11/5/17

Privilegio de pertenecer al pueblo de Dios

PRÓLOGO

Ésta es una reedición de mi estudio original motivada por un posible error de interpretación de Nm 10:29-32, que podría alterar los hechos y por tanto las conclusiones a las que había llegado sobre Hobab, pariente de Moisés. Fui consciente de este problema cuando realicé otro estudio sobre la Identidad de los recabitas”; de ahí que proceda ahora a esta revisión.

INTRODUCCIÓN

Así como todas las personas son criaturas de Dios, pero sólo una pequeña parte son sus hijos, hay muchas naciones, pero sólo un pueblo de Dios entre ellas. Antiguamente Dios escogió a los descendientes de Jacob para ser su pueblo, mas en la actualidad su llamamiento se ha extendido a los habitantes de toda la tierra ¡Lástima que muchos rehúsen aceptar su invitación!

Observaremos distintos casos de personas que, sin ser israelitas de nacimiento, cuando se les presentó la oportunidad aceptaron pertenecer al pueblo de Dios. Examinaremos asimismo las consecuencias derivadas de su decisión.

HOBAB, PARIENTE DE MOISÉS

Nm 10:29-32; Entonces dijo Moisés a Hobab, hijo de Ragüel madianita, su suegro: nosotros partimos para el lugar del cual Jehová ha dicho: yo os lo daré. Ven con nosotros, y te haremos bien; porque Jehová ha prometido el bien a Israel. 30 Y él le respondió: yo no iré, sino que me marcharé a mi tierra y a mi parentela. 31 Y él le dijo: te ruego que no nos dejes; porque tú conoces los lugares donde hemos de acampar en el desierto, y nos serás en lugar de ojos. 32 Y si vienes con nosotros, cuando tengamos el bien que Jehová nos ha de hacer, nosotros te haremos bien.

El anterior versículo 29 nos muestra a Hobab como hijo de Reuel (o Ragüel), más conocido como Jetro. Reuel aparece en Éx 2:18, igual que Jetro en Ex 18:1, como el suegro de Moisés. Luego, Hobab parece ser cuñado de Moisés.

Éx 2:16-18, 21; Y estando sentado junto al pozo, siete hijas que tenía el sacerdote de Madián vinieron a sacar agua para llenar las pilas y dar de beber a las ovejas de su padre. 17 Mas los pastores vinieron y las echaron de allí; entonces Moisés se levantó y las defendió, y dio de beber a sus ovejas. 18 Y volviendo ellas a Reuel su padre, él les dijo: ¿Por qué habéis venido hoy tan pronto?… 21 Y Moisés convino en morar con aquel varón; y él dio su hija Séfora por mujer a Moisés.

Ex 18:1; Oyó Jetro sacerdote de Madián, suegro de Moisés, todas las cosas que Dios había hecho con Moisés, y con Israel su pueblo, y cómo Jehová había sacado a Israel de Egipto.

En relación con Jetro y su descendencia hay un par de dilemas de poca importancia. Uno de ellos es el pueblo al que pertenece, ya que en unos casos figura como madianita y en otros como ceneo. Dado que se trata de pueblos distintos, probablemente mantuvieron entre sí una estrecha relación de convivencia e incluso de parentesco, al menos entre una parte de ellos. Sobre este particular reflexiono con más detalle en el otro estudio que ya he mencionado con el título Identidad de los recabitas”.

El otro problema lo tenemos en Jue 4:11 al referirse a Hobab, no como cuñado, sino como suegro de Moisés. En todo caso, a excepción de este versículo, en las demás citas a Hobab aparece como hijo de Jetro, por lo que así lo consideraré en adelante.

Jue 4:11; Y Heber ceneo, de los hijos de Hobab suegro de Moisés, se había apartado de los ceneos, y había plantado sus tiendas en el valle de Zaanaim, que está junto a Cedes.

Sin embargo, lo que verdaderamente importa a efectos de este estudio, no es el hecho de que sea cuñado o suegro de Moisés, sino su decisión de acompañar o no a Israel camino de la tierra prometida. Hobab era perfecto conocedor de los grandes prodigios que Jehová había hecho en medio de su pueblo, porque no sólo lo había escuchado directamente de los hijos de Israel, sino que incluso había visto varias señales milagrosas mientras estuvo con ellos, como la provisión del maná, o la columna de nube y fuego sobre el tabernáculo (Nm 9:15-16). Sin embargo, en el momento más decisivo se negó en principio a seguirlo, aunque es posible que después recapacitara y cambiara su actitud. Así que cuando su fe fue puesta a prueba, como mínimo dudó.

La expresión usada por Hobab en contestación a la petición de Moisés (“yo no iré, sino que me marcharé a mi tierra y a mi parentela”. Nm 10:30), nos recuerda el llamado de Dios a Abram (Gn 12:1-3), con la diferencia de que éste desde el primer momento decid dejar su tierra y su parentela para seguir a Dios.

Gn 12:1-3; Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. 2 Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. 3 Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.

Como sacerdote o hijo de sacerdote, no importa cual de las dos fuera su condición, Hobab tenía presumiblemente una buena reputación en Madián y una situación económica acomodada, lo cual debía transmitirle cierta sensación de bienestar y tranquilidad. Partir con Israel suponía renunciar a lo que dejaba en su tierra y enfrentarse a lo desconocido, con el temor e incertidumbre que eso conlleva. Y aunque le aguardaban grandiosas bendiciones en la tierra prometida, antes tendría que afrontar numerosas privaciones y pruebas. Así que entre lo bueno ahora o lo mejor después sabemos qué eligió Abram; mas ¿qué prefirió Hobab?

La pregunta anterior es pertinente, porque el pasaje de Nm 10:29-32 puede interpretarse de dos formas: 1) Que Hobab finalmente rechazó partir con Israel hacia la tierra prometida. 2) Que ante la insistencia de Moisés, Hobab recapacitó y decidió acompañar al pueblo de Israel. El problema es que el versículo 33 deja la cuestión en el aire, porque no aclara si los israelitas partieron con Hobab o sin él.

Un servidor había dado por supuesto que Hobab se había apartado en ese tiempo de Israel, pero ahora me inclino a pensar más bien lo contrario. En cualquier caso si Hobab no continuó acompañando a Israel en ese momento, pudieron hacerlo algunos de sus hombres, o bien reencontrarse él mismo con Israel algún tiempo después. ¿Por qué creo esto? Porque los descendientes de Jetro, suegro de Moisés y padre de Hobab, convivieron desde el principio con el pueblo de Israel en la ciudad de Jericó, que fue la primera ciudad cananea conquistada por Josué al oeste del Jordán, como se desprende de Jue 1:16.

Jue 1:16; Y los hijos del ceneo, suegro de Moisés, subieron de la ciudad de las palmeras con los hijos de Judá al desierto de Judá, que está en el Neguev cerca de Arad; y fueron y habitaron con el pueblo.

A cada ser humano se le presenta hoy esa misma disyuntiva: dejar su vieja vida para seguir confiadamente a Dios, como en su día hizo Abram y probablemente también Hobab; o bien escoger una vida más fácil y placentera durante un efímero presente, en detrimento de un futuro de bendiciones gloriosas y eternas. Ciertamente seremos sabios si, como Abram, optamos por depositar nuestra fe y esperanza en Dios, ya que a la larga va a ser mucho más beneficioso para nosotros.

La nefasta decisión de Esaú de malvender su primogenitura por un plato de lentejas es un buen ejemplo de una elección centrada en el aquí y ahora. Prefirió una satisfacción inmediata, renunciando a su primogenitura, a una satisfacción diferida, conservando la misma. Ante la necesidad de saciar su hambre para reponer fuerzas, se condujo de manera impulsiva y temeraria, lo que le acarreó graves consecuencias para el futuro. Si se hubiera fortalecido y esperado en Dios no habría sucumbido ante la prueba, pero actuó carnalmente por su cuenta y así le fue.

Gn 25:31-34; Y Jacob respondió: véndeme en este día tu primogenitura. 32 Entonces dijo Esaú: he aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? 33 Y dijo Jacob: júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura. 34 Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura.

Otra valiosa lección que podemos extraer de las antagónicas actitudes de Esaú y Jacob, es que jamás debemos menospreciar las bendiciones de Dios, sino anhelarlas profundamente. Dios permitió que Jacob le arrebatara a Esaú su primogenitura, porque mientras éste la menospreció, aquél la deseó con fuerza (Ap 13:11).

Ap 13:11; He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.

No obstante, al mismo tiempo que debemos querer las bendiciones de Dios, tenemos que aprender a conformarnos con lo que tenemos, agradeciendo su provisión en el presente como un anticipo a cuenta de nuestra herencia celestial, que recibiremos un día. Como a Israel en el desierto, puede que Dios no nos conceda comodidades y riquezas, pero sí lo necesario; con eso debemos contentarnos.

LA FE DE RAHAB, LA RAMERA

En el capítulo dos de Josué se relata el reconocimiento de Jericó por los dos espías enviados por Israel, y en el seis la toma y destrucción de la ciudad. En ambas situaciones aparece de manera relevante la figura de Rahab. Ésta puede compararse con los creyentes gentiles en Cristo que, junto a los judíos que también creen en Él, conforman la Iglesia.

Se tome o no Rahab como un símbolo de los creyentes gentiles, hay ciertos paralelismos evidentes entre ambos:

1) Cuando Rahab tuvo conocimiento del gran poder del Dios de Israel, no sólo le temió, sino que también lo creyó y puso en Él su esperanza (Jos 2:11-12). De ahí que pidiera ser tratada con la misma misericordia con la que ella había tratado a los dos espías. A los cristianos les ocurre algo similar al creer en el evangelio y acogerse a la gracia y misericordia de Dios.

Jos 2:11-12; Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra. 12 Os ruego pues, ahora, que me juréis por Jehová, que como he hecho misericordia con vosotros, así la haréis vosotros con la casa de mi padre...

2) El cordón de grana en la ventana de la casa de Rahab (Jos 2:18-19), lo mismo que la sangre en los postes y dintel de las casas de los israelitas en Egipto (Éx 12:22-23), representa la sangre de Cristo, bajo cuya cobertura su pueblo, tanto del antiguo como del nuevo pacto, es salvo de la justa ira de Dios.

Jos 2:18-19; He aquí, cuando nosotros entremos en la tierra, tú atarás este cordón de grana a la ventana por la cual nos descolgaste; y reunirás en tu casa a tu padre y a tu madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre. 19 Cualquiera que saliere fuera de las puertas de tu casa, su sangre será sobre su cabeza...

3) Por su fe Rahab no sólo fue librada de la muerte (He 11:31); también experimentó una nueva vida dentro del pueblo de Israel, como uno más de sus hijos (Jos 6:25).

He 11:31; Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz.

Jos 6:25; Mas Josué salvó la vida a Rahab la ramera, y a la casa de su padre, y a todo lo que ella tenía; y habitó ella entre los israelitas hasta hoy, por cuanto escondió a los mensajeros que Josué había enviado a reconocer a Jericó.

No sólo pasó a formar parte del pueblo de Dios para siempre, sino que, según todos los indicios, fue tatarabuela del rey David, quedando su nombre registrado a perpetuidad en la genealogía del Mesías.

Mt 1:5-6; Salmón engendró de Rahab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, y Obed a Isaí. 6 Isaí engendró al rey David...

LA SALVACIÓN DE LOS GABAONITAS

Los gabaonitas eran los heveos que moraban en torno a la ciudad de Gabaón. Igual que Rahab, ellos reconocieron que Jehová es el Dios Todopoderoso y le temieron, sabiendo que estaban sentenciados a ser cortados de sobre la faz de la tierra. Por eso fingieron ser un pueblo lejano que venía a encontrarse con Israel para rendirle vasallaje y formalizar alianza con él. Cuando los israelitas se dieron cuenta del engaño ya habían pactado con ellos, viéndose así obligados a preservar sus vidas. Y aunque los destinaron a servir como aguadores y leñadores en el campamento y el tabernáculo, consiguieron salvarse (recomiendo leer el capítulo nueve de Josué completo).

Este pacto no sólo libró a los gabaonitas de caer en manos de Israel, sino que además les sirvió para que los israelitas los defendieran de los cinco reyes amorreos que los atacaron, precisamente a causa de dicha alianza (Jos cap. 10). Los gabaonitas fueron, pues, aceptados en Israel como siervos y con el tiempo quedaron prácticamente asimilados a la tribu de Benjamín, que heredó sus ciudades. Esto podemos verlo cotejando Jos 9:16-17, Jos 18:25, Jue 20:46-47 y 2 S 4:2-3.

Jos 9:16-17; Pasados tres días después que hicieron alianza con ellos, oyeron que eran sus vecinos, y que habitaban en medio de ellos. 17 Y salieron los hijos de Israel, y al tercer día llegaron a las ciudades de ellos; y sus ciudades eran Gabaón, Cafira, Beerot y Quiriat-jearim.

Jos 18:21,25; Las ciudades de la tribu de los hijos de Benjamín, por sus familias, fueron... 25 Gabaón, Ramá, Beerot...

Jue 20:46-47; Fueron todos los que de Benjamín murieron aquel día, veinticinco mil hombres que sacaban espada, todos ellos hombres de guerra. 47 Pero se volvieron y huyeron al desierto a la peña de Rimón seiscientos hombres, los cuales estuvieron en la peña de Rimón cuatro meses.

2 S 4:2-3; Y el hijo de Saúl tenía dos hombres, capitanes de bandas de merodeadores; el nombre de uno era Baana, y el del otro, Recab, hijos de Rimón beerotita, de los hijos de Benjamín (porque Beerot era también contado con Benjamín, 3 pues los beerotitas habían huido a Gitaim, y moran allí como forasteros hasta hoy).

La alianza de paz que los gabaonitas establecieron en su día con los hijos de Israel fue firme y sin fecha de caducidad. Hasta tal punto Dios toma en serio los pactos, que siglos después tuvo que disciplinar a Israel con una hambruna, porque Saúl había emprendido una especie de limpieza étnica contra los gabaonitas, quebrantando un pacto ancestral. Hasta que David afrontó dicha injusticia, ofreciendo una reparación de sangre a los gabaonitas, no retornaron las bendiciones.

2 S 21:1-6; Hubo hambre en los días de David por tres años consecutivos. Y David consultó a Jehová, y Jehová le dijo: Es por causa de Saúl, y por aquella casa de sangre, por cuanto mató a los gabaonitas. 2 Entonces el rey llamó a los gabaonitas, y les habló. (Los gabaonitas no eran de los hijos de Israel, sino del resto de los amorreos, a los cuales los hijos de Israel habían hecho juramento; pero Saúl había procurado matarlos en su celo por los hijos de Israel y de Judá.) 3 Dijo, pues, David a los gabaonitas: ¿Qué haré por vosotros, o qué satisfacción os daré, para que bendigáis la heredad de Jehová? 4 Y los gabaonitas le respondieron: no tenemos nosotros querella sobre plata ni sobre oro con Saúl y con su casa; ni queremos que muera hombre de Israel. Y él les dijo: lo que vosotros dijereis, haré. 5 Ellos respondieron al rey: de aquel hombre que nos destruyó, y que maquinó contra nosotros para exterminarnos sin dejar nada de nosotros en todo el territorio de Israel, 6 dénsenos siete varones de sus hijos, para que los ahorquemos delante de Jehová en Gabaa de Saúl, el escogido de Jehová. Y el rey dijo: Yo los daré.

Resumiendo la lección que nos aportan los gabaonitas, cuando se dieron cuenta de su inminente destrucción, idearon una alianza con el pueblo elegido, obteniendo de ese modo la misericordia y protección de Jehová. Debieron experimentar un sentimiento similar al del hijo pródigo (“...no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Lc 15:19). Y aunque en principio no disfrutaron de todos los privilegios del pueblo de Israel, el simple hecho de convivir con ellos los acercaba a Dios (Sal 84:10; Jn 3:29), que es la principal fuente de bendición, como hemos visto antes en Gn 12:2 en la bendición de Abraham (“Bendeciré a los que te bendijeren”).

Sal 84:10; Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, que habitar en las moradas de maldad.

Jn 3:29; El que tiene la esposa (en el antiguo pacto Israel y en el nuevo la Iglesia), es el esposo; mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido.

LA ADHESIÓN DE RUT A LA FAMILIA DE DIOS

Rut 1:14-17; Y ellas alzaron otra vez su voz y lloraron; y Orfa besó a su suegra, mas Rut se quedó con ella. 15 Y Noemí dijo: he aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú tras ella. 16 Respondió Rut: no me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. 17 Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos.

En el libro de Rut se muestran personajes y hechos del mundo material que pueden servir para ilustrar realidades espirituales. Con respecto a esto, no pretendo entrar ahora en profundidad y detalle, sino sólo dar unas cuantas pinceladas.

A) Esta historia sucedió en el periodo del gobierno de los jueces, caracterizado porque cada uno hacía lo que bien le parecía (Jue 17:6; 21:25) sin tener a menudo en cuenta la voluntad de Dios (Dt 12:8). Belén significa casa de pan, pero cuando sus moradores no obedecen los mandamientos de Dios, el pan falta y sobreviene el hambre junto con otras calamidades, como le aconteció a la familia de Noemí. Menos mal que, como un padre con los brazos abiertos, Dios siempre está esperando que sus hijos se vuelvan a Él arrepentidos, para visitarlos.

B) Cuando Noemí oyó que Jehová había visitado a su pueblo para darles pan, regresó a la casa de la que había salido (Rut 1:6). La visitación de Dios por excelencia es la del pan vivo que, descendiendo del cielo (Jn 6:51), apareció precisamente en Belén (Lc 1:68-70,76-79).

Rut 1:6; Entonces se levantó con sus nueras, y regresó de los campos de Moab; porque oyó en el campo de Moab que Jehová había visitado a su pueblo para darles pan.

Jn 6:51; Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.

Lc 1:68-70,76-79; Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo, 69 y nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David su siervo, 70 Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio… 76 Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; 77 para dar conocimiento de salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados, 78 por la entrañable misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó desde lo alto la aurora, 79 para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por camino de paz.

C) Pero, como sabemos, el pan con el que Dios quiere saciarnos trasciende el pan físico para alcanzar el espiritual (Mt 5:6), que es la Palabra de Dios (Jn 6:63; Am 8:11). Es obvio que para poder saciarnos de pan tenemos que comerlo. Por eso Cristo, como pan de vida, nos invita a que lo comamos en sentido figurado. Y está claro que a Cristo, el Verbo encarnado, sólo lo podemos interiorizar en nuestros corazones recibiendo y guardando su Palabra para obedecerla.

Mt 5:6; Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Jn 6:63; El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.

Am 8:11; He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová.

D) La figura de Noemí, como tipo del creyente judío que está bajo la Ley, se manifiesta en su papel de aya del niño Obed (Rut 4:16-17; Gá 3:24), nacido de la unión matrimonial de Booz y Rut. Así que, en cierta manera, a Noemí le nació un hijo ya en edad avanzada para su gozo y consuelo, de lo cual fueron partícipes también sus vecinas. En sentido amplio este hijo varón representa al que le nacerá a la nación de Israel cuando el Mesías regrese a la Tierra (Ap 12:5).

Rut 4:16-17; Y tomando Noemí el hijo, lo puso en su regazo, y fue su aya. 17 Y le dieron nombre las vecinas, diciendo: Le ha nacido un hijo a Noemí; y lo llamaron Obed. Este es padre de Isaí, padre de David.

Gá 3:24-26; De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. 25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, 26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús...

Ap 12:5; Y ella (referencia dual a la virgen María y a Israel) dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono.

E) La relación familiar entre Noemí y Rut nos recuerda la Iglesia de Cristo, en la que conviven juntos judíos (Noemí) y gentiles (Rut), al derribar Dios la pared intermedia de separación y hacer de ambos un solo pueblo (Ef 2:14). Igual que Rahab, el nombre de la gentil Rut quedó grabado con letras de oro en la genealogía de Jesús, al ser la bisabuela del rey David (Mt 1:5-6). Así que a través de ella vino el Cristo, en quien se cumple lo dicho en Ro 9:24-26.

Ef 2:14; Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación...

Ro 9:24-26; ...a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles? 25 Como también en Oseas dice: llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, y a la no amada, amada. 26 Y en el lugar donde se les dijo: vosotros no sois pueblo mío, allí serán llamados hijos del Dios viviente.

F) Por último, Booz, como pariente redentor (Job 19:25) y rico (Rut 2:1; Ef 3:8), evoca a Cristo (aconsejo leer todo el capítulo cuatro de Rut). Y así como Rut fue la esposa de Booz, el pueblo fiel de Israel y la Iglesia son la esposa de Cristo. En efecto, las referencias a la esposa de Jehová y de Cristo (ambos son el mismo Dios) son abundantes, tanto en el antiguo como en el nuevo pacto (Jer 3:14; Mt 9:15; Ap 21:2; etc).

Job 19:25; Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo...

Rut 2:1; Tenía Noemí un pariente de su marido, hombre rico de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz.

Ef 3:8; A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo

Jer 3:14,20; Convertíos, hijos rebeldes, dice Jehová, porque yo soy vuestro esposo; y os tomaré uno de cada ciudad, y dos de cada familia, y os introduciré en Sion…

20 Pero como la esposa infiel abandona a su compañero, así prevaricasteis contra mí, oh casa de Israel, dice Jehová.

Mt 9:15; Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.

Ap 21:2; Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.

En contraste con Rut, al volverse a su pueblo y sus dioses, Orfa desaprovechó la oportunidad que tuvo de entrar a formar parte de la familia de Dios, con las inmensas bendiciones que eso conlleva.

CONCLUSIONES

No pretendo juzgar moralmente a estos personajes o colectivos históricos y mucho menos insinuar si fueron o no salvos; eso es algo que sólo Dios sabe. Simplemente he tratado de ilustrar algunas verdades espirituales, en base a determinadas actitudes o decisiones adoptadas por ellos. Y en ese sentido, desperdiciar la oportunidad de unirse al pueblo de Dios es una pésima decisión. Así pues Esaú actuó con necedad al menospreciar su primogenitura. En cambio Abraham, Hobab, Rahab, los gabaonitas, o Rut, procedieron con sabiduría y fueron recompensados por ello.

En su época, no todos tenían la oportunidad de pertenecer al pueblo de Dios y ser sus hijos. Pero en la actualidad Dios ha extendido esa posibilidad a todo ser humano. Los que ya tenemos ese privilegio debemos ser agradecidos y compartir lo que hemos recibido con los que no conocen al Señor.

1 P 2:9-10; Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; 10 vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.

Termino con el siguiente texto, el cual resume de modo magistral la maravillosa transformación que opera en todo aquel que obedece al evangelio de Jesucristo.

Ef 2:11-19; Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. 12 En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. 13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. 14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. 17 Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; 18 porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. 19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios

Dios quiere bendecirnos.

1 comentario:

  1. No es frecuente encontrar estudios como éste, partiendo de textos del Antiguo Testamento. Realmente vale la pena leerlo.

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