
he puesto mi ira. 6 Le mandaré contra una nación
pérfida, y sobre el pueblo de mi ira le enviaré, para que quite
despojos, y arrebate presa, y lo ponga para ser hollado como lodo de
las calles.
Gn
19:15; Y al rayar el alba, los ángeles daban prisa a Lot,
diciendo: Levántate, toma tu mujer, y tus dos hijas que se hallan
aquí, para que no perezcas en el castigo de la ciudad.
Nm
22:27-28; Y viendo el asna al
ángel de Jehová, se echó debajo de Balaam; y Balaam se enojó y
azotó al asna con un palo. 28 Entonces Jehová abrió la boca al
asna, la cual dijo a Balaam: ¿Qué te he hecho, que me
has azotado estas tres veces?
14
El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán,
conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como
la carne de un niño, y quedó limpio.
¿Cuál
era el gran problema de Naamán? Obviamente que estaba sucio de la
lepra y, en sentido espiritual, que estaba en pecado. Lavarse siete
veces simboliza la limpieza total que sólo Dios puede dar mediante
la sangre del Cordero; simboliza una completa y perfecta salvación.
A
Naamán las instrucciones de Eliseo le parecían demasiado fáciles
de cumplir ¿Qué sacrificio o qué precio pagaba él de esta manera?
La mentalidad religiosa tan arraigada en el ser humano caído, hacía
que le resultara difícil entender que la salvación es por pura
gracia y que no hay ningún mérito ni ayuda que nosotros podamos
aportar. Con todo, obedeció la voz de Dios y fue sanado de su lepra,
así como de su pecado.
15
Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso
delante de él, y dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en
toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que recibas algún presente
de tu siervo.
Naamán
vio la salvación de Dios y dio testimonio de ello, mostrando su
agradecimiento y reconociendo a Eliseo como siervo del Altísimo. El
presente que Naamán le ofreció a Eliseo no fue para pagar el
inmenso favor recibido de Dios (algo impagable), sino para contribuir
a la subsistencia del profeta, en apoyo a la obra de Dios. No fue una
forma de contribuir a su salvación con algún mérito, sino un fruto
natural de la misma, una expresión de agradecimiento.
16
Mas él dijo: Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo
aceptaré. Y le instaba que aceptara alguna cosa, pero él no quiso.
Eliseo
quiso dejar claro que los favores de Dios no se compran ni se venden
y que debemos dar gratis lo que de Dios hemos recibido gratis. A fin
de cuentas Eliseo no realizó ningún servicio que requiriera
contraprestación económica alguna.
17
Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿de esta tierra no se dará a
tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu
siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros
dioses, sino a Jehová.
Para
Naamán ya no hubo otro Dios que el Dios de Israel y propuso en su
corazón honrarlo y serle fiel el resto de su vida, aceptándolo no
sólo como su Salvador sino también como su Señor.
Que
la Palabra de Dios sea de bendición para nuestras vidas.
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