La
oración es un tema prácticamente inagotable, sobre el que se pueden
escribir ríos de tinta. Sin embargo no pretendo hacer aquí una
reflexión exhaustiva, sino parcial y breve.
LA
IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN
Ap
8:1-4; Cuando abrió el séptimo sello, se
hizo silencio en el cielo como por media hora. 2 Y vi a
los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron
siete trompetas. 3 Otro ángel vino entonces y se paró
ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso
para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de
oro que estaba delante del trono. 4 Y de la mano del ángel subió a
la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los
santos.
Todo
ser humano, mientras conserve el aliento de vida, tiene la
posibilidad de dirigirse a Dios en cualquier momento. Basta con que
reconozca humildemente su necesidad de Él. En cuanto al cristiano,
¿qué podemos decir de la oración? Que para él es como el aire que
respira. Una clara muestra de lo importante que es la oración la
tenemos en Ap 8:1-4, que comentaremos seguidamente.
Contextualización
y comentario
Las
visiones de Juan se sitúan en distintos escenarios:
La
tierra. Intensificación del juicio de Dios
Con
la apertura del sexto sello (Ap 6:12-17),
los hombres que, de forma temeraria habían negado y rechazado a
Dios, observaron atónitos, impactantes y aterradoras señales en
cielos y tierra. No les quedó otra opción que admitir la
omnipotencia
de
Dios como el único capaz de alterar las leyes que rigen la
naturaleza y el cosmos por Él creados. Al mismo tiempo se dieron
cuenta de su omnipresencia,
aunque en su desesperación trataron en vano de esconderse en cuevas,
de modo similar a como reaccionaron Adán y Eva tras su pecado (Gn
3:7-10). Tuvieron
que aceptar también
su
omnisciencia,
reconociendo
su culpabilidad y el juicio inminente de un Dios airado contra ellos,
que hasta entonces se había manifestado como un manso y paciente
Cordero.
Muchos
otros textos proféticos hacen referencia a estos hechos; entre ellos
y a modo de ejemplo podemos citar Lc 21:25-28.
La
tierra. Los 144.000 sellados
Acto
seguido al apóstol Juan se le muestra el selecto grupo de los
sellados con la marca de Dios en sus frentes (Ap
7:1-8).
Da igual si son literal y exactamente 144.000, o se refieren a un
número simbólico representativo de todos sus siervos fieles.
Tampoco vamos a considerar si este grupo se refiere exclusivamente a
israelitas por filiación natural (lo más probable), o si incluye
también a gentiles como israelitas de adopción. Lo que sí parece
evidente es que son preservados como testigos de Dios en la Tierra
durante la gran tribulación y como primicias para cuando el Señor
venga a reinar sobre toda la Tierra desde el monte Sión (Ap
14:1-5).
El
cielo. La multitud vestida con ropas blancas
Continúa
la visión con la presentación en el cielo de una incontable
multitud, procedente de todos los pueblos y lenguas de la Tierra.
Esta muchedumbre, con vestimentas blancas y palmas en las manos,
proclama a gran voz que la salvación pertenece a Dios y al Cordero,
a lo cual asiente toda la corte celestial, postrándose en adoración
ante el trono (Ap 7:9-17).
A mi entender esta gran multitud se refiere a los santos del antiguo
y nuevo pacto que habían sido arrebatados con la iglesia y ascendido
al cielo. Pero Igual que con el párrafo anterior, no es mi propósito
dilucidar en este estudio si la iglesia es arrebatada antes o durante
la gran tribulación; lo que sí me parece obvio es que el
arrebatamiento no se produce después de la gran tribulación, porque
mientras están sucediendo cosas terribles en la tierra, la iglesia
ya está en la presencia del Señor.
Interconexión
entre el cielo y la tierra
En
un momento tan crítico, tras abrirse el séptimo sello y a punto de
derramarse sobre la Tierra el juicio de las siete trompetas,
impresiona el súbito y solemne silencio hecho en el cielo, como si
de pronto el tiempo se detuviese. Pero aun es si cabe más
sorprendente el gran acontecimiento que tuvo lugar durante el
intervalo de esa media hora. Y es que toda la atención de la corte
celestial se concentró en las oraciones de débiles criaturas, que
invocaban a Dios desde la Tierra. Lo que aconteció fue
extraordinario, porque todos en el cielo contemplaron cómo las
oraciones de los santos, acompañadas de mucho incienso avivado por
la mano de un ángel, subieron hasta la misma presencia de Dios en
olor fragante ¿No es algo maravilloso? Nada podría ilustrar mejor
la importancia de la oración que la visión de esta escena.
EL
INCIENSO DE OLOR GRATO
Hemos
visto en Ap 8:3-4 que
las oraciones de los santos suben hasta el trono como incienso
agradable, permitiéndonos sintonizar desde la tierra con Dios.
Sabemos además que Él escucha siempre nuestras oraciones, sin
importar el tiempo o lugar en que estemos. Las siguientes porciones
de las sagradas escrituras pueden servir para confirmar estas
afirmaciones:
2
Cr 6:18-21; Mas ¿es verdad que Dios habitará con el hombre en la
tierra? He aquí, los cielos y los cielos de los
cielos no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que he
edificado? 19
Mas tú mirarás a la oración de tu siervo, y a su ruego, oh Jehová
Dios mío, para oír el clamor y la oración con que tu siervo ora
delante de ti. 20 Que tus ojos estén abiertos sobre esta
casa de día y de noche,
sobre el lugar del cual
dijiste: Mi nombre estará allí; que oigas la oración con que tu
siervo ora en este lugar. 21
Asimismo que oigas el ruego de tu siervo, y de tu pueblo Israel,
cuando en este lugar hicieren oración, que tú
oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada;
que oigas y perdones.
Sal
141:1-2; Jehová, a ti he clamado; apresúrate a mí;
escucha mi voz cuando te invocare. 2 Suba mi oración delante de ti
como el incienso, el
don de mis manos como la ofrenda de la tarde.
Jon
2:7; Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de
Jehová, y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo.
Hch
10:3-4; Este vio claramente en una visión, como a la hora novena del
día, que un ángel de Dios entraba donde él
estaba, y le decía: Cornelio. 4 El, mirándole fijamente, y
atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus
oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios.
RECOMENDACIONES
SOBRE LA ORACIÓN
Vista
la importancia de la oración, vamos a considerar algunas
recomendaciones y enseñanzas sobre la misma.
Búsqueda
Es
imprescindible para nuestra salud espiritual apartar algo de nuestro
tiempo cada día para orar, tal como hacía Jesús mismo, o Daniel,
que se apartaba tres veces al día para orar. Debemos establecer como
hábito un devocional diario, en el que a la oración le siga una
lectura y meditación de la Palabra.
Mt
14:23; Despedida la multitud, subió al monte a orar
aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo.
Dn
6:10; Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en
su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia
Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y
daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer
antes.
Sal
55:17; Tarde y mañana y a mediodía oraré y
clamaré, y él oirá mi voz.
Una
vez que hemos conocido a Dios, o más bien que hemos sido conocidos
por Él (Ga 4:9) no
tenemos excusa para no buscar su presencia, pues sabemos que siempre
está accesible. La Palabra es muy clara al respecto:
Is
26:9; Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que
me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte;
porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del
mundo aprenden justicia.
Is
55:6; Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle
en tanto que está cercano.
Am
5:4; Pero así dice Jehová a la casa de Israel: Buscadme,
y viviréis.
Mt
7:7; Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis;
llamad, y se os abrirá.
Perseverancia
El
Señor Jesús nos enseña en la parábola de la viuda y el juez
injusto (Lc
18:1-8)
que
debemos perseverar en oración, clamando día y noche si es
necesario. Tenemos también el ejemplo de los discípulos en el
aposento alto, esperando la venida del Espíritu Santo sobre ellos;
la exhortación de Pablo a los Colosenses; etc..
Hch
1:14; Todos éstos (los
apóstoles)
perseveraban unánimes
en oración y ruego,
con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.
Col
4:2; Perseverad
en la oración,
velando en ella con acción de gracias.
Formas
de orar
En
1 Co
14:15 dice
que se puede orar con el espíritu, pero también con el
entendimiento. En privado podemos orar sólo con el espíritu, mas si
nos reunimos con otros hermanos para orar debemos hacerlo con el
entendimiento. Cuando oramos, Dios oye todo: nuestras acciones de
gracias, alabanzas, lamentos, sollozos, suspiros; incluso nuestra voz
interior, o sea, nuestros silencios.
En
Mt
6:9-13 Jesús
nos muestra un modelo de cómo debe ser nuestra oración, con el
conocido “Padre
nuestro”.
Nos
enseña además en ese mismo capítulo que no debemos utilizar vanas
repeticiones, como hacen los budistas o los católico-romanos, por
ejemplo, cuando rezan el rosario. Jesús considera esa forma de orar
mera palabrería que no será oída, por mucho que se repitan las
mismas palabras o frases. No debe preocuparnos que nuestras palabras
sean pocas, porque Dios sabe lo que necesitamos aun antes de que se
lo pidamos.
Ec
5:1-2; Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate
más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios;
porque no saben que hacen mal. 2 No
te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir
palabra delante de Dios;
porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean
pocas tus palabras.
También
nos enseña aquí Jesús que no debemos hacer alarde de nuestras
oraciones de modo que los demás vean que somos piadosos; sino que
debemos orar en secreto, huyendo de la vanagloria, para que sea Dios
quien un día nos recompense en público.
Debemos
presentarnos en oración a Dios con humildad, no justificándonos a
nosotros mismos por nuestras buenas obras, ni creyéndonos mejores
que otros; porque, como nos enseña la parábola del fariseo y el
publicano en Lc
18:9-14, el
que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido.
Las buenas obras no justificaron al fariseo, mientras que el
publicano fue justificado, porque se presentó con un corazón
contrito y humillado, reconociendo que era pecador.
Sal
51:17; Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al
corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
Debemos
presentar nuestras oraciones al Padre en el nombre de Jesús, como
éste nos enseñó, ya que es el único mediador entre Dios y los
hombres (1Ti
2:5). Ahora
podemos acceder con confianza al trono de gloria (el lugar santísimo)
por el camino nuevo y vivo que Él abrió a través del velo, esto
es, su carne.
Jn
14:13 (también
Jn
15:16); Y
todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré,
para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
He
10:19-22; Así que, hermanos, teniendo
libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de
Jesucristo, 20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través
del velo, esto es, de su carne, 21 y teniendo un gran sacerdote sobre
la casa de Dios, 22 acerquémonos con corazón sincero, en plena
certidumbre de fe,
purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos
con agua pura.
¿Por
qué cosas orar?
En
principio podemos orar por cualquier asunto, tanto si afecta a
nuestro bienestar material como espiritual, al cuerpo o al alma; pero
debemos aprender a pedir como conviene (Ro 8:26), alineando
nuestra voluntad a la de Dios.
Por
ejemplo, si a pesar de que ya tenemos lo necesario para vivir
dignamente, el deseo de adquirir más dinero o posesiones sigue
siendo para nosotros una prioridad, es señal de que no estamos
sintonizando con la voluntad de Dios. En ese caso no es sabio pedirle
que nos siga prosperando económicamente. Si, pese a que no tenemos
el afán de poseer, Él sigue aumentando nuestras riquezas, quizás
debamos pensar que nos está poniendo a prueba, o que lo hace con el
propósito de que compartamos generosamente con las necesidades de
nuestro prójimo. Tengamos en cuenta que Dios conoce las motivaciones
ocultas en lo más profundo de los corazones. Por tanto, antes de que
nuestra debilidad nos lleve a sucumbir a la tentación de la avaricia
que, recordemos, es idolatría (Col 3:5-6), es preferible
pedirle al Señor que no nos dé riquezas, como nos enseña el autor
de Proverbios:
Pr
30:7-9; Dos cosas te he demandado; no me las niegues antes que muera:
8 vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; no me des
pobreza ni riquezas; manténme del pan necesario; 9 no sea
que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo
pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios.
En
general, además de pedir por las necesidades de los demás tanto
como por las nuestras propias, debemos priorizar los aspectos que
tienen que ver con la salvación. Porque, como dijo Jesús en Mt
16:26: ...¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el
mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el
hombre por su alma? Por
encima incluso de las necesidades materiales están las espirituales.
Por eso no debemos dejar de pedir al Señor que aumente en nosotros
el amor y la fe; que nos dé discernimiento, sabiduría de Dios (Stg
1:5); que
nos ayude a perseverar, a obedecer, a andar en santo temor, etc...
¿Por
quiénes debemos orar?
Por
todos: por nosotros mismos, nuestra familia, hermanos en la fe,
amistades, vecinos, autoridades e incluso por nuestros enemigos,
aunque esto último le desagrade a la carne.
Mt
5:44; Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos, bendecid a los que
os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad
por los que os ultrajan y os persiguen...
¿Cuándo
debemos orar?
En
todo tiempo, velando y orando sin cesar. Pero, ¿se puede orar en
todo tiempo? Claro que sí, podemos invocar al Señor en todo tiempo
y circunstancia; no importa cuán corta sea la oración. Aunque no
siempre podamos pronunciar palabras, sean o no audibles, sí que
podemos orar en nuestro espíritu, involucrando la mente y el
corazón. Recordemos que Dios ve incluso nuestros pensamientos.
Ef
6:18; ...orando
en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y
velando en ello con toda perseverancia
y
súplica por todos los santos...
1 Ts
5:17-18; Orad
sin cesar. 18 Dad gracias en todo,
porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
¿Dónde
orar?
En
cualquier lugar o situación, si bien, al apartar un tiempo para orar
en privado, lo ideal sería elegir un lugar tranquilo y silencioso,
donde nos resulte más fácil abstraernos de la gente y donde no nos
vean ni oigan, para que nuestra oración sea en secreto.
OTRAS
CONSIDERACIONES
Dios
tiene su tiempo y manera de responder a nuestras oraciones; tenemos
que esperar paciente y confiadamente en Él. Las escrituras nos enseñan que
en ocasiones, aunque la respuesta sea inmediata, puede tardar en
llegar, porque hay una fuerte oposición del adversario y se está
librando una encarnizada batalla espiritual en los cielos.
Dn
10:12-13; Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde
el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a
humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus
palabras; y a causa de tus palabras yo he venido. 13 Mas el príncipe
del reino de Persia se me opuso durante veintiún días;
pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para
ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.
1
Ts 2:18; ...por lo cual quisimos ir a vosotros, yo Pablo
ciertamente una y otra vez; pero Satanás nos estorbó.
El
hecho de que Dios no anule de un plumazo la oposición del enemigo o
que parezca que necesita ayuda para vencer, no significa un menoscabo
de su poder y soberanía. Aunque nos cueste entenderlo, Él tiene un
propósito para todo y además vela por nosotros para que lo que nos
acontece sea a la postre para nuestro bien. Ciertamente, con sólo
una palabra o pensamiento podría eliminar a Satanás y sus ángeles,
ya que no son sino seres creados por Él. Pero, como he dicho antes,
tiene su tiempo y modo de hacer las cosas ¿Por qué no interviene Él
directamente para fulminar a sus enemigos, pudiendo hacerlo? ¿Por
qué recurre a sus ángeles e incluso a la Iglesia? Simplemente
porque así lo quiere; confiemos en Él.
Mt
26:53; ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre,
y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?
Otra
enseñanza que encontramos en la Palabra es que tenemos que pedir con
fe, sin dudar.
Mt
21:21-22; Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si
tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera,
sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será
hecho. 22 Y todo lo que pidiereis en oración,
creyendo, lo recibiréis.
Puede
haber pecados que estorben nuestras oraciones, como por ejemplo un
trato desconsiderado del marido hacia su esposa o viceversa, no perdonar a alguien que nos haya ofendido, una manifiesta
desobediencia que se intenta justificar con una falsa apariencia de
piedad (lo que solemos llamar religiosidad), etc. Ante estos hechos
tenemos que humillarnos y arrepentirnos delante de Dios, si queremos que Él nos responda.
1 P3:7;
Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando
honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la
gracia de la vida, para que vuestras oraciones no
tengan estorbo.
Is
1:15-18; Cuando extendáis vuestras manos, yo
esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la
oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. 16
Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante
de mis ojos; dejad de hacer lo malo; 17 aprended a hacer el bien;
buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano,
amparad a la viuda. 18 Venid luego, dice Jehová, y
estemos a cuenta: si
vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán
emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como
blanca lana.
No
esperemos a pasar por pruebas o aflicción para tomar en serio la
oración. Aunque nos sintamos bien y nuestras vidas parezcan una
balsa de aceite, debemos seguir velando sin bajar la guardia,
apreciando todo lo que Dios nos da y dándole gracias. Como nos
enseña su Palabra, cuando nos sentimos fuertes, es cuando somos más
vulnerables a los ataques del adversario, porque entonces tendemos a
infravalorar su poder y creernos fuertes por nosotros mismos, en vez
de confiar únicamente en Dios.
2 Co
12:9-10; Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque
mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me
gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el
poder de Cristo. 10
Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en
afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque
cuando soy débil, entonces soy fuerte.
Que
el Señor continúe bendiciendo nuestras vidas.
Si queremos escuchar a Dios, Él nos habla principalmente por su Palabra; pero si queremos hablarle empleamos la oración: ambas son de trascendental importancia para la vida cristiana.
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