10/5/17

La oración




La oración es un tema prácticamente inagotable, sobre el que se pueden escribir ríos de tinta. Sin embargo no pretendo hacer aquí una reflexión exhaustiva, sino parcial y breve.

LA IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN

Ap 8:1-4; Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora. 2 Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas. 3 Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. 4 Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos.

Todo ser humano, mientras conserve el aliento de vida, tiene la posibilidad de dirigirse a Dios en cualquier momento. Basta con que reconozca humildemente su necesidad de Él. En cuanto al cristiano, ¿qué podemos decir de la oración? Que para él es como el aire que respira. Una clara muestra de lo importante que es la oración la tenemos en Ap 8:1-4, que comentaremos seguidamente.

Contextualización y comentario

Las visiones de Juan se sitúan en distintos escenarios:

La tierra. Intensificación del juicio de Dios

Con la apertura del sexto sello (Ap 6:12-17), los hombres que, de forma temeraria habían negado y rechazado a Dios, observaron atónitos, impactantes y aterradoras señales en cielos y tierra. No les quedó otra opción que admitir la omnipotencia de Dios como el único capaz de alterar las leyes que rigen la naturaleza y el cosmos por Él creados. Al mismo tiempo se dieron cuenta de su omnipresencia, aunque en su desesperación trataron en vano de esconderse en cuevas, de modo similar a como reaccionaron Adán y Eva tras su pecado (Gn 3:7-10). Tuvieron que aceptar también su omnisciencia, reconociendo su culpabilidad y el juicio inminente de un Dios airado contra ellos, que hasta entonces se había manifestado como un manso y paciente Cordero. Muchos otros textos proféticos hacen referencia a estos hechos; entre ellos y a modo de ejemplo podemos citar Lc 21:25-28.

La tierra. Los 144.000 sellados

Acto seguido al apóstol Juan se le muestra el selecto grupo de los sellados con la marca de Dios en sus frentes (Ap 7:1-8). Da igual si son literal y exactamente 144.000, o se refieren a un número simbólico representativo de todos sus siervos fieles. Tampoco vamos a considerar si este grupo se refiere exclusivamente a israelitas por filiación natural (lo más probable), o si incluye también a gentiles como israelitas de adopción. Lo que sí parece evidente es que son preservados como testigos de Dios en la Tierra durante la gran tribulación y como primicias para cuando el Señor venga a reinar sobre toda la Tierra desde el monte Sión (Ap 14:1-5).

El cielo. La multitud vestida con ropas blancas

Continúa la visión con la presentación en el cielo de una incontable multitud, procedente de todos los pueblos y lenguas de la Tierra. Esta muchedumbre, con vestimentas blancas y palmas en las manos, proclama a gran voz que la salvación pertenece a Dios y al Cordero, a lo cual asiente toda la corte celestial, postrándose en adoración ante el trono (Ap 7:9-17). A mi entender esta gran multitud se refiere a los santos del antiguo y nuevo pacto que habían sido arrebatados con la iglesia y ascendido al cielo. Pero Igual que con el párrafo anterior, no es mi propósito dilucidar en este estudio si la iglesia es arrebatada antes o durante la gran tribulación; lo que sí me parece obvio es que el arrebatamiento no se produce después de la gran tribulación, porque mientras están sucediendo cosas terribles en la tierra, la iglesia ya está en la presencia del Señor.

Interconexión entre el cielo y la tierra

En un momento tan crítico, tras abrirse el séptimo sello y a punto de derramarse sobre la Tierra el juicio de las siete trompetas, impresiona el súbito y solemne silencio hecho en el cielo, como si de pronto el tiempo se detuviese. Pero aun es si cabe más sorprendente el gran acontecimiento que tuvo lugar durante el intervalo de esa media hora. Y es que toda la atención de la corte celestial se concentró en las oraciones de débiles criaturas, que invocaban a Dios desde la Tierra. Lo que aconteció fue extraordinario, porque todos en el cielo contemplaron cómo las oraciones de los santos, acompañadas de mucho incienso avivado por la mano de un ángel, subieron hasta la misma presencia de Dios en olor fragante ¿No es algo maravilloso? Nada podría ilustrar mejor la importancia de la oración que la visión de esta escena.

EL INCIENSO DE OLOR GRATO

Hemos visto en Ap 8:3-4 que las oraciones de los santos suben hasta el trono como incienso agradable, permitiéndonos sintonizar desde la tierra con Dios. Sabemos además que Él escucha siempre nuestras oraciones, sin importar el tiempo o lugar en que estemos. Las siguientes porciones de las sagradas escrituras pueden servir para confirmar estas afirmaciones:

2 Cr 6:18-21; Mas ¿es verdad que Dios habitará con el hombre en la tierra? He aquí, los cielos y los cielos de los cielos no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que he edificado? 19 Mas tú mirarás a la oración de tu siervo, y a su ruego, oh Jehová Dios mío, para oír el clamor y la oración con que tu siervo ora delante de ti. 20 Que tus ojos estén abiertos sobre esta casa de día y de noche, sobre el lugar del cual dijiste: Mi nombre estará allí; que oigas la oración con que tu siervo ora en este lugar. 21 Asimismo que oigas el ruego de tu siervo, y de tu pueblo Israel, cuando en este lugar hicieren oración, que tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada; que oigas y perdones.

Sal 141:1-2; Jehová, a ti he clamado; apresúrate a mí; escucha mi voz cuando te invocare. 2 Suba mi oración delante de ti como el incienso, el don de mis manos como la ofrenda de la tarde.

Jon 2:7; Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo.

Hch 10:3-4; Este vio claramente en una visión, como a la hora novena del día, que un ángel de Dios entraba donde él estaba, y le decía: Cornelio. 4 El, mirándole fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios.

RECOMENDACIONES SOBRE LA ORACIÓN

Vista la importancia de la oración, vamos a considerar algunas recomendaciones y enseñanzas sobre la misma.

Búsqueda

Es imprescindible para nuestra salud espiritual apartar algo de nuestro tiempo cada día para orar, tal como hacía Jesús mismo, o Daniel, que se apartaba tres veces al día para orar. Debemos establecer como hábito un devocional diario, en el que a la oración le siga una lectura y meditación de la Palabra.

Mt 14:23; Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo.

Dn 6:10; Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.

Sal 55:17; Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz.

Una vez que hemos conocido a Dios, o más bien que hemos sido conocidos por Él (Ga 4:9) no tenemos excusa para no buscar su presencia, pues sabemos que siempre está accesible. La Palabra es muy clara al respecto:

Is 26:9; Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia.

Is 55:6; Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.

Am 5:4; Pero así dice Jehová a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis.

Mt 7:7; Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
 
Perseverancia

El Señor Jesús nos enseña en la parábola de la viuda y el juez injusto (Lc 18:1-8) que debemos perseverar en oración, clamando día y noche si es necesario. Tenemos también el ejemplo de los discípulos en el aposento alto, esperando la venida del Espíritu Santo sobre ellos; la exhortación de Pablo a los Colosenses; etc..

Hch 1:14; Todos éstos (los apóstoles) perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.

Col 4:2; Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias.

Formas de orar

En 1 Co 14:15 dice que se puede orar con el espíritu, pero también con el entendimiento. En privado podemos orar sólo con el espíritu, mas si nos reunimos con otros hermanos para orar debemos hacerlo con el entendimiento. Cuando oramos, Dios oye todo: nuestras acciones de gracias, alabanzas, lamentos, sollozos, suspiros; incluso nuestra voz interior, o sea, nuestros silencios.

En Mt 6:9-13 Jesús nos muestra un modelo de cómo debe ser nuestra oración, con el conocido Padre nuestro”.

Nos enseña además en ese mismo capítulo que no debemos utilizar vanas repeticiones, como hacen los budistas o los católico-romanos, por ejemplo, cuando rezan el rosario. Jesús considera esa forma de orar mera palabrería que no será oída, por mucho que se repitan las mismas palabras o frases. No debe preocuparnos que nuestras palabras sean pocas, porque Dios sabe lo que necesitamos aun antes de que se lo pidamos.

Ec 5:1-2; Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal. 2 No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras.

También nos enseña aquí Jesús que no debemos hacer alarde de nuestras oraciones de modo que los demás vean que somos piadosos; sino que debemos orar en secreto, huyendo de la vanagloria, para que sea Dios quien un día nos recompense en público.

Debemos presentarnos en oración a Dios con humildad, no justificándonos a nosotros mismos por nuestras buenas obras, ni creyéndonos mejores que otros; porque, como nos enseña la parábola del fariseo y el publicano en Lc 18:9-14, el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido. Las buenas obras no justificaron al fariseo, mientras que el publicano fue justificado, porque se presentó con un corazón contrito y humillado, reconociendo que era pecador.

Sal 51:17; Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.

Debemos presentar nuestras oraciones al Padre en el nombre de Jesús, como éste nos enseñó, ya que es el único mediador entre Dios y los hombres (1Ti 2:5). Ahora podemos acceder con confianza al trono de gloria (el lugar santísimo) por el camino nuevo y vivo que Él abrió a través del velo, esto es, su carne.

Jn 14:13 (también Jn 15:16); Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.

He 10:19-22; Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, 20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, 21 y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, 22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.

¿Por qué cosas orar?

En principio podemos orar por cualquier asunto, tanto si afecta a nuestro bienestar material como espiritual, al cuerpo o al alma; pero debemos aprender a pedir como conviene (Ro 8:26), alineando nuestra voluntad a la de Dios.

Por ejemplo, si a pesar de que ya tenemos lo necesario para vivir dignamente, el deseo de adquirir más dinero o posesiones sigue siendo para nosotros una prioridad, es señal de que no estamos sintonizando con la voluntad de Dios. En ese caso no es sabio pedirle que nos siga prosperando económicamente. Si, pese a que no tenemos el afán de poseer, Él sigue aumentando nuestras riquezas, quizás debamos pensar que nos está poniendo a prueba, o que lo hace con el propósito de que compartamos generosamente con las necesidades de nuestro prójimo. Tengamos en cuenta que Dios conoce las motivaciones ocultas en lo más profundo de los corazones. Por tanto, antes de que nuestra debilidad nos lleve a sucumbir a la tentación de la avaricia que, recordemos, es idolatría (Col 3:5-6), es preferible pedirle al Señor que no nos dé riquezas, como nos enseña el autor de Proverbios:

Pr 30:7-9; Dos cosas te he demandado; no me las niegues antes que muera: 8 vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; no me des pobreza ni riquezas; manténme del pan necesario; 9 no sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios.

En general, además de pedir por las necesidades de los demás tanto como por las nuestras propias, debemos priorizar los aspectos que tienen que ver con la salvación. Porque, como dijo Jesús en Mt 16:26: ...¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Por encima incluso de las necesidades materiales están las espirituales. Por eso no debemos dejar de pedir al Señor que aumente en nosotros el amor y la fe; que nos dé discernimiento, sabiduría de Dios (Stg 1:5); que nos ayude a perseverar, a obedecer, a andar en santo temor, etc...

¿Por quiénes debemos orar?

Por todos: por nosotros mismos, nuestra familia, hermanos en la fe, amistades, vecinos, autoridades e incluso por nuestros enemigos, aunque esto último le desagrade a la carne.

Mt 5:44; Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen...

¿Cuándo debemos orar?

En todo tiempo, velando y orando sin cesar. Pero, ¿se puede orar en todo tiempo? Claro que sí, podemos invocar al Señor en todo tiempo y circunstancia; no importa cuán corta sea la oración. Aunque no siempre podamos pronunciar palabras, sean o no audibles, sí que podemos orar en nuestro espíritu, involucrando la mente y el corazón. Recordemos que Dios ve incluso nuestros pensamientos.

Ef 6:18; ...orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos...

1 Ts 5:17-18; Orad sin cesar. 18 Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.

¿Dónde orar?

En cualquier lugar o situación, si bien, al apartar un tiempo para orar en privado, lo ideal sería elegir un lugar tranquilo y silencioso, donde nos resulte más fácil abstraernos de la gente y donde no nos vean ni oigan, para que nuestra oración sea en secreto.

OTRAS CONSIDERACIONES

Dios tiene su tiempo y manera de responder a nuestras oraciones; tenemos que esperar paciente y confiadamente en Él. Las escrituras nos enseñan que en ocasiones, aunque la respuesta sea inmediata, puede tardar en llegar, porque hay una fuerte oposición del adversario y se está librando una encarnizada batalla espiritual en los cielos.

Dn 10:12-13; Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido. 13 Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.

1 Ts 2:18; ...por lo cual quisimos ir a vosotros, yo Pablo ciertamente una y otra vez; pero Satanás nos estorbó.

El hecho de que Dios no anule de un plumazo la oposición del enemigo o que parezca que necesita ayuda para vencer, no significa un menoscabo de su poder y soberanía. Aunque nos cueste entenderlo, Él tiene un propósito para todo y además vela por nosotros para que lo que nos acontece sea a la postre para nuestro bien. Ciertamente, con sólo una palabra o pensamiento podría eliminar a Satanás y sus ángeles, ya que no son sino seres creados por Él. Pero, como he dicho antes, tiene su tiempo y modo de hacer las cosas ¿Por qué no interviene Él directamente para fulminar a sus enemigos, pudiendo hacerlo? ¿Por qué recurre a sus ángeles e incluso a la Iglesia? Simplemente porque así lo quiere; confiemos en Él.

Mt 26:53; ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?

Otra enseñanza que encontramos en la Palabra es que tenemos que pedir con fe, sin dudar.
 
Mt 21:21-22; Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho. 22 Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.

Puede haber pecados que estorben nuestras oraciones, como por ejemplo un trato desconsiderado del marido hacia su esposa o viceversa, no perdonar a alguien que nos haya ofendido, una manifiesta desobediencia que se intenta justificar con una falsa apariencia de piedad (lo que solemos llamar religiosidad), etc. Ante estos hechos tenemos que humillarnos y arrepentirnos delante de Dios, si queremos que Él nos responda.

1 P3:7; Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.

Is 1:15-18; Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. 16 Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; 17 aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. 18 Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.

No esperemos a pasar por pruebas o aflicción para tomar en serio la oración. Aunque nos sintamos bien y nuestras vidas parezcan una balsa de aceite, debemos seguir velando sin bajar la guardia, apreciando todo lo que Dios nos da y dándole gracias. Como nos enseña su Palabra, cuando nos sentimos fuertes, es cuando somos más vulnerables a los ataques del adversario, porque entonces tendemos a infravalorar su poder y creernos fuertes por nosotros mismos, en vez de confiar únicamente en Dios.

2 Co 12:9-10; Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Que el Señor continúe bendiciendo nuestras vidas.

1 comentario:

  1. Si queremos escuchar a Dios, Él nos habla principalmente por su Palabra; pero si queremos hablarle empleamos la oración: ambas son de trascendental importancia para la vida cristiana.

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