Es
una verdad incuestionable que existen y, sobre todo, han existido
seres vivientes gigantescos. En el reino vegetal todavía se pueden
apreciar ejemplares de árboles enormes entre las secuoyas, abetos y
eucaliptos. En el reino animal destacan las ballenas y tenemos
constancia de la existencia de numerosas especies de dinosaurios en
otras épocas. Pero, ¿y entre los humanos?
Hay
un conjunto de datos procedentes de diversas fuentes, no todas
fiables, que apuntan a la existencia de personas gigantescas en el
pasado. Existen al respecto narraciones, dibujos, grabados murales,
fósiles, restos arqueológicos, libros religiosos, testigos
oculares, tradiciones orales, mitos y leyendas, etc.
Hoy
día existen, igual que existieron en el pasado reciente, personas de
gran estatura. Con una altura de más de dos metros se pueden ver hoy
día numerosos deportistas, sobre todo en baloncesto, que juegan en
equipos de élite. Sin embargo, a partir de cierta altura las
personas no suelen ser nada ágiles e incluso poco saludables
físicamente, con desproporción entre sus miembros y un corto
promedio de vida. Su gigantismo se debe precisamente a una enfermedad
causada por una secreción incontrolada de la hormona del
crecimiento. Esto contrasta con los relatos de los gigantes antiguos,
que eran mucho más fuertes, y temibles en el campo de batalla.
Pero
vayamos a la Biblia, que es la fuente de información más fiable,
porque es Palabra de Dios. En ella no sólo encontramos casos de
individuos gigantes, sino también de razas de gigantes ¿A partir de
qué medida la estatura de una persona deja de ser alta para
convertirse en gigante? No existe un punto preciso. La Biblia se
refiere a algunos personajes excepcionalmente altos dentro de la
normalidad, como el rey Saúl, cuyo tamaño quizás sea comparable al
de muchos jugadores de baloncesto de la actualidad.
1
S 9:2; Y tenía él un hijo que se llamaba Saúl, joven y hermoso.
Entre los hijos de Israel no había otro más hermoso que él; de
hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo.
Pero
cuando la Biblia habla de gigantes nos damos cuenta de que se está
refiriendo a razas de gigantes o a algunos de sus supervivientes. Tal
es el caso de los anaceos y otros pueblos, así como del filisteo
Goliat de 2,92 m. de altura, o de Og, que por el tamaño de su cama
debía medir casi 4 m. El hombre más alto del que se haya tenido
noticia a partir del siglo veinte, fue un estadounidense de 2,72 m.
cuyas piernas eran demasiado débiles para su enorme estatura, por lo
que apenas podía caminar con dificultad. Nada que ver, como he
dicho, con los gigantes de la Biblia, que eran fuertes hombres de
guerra, capaces de manejar lanzas del grosor de un rodillo de telar.
1
S 17:4; Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín,
el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía
de altura seis codos y un palmo.
Dt
3:11; Porque únicamente Og rey de Basán había quedado
del resto de los gigantes. Su cama, una cama de hierro,
¿no está en Rabá de los hijos de Amón? La longitud de
ella es de nueve codos, y su anchura de cuatro codos,
según el codo de un hombre.
El
gigantismo, al parecer, no se limitaba a estas razas selectas de
personas. Cuando los espías israelitas regresaron de reconocer la
tierra de Canaán, trajeron de muestra un racimo de uvas que portaban
entre dos personas colgado de un palo. El racimo debía ser enorme
para ser transportado por dos personas, y la tierra de Canaán debía
tener valles muy fértiles con gran producción de frutos, porque la
describieron como tierra por la que fluía leche y miel.
Nm
13:23; Y llegaron hasta el arroyo de Escol, y de allí
cortaron un sarmiento con un racimo de uvas, el cual trajeron dos en
un palo, y de las granadas y de los higos.
Nm
13:27: Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la
tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel;
y este es el fruto de ella.
Por
la existencia de formidables especies de dinosaurios deducimos que la
tierra en otras épocas debía tener una vegetación exuberante,
capaz de alimentar a estos animales tan grandes. Hay quienes piensan,
basándose en Gn 2:4-6, que
la primera vez que llovió fue cuando aconteció el diluvio. Según
ellos, hasta ese momento había una capa de vapor de agua que subía
de la tierra y envolvía el globo terrestre, proporcionando un
ambiente húmedo y un efecto invernadero que suavizaba las
temperaturas y esparcía el calor por toda la tierra. Eso hacía
brotar la vegetación hasta cerca de los polos, aumentando así el
espacio habitable de este planeta.
Coincido
en que para que pudieran sobrevivir los grandes dinosaurios tenía
que haber una rica vegetación capaz de alimentarlos. Por otra parte,
creo que el diluvio universal produjo un cataclismo que alteró
sustancialmente las condiciones de vida sobre la tierra. Sin embargo
no comparto la inferencia que se hace a partir de Gn
2:4-6, en
el sentido de que no llovió hasta que vino el diluvio. Leyendo con
atención estos versículos, observamos
que la época en la que “Dios aún no había hecho
llover..., sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda
la faz de la tierra”, se
refiere sólo al tiempo que va desde la creación de cielos y tierra,
hasta la aparición de toda hierba, planta y el mismo hombre para
labrar la tierra.
Gn
2:4-6; Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando
fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos,
y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y
toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no
había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que
labrase la tierra, sino que subía de la tierra un
vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra.
Por
lo tanto, creo que la fe de Noé se puso a prueba ante un fenómeno
novedoso (He 11:7),
pero no porque nunca hubiera visto llover, sino porque nunca se había
producido un diluvio universal. Creo también que a
causa del pecado, la tierra y todo cuanto en ella hay se ha ido
contaminando y deteriorando progresivamente, con un empeoramiento de
las condiciones de vida, y que el diluvio precipitó un cambio brusco
en el medio ambiente y el clima.
He
11:7; Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca
de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su
casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue
hecho heredero de la justicia que viene por la fe.
Pero,
¿cómo y cuándo surgieron los gigantes? Aparte de su gran estatura,
¿hay otras características específicas que los diferencien de las
demás personas?
La
primera vez que se mencionan los gigantes en la Biblia es en Gn
6:1-6. Aquí nos dice que aparecieron después de que los hijos
de Dios se llegaran a las hijas de los hombres y les engendraran
hijos ¿Quiénes eran estos hijos de Dios? Según algunos eran los
varones descendientes de Set, pero entonces no tendría sentido
contraponer hijos de Dios a hijas de hombres, porque aquéllos
también serían hijos de hombres. Así que con toda probabilidad se
refiere a ángeles, ya que en el caso de Job 1:6 y
Job 2:1 a éstos se les llama hijos de Dios,
expresión coincidente con la de Gn 6:2,4.
Gn
6:1-6; Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse
sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, 2 que viendo
los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron
para sí mujeres, escogiendo entre todas. 3 Y dijo Jehová:
No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque
ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años. 4
Había gigantes en la tierra en aquellos días,
y también después que se llegaron los hijos de Dios a las
hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los
valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre.
5 Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra,
y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de
continuo solamente el mal. 6 Y se arrepintió Jehová de haber hecho
hombre en la tierra, y le dolió en su corazón.
El
versículo cuatro de la porción anterior correspondiente a la
versión de Reina Valera, genera dudas de interpretación. Si lo
cotejamos con otras versiones, encontramos pequeñas variaciones
entre ellas que, en algunos casos, tienen un significado sustancial y
significativamente diferente. Una de esas versiones es la Biblia de
Jerusalén, cuyo versículo reproduzco a continuación.
Gn
6:4; Los nefilim existían en la tierra por aquel entonces
(y también después), cuando los hijos de Dios se unían
a las hijas de los hombres y ellas les daban hijos: estos
fueron los héroes de la antigüedad, hombres famosos.
En
esta porción de Génesis se nos dice que los que nacieron de la
unión de ángeles con mujeres fueron los valientes de la antigüedad,
lo cual está en sintonía con numerosos mitos y leyendas acerca de
héroes antiguos considerados dioses o semidioses. Es lógico que
fuera así, puesto que estos seres eran mitad ángeles y mitad
humanos. Puede resultar extraño que mujeres concibieran de ángeles,
pero eso es lo que parece indicar Jud 6-7, al
decir que los ángeles, igual que los habitantes de Sodoma y Gomorra,
fornicaron y fueron en pos de vicios contra naturaleza.
Jud
6-7; Y a los ángeles que no guardaron su dignidad,
sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo
oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día; 7 como
Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de
la misma manera que aquéllos
(este pronombre demostrativo "aquellos" se
refiere inequívocamente a los ángeles), habiendo
fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas
por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno.
Dicha
unión, así como numerosas apariciones de ángeles en la Biblia, no
avalan la creencia tan extendida de que los ángeles son seres
asexuales, sino que pertenecen al género masculino. Por otra parte,
decir que los ángeles son espíritus (He 1:14), no
significa necesariamente que carezcan de cuerpo. Y esto por dos
razones: 1) El vocablo “espíritu” puede
emplearse según el contexto como una sinécdoque o figura literaria
que designa un todo con el nombre de una de sus partes.
Y 2) Sabemos
que nosotros seremos como los ángeles del cielo (Mt
22:30) cuando
resucitemos a imagen de Cristo con un cuerpo glorificado.
Entonces
probablemente podremos, como los ángeles y el mismo Jesús después
de su resurrección, hacernos invisibles, aparecer y desaparecer en
un instante, o presentarnos en una casa sin necesidad de abrir
puertas o ventanas para entrar; pero también comer alimentos,
mantener contacto físico con una persona como, por ejemplo, asir su
mano, etc. Es decir, tendremos un cuerpo con nuevas propiedades y
menos limitaciones; un cuerpo espiritual dominado por el espíritu,
en vez de un cuerpo animal dominado por la carne, como nos ocurre
ahora.
1
Co 15:44-49; Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo
espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual. 45
Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma
viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. 46 Mas lo
espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. 47 El
primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el
Señor, es del cielo. 48 Cual el terrenal, tales también los
terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. 49 Y
así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la
imagen del celestial.
Este
pecado fue de funestas consecuencias por varias razones: 1) porque,
como ocurre en toda fornicación, las dos partes se funden en un solo
cuerpo (1 Co 6:16-18);
2) porque se realizó una unión desigual y contra naturaleza; 3)
porque al mezclarse con espíritus inmundos el hombre añadió pecado
a su propia maldad; 4) porque en toda unión desigual el más fuerte
prevalece sobre el más débil, por lo que en este caso fueron estos
espíritus inmundos quienes ejercieron el control, tanto de las
mujeres con las que se unieron como de los nuevos seres híbridos que
les nacieron.
1
Co 6:16-18; ¿O no sabéis que el que se une con una
ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los
dos serán una sola carne. 17 Pero el que se une al Señor,
un espíritu es con él. 18 Huid de la fornicación.
Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo;
mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca.
El versículo 6 de Judas, suele interpretarse en el
sentido de que los ángeles no guardaron su dignidad porque
abandonaron su propia morada en los cielos; pero yo me inclino a
pensar que esta morada que indignamente abandonaron fue su propio
cuerpo (2 Co 5:1-6),
que se unió con mujeres humanas en abierta rebeldía contra Dios, de
manera viciosa y contra naturaleza.
2
Co 5:1-6; Porque sabemos que si nuestra morada terrestre,
este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una
casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. 2 Y por esto también
gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación
celestial; 3 pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos.
4 Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con
angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos,
para que lo mortal sea absorbido por la vida. 5 Mas el que nos hizo
para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu. 6
Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre
tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor.
Es
posible, como sugieren algunos, que Satanás tratara de corromper a
la especie humana, mezclando la naturaleza de ésta con la de los
ángeles para impedir el plan de Dios de enviar al Hijo del Hombre
para nuestra redención, plan del que tenía conocimiento Satanás
desde que le fue anunciado en Gn 3:15. Así que, el
principal motivo por el que Dios habría intervenido de forma tan
drástica, sería el de preservar la pureza de la especie, a la vez
que castigar la maldad de los hombres. De aquí se deduce que Noé,
junto con los otros siete que entraron en el arca, eran las únicas
personas en la tierra cuya naturaleza no había sido contaminada.
Gn
3:15: Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu
simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la
cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
La
reaparición de gigantes luego de la destrucción de todos ellos por
el diluvio presupone nuevos apareamientos de ángeles con
mujeres, en abierto desafío y rebeldía contra Dios. Por eso vemos su mano poderosa obrando a través de Israel y otros pueblos
para exterminarlos. Excepto la citada porción de Gn 6:1-6, todos los casos de gigantes mencionados en la Biblia son posteriores al diluvio. Algunos, como el que expongo a continuación, sobrevivieron incluso hasta el reinado de David.
2
S 21:16-22 (también
1 Cr 20:4-8); E Isbi-benob, uno de los descendientes
de los gigantes, cuya lanza pesaba trescientos siclos de bronce, y
quien estaba ceñido con una espada nueva, trató de matar a David;
17 mas Abisai hijo de Sarvia llegó en su ayuda, e hirió al filisteo
y lo mató. Entonces los hombres de David le juraron, diciendo: Nunca
más de aquí en adelante saldrás con nosotros a la batalla, no sea
que apagues la lámpara de Israel. 18 Otra segunda guerra hubo
después en Gob contra los filisteos; entonces Sibecai husatita mató
a Saf, quien era uno de los descendientes de los gigantes. 19 Hubo
otra vez guerra en Gob contra los filisteos, en la cual Elhanán,
hijo de Jaare-oregim de Belén, mató a Goliat geteo, el asta de cuya
lanza era como el rodillo de un telar. 20 Después hubo otra guerra
en Gat, donde había un hombre de gran estatura, el cual tenía doce
dedos en las manos, y otros doce en los pies, veinticuatro por todos;
y también era descendiente de los gigantes. 21 Este desafió a
Israel, y lo mató Jonatán, hijo de Simea hermano de David. 22 Estos
cuatro eran descendientes de los gigantes en Gat, los cuales cayeron
por mano de David y por mano de sus siervos.
Son
tantos los hechos prodigiosos narrados en la Biblia, que ya casi
los vemos como algo normal, por lo que no nos paramos a pensar en ellos. Pero
es inaudito que un pueblo como Israel que, tras ser liberado de la
esclavitud de Egipto, anduvo errante por el desierto durante 40 años,
fuera capaz de derrotar a otros pueblos cuyos individuos eran de
grande estatura, vivían en ciudades grandes y fortificadas, y se
habían aliado con una raza de gigantes que habitaba entre ellos.
Esta hazaña de Israel sería imposible si Dios no estuviera de su
parte.
Nm
13:32-33; Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que
habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para
reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el
pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura. 33
También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y
éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les
parecíamos a ellos.
Dt
9:1-3; Oye, Israel: tú vas hoy a pasar el Jordán, para
entrar a desposeer a naciones más numerosas y más poderosas que tú,
ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo; 2 un pueblo
grande y alto, hijos de los anaceos, de los cuales tienes tú
conocimiento, y has oído decir: ¿Quién se sostendrá delante de
los hijos de Anac? 3 Entiende, pues, hoy, que es Jehová tu Dios el
que pasa delante de ti como fuego consumidor, que los destruirá y
humillará delante de ti; y tú los echarás, y los destruirás en
seguida, como Jehová te ha dicho.
Ya
en vida del patriarca Abraham, el rey Quedorlaomer
y sus aliados (Gn 14:5), derrotaron a tres
sub-razas de gigantes que la Biblia vuelve a mencionar varios siglos
más tarde en Dt 2:9-11, Dt 2:19-21 y Jos 12:4. A
los gigantes emitas Dios los entregó en manos de los moabitas y a los zuzitas
o zomzoneos en manos de los amonitas, ambos hijos de Lot. En cuanto a
los refaítas sabemos que cuando Israel derrotó a Og, con él
desapareció el último superviviente de los gigantes en la tierra de
Argob o Basán. Si es sorprendente que Quedorlaomer venciera a los
gigantes, no lo es menos que Abraham lo derrotase a él, rescatando a
los cautivos y sus posesiones y haciéndose con un botín de guerra.
Por supuesto, también aquí fue Dios quien hizo posible esta
victoria de Abraham.
Gn
14:5; Y en el año decimocuarto vino Quedorlaomer, y los
reyes que estaban de su parte, y derrotaron a los
refaítas en Astarot Karnaim, a los
zuzitas en Ham, a los emitas en
Save-quiriataim,...
Dt
2:9-11; Y Jehová me dijo: No molestes a Moab,
ni te empeñes con ellos en guerra, porque no te daré posesión de
su tierra; porque yo he dado a Ar por heredad a los hijos de Lot. 10
(Los emitas habitaron
en ella antes, pueblo grande y numeroso, y alto como los hijos de
Anac. 11 Por gigantes eran ellos tenidos también, como los hijos de
Anac; y los moabitas los llaman emitas.
Dt
2:19-21; Y cuando te acerques a los hijos de Amón, no los
molestes, ni contiendas con ellos; porque no te daré
posesión de la tierra de los hijos de Amón, pues a los hijos de Lot
la he dado por heredad. 20 (Por tierra de gigantes fue
también ella tenida; habitaron en ella gigantes en otro tiempo, a
los cuales los amonitas llamaban zomzomeos;
21 pueblo grande y numeroso, y alto, como los hijos de Anac; a los
cuales Jehová destruyó delante de los amonitas. Estos
sucedieron a aquéllos, y habitaron en su lugar.
Dt
3:11; Porque únicamente Og rey de Basán
había quedado del resto de los gigantes...
Jos
12:4; Y el territorio de Og rey de Basán,
que había quedado de los refaítas, el cual habitaba
en Astarot y en Edrei,..
En
todo caso, parece que hay una implicación directa de Dios para
erradicar a los gigantes de la faz de la tierra, lo cual apoya la
creencia de que éstos proceden del apareamiento de ángeles con
mujeres. Esta unión contra natura no sólo corrompió la esencia de
la naturaleza humana, sino que además conformó una unidad
espiritual dominada por esos espíritus malignos. Y lo que es aún
peor, esta alteración profunda se transmitió al fruto de su unión,
o sea, a sus descendientes. Por eso no es de extrañar que Dios los
aniquilara hasta su completa extinción.
APLICACIÓN
ESPIRITUAL PRÁCTICA PARA LOS CREYENTES
Para
alcanzar determinadas metas en nuestras vidas, en ocasiones nos vemos
obligados a enfrentarnos a dificultades que percibimos como gigantes
contra los que tenemos que luchar. Más importante que la dimensión
real de nuestros problemas es la percepción que tenemos de los
mismos y la manera de enfrentarlos.
Las
dificultades pueden generar en nosotros una ansiedad que nos paralice
o que nos haga dar la vuelta para huir de la situación; pero si
logramos controlar la ansiedad y nos enfrentamos resueltamente a los
obstáculos, podemos superarlos. Es normal que a veces nos sintamos
desbordados e incapaces de enfrentar una situación; todos
retrocedimos alguna vez ante determinadas dificultades. Pero es bueno
no desanimarse y volver a intentarlo, porque la experiencia demuestra
que los problemas no siempre se resuelven a la primera. En ciertos
casos puede incluso ser conveniente dejarlos aparte por un tiempo y
enfrentarlos más tarde con renovada fuerza. Lamentablemente,
¡cuántas veces nos damos por vencidos y dejamos de intentar superar
un problema!
Lo
antedicho es aplicable en general a cualquier persona, pero para el
creyente su reacción o respuesta ante los retos de la vida debe
estar basada en la fe, pues sin ésta es imposible agradar a Dios (He
6:11). Si
vemos que las dificultades nos superan, para eso está Él ¡Cuántas
veces intentamos superarlas con nuestras fuerzas hasta que los
fracasos nos convencen de que solos no podemos!
Dios
podría librarnos de problemas o solucionarlos sin que tuviéramos
que esforzarnos para nada, pero lo que quiere es que le pidamos ayuda
y caminemos confiadamente, sabiendo que Él está a nuestro lado. Por
tanto invoquemos su ayuda. El mismo que por medio de Israel derrotó
gigantes, aquel que dio a su pueblo la victoria contra enemigos mucho
más poderosos que ellos, ¿cómo no va a darnos también a nosotros
la victoria? Recordemos que en Cristo somos más que vencedores (Ro
8:31,37) y
que Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos (He
13:8).
Ro
8:31,37; ¿Qué, pues, diremos a esto? Si
Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?... 37
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por
medio de aquel que nos amó.
Las
dos porciones bíblicas que reproduzco a continuación ilustran
perfectamente dos actitudes o formas opuestas de reaccionar ante un
reto. Tanto en el caso de Caleb como en el de David, ambos confiaban
y descansaban en el poder de Dios, que estaba de su parte; tenían
fe. Por el contrario, el resto del pueblo en general estaba espantado
a causa de su incredulidad, porque no tenían en cuenta a Dios y se
apoyaban únicamente en sus propias fuerzas, que eran muy inferiores
a las de sus enemigos.
Nm
13:30-33; Entonces Caleb
hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo:
Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos
nosotros que ellos. 31 Mas los varones que subieron con él, dijeron:
No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que
nosotros. 32 Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de
la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde
pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo
el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura.
33 También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de
los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas;
y así les parecíamos a ellos.
1
S 17:45-47; Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a
mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de
Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a
quien tú has provocado. 46 Jehová te entregará hoy en mi mano, y
yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de
los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y
toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. 47 Y sabrá toda esta
congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de
Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.
Sabemos
que no tenemos lucha contra carne y sangre. Por tanto, cuando se
levanten enemigos humanos contra nosotros, necesitamos discernir que
tras ellos se ocultan nuestros verdaderos enemigos, que son Satanás
y sus huestes, dirigiendo y actuando en la sombra. Así podremos ver
a las personas que nos quieren perjudicar, como víctimas más que
como verdugos, sabiendo que están manejados por su amo el diablo; de ese modo podremos llegar a sentir pena por ellos, amarlos y pedir a Dios
que los libere.
Ef
6:10-12; Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el
Señor, y en el poder de su fuerza. 11 Vestíos de toda la armadura
de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del
diablo. 12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino
contra principados, contra potestades, contra los
gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes
espirituales de maldad en las regiones celestes.
Nuestro
adversario el diablo utiliza, según las circunstancias, un amplio
repertorio de artimañas para hacernos fracasar. En ocasiones en que
bajamos la guardia le puede bastar con utilizar la mentira y la
astucia. Pero si ve que lo hemos descubierto, entonces puede recurrir
a fanfarronadas, a mostrarnos su cólera, o a amenazas
intimidatorias. Depende de nuestra fe que el temor nos haga
retroceder, o que nos enfrentemos a él con valentía, confiando en
nuestra victoria. Cuando el enemigo haga ostentación de poder, no
debemos fijarnos en él ni tampoco en nuestra debilidad, sino
mantener nuestra mirada en Cristo, que es quien nos da la victoria.
En
la Biblia hallamos numerosos y magníficos ejemplos de las tretas que
usa el adversario y la manera en que debemos enfrentarlo. Sin
reproducirlo ni comentarlo aquí, invito a la lectura del capítulo 4
de Nehemías, en el que se exponen los peligros y pruebas que tuvo
que superar el pueblo para poder reconstruir el muro. También son
muy interesantes al respecto los capítulos 36 y 37 de Isaías, que
narran el asedio de Jerusalén por las tropas asirias de Senaquerib.
Estaría
bien que nos hiciéramos una serie de preguntas, tales como: ¿Hay
algún gigante que se planta desafiante delante de nosotros? ¿Alguna
muralla que parece infranqueable? ¿Cómo reaccionamos ante ellos?
¿Nos dejamos desfallecer o nos mantenemos en pie? ¿Vemos por fe a
Dios que va delante en batalla para hollar a los enemigos de nuestra
alma, o nos vemos solos y desamparados? Si ocurre esto último,
¿dónde está nuestra fe? Recordemos que Dios mismo, el gigante que
es infinitamente más poderoso que todos, está con nosotros.
2
R 6:14-17; Entonces envió el rey allá gente de a caballo, y carros,
y un gran ejército, los cuales vinieron de noche, y sitiaron la
ciudad. 15 Y se levantó de mañana y salió el que servía
al varón de Dios, y he aquí el ejército que tenía sitiada la
ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo:
¡Ah, señor mío! ¿qué haremos? 16 El le dijo: No tengas miedo,
porque más son los que están con nosotros que los que están con
ellos. 17 Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus
ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y
miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y
de carros de fuego alrededor de Eliseo.
2
S 22:30; Contigo desbarataré ejércitos, y con mi Dios
asaltaré muros.
Sal
27:1-3; Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré?
Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de
atemorizarme? 2 Cuando se juntaron contra mí los
malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes,
ellos tropezaron y cayeron. 3 Aunque un ejército acampe
contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante
guerra, yo estaré confiado.
Jer
20:10-11; Porque oí la murmuración de muchos, temor de todas
partes: Denunciad, denunciémosle. Todos mis amigos miraban si
claudicaría. Quizá se engañará, decían, y prevaleceremos contra
él, y tomaremos de él nuestra venganza. 11 Mas Jehová
está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen
tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en
gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que
jamás será olvidada.
Que
el Señor nos bendiga.
Interesante artículo sobre un tema rodeado de un cierto halo de misterio, como son los gigantes, seguido de una aplicación espiritual práctica para los creyentes en Cristo.
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