10/5/17

Los pequeños de Jesús




LA PREDILECCIÓN DE JESÚS POR LOS NIÑOS

Mr 10:13-14 (ver también Mt 19:13-14; Lc 18:15-17); Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban. 14 Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.

Los versículos anteriores contienen una clara muestra de la predilección de Jesús por los niños; pero también nos permiten inferir que cuando alguien fallece siendo niño se va directo al cielo. Esta declaración de Jesús descarta cualquier doctrina inventada por los hombres como, por ejemplo, la supuesta existencia del limbo de los justos, a donde irían los niños que mueren sin estar bautizados; o la estancia por tiempo indefinido en un purgatorio, hasta la total purificación de los pecados. Los niños tienen un lugar reservado para ellos en el cielo, y punto.

PEQUEÑEZ AJENA A LA ESTATURA O LA EDAD

Mt 10:42; Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.

Como acabamos de leer, los pequeños a los que tan entrañablemente ama Jesús, no son sólo los niños, o personas de corta edad. También lo son sus discípulos que, a imitación suya, sirven a los demás con humildad y sencillez de corazón.

Zac 13:7; Levántate, oh espada, contra el pastor, y contra el hombre compañero mío, dice Jehová de los ejércitos. Hiere al pastor, y serán dispersadas las ovejas; y haré volver mi mano contra los pequeñitos.

La porción anterior nos vuelve a mostrar que los “pequeñitos” son los seguidores de Jesús, como nos lo confirma Mt 26:31 y Mr 14:27.

En este sentido es irrelevante la estatura corporal, o la fuerza física, las cuales para poco más pueden servir que para presumir de ellas. De ahí que cuando nos referimos a la grandeza y la pequeñez de la gente nos fijamos más en otros aspectos, a menudo interrelacionados, como son: la cualidad moral, el prestigio, el rango social, la autoridad, el poder, la riqueza, etc.

Saúl, hijo de Cis, es un claro ejemplo de esto. Aunque era fuerte, bello y muy alto, no se consideraba merecedor o digno de ocupar una posición tan elevada como la que otorga ser rey. Su llamamiento de parte de Dios ciertamente sobrepasó todas sus expectativas: fue algo que ni siquiera podía soñar o imaginar, dada su modesta condición social.

1 S 9:2, 21; Y tenía él un hijo que se llamaba Saúl, joven y hermoso. Entre los hijos de Israel no había otro más hermoso que él; de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo.
21 Saúl respondió y dijo: ¿No soy yo hijo de Benjamín, de la más pequeña de las tribus de Israel? Y mi familia ¿no es la más pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín? ¿Por qué, pues, me has dicho cosa semejante?

1 S 15:17; Y dijo Samuel: Aunque eras pequeño en tus propios ojos, ¿no has sido hecho jefe de las tribus de Israel, y Jehová te ha ungido por rey sobre Israel?

La gloria de este mundo es efímera y vana, pues en el mejor de los casos se pierde cuando nuestro cuerpo regresa al polvo, del que salió. Por eso es mucho más sabio anhelar la gloria imperecedera de Dios, el único y soberano Señor que, a su tiempo, exalta a los humildes y humilla a los soberbios. Saúl, en su humilde condición, fue levantado por Dios; ¡lástima que luego le desobedeciera y se alejara de Él!

Mt 23:11-12; El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. 12 Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

LA JERARQUÍA DE VALORES DEL MUNDO Y LA DE DIOS

Mt 20:24-28; Cuando los diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos. 25 Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. 26 Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27 y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; 28 como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

En este mundo corrompido por el pecado se considera más noble ser servido que servir; más honroso mandar que obedecer; está mejor visto ser rico que pobre; se respeta más al orgulloso que al humilde; hay discriminación y acepción de personas en favor de los poderosos; etc.

Pero a los ojos de Dios nadie, en principio, es mayor o más grande que otro. El criterio por el que Dios mide la grandeza de los hombres es la obediencia. Cuanto más le obedezca una persona, más la engrandecerá Dios y mayor recompensa tendrá; por el contrario, cuanto más se rebele uno contra Él, más empequeñecido será y mayor castigo recibirá. Esto tiene que ver con la justicia de Dios y su ineludible juicio de consecuencias eternas, sin perjuicio de que Dios pueda dispensar un pequeño adelanto cuando aún estemos aquí en la tierra.

Mt 18:1-4; En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? 2 Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, 3 y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. 4 Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.

Vemos, pues, que Dios tiene otra escala de valores diferente, así como un perfecto conocimiento de las acciones y motivaciones de cada persona; todo lo cual hace que Él juzgue con justo juicio y no según las apariencias de los hombres. Como dijo Jesús a los fariseos en Lc 16:15: “...Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación.

Por consiguiente, lo que más valora Dios del hombre es que de forma libre y voluntaria se someta a su voluntad como siervo. No hay nada que sea más grande, ni nada que pueda hacer más grande a una persona, que servir a Dios. Y si además esto lo hacemos con pureza y rectitud de corazón, con fidelidad, humildad y amor; pues mejor imposible.

Lc 22:24-27; Hubo también entre ellos una disputa sobre quién de ellos sería el mayor. 25 Pero él les dijo: los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores; 26 mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve. 27 Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve.

En cuanto a las autoridades, sabemos que debemos sujetarnos a ellas porque han sido establecidas por Dios, de quien emana toda autoridad (Ro 13:1). Así que no debemos envidiar su función, pensando que llevan una vida fácil; antes al contrario, debemos considerar que prestan un servicio necesario a la sociedad que no es nada fácil y del que deberán rendir cuentas ante Dios y los hombres. Por eso Dios nos pide que oremos por ellas.

LA ALABANZA PURA DE LOS NIÑOS

Mt 21:15-16; Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron, 16 y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: sí; ¿nunca leísteis: de la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?

Por su incredulidad, los principales sacerdotes y los escribas tenían el corazón endurecido, de tal modo que teniendo ojos no veían y teniendo oídos no oían; por tanto, resistían al Espíritu Santo. Aplicando 2 Co 4:4 a ellos, que eran incrédulos, el dios de este siglo les había cegado su entendimiento ¡Qué diferente fue la actitud de los muchachos! Éstos, al ver la demostración del poder de Dios obrando en Jesús, se rindieron ante la evidencia y lo aclamaron. Sus alabanzas brotaron de manera espontánea y pura como las de los niños a los que hace referencia Jesús ¡Ojalá sea así nuestra alabanza!

SIN EL CANDOR DE UN NIÑO NO SE PODRÁ ENTRAR EN EL CIELO

Mr 10:15; De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.

Lc 10:21, 23-24 (también Mt 11:25-26); En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó.
23 Y volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis; 24 porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.

Vemos que para poder acceder al reino de Dios, el hombre tiene que reflejar ciertas cualidades que caracterizan a los niños, como la humildad, sencillez, pureza, etc. Asimismo para conocer a Dios y su voluntad para con el ser humano, es necesario despojarse de toda malicia y ser humildes como los niños.

Los sabios y entendidos de este mundo no conocieron las cosas de Dios, porque carecieron de la sabiduría que viene de lo alto, que sólo se puede recibir con una actitud de temor reverente hacia Él (“El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia”. Pr 9:10). En definitiva, no quisieron ser “sabios para el bien, e ingenuos para el mal“ (Ro 16:19).

1 Co 3:18-20; Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio. 19 Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios; pues escrito está: El prende a los sabios en la astucia de ellos. 20 Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos.

1 Co 1:19-21; Pues está escrito: destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos. 20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? 21 Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.

EL AMOR TIERNO DE DIOS POR SUS HIJOS

Mr 9:41-42 (ver también Mt 10:42); Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa. 42 Cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y se le arrojase en el mar.

Como hemos estado viendo, Jesús comparó en varias ocasiones a sus discípulos con niños pequeños, incluso con pequeñitos. Lo que sugiere esta palabra es un tierno y delicado amor, semejante al de cualquier madre por su bebé. El calificativo “pequeñito” refleja en parte lo pequeños y vulnerables que somos, pero creo que aún enfatiza más el aspecto afectivo, como ocurre cuando una madre se dirige cariñosamente a su bebé llamándole “chiquitín”, u otra expresión similar.

Precisamente porque Dios ama a sus hijos, vela por ellos y obra para su bien. Como dice Dt 32:10 respecto a Israel, los guarda “como a la niña de su ojo”. Por eso también promete recompensa a los que se muestren bondadosos con ellos, así como castigo a quienes les causen daño.

Zac 2:7-8; Oh Sion, la que moras con la hija de Babilonia, escápate. 8 Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Tras la gloria me enviará él a las naciones que os despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de su ojo.

ALCANZAR LA MADUREZ SIN DEJAR DE SER NIÑOS

Ahora bien, Dios no quiere que sus hijos permanezcamos estancados en esa condición inicial de niños espirituales, sino que crezcamos en la fe que obra por el amor y en el conocimiento de él, hasta alcanzar la madurez. Así no seremos engañados, ni nada podrá movernos de nuestra posición en Cristo, nuestra roca inconmovible.

1 Co 3:1; De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo.

Ef 4:13-14; ...hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14 para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error...

Pero debemos crecer sin perder la sencillez y humildad propia de un niño, ni el primer amor lleno de pasión por Cristo que caracteriza a los jóvenes enamorados. Tenemos que recuperar, si fuere necesario, y retener esas buenas cualidades del niño que un día fuimos, integrándolas en el aprendizaje de nuestro caminar diario con Dios.

Finalizo con dos versículos que resumen de manera magistral esta enseñanza.

Mt 10:16; He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.

1 Co 14;20; Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar.

Que seamos bendecidos en el Señor.

1 comentario:

  1. Reflexión sobre el amor tierno de Jesús sobre los pequeñitos y quiénes son éstos.

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